16/06/2024 12:16
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Van como pollos sin cabeza. Dando tumbos y no es casualidad que sea desde que VOX empezó a comerles la merienda. Ya nada queda de su antigua camaradería, ni de la más mínima cortesía, ni de las antiguas amistades, que saltaron por los aires de una forma abyecta, mezcla de rencor, odio y envidia en una aciaga sesión parlamentaria de moción de censura.

Carecen de estrategia, si es que alguna vez el PP la ha tenido, o la han tirado por la borda y cada vez comenten más errores, uno tras otro en una exasperación constante. Votan con unos o con otros, con los filo terroristas si se tercia, o se abstienen porque la abstención es el comodín para quien no tiene criterio ni valor alguno que poner sobre la tribuna de oradores. Es sintomático.

Sus caras, cuando tienen que darlas, son todo un poema. A Pablo Casado se le ve enfurruñado, constreñido, cabreado, contrariado y en vez de dar mamporros a sus adversarios, que son muchos, no desperdicia la ocasión para emprenderla con VOX. Se les ha ido el oremus.

Lo de Pablo Casado en la campaña catalana ha sido de traca, por no ponerme trágico. Baste decir que hay que estar muy desesperado para decir en un mitin que las banderas que luzcan los catalanes en sus balcones le trae al pairo, cuando todo catalán que quiera poner una bandera española en su balcón se arriesga a ser linchado social y físicamente. Hace falta ser mala persona o haberse vuelto loco.

Como ésta ha tenido otras en a campaña, hasta hacerle un flaco favor al candidato, del que todo el mundo habla alabanzas, pero al que tampoco se le ha visto nada extraordinario. Quizá sea porque Pablo Casado en su enajenación mental, que de verdad espero sea transitoria, arremete contra todo aquel y aquello que sospecha pudiera hacerle, hoy o mañana, la más mínima sombra. Tiene un moscardón detrás de la oreja, con el pavor de que los muchos intrigantes de su partido le puedan hacer la cama.

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Cometió otro error mayúsculo al fichar en puestos de salida a las desairadas de Ciudadanos, convirtiéndolas en «arrecogidas» del partido, una de las cuales con antecedentes secesionistas y partidaria de la autodeterminación. Están completamente desnortados y su único afán es echar la caña en el caladero que sea, con tal de pescar algún voto.

Como suele decirse en mi tierra, el PP parece tener una mala «fada» (hechizo). Salvo la fontanería que le hacen al PSOE arreglando los desperfectos que este último partido deja tras sí cada vez que desgobierna, cosa que se les da bastante bien, del resto de cosas políticas, culturales, etc que lleva en su programa no cumplen ni una. Le pasó a Rajoy, Incluso a Fraga con el independentismo y el gallego en Galicia y ahora a Pablo Casado. Parece como si alguien les llamase a capítulo y les leyese la cartilla con las tareas que tienen que llevar a cabo.

El Pablo Casado de hoy, nada dice ni hace que se parezcan a las que decía cuando salió exultante del último congreso en que se batió el cobre y les ganó a los de la costra de su partido, a las rasputinas y rasputines, a los inanes y a los entregados con armas y bagajes a los enemigos izquierdistas, independentistas y filoterroristas, a los que colaboraron en elevar a los altares de las instituciones.

La reacción de Casado al zurriagazo de Cataluña, al que todos los medios se han referido, ninguno ha reparado en lo siguiente, que es de primero de psicología: cuando el ego de uno sabe que debe cambiar porque los hechos así se lo han puesto de manifiesto, el subconsciente se defiende saliendo por peteneras. En este caso, incapaz de asumir el golpe, su subconsciente la ha traicionado y se ha buscado un mecanismo sustitutorio que no es otro que la necedad de creer que algo cambia si cambia de sede. Cuando de lo que debe cambiar es de sede mental.

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El PP ha perdido los papeles y ya no es oposición a nada ni a nadie. Lo ha tirado todo por la borda llevado por la ira de ver como otro partido iba ocupando los valores, de los que iba abdicando en un absurdo, fatuo y vacuo centrismo inexistente. El PP se ha convertido en una caricatura de si mismo y ello quizá sea lo mejor que pueda ocurrirle. Hasta el punto en que ayer se haya brindado a volver a repartirse con este PSOE criminal un bipartidismo centro izquierdista imposible.

Pablo Casado piensa que sus electores son tontos o fanáticos y otro tanto los ajenos: nunca un votante convencido de los valores que antaño defendía el PP va a votar con lo que vote un centro izquierdista, ni éste lo que vote uno del PP. Buscar alianzas contra natura es como aquello que alguien en los prolegómenos de la llamada transición dijo de la elección de Suárez: ¡ qué error, que inmenso error!