13/05/2024 00:08
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Sergio Fernández Riquelme, profesor de Universidad, es historiador y doctor en sociología es autor de más de treinta libros y más de cien artículos científicos y divulgativos. Colaborador en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales, también es director de La Razón histórica. Revista hispanoaméricana de Historia de las Ideas.

¿Por qué una obra sobre el Distributismo y la Economía Social según Chesterton?

Porque ante los crecientes debates sobre el camino sostenible y solidario que debe encontrar el actual sistema económico, nada mejor que poner en valor una de las primeras doctrinas que hablaba de parar el motor o de retroceder sin miedo, de vivir con menos o de compartir un poco más, de respetar la naturaleza medioambiental y la naturaleza humana. Y frente a los “parches” en los que se convierten la mayoría de las propuestas bajo la etiqueta ecológica, para que dicho sistema no frene o no pierda dinero, el Distributismo pone a cada uno en su sitio: si hay que hacer algo valioso, hay que hacerlo a toda costa, y si se quiere un mundo más justo y más limpio, hay que vivir con muchas menos cosas materiales y con muchas más cosas inmateriales (espiritual, familiar y fraternalmente hablando).

¿Cómo se podría definir el Distributismo?

Una muy pequeña doctrina socioeconómica para una muy pequeña vida normal. Surgida, a contracorriente en la cuna industrial y liberal, Gran Bretaña. Hablaba de pequeñas comunidades de pequeños propietarios por todo un país, frente a los enormes gigantes del momento: el capitalismo y el estatismo. Y la plantearon, sin apoyos y sin miedo, un pequeño grupo de valientes cristianos (la mayoría católicos conversos) de manera más fiel a la Doctrina Social Católica en territorio enemigo, frente a los inmensos poderes locales (anglicanos, plutocráticos, financieros), hablando, a veces de manera ucrónica, de un pasado gremial, artesanal y familiar que a su juicio nunca moriría. Como decía Chesterton, vivir con “tres acres y una vaca”.

¿Qué documentos de la Doctrina Social de la Iglesia avalan este sistema económico?

Los distributistas siguieron, casi a rajatabla, las Encíclicas Rerum Novarum del Papa León XIII (1891) y Quadragesimo Anno del Papa Pio XI (1931); pero en muchos escritos de Chesterton o de la Liga Distributista se muestra la influencia de textos más “políticos”, en su crítica a los fundamentos de liberales y socialistas, como Quanta Cura de Pio IX o Graves de Communi Re del mismo León XIII.

¿Por qué es importante su carácter antiliberal y antisocialista?

Por hablar del ser humano frente al mero cliente y al simple contribuyente, ante el poder del dinero y el sueño de la revolución, y frente a los derechos de unos pocos y la miseria de las mayorías. Su importancia radica en su discurso a contracorriente, ayer y hoy: libertad con responsabilidad, con límites espirituales y morales superiores, e igualdad con propiedad, con familias y productores con capacidad de autogestionarse. Un desafío que le llevó a la marginalidad en su tiempo, pero que ha perdurado por la autenticidad del mismo.

¿Qué importancia deberían de tener los gremios en la sociedad?

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Ante la crisis casi terminal de los sindicatos de clase en la sociedad consumista e individualista del dominante progresismo liberal, los gremios (adaptados, eso sí, a los condicionantes actuales) son el futuro. Recuperando su esencia como “cuerpo social intermedio” en la era de la Globalización, pueden volver a aparecer como el mejor instrumento en ese mundo laboral y profesional que necesita, ante conflictos y desigualdades, volver a sociedades más orgánicas: ayudar a los trabajadores a la hora de conciliar derechos y obligaciones, impulsar la cooperación profunda y estable entre los factores productivos, y renovar la empresa en el inevitable camino de conciliar pasado y futuro en el proceso de renovación obligada, y necesaria, de los medios de producción y consumo. Vemos en determinados sectores, y en otros países, como una novedosa iniciativa asociativa gremial se abre paso combinando la innovación más puntera y los valores más tradicionales.

¿Por qué la familia natural, el derecho a la propiedad y la fe católica deberían ser los pilares de una civilización cristiana frente al globalismo hiperconsumista?

Porque una Iglesia que se adapta al mundo y no adapta a ese mundo, acaba feneciendo como mero referente cultural, simple asociación de amigos, u otra más de las tendencias a elegir y desechar. Más grande o más pequeña, tiene que tener clara su doctrina interna y su labor externa, y ambas pasan por esa cosmovisión que pone al ser humano y a su familia y comunidad en el centro de la vida espiritual y social. Y en tiempos de disolución individualista, cada vez más ciudadanos (pese a que los medios dominantes le quiten la voz o vendan todo lo contrario), reclaman ese asidero para controlar los efectos negativos del progreso, para no perder sus referentes ante tantos cambios acelerados, para encontrar luz ante la oscuridad, para entender lo bueno y lo malo de la vida, para proteger lo más natural de la existencia, para no ser simples números en un sistema que todo lo cuenta, que todo lo mide, que todo lo controla.

¿En qué medida serían aplicables estos principios en nuestros días?

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En gran medida. Pero más como referencia general que como práctica concreta. El distributismo respondía a unas coordenadas espacio-temporales determinadas, que explicaban su principio y su fin epocal. Ahora interesan sus análisis, sus referentes, sus críticas y sus argumentos sobre una Economía social más justa y solidaria, tan necesaria en los días presentes. Es decir, volver a hablar de la dignidad del trabajo, del papel de la familia natural, de la preservación del medio ambiente, de los gremios realmente profesionales, de recuperar tradiciones y costumbres, de proteger la producción nacional, de buscar la cooperación entre clases, de luchar contra monopolios capitalistas y de oligarquías estatales, y de fomentar la propiedad para todos.

¿Qué matices nuevos aportan al respecto otros pensadores como Hilaire Belloc?

Belloc se centró más en el fundamento histórico y espiritual necesario para fundamentar el sistema distributista, a modo de apologista católico del grupo. Sus obras Camino a Roma, Las Cruzadas, Cómo aconteció la Reforma y Europa y la fe atestiguaban la necesidad de principios solidos (innegociables quizás) para sostener la vida socioeconómica en común de un pilar doctrinal esencial para dar sentido y significado al camino, y de conocimientos fundados para la batalla cultural asociada al devenir.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Lo que enseñan las Sagradas Escrituras sobre economía (falta mucho):

Trabajo, esfuerzo y fatiga (fundamental punto de partida): El Génesis es claro: «Ganarás el pan con el sudor de tu rostro». Trabajar durante toda nuestra vida hasta que tornemos al polvo, pues de él fuimos tomados. En el Reino no habrá ni llanto ni fatiga.
Resultado de cualquier actividad económica: «Espinas y abrojos te dará» (y esto vale para empresas de todo tipo, de servicios o industriales, sea cual sea su tamaño y sector o sectores de actividad).
Ciclos económicos, ahorro y actitud responsable y precavida: están en la naturaleza por Dios creada, pues es Dios el que hace llover sobre justos y pecadores. José en Egipto fue plenamente consciente de ello. La parábola del hijo pródigo es esclarecedora del mal que supone el hedonismo y el despilfarro.
Actividad económica del hombre trasformadora: con arreglo al mandato de Dios de dominar la naturaleza, la tierra y los animales. No se puede someter a ídolo la naturaleza por Dios creada en detrimento de hombres y mujeres. Los idólatras son reos de muerte.
Incentivos (fundamentales e imprescindibles para entender cualquier economía): El Buen Pastor cuida, conoce y da la vida por sus ovejas, al asalariado no le importan en absoluto.
Mundo laboral, envidia y rechazo del sindicalismo: Parábola de los trabajadores en la viña: «no he de dejar de ser bueno porque tu ojo sea malo». Arreglo libre patrón-trabajador ha de respetarse sin envidia. A cada cual lo suyo.
Propiedad privada: Mandamientos séptimo y décimo de Dios, refrendados por Jesucristo Nuestro Señor ante el joven rico. El marxismo es el mayor anticristo.
Seguridad jurídica (sin la que no es posible actividad económica alguna): el propio decálogo y la Regla de Oro o amor al prójimo, que es imposible si no se conoce y ama a Dios sobre todos y todo.
Libertad económica: no hay libertad sin Verdad. Y no hay otra Verdad que Cristo. La verdad no es propia de políticos y mercaderes. La transparencia viene de que no quede nada encubierto que no haya de ser descubierto. Verdad y libertad son inseparables.
10º Gobierno: Fundamental abandono en la divina providencia frente al intervencionismo siempre fariseo, hoy denominado «principio de subsidiariedad», y el primero ha de ser esclavo y no servirse de los demás para buscarse a sí mismo. El Estado no puede suplantar y usurpar a Dios Nuestro Señor. Dios provee.
11º Expectativas y perspicacia económica: Las señales de los tiempos y sentarse a calcular gastos si se pretende construir una casa. Ser astutos como serpientes y sencillos como palomas. Ser administradores perspicaces.
12º Impuestos: No se dan, se pagan coactivamente, como las didracmas que no han de pagar los hijos de Dios. Y robar es pecado, robe quien robe. Pero robar también es no pagar por lo que sí es del César y beneficia a quien lo usa, porque todo obrero merece su jornal.
13º Recursos públicos: La caridad es desinteresada, paciente, etc., y, sobre todo, individual. La ofrenda de la viuda pobre fue la más valiosa para Dios, porque dio lo que necesitaba para vivir. Es hipócrita fariseo sustituir la caridad por el distribuísmo o redistribuísmo estatal. Hipocresía es de anticristos.
14º Actividad empresarial: no se puede transgredir la Santísima Voluntad de Dios. No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero. No puede haber negocios anticristianos. Los mercaderes fueron expulsados a latigazos del templo.
15º Justicia de Dios: Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar al enfermo o en la cárcel. El desempleo involuntario, la falta de vivienda y de suelo y todo tipo de trabas contra los pobres, son propios de siervos de satanás.
16ª Doctrinas o ideologías: No se debe atender a ninguna doctrina que no sea la de Cristo, de lo contrario el que admite tales excesos en doctrinas se hace solidario de sus resultados.
17º Justicia exigida por Dios: ha de practicarse en secreto, sin que sepa la mano izquierda lo que hace la mano derecha. La justicia social es judío farisaica hipócrita, para gloria de quien la practica a son de trompeta para ser visto por los demás, no para gloria de Dios que ve en lo secreto. Solo es Justo Dios, no los hombres.
18º Caridad: Virtud fundamental sin la cual de nada sirve la fe. Sin caridad no somos nada. La caridad implica humildad y humillación. La soberbia de la solidaridad, que no es ni virtud, ni cristiana, conduce al infierno, por hipocresía manifiesta.
….

Capitalismo es un término marxista que hace referencia a la economía de mercado. El mercado es un sistema de asignación de recursos cuya asignación depende de oferta y demanda y, del poder de oferentes y demandantes.

Industria: sucede a la artesanía de pequeños talleres, herrerías, fraguas, etc. Aunque siempre existió, es a partir del siglo XVIII en Inglaterra cuando se empieza a extender a partir de la industria textil. Implica una mayor escala de producción para aprovechar las economías de escala. Si lo que se pretende con el distribucionismo es volver al arado romano y al pequeño taller, mejor que el autor de libro y sus defensores, den ejemplo. Hay mucha España «vacía», muchas tierras sin arar y muchos pastos para el ganado, en los pueblos donde pueden dar ejemplo de ese distribucionimo suyo. Ala, a vivir con tres acres y una vaca. Y sin salirse de las estrictas normas de los gremios medievales de judíos que no querían competencia ninguna de los que tenían talento para innovar o para acceder a la profesión, mejorando así su humilde condición familiar. A dar ejemplo y no ser hipocritones extremos, como los judíos fariseos. A vivir de tres acres y una vaca, señores distribucionistas. ¿O mejor escribir libros de fábulas y fantasías herejes?

Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre Verdadero, no ha revelado Doctrina Social ninguna a su Santa Iglesia Católica Apostólica fundada sobre San Pedro. Es una herejía satánica atribuir a la Iglesia de Jesucristo, la católica, la burda manipulación e imposición de mercaderes, empresarios y políticos desalmados y anticristos la denominada «doctrina social de la Iglesia». Por culpa de esos preceptos instrumentalizadores de la Iglesia de Dios, millones de almas arden en el infierno, engañadas por ella. Y los sucesores apostólicos siguen sin retractarse. Tendrán que responder de ella, un abuso y exceso de doctrina claros, ante Dios mismo en su Justo Juicio.

La desafortunadísima Rerum Novarum sometió la Iglesia de Dios a la política, tanto liberal conservadora, como socialista o marxista, induciendo a muchos católicos a entrar en política, es decir, a mentir, engañar, manipular y ser hipócritas, a condenarse para toda la eternidad, abandonando el santo «non expedit». Con ella quedó bien claro que el demonio es capaz de engañar incluso a los mismos elegidos, como León XIII, que inició la politización de la Iglesia, con lo cual, su paulatina división y vaciado, algo que solo satanás pudo haber querido.

Capacidad de autogestionarse es individualismo. Igualdad es demagogia satánica. Nadie es igual a nadie, ni en talentos (5, 2 ó 1) ni en naturaleza, todos somos únicos e irrepetibles, menos los herejes de la DSI y los de la teología de la liberación, que no sirven a Dios, sino a la política, que esa es la clave.

Los gremios, en todo lugar y tiempo, impiden la libre competencia, es decir, el libre albedrío llevado al desarrollo de los dones con que Dios ha dotado a los individuos. Los gremios han sido un elemento de esclavitud contra la innovación y una opresión para los más pobres que querían ejercer una profesión para la que sí tenían talento, aunque no perteneciesen a la aristocracia gremial que decidía quien pertenecía y quien no a una determinada profesión. Los gremios fueron satánicos, nada cristianos. Decir lo contrario es mentir como satanás. Los gremios actuales actúan como freno al libre ejercicio de la profesión. Son impedimento para dar de comer al hambriento y dar de comer al sediento. Su grado de terrorismo solo es superado por los sindicatos (no hay clases sociales. Eso es un invento del anticristo marxista. Jesucristo no habla de clases, solo de ricos y pobres). Los sindicatos son organizaciones terroristas todas ellas (los hipócritas herejes califican a algunos de «católicos» del modo más insensato), pues ejercen el terror para conseguir sus demandas del modo más salvajemente egoísta, intimidando a dueños de empresas, a autoridades, a fuerzas de seguridad, a miembros de otros sindicatos, a otros trabajadores no sindicados, a otros miembros de la sociedad y provocando destrozos considerables del modo más salvajemente insensato. Como los gremios, los sindicatos son enemigos de la innovación, principales responsables, junto a las patronales, del desempleo involuntario, y, por tanto, criminales en masa. Son responsables de la rigidez del mercado de trabajo, que impide ganarse la vida incluso con menor salario y peores condiciones al parado, atentado satánico contra la vida de millones que se pagará con las llamas del infierno según Mt 25, 41-46, en el que los distribucionistas, los de la DSI, los sindicalistas y los gremialistas no creen en absoluto, de lo contrario no propagarían tan satánicas herejías de las que responderán ante Jesucristo mismo. A ver si ante Él son tan valientes y sacan tanto pecho. Los sindicatos son violentos con su terror laboral por medio de huelgas que llevan a la ruina a empresas y que son muy costosas para los que sufren la dictadura de los impuestos que han de financiar sus exigencias egoístas sin límite, haya el desempleo que haya. Ni trabajan, ni dejan trabajar al que sí quiere hacerlo. Son como las patronales, que no quieren competencia ninguna que podría dar empleo a muchos desempleados, entidades de un egoísmo satánico extremo. Pagarán con el infierno sin no se retractan, cosa dudosa. Son salvajemente egoístas, pues anteponen sus «derechos», en realidad privilegios, a que haya una mayor contratación de los que están fuera de su negociación colectiva, instrumento terrorista anticristiano. Ni sindicatos ni gremios son organizaciones cristianas, sino de enemigos acérrimes de Jesucristo Nuestro Señor. Es una herejía diabólica afirmar lo que se afirma en este artículo.

Hablar de Economía «social» (en realidad es socialismo de ricos, que, por supuesto, no seguirán el consejo que ellos dan con su distribucionismo de tres acres y una vaca) más «justa» y «solidaria» es propio de estafadores que se erigen en jueces del bien y del mal, del fruto del árbol prohibido, como si ellos fueran los justos frente a Dios y su Santísima Voluntad. Hipocresía y herejías para lograr que la gente no sea «individualista», es decir, para que se una a determinado partido político o gremio profesional o sindicato, que eso es lo que tratan de lograr estos hipócritas y herejes impunes ante los obispos de hoy, sus más fervientes aliados mientras Dios no nos rescate de todos ellos. Incluso llegan a la extrema herejía de que toda la Iglesia se «adapte» a sus exigencias político profesionales, nada menos, no a Dios cuya Palabra nunca cambia, sino a ellos y sus intereses político económicos mundanos. Eso es exactamente la DSI. Otro experimento que incluso adopta sin rubor términos marxistas y mundanos como «clases sociales», «capitalismo», «solidaridad», «medio ambiente», etc. Más impunidad para los herejes. Cuanta cizaña hay en la Iglesia si es que realmente están en ella y no son en realidad una secta protestante que se hacen pasar por católicos.

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