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Este 24 de octubre conmemoramos el nacimiento en 1879 de Nicola Bombacci, el fascista de camisa roja o el comunista de camisa negra.
Nicola Bombacci (1879-1945) fue un político italiano, que había sido un importante y conocido dirigente socialista durante los años de la Primera Guerra Mundial y su posguerra, que después fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano (PCI) en 1921, y que después de la instauración del gobierno fascista al año siguiente se acerca al fascismo en los años treinta, dirigiendo la revista «La Verità«. Más adelante participó en la experiencia de la República Social Italiana (RSI), fue uno de los principales autores del Manifiesto de Verona en el Congreso de refundación del Partido Fascista Republicano en noviembre de 1943, así como de la socialización fascista, y finalmente fue fusilado junto a Mussolini y otros dirigentes fascistas el 28 de abril de 1945.
Nicola Bombacci había nacido en una familia católica de Civitella di Romagna – Forlì -, el 24 de octubre de 1879, a pocos kilómetros de Predappio, donde nació, un año más tarde, el que sería el fundador del fascismo, Benito Mussolini, en una región donde se distinguió la lucha de los trabajadores por su dureza. Después de una breve experiencia en el seminario, llegó a ser maestro. Fue activo en el mundo sindical desde principios del siglo XX en el norte de Italia, entre Crema, Piacenza y Cesena, consiguiendo ser elegido miembro del Consejo Nacional de la Confederación General del Trabajo (CGL) en 1911. En Módena, durante la Primera Guerra Mundial, fue el líder indiscutido del socialismo local: entre las guerras balcánicas y la revolución rusa fue al mismo tiempo secretario de la Camera del Lavoro (Bolsa de Trabajo), secretario de la Federación socialista provincial de Modena y director del periódico socialista «Il Domani». En julio de 1917, se le nombró miembro de la Dirección del Partido Socialista Italiano (PSI). Bombacci colaboró estrictamente con el secretario del Partido Socialista, Costantino Lazzari y el director del periódico socialista, Giacinto Menotti Serrati. En 1918, el último año de la guerra, después de las detenciones de Constantino Lazzari en enero y de Giacinto Menotti Serrati en mayo, Bombacci se quedó prácticamente solo al timón del Partido Socialista. En está época conoció a Mussolini.
Bombacci fue elegido diputado en 1921, cuando los fascistas se enfrentaban a las milicias comunistas, que tenían como misión evitar la toma del poder por parte de los fascistas, pero su fracaso fue inevitable.
Opuesto a las tendencias social-demócratas, Bombacci fundó con Antonio Gramsci, el Partido Comunista Italiano (PCI). Por entonces dijo de Mussolini: «En Italia hay muchos camaradas, pero el único capaz de conducir al pueblo a la revolución socialista es Mussolini».
Contrario al proyecto de un partido sectario e ideologizado de Amadeo Bordiga, rápidamente Bombacci se alejó de los centros directivos comunistas, empezando por el CC del partido. La polémica llegó hasta las más altas esferas soviéticas en diciembre de 1923, cuando el Comité Ejecutivo del PCI decidió unilateralmente su expulsión del Partido Comunista sin consultar a la Internacional Comunista. En enero de 1924 se planteó su reingreso por parte de la directiva en Rusia, pero Bombacci ya no volvió a ser realmente incluido en el partido. Ya para 1927 los dirigentes comunistas en el exilio decretaron su expulsión definitiva del partido. Recordemos que los fascistas ya estaban en el poder desde 1922.
Bombacci, en lugar de exiliarse, siguió viviendo en Roma con su familia. La colaboración con la embajada soviética parece que no se prolongó más allá de 1930. Las necesidades económicas y la difícil situación de salud de su hijo Vladimiro, que necesitaba curas por su grave enfermedad, le llevaron a pedir ayuda a jerarcas del régimen fascista, a quienes conocía desde hacía tiempo, como Leandro Arpinati, Dino Grandi o Edmondo Rossoni, y luego al mismo Mussolini, con el cual había tenido relaciones políticas en la etapa giolittiana. Mussolini le concedió unas cuantas subvenciones para las curas de su hijo y le encontró un empleo en el Instituto de Cinematografía Educativa en Roma.
Desde el año 1933, Bombacci se acercó cada vez más al fascismo, hasta el punto que en 1935 se puede hablar ya de una verdadera conversión. Mussolini, a principios de 1936, le dio la posibilidad de fundar «La Verità«, una revista política alineada con las posiciones del régimen fascista, que, a parte de algunas interrupciones debidas a la oposición del ‘fascismo intransigente’ de los Farinacci y Starace, duró hasta julio de 1943. A este proyecto colaboraron otros ex-socialistas como Alberto y Mario Malatesta, Ezio Riboldi, Walter Mocchi, Giovanni y Renato Bitelli, Angelo Scucchia.
Bombacci nunca tuvo el carné del Partido Nacional Fascista (PNF), aunque se lo pidió más de una vez a Mussolini, a quién escribía a menudo. Después de la caída del fascismo el 25 de julio de 1943, y tras el evento en septiembre de la liberación de Mussolini con la siguiente creación de la República Social Italiana (RSI), Bombacci decidió ir voluntariamente a Saló, donde se convirtió en un consejero de Mussolini.
Italia estaba dividida en dos: al sur de Roma, el avance aliado subía hacia el norte. Al norte de Roma, Mussolini y su grupo de más fieles, todos los antiguos compañeros de la primera hora y los jóvenes entusiastas que los dirigentes del partido habían abandonado y que aún creían en la revolución fascista proclamaron la República Social Italiana. El fascismo volvía de inmediato a sus orígenes revolucionarios y Bombacci se unió a la recientemente proclamada República dando todo su apoyo a Mussolini. Su sueño es llevar adelante la construcción de la «República de los trabajadores» por los que lucharon junto a Mussolini.
En esta etapa comienza la llamada «socialización», que se resume en los famosos «18 puntos» tras la celebración del Congreso de refundación del Partido Fascista Republicano en Castelvecchio (Verona), un Manifiesto elaborado conjuntamente por Mussolini y Bombacci, que se convirtió en los cimientos de la nueva Constitución republicana y social del Estado. Así, Nicola Bombacci fue uno de los autores del Manifiesto de Verona, y su contribución fue fundamental en la redacción de los 18 puntos del mencionado Manifiesto, con la aprobación de Mussolini.
Bombacci no paró de propagar la causa del fascismo como «única y verdadera revolución y realización del triunfo del trabajo», dando conferencias entre los obreros en las plazas del norte de Italia.
Nicola Bombacci, siempre fiel y sereno, acompañaba a Mussolini al viaje hacia la muerte dramática. La historia del hijo del Duce, Vittorio Mussolini, en su último encuentro con su padre, acompañado por Bombacci, nos enseña todo: «Pensé en la suerte de este hombre, un verdadero apóstol del proletariado, una vez enemigo acérrimo del fascismo y ahora junto a mi padre sin oficio ni beneficio, leales los dos líderes diferentes hasta su muerte. Su tranquilidad me brindó comodidad», dijo Vittorio Mussolini (1916-1997)
En los últimos días de la RSI, poco después de la separación de la columna de vehículos de Mussolini y sus últimos leales al evitarles tener que compartir su destino, junto con otros, Bombacci cayó en manos de los partisanos comunistas. En la mañana del 28 de abril de 1945, se colocó delante de un pelotón de fusilamiento, junto a él, Barracu, un veterano, junto a otros veteranos discapacitados, y el secretario general del Partido, el fascista irreductible Alessandro Pavolini.
Todos gritaron «¡Viva Italia!». No deja de ser una paradoja, un fiel reflejo de la personalidad controvertida de Bombacci, que si bien su cuerpo cayó bajo las balas comunistas, gritara antes: «Larga vida a Mussolini, Larga vida al socialismo».
El legado de Nicola Bombacci, de su personalidad y su ideología sigue presente en grupos de ideología fascista revolucionaria como Casa Pound Italia.
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