10/05/2024 17:19
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Amigos míos, el tema catalán se agrava. Los independentistas se envalentonan y a partir de ahora ya puede pasar lo que ellos quieran. En las playas se queman fotos del Rey. Los cachorros sacan pancartas injuriosas: “Felipe VI vete con el ladrón de tu padre”, “Cataluña no quiere Monarquía. Somos una República”, “Borbones, iros a la mierda”… no faltan a esta campaña en la ya independiente total TV3 los insultos a la Monarquía y a los Borbones, como pueden comprobar en la información que reproduzco del “Confidencial Autonómico”  (¿Y dónde está el Fiscal General del Estado, el CGPJ, el Ministro de Justicia, el Presidente del Gobierno y el Tribunal Constitucional?) ni los desprecios en persona a Su Majestad don Felipe VI en la cena de presentación de “Mobile World Congress 2023” del Presidente actual de la Generalitat, el enano Aragonés y la anarquista alcaldesa Ana Colau.

No es la primera vez que TV3 hace alusión a la figura del rey y a la Corona con insultos, como acaba de ocurrir ahora en el programa ‘Col.lapse, donde el cantautor Albert Pla dijo que los Borbones “son una organización criminal”. En esta ocasión, sin embargo, Hermandad Nacional Monárquica de España y Unión Monárquica han decidido actuar. 

Quema de fotografías del Rey Felipe VI en la playa de la Barceloneta de Barcelona durante una concentración organizada por la ANC

‘Col.lapse’, programa presentado por Ricard Ustrell, que se emite en prime time, se pronuncio el domingo con extrema dureza contra España y sus instituciones. 

“A ver, yo no quiero ser racista. Sin embargo… me siento como una raza superior… a los Borbones. Quiero decir, que tengo perros y tengo gallinas que viven conmigo y no me siento superior a ellos, pero en cambio, veo al Felipe o al Froilán y me siento superior. Sus caras, sus líos entre familia, todo…”, son algunas de las afirma del cantautor independentista, Albert Pla, que han indignado en sectores afines a la Corona.

Albert Pla subió el tono y continuó cargando contra la Casa Real cuando el presentador, Ustrell le recordó unas palabras de Jaime Peñafiel sobre un supuesto gen que tendrían los Borbones que daría respuesta a por qué son tan mujeriegos. Pla respondió: “Hijoputismo, se dice. Siempre lo han sido…”.

Y una vez más se me viene a la cabeza mi admirado Luis María Ansón, el gran periodista que se jugó su carrera cuando había que tener “cataplines” para jugársela (1966)  con un artículo que ha pasado a la Historia: “La Monarquía de todos”… ¿Qué pensará el bueno de don Luis María hoy cuando vea que su “Monarquía de todos” ya no es la Monarquía de Cataluña, precisamente la que le dio el título a don Juan como heredero de la Corona: Conde de Barcelona?

¿Y ahora qué hacemos con Cataluña, admirado Ansón? ¿Qué haría usted si estuviese en sus manos conseguir que don Felipe VI no fuese solo el Rey de los españoles sino que también fuese el Rey de los catalanes.

Por su interés y por aquellas personas que no hubiesen leído su artículo famoso, me complace reproducirles hoy en este numantino “Ñtv España” el texto íntegro de aquella obra maestra:

LA MONARQUÍA DE TODOS

“En la vieja Europa de las experiencias y de las sabidurías políticas, una serie de países avanzados, de alto nivel de vida, que han hecho una reforma social justa y han distribuido la riqueza de manera equitativa, sin necesidad de revoluciones armadas, ni de sangre; que, en fin, gozan de libertad en medio de paz prolongada y de ejemplar estabilidad política, son monarquías: Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Inglaterra… Con esto no quiero negar la existencia de repúblicas justas y estables, sino sencillamente subrayar un hecho incuestionable: la Monarquía es un sistema que responde a las exigencias de la más avanzada modernidad social y política, y no solo no entorpece el progreso y la libertad, sino que, por el contrario, los favorece al máximo. De ahí́ se deriva, tal vez, la profunda popularidad de la institución monárquica en los países europeos que disfrutan de ella, en todos los cuales, por cierto, han gobernado o gobiernan los socialistas. Que en Bélgica, en Dinamarca o Inglaterra el pueblo está con la Monarquía, nadie puede dudarlo. Por eso toda la propaganda antimonárquica desbordada en España por ciertos demagogos enraizados en ideologías más o menos totalitarias y torpemente planteadas sobre pintorescas imágenes de pelucas, marqueses empolvados, rigodones y explotación del pueblo, se desmorona como un castillo de arena ante la realidad de la Europa de hoy. Mirando hacia Noruega o Suecia resulta verdaderamente difícil convencer a nadie de que la Monarquía es un sistema atrasado que utilizan los poderosos para exprimir al pueblo y privarle de la libertad y de su derecho a intervenir en la vida pública. Aún más, es cierto que algunas de las monarquías derribadas desde la crisis de la Gran Guerra se han convertido, tras pruebas durísimas, en repúblicas libres: la Alemania partida en dos, Austria, Italia, donde si gana el partido de la oposición se terminaría la democracia. Pero la mayor parte de los países europeos que perdieron sus monarquías no lo hicieron en favor de la libertad, sino que, tras breves periodos republicanos, desembocaron en dictaduras. Así́, Rusia, Hungría, un parte de Alemania, Yugoslavia, Albania, Rumanía, Polonia, Bulgaria… En Portugal y España, la caída de la Monarquía y la República consiguiente concluyeron en regímenes autoritarios occidentalistas. Hoy, en fin, libertad y Monarquía en Europa se identifican y eso no lo puede negar nadie.

Conviene tener en cuenta todas estas consideraciones ahora que se habla tanto en España de Monarquía. Porque la Monarquía en sí misma quiere decir poco. Si interesa a los españoles es en función de que cumpla una serie de condiciones: las mismas que satisfacen las monarquías europeas, según ha señalado certeramente Carlos Ollero, en su reciente y gran discurso académico. Habrá diferencias de matices y de tal o cual estructura, porque las circunstancias son también diferentes, pero, en líneas generales, la Monarquía española no podrá́ ser muy distinta de la belga, la noruega o la danesa. Desde 1945 el Régimen español -poco propicio a la permeabilidad- ha experimentado una evolución de noventa grados. Basta leer los discursos y los periódicos de entonces y los de ahora para comprobarlo. ¿Cómo se puede pretender entonces que dentro de veinte años la Monarquía sea igual que el Régimen de hoy? El inmovilismo sobre todo después del ejemplo del Concilio, es imposible, la evolución se impone y la Monarquía española, incorporada en el futuro, económica y políticamente a Europa de forma casi inevitable, será, en líneas generales, como sean las otras monarquías europeas, con sus inconvenientes, pero con todas sus inmensas ventajas de paz, continuidad, progreso económico y libertad.

Por eso, en España los caminos políticos conducen a la Monarquía de Don Juan, que es la Monarquía a la europea, la Monarquía democrática en el mejor sentido del concepto, la Monarquía popular, la Monarquía de todos. En unos meses, desde Serrano Súñer a Tierno Galván, las principales figuras políticas españolas de numerosas tendencias han hecho declaraciones públicas en favor de Don Juan. Hace unos días hablaba yo con Hermenegildo Altozano, el político de más porvenir que tiene el Opus Dei, de este hecho significativo: en la cena que, con motivo de la onomástica del Jefe de la Casa Real Española, se celebró el 23 de junio pasado en Madrid, se encontraban presentes no sólo los sectores tradicionalmente conservadores y monárquicos desde Arauz de Robles y su grupo de carlistas a Joaquín Satrústegui y sus liberales, sino también -y esto es lo más significativo- los representantes de ideologías en otro tiempo hostiles a la Monarquía. Así, Villar Massó y sus socialistas, Federico Carvajal y los suyos. Así, Dionisio Ridruejo y su grupo, los socialistas de Tierno y republicanos históricos como el magnífico Prados Arrarte o Félix Cifuentes, hombre de mente extraordinariamente fría y lúcida. Así, el equipo de la Revista de Occidente, con José Ortega a la cabeza, sin que faltara Aranguren, ni las adhesiones de Laín y Marías. Mención aparte, por cierto, para algunos sectores del grupo de democracia cristiana, centro de equilibrio de la vida política española, con hombres de la calidad humana y la inteligencia de Moutas, Adánez, Barros de Lis, Juan Jesús González, Guerra Zunzunegui. En la mesa donde yo cenaba estaba Miguel Ortega, hijo de Ortega y Gasset, miembro del Consejo Privado de Don Juan, y, viéndole yo pensaba: «Lo importante de esta noche no es la presencia de los grupos conservadores, de los grupos que el 18 de julio sustentaron el Régimen actual, y cuyos nombres sería demasiado largo enumerar ahora. Lo importante es que se encuentren en un acto en honor de Don Juan los que derribaron a su padre, los que dijeron “delenda est Monarchia”, y hoy, con un patriotismo admirable y una honestidad intelectual ejemplar, dicen: “La Monarquía debe ser construida”. Así se podrá cumplir el deseo del Jefe del Estado cuando al impedir a Don Juan incorporarse al frente durante la guerra afirmó que no debía pertenecer a los vencedores ni a los vencidos para poder ser un día el Rey de todos los españoles. Pensaba yo esto y pensaba también en la postura ejemplarísima de Don Juan Carlos cuando un periodista indiscreto le habló de sus posibilidades al Trono y el Príncipe hizo esta declaración perfecta, recogida en la revista “Time” de 21 de enero de 1966: “Nunca, nunca aceptaré la Corona mientras mi padre esté vivo”.

La Monarquía de Don Juan, pues, que es la del sentido común, significa la sucesión del Régimen sin alteraciones de la paz y del orden. No la convirtamos por matices bizantinos en un problema más, sino en un lugar común de convivencia para que los españoles de todas las tendencias puedan abordar pacíficamente la solución de los problemas de España. La Monarquía permanece en Inglaterra, en Bélgica o en Dinamarca porque es útil, mucho más útil que la República. No podemos actuar de espaldas a los tiempos que vivimos, y por eso es necesario, aun a costa de sacrificar matices o posiciones de grupo, ensanchar las bases de nuestra Monarquía. Porque la Monarquía no puede ser excluyente, como lo fue la República. De cara al futuro no hay más Monarquía posible que la Monarquía de todos, al servicio de la justicia social y de los principios de derecho público cristiano”. (Luis María ANSON ABC, 21 de julio de 1966)

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
LEER MÁS:  Ortega y Gasset: Aquel que con un artículo se cargó la Monarquía y con otro la República. Por Julio Merino
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