22/11/2024 13:01
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Señores, les aseguro que el libro recién publicado por Cayetana Álvarez de Toledo, más que un libro es una bomba de efectos retardados, un misil, un obús, dirigido expresamente sobre la parejita de Génova 13, don Pablo Casado y don Teo, el fullero compravotos de Murcia. Estoy leyendo el libro y desde la objetividad solo puedo decir que por lo que está contando esta mujer ambos, Presidente y Secretario General, debieran desaparecer del mapa si no quieren que el PP, que ahora parece que va bien, gracias a doña Isabel Díaz Ayuso, se hunda en la miseria en las próximas elecciones. Porque si algo queda claro es que a estos señores no les preocupa España ni mucho menos los españoles, que a estos caballeros, o tahúres, solo les interesa llegar a Moncloa.

Por tanto, como sé que voy a tener que escribir ampliamente sobre alguno de los pasajes que aquí se describen y que los españolitos de bien no conocíamos, hoy me voy a limitar a reproducir la primera página del libro, cuando el fichaje, y la ultima, cuando la despedida. El capítulo se llama “Identidad” y la escritora política escribe:

Identidad

“El 11 de marzo de 2019, después de acudir al acto anual en memoria de las víctimas de los atentados de Atocha, quedé en un pequeño café cerca de la Puerta de Alcalá con un dirigente joven y dotado de una de las virtudes que aparentemente mejor cotizan en la Bolsa política: la empatía. Solo a la madrileña hubiéramos dicho uno del otro: “Somos amigos”. Pero nos tratábamos desde hacia años y, sobre todo, como los animalitos, nos reconocíamos de la misma especie ideológica. Pablo Casado era la esperanza de los que habíamos abandonado el Partido Popular hartos de la pasividad de Mariano Rajoy ante el desafío separatista en Cataluña. Desde mi sobre condición de militante no simpatizante del PP y periodista, había celebrado su victoria frente a Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso del partido como un triunfo de las convicciones sobre el tacticismo, y ahora observaba, con expectación no exenta de alguno crítica, sus primeros pasos como líder de la Oposición.

Estaba meditando sobre mi primera experiencia en el PP, sobre la formidable oportunidad que las elecciones anticipadas por Pedro Sánchez ofrecían al centroderecha y sobre los posibles motivos de nuestra cita cuando vi llegar su coche, negro y raudo, por la calle de Villalar. En cuanto entró por la puerta una ráfaga pulcra y trajeada, me di cuenta de que tenía prisa. La prisa del candidato. Se sentó y sin preámbulos me dijo: “Voy a sorprenderte”. Me reí para mis adentros: “Creerá que soy ingenua, je, je…”. Pero me ganó.

—Cayetana, sé lo que opinas de los partidos y que tu primera experiencia en política no fue fácil ni feliz. Pero ahora todo será distinto. Yo no solo respeto tu libertad, sino que te pido que la ejerzas. Quiero que traigas el espíritu de Libres e Iguales al PP. Que des la batalla ideológica y cultural a la izquierda y el nacionalismo, ahora en nombre de mi partido, que es el tuyo. Incluso que me critiques, abiertamente, si lo consideras necesario. Por favor, piénsatelo: ¿quieres ser la numero 1 de la lista por Barcelona?

 

El corazón me dio un triple vuelco. ¿Libertad en el PP? ¿Batalla cultura? ¿Barcelona? ¿¡Barcelona!? ¡Barcelona! Qué absoluta genialidad. No se me hubiera ocurrido jamás y, sin embargo, era la única oferta que no podía rechazar. Lo tenía todo para una persona de mis ideales y mi arrogancia. Era coherente con años de combate político y cívico contra el separatismo. Era volver al PP por la puerta grande de la misma causa por la que me había ido. Era en sí mismo un hito en la batalla cultural contra el marco absurdamente asumido por los constitucionalistas. Una ruptura, incluso física, del perímetro político y moral impuesto por el nacionalismo: una madrileña presentándose por una provincia catalana en unas elecciones generales. Es decir, una española presentándose por una provincia españoles en unas elecciones españolas. Y, sobre todo, era difícil. Jodida y maravillosamente difícil. Me quedé sin palabras. Balbuceé alfo como que me lo pensaría, seriamente me lo pensaría. Casado me advirtió: “Tenemos muy poco tiempo, hasta el viernes”. Era lunes y nos despedimos.”

 

Dios. ¿Libertad en el PP? ¿Batalla cultural? ¿Barcelona? ¿Barcelona? ¿Barcelona? … “Yo no solo respeto tu libertad, sino que te pido que la ejerzas. Quiero que traigas el espíritu de libres e iguales al PP. Que des la batalla ideológica y cultural…”

O sea, todo lo contrario que al final ha hecho el cobarde Casado. Solo por eso, este hombre ya no podrá ser nada con el PP… y la gente, incluso los que votan al PP, no son tontos y se dan cuenta de quién es quién. Así que don Pablo ya puede ir preparando las maletas. Porque ha vuelto a meter la pata.

Y he dicho que ha vuelto a meter la pata porque ya le dije en otro momento que se había equivocado con doña Cayetana Álvarez de Toledo. Sucedió cuando la “echó” como portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Entonces le dije por escrito:

 

¡¡ VIVA CAYETANA !!

“Lo voy a decir tal como lo pienso y sin rodeos. Don Pablo Casado, con la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo, se ha vendido… y además se ha suicidado. Se ha vendido a los mediocres egeas que le rodean y a los «drogatas de sillón» que ocupan hoy los despachos de Génova. ¡Dios, cómo se puede ser tan torpe y tan ciego para cargarse a la mejor cabeza que tenía a su alrededor… y no sólo la mejor cabeza sino también el espejo donde se miran los millones de votantes que aún le quedan a su Partido. Eso ha sido un suicidio (mucho más que lo del duque de Enghien, Napoleón y Talleyrand). Yo les aseguro que si la «antipática» Cayetana (prefiero un antipático rebelde, pero inteligente a un «borrego» que sólo aspira a un sillón con sueldo), copiando al Sánchez expulsado por sus «Jefes», se decidiera por hacer unas «primarias» las ganaba de calle…(¿habrá sido ese el verdadero motivo de su destitución? ¿habrá sido que el Señor Casado ya se había dado cuenta que la «orgullosa» es más líder que él durmiendo?…

 

Miren ustedes, después de haber estado al lado de Fraga en la calle Silva cuando fundó «AP» (hace ya 44 años) y haber sido  casi notario de la marcha del Partido desde entonces, creo que tengo galones para saber qué tipo de español es el que le vota cuando llegan las elecciones… y muy especialmente estudié algo curioso: cuando tuvo «AP» o «PP» su peor resultado electoral y cuándo, el mejor. Según consta en actas, el peor lo tuvo en 1979 (sólo 10) y el mejor, el año 2011 (186)… ¿y por qué esas diferencias? ¿y qué distinguía a un partido de otro o qué se vendía en una y otra convocatoria electoral?¿y cuáles eran las circunstancias políticas de una España y la otra?…¿y qué líderes llevaron al fracaso de 1979 y cuáles a los de 2011?.

 

Naturalmente, no es éste el momento de exponer mi estudio, con datos y opiniones internas y externas del Partido, ni es mi intención darle lecciones a nadie… aunque sí me llevé una sorpresa con algo en lo que muchos se equivocan. El PP no sube más cuando le vota eso que llaman Centro, curiosamente pierde cuando no le vota eso que llaman Derecha. O sea, que la militancia puede que sea centrista (y sus mandos, por supuesto), pero los votantes son otra cosa (y poner Galicia como ejemplo, que es lo que está pasando en Génova ahora mismo, es una idiotez, porque Galicia es España, sí pero la «España diferente» de Fraga).

 

La España de hoy ya no es de centro. Desgraciadamente la Izquierda ha conseguido volver al rio de Lorca, aquel en el que por una orilla pasean contemplando la belleza del paisaje y las  cristalinas aguas que corren y por la otra se arrastran los descalzos que hunden sus pies en el barro negro del rio negro. Miren ustedes, aquí, en la España del año 20, ya no hay centro, aquí están ya otra vez, y cada día que pasa más, las dos Españas de siempre. Aquí ya no hay espacio para los neutrales (y ojo con los neutrales que les puede pasar lo de aquel general García Aldave en Alicante el 18 de julio del 36….¿conocen el caso del general García Aldave?…pues, les aconsejen que lo estudien… y especialmente se lo aconsejo a don Pablo Casado y sus egeas de turno. Señor Casado en las Españas de hoy ya no hay neutrales. O César o nada.

 

Porque si lo que ha pretendido arrojando por la borda a la más inteligente y banderín de enganche de esa España que está ya hasta el gorro  (por no decir lo de aquel Presidente Figueras de la Primera República) de los coletas y los batasunos y los toras y los puigdemont y las irineas y de los jdfecax que se están cargando españa. se ha equivocado de pé a pá, o lo que le he dicho más, se ha suicidado.

 

Pero ¿sabe usted cómo aplaudían sus votantes a «la Cayetana» (sí, así le llaman cariñosamente los de esa España que ustedes abandonan ¿Quo vadis, Dómine?. ¡ A Roma, puesto que tú la abandonas!) cada vez que cogía el micro y se enfrentaba a los de la otra orilla? ¿sabe usted que el día que  le recordó al del moño que su padre era un terrorista en el bar donde yo estaba estalló un aplauso?… ¿y cómo puede usted pedir el voto a unos españoles que se sienten humillados y ofendidos y perseguidos y chuleados sin que ustedes (usted y los «drogatas de sillón» que le rodean) salgan a defenderles?

 

Mire usted, Sr, Casado, usted ha echado a «la Cayetana» de la portavocía, pues sabe usted lo que debía haber hecho (ya que usted no se atreve a hacerlo), muy sencillo, darle todo el Poder y ponerla al frente del gran movimiento popular que ya habría puesto en pie de guerra para acabar de una vez con el farsante del casoplón, sobre todo ahora que está en  las cuerdas, y plantear una Ley de Defensa de la Unidad de España.

 

Pues, le recuerdo lo de Churchill (aquello del deshonor y la guerra) y lo del general Macarthur: ¡Volveré!… porque «la Cayetana» volverá y seguro que le quita el puesto. Porque usted, y se lo digo con respeto, pero también con sencillez, usted no tiene entidad para liderar el PP y mucho menos para aspirar a ser Presidente del Gobierno. AMEN.”

 

 

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Damos un salto en el tiempo y en las páginas del libro y nos vamos a la despedida, acaecida hace tan solo unos días.

Escribe en la página 466 y 467:

 

 

“La segunda parte de nuestra conversación tuvo un tono distinto, menos áspero, más cercano, evocador de nuestra relación original. Ya me había destituido, el calvario había terminado y quise dirigirme a él desde otro lugar. Reconstruir la palabra hablada es un ejercicio siempre delicado. ¿Cuáles son los límites de la memoria? ¿Qué veracidad tiene una transcripción? Sin embargo, el párrafo que voy a reproducir ha retumbado en mi cabeza desde que salí por la puerta del despacho de Pablo. Lo he repetido decenas de veces, la primera vez por escrito esa misma tarde, junto con las notas para mi rueda de prensa frente al Congreso, y luego en conversaciones con mis amigos más íntimos. Son la última estación de un viaje que empezó en aquel no tan lejano y excitante encuentro en Il Tavolo Verde:

 

“No te hablo ya como amiga, sino como una hermana. Confía en ti mismo. No tengas miedo. Sí, lo tienes. No sacudas la cabeza. Segregas miedo. Miedo a la izquierda. Miedo a la derecha. Miedo a los medios. Miedo al qué dirán. Hay una nación huérfana, devastada, esperando que la lideres. Y no te diriges a ella. Solo pareces preocupado por la vida interna del partido. Controlar tal o cual provincia para asegurarte unos compromisarios más en un eventual congreso. Como si alguien fuera a disputarte el liderazgo. Tu liderazgo depende de la fortaleza de tu proyecto político, de tu capacidad de convicción y arrastre, no de tu dominio absolutista de la estructura del partido. Eso es lo que te ha hecho creer tu vecino de despacho, que está arrasando con todo indicio de vida inteligente en el PP. Por fin de has destituido. Llevan meses diciéndote: “¡Te eclipsa, te eclipsa!” Y te lo has creído. Te han convencido, o quizás te hayas convencido a ti mismo, que a más yo, menos tu. Es falso. Cuando yo salga por esa puerta, no estás más fuerte ni mejor protegido, sino menos. Sabes bien que, a diferencia de algunos barones, incluso de Teodoro, jamás he tenido aspiraciones de poder. Ni territorial, ni orgánico, ni institucional. Yo era tu rompehielos, abriendo camino en terrenos difíciles. Y también tu pararrayos, absorbiendo los golpes del adversario. Creo que se es también el papel de un portavoz. Dar y recibir los golpes para que el líder puede elevarse. Mi protagonismo no era una amenaza para ti. Mi libertad tampoco. La única amenaza que planea tus posibilidades de ser presidente del Gobierno son tus vaivenes  y tus vacilaciones”

 

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Fíjense lo que le dice la señora doña Cayetana, tras anunciarle que la está despidiendo. Dilo claramente y no tengas miedo, porque lo tienes. Segregas miedo. Miedo a la Izquierda. Miedo a la Derecha. Miedo a los Medios. Miedo al qué dirán. Hay ante ti una Nación huérfana, devastada, esperando a que la lideres y no te diriges a ella. Solo pareces preocupado por la vida interna del Partido… Te has equivocado. Mi protagonismo no era una amenaza para ti. Mi libertad tampoco. La única amenaza que planea sobre tu posibilidad de ser Presidente del Gobierno son tus vaivenes y vacilaciones. 

Y por hoy no sigo, hablaremos mucho de esta tragicomedia… y digo tragicomedia porque además de ser una tragedia para el Centro Derecha español y para el futuro de España queda o están las ambiciones de un tipo mediocre, campeón de tiro de aceituna por libre y ambicioso a quién le importa un bledo que el PP, España y la madre que nos parió a todos caigamos al precipicio. Ese personaje se llama don Teodoro García Egea, aunque ya todo el mundo lo conozca como don Teo, el fullero y compravotos de Murcia, por lo que hizo en Murcia la noche de la Moción de Censura. Seguiremos hablando.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.