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Muy mal ha dejado el panorama económico la alianza frentepopulista como para pedir sopitas al PP y buscar el consenso para salvar al país de la quiebra. Al decir de Dalmacio Negro el consenso se convierte en tiranía si de lo que se trata es de buscar el punto intermedio entre el mal y el bien.
Es posible que la Unión Europea haya puesto al contubernio masónico izquierdoso filocomunista en su sitio, como lo hizo con Grecia; condicionando la financiación a la rebaja del gasto improductivo, a las subvenciones a los amigos, y a la sopa boba a quien no ha contribuido jamás a la prosperidad y a la riqueza, que constituye lo que llamamos el bien común. Nunca mejor que aquel dicho de que no pidas al Estado lo que pueda hacer por ti, pregúntate qué puedes hacer tù. Muy mal está la cosa para que los leninistas, que siguen al revolucionario chavista Iglesias, renuncien a exprimir las cuentas de las grandes fortunas, quizás para evitar que éstas se deslocalicen y vayan a lugares más apacibles. Es la triste realidad, amigos. Si el dinero siente que peligra su continuidad busca otros lugares con más garantías jurídicas y constitucionales y que tenga poco color bermejo. ¿O acaso, los de Maduro y demás semejantes conservan su fortuna en los países que gobiernan, ayudando al progreso de su nación? Más bien lo llevan a paraísos fiscales o a cajas fuertes de bancos de Suiza donde colocar el oro de sus actividades delictivas.
Claro que es necesario un pacto de salvación nacional. La cuestión es que ese acuerdo entre gentes responsables y que tengan en su horizonte vital el bien de su país, es incompatible con subversivos, filoterroristas y quienes tratan de derrumbar acuerdos previos esenciales para el desarrollo colectivo como ha sido la Constitución. Una Ley de leyes que a mí no me gusta nada en aspectos fundamentales, porque perjudican la cohesión territorial y la igualdad entre los ciudadanos ante la ley, pero que ha sido, quizás, más beneficiosa que perjudicial; y que en estos momentos es una pared que frena la llegada de la III República, que tal como pinta va a ser bolchevique de nuevo signo. Es decir, lo malo del comunismo y lo malo del neoliberalismo. O sea la concentración de la riqueza en el menor número de gente jamás conocido. Los amos del mundo. Los de las tinieblas. Los que practican el ocultismo y el satanismo. Conmigo que no cuenten.
En ese pacto de reconstrucción es esencial un pilar que la izquierda no está dispuesta a abandonar, que es la educación; la formación de las futuras generaciones. Esta es esencial para seguir modelando la percepción de los ciudadanos futuros, y evitar que éstos tengan su intelecto bien amueblado; que sean autónomos en la construcción de su ideario y cosmovisión vital, que sean personas en el sentido originario del concepto “personalidad”. Ser persona significa algo más que ser individuo, engranaje de un sistema, borrego guiado por cordel a través de un redil. Ser persona es conectar con su pasado ontogenético, estar al corriente de la realidad antropológica y cultural de su país, conocer su historia, el legado de sus mayores; Imprescindible esto para interpretar las realidades presentes. Pero ahí está el problema. Que esas realidades están en el punto opuesto al que quieren llevarnos como ganado estos fundamentalistas del Nuevo Orden Mundial. Esta es la cuestión. Por ello tratan de secuestrar a los niños y separarlos de la voluntad de sus padres y tutores; para que sea un Estado con signo de izquierdas de lateralidad cruzada el que suplante la decisión libre; respaldada por los derechos humanos, de los padres, para definir la identidad de sus hijos sin que nadie decida por ellos.
Por otra parte, la izquierda y los separatistas quieren adoctrinar a los niños, conformar su cosmovisión, su forma modelada de captar realidades ficticias, constituida mediante moldes mentales, arquitectura intelectiva conformada por fragmentos inconexos e inconsistentes de realidades virtuales, con la intención de que la gente sea clónica, estrecha de miras. A todos estos, y no sé si algo también al PP, no les importa los niños, los educandos, les interesa tener esclavos, gente que no piense por sí misma, individuos encadenados a unas ideas estereotipadas. Por eso no les interesa un pacto educativo transversal, un acuerdo escolar, una ley que tenga visos de tener continuidad, de ir algo más allá que un lustro de permanencia.
Por ello, no quieren extender el acuerdo a otras materias esenciales para la reconstrucción, cual es una ley educativa que de poso cultural colectivo a esta Nación que no es de naciones, ya que éstas nunca han existido. No puede haber independentistas, solo secesionistas, pues para que algo se independice ha tenido que poseer existencia previa, y las nacioncillas que pretenden, nunca han existido con anterioridad.
La educación es clave para la reconstrucción de verdad. No para un acuerdo de postín para sacarnos supuestamente de una situación puntual, de emergencia, por muy grave que sea. Para engañar, en suma, a los subvencionadores de la ruina perpetua, sin hacer reformas estructurales de verdad.
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