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Ha sido noticia reciente la respuesta del Papa Francisco a las 5 dubias de los cardenales. Estas dubias no son las mismas que quedaron sin responder en el año 2016, cuando el Papa recibió unas dubias en relación al documento Amoris Laetitia. Hemos consultado al Lic. Juan Carlos Monedero al respecto de los temas que están discutidos en estas dubias.
Primer tema de las dubias: “La Iglesia profundiza su doctrina”. ¿Cierto o no?
Totalmente cierto siempre y cuando se entienda lo que realmente se quiere decir. La Revelación es inmutable, es la Verdad Divina, Absoluta, intemporal y eterna. Por esas verdades vale la pena vivir y morir. No cambian ni pueden cambiar. La comprensión humana de esa Revelación, en cambio, participa de la naturaleza de todo acto humano, especialmente el acto de comprender. Y así como una persona comprende más cosas a medida que crece, que estudia, que madura, con la Iglesia ocurre lo mismo.
En ese sentido, es cierto que -como dice la respuesta del Papa Francisco- el juicio de la Iglesia va madurando. Siempre se puede explicitar más, siempre se puede mejorar la expresión de una verdad. En efecto, agregamos nosotros, la Iglesia es una realidad divino-humana. En tanto que humana, la Iglesia no escapa a la temporalidad y a las condiciones (y hasta limitaciones) propias de esa temporalidad. Justamente, en 2000 años de Iglesia, se ha ido acumulando un tesoro inagotable de profundización, un cuerpo intangible de verdades, un océano de conocimiento que aumenta con el paso del tiempo a medida que las distintas generaciones de personas van aportando su esfuerzo intelectual.
Por otro lado, habida cuenta de que la Verdad Infinita procede de la Mente Infinita de Dios (estamos parafraseando gustosamente a Pieper), la mente humana limitada nunca puede cruzar ese mar inabarcable que es el Intelecto Creador. Y, por tanto, necesariamente toda expresión de esa verdad es por su naturaleza perfectible.
Por eso no hay que confundir una mejor expresión de una verdad ya definitiva con la sustitución de una doctrina por otra. Ahora bien, para quienes fueron formados en el relativismo, la fenomenología o el modernismo teológico, esto que acabamos de decir es -lo digo con dolor- pura dinamita. Ellos probablemente entenderán que la Iglesia modifica sus verdades por otras. Por eso, considero que sólo puede entenderse rectamente esta respuesta si se parte de una filosofía aristotélico-tomista. De lo contrario, por mal camino vamos.
En este sentido, sobre muchos temas la Iglesia comprende más hoy que ayer o que en el siglo I. Esto, insisto, no debería escandalizar a nadie, si se entiende a derechas.
Profundizar la misma doctrina, esto es, comprenderla mejor, más acabadamente, ir aplicando la doctrina a cada vez más segmentos de la realidad, poder detallarla y desglosar sus consecuencias, es aquello que la Iglesia viene haciendo desde hace 2000 años. Lo más normal del mundo.
Ahora bien, hay que tener cuidado. Que no se nos venda gato por liebre. Porque también es cierto que hay ciertos teólogos que -bajo pretexto de “profundización”- lo que hacen es introducir doctrinas heterodoxas, heréticas o al menos heretizantes que contradicen aquellas que dicen profundizar.
Por ejemplo, hace varias décadas se intentó imponer el término transignificación para suplantar el vocablo Transubstanciación, so pretexto de que se estaba “profundizando” en el misterio de la Eucaristía. En realidad, no era así, pero se presentó como si lo fuera y muchos cayeron en la trampa.
¿La Iglesia puede enseñar hoy algo distinto a lo que enseñó ayer?
Decir “la Iglesia” sin un contexto puede resultar impreciso. La Iglesia tiene distintos niveles de magisterio. Si hablamos del magisterio ex cathedra, la respuesta es clara y contundente: NO. En efecto, no puede enseñar de manera infalible una cosa y tiempo después enseñar de manera infalible algo contradictorio.
En ese sentido -y especialmente atento a las desfiguraciones que ciertos protestantes realizan de nuestra doctrina- es bueno recordar que la infalibilidad no es un poder especial de los Papas. Es un atributo de Dios: sólo Dios es infalible. Lo que hace Dios es participar su infalibilidad a ciertas declaraciones del Papa. Por eso, el sujeto lógico sobre quien recae la infalibilidad no es la persona del Papa (por buena que sea) sino la declaración o palabras que se enseñan como vinculantes. Así lo podemos leer claramente en Pastor Aeternus, el documento emanado del Concilio Vaticano I. Se suele hablar de Pío XII como “La última declaración infalible de la Iglesia”, en torno al dogma de la Asunción de la Virgen. Pero -como he aprendido del Profesor Víctor Basterretche, argentino- veo todas las notas de infalibilidad en los párrafos del documento Evangelium Vitae de Juan Pablo II, condenando el aborto y la eutanasia.
Bien, quedó claro que la Iglesia no puede contradecirse si de sentencias infalibles se trata. Sin embargo, en niveles de Magisterio que no gozan de infalibilidad, es un hecho histórico que distintos órganos de la Iglesia, diferentes mandatarios o autoridades han enseñado o al menos expresado ideas distintas, contrarias y hasta contradictorias.
Constatar esto no debería conmover la fe de nadie. Hay quienes creen que esto contradice Mt. 16,18 (“Las puertas del Infierno no prevalecerán”) e infieren que, si la Iglesia se contradice, entonces el Averno prevaleció. No es así, mis queridos amigos. No tenemos nada que temer a la verdadera historia (la verdadera, no las Leyendas Negras) y no tenemos porqué ocultar ni mitigar lo que realmente pasó. Hay doctrina que explica esas contradicciones y discrepancias. En todo caso, hay que rectificar la interpretación de Mt. 16,18.
El Papa Francisco, en su respuesta a la dubia 1, menciona el caso de un Papa que autorizaba a los portugueses a esclavizar a sarracenos y paganos.
Tomemos este caso. Recién dijimos que no puede haber contradicción si hablamos de enseñanzas infalibles. Y que, si de magisterio no infalible se trata, históricamente no se ha enseñado lo mismo, siempre y en todos los puntos. Voy a desarrollar esto pero primero permíteme comentar esto del Papa y los portugueses.
En la respuesta a la dubia 1, y en el marco del asunto de la profundización de la doctrina, el Papa Francisco habla de la bula del Papa Nicolás V en donde -como has dicho- este pontífice otorga “permiso” al Imperio Portugués para reducir a la esclavitud a sarracenos y paganos. Y Francisco pone esta bula como ejemplo de un progreso en la doctrina, como si antes la Iglesia veía con buenos ojos la esclavitud y ahora no.
Ahora ejerzamos el discernimiento. Esta bula no es una enseñanza magisterial, ni infalible ni falible. Es una autorización -con la cual podemos enérgicamente disentir- del Papa a un rey. No es un acto magisterial. Por tanto, no hay que confundir un acto de magisterio con una orden papal o un permiso del Papa.
Retome por favor el punto de que ha habido, históricamente, y en enseñanzas no infalibles, contradicciones y diferencias dentro de los mandatarios de la Iglesia.
Así es. Lo prueba el estudio de la historia: han surgido diferencias en relación a temas esenciales. Es uno de los dramas del católico actual, que representa -como diría Castellani- una auténtica crux intellectus. Sin ir más lejos, en el siglo XIX hubo clérigos liberales, a finales del XIX y principios del XX la Iglesia padeció eclesiásticos modernistas, hacia mitad del siglo XX a los progresistas y después del Concilio la infiltración marxista en la teología.
Entonces, es un hecho que hubo y hay eclesiásticos cuyas afirmaciones contradicen verdades de la Revelación y/o enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.
Aquí también juegan un papel los gestos. Hace unos años el obispo Casaldáliga (ya fallecido) escribió un poema en homenaje al Che Guevara. Ciertamente, no lo ha hecho desde una instancia institucional. Pero la enorme mayoría de la gente no distingue eso. Y se produce el escándalo. Porque Casaldáliga está comunicando una doctrina implícita. A través de sus palabras, está empujando a sus fieles a que vean con buenos ojos tanto a este asesino como a la causa por la que él combatía: el Marxismo Internacional. Se trata de la misma ideología que acabó con la vida de 100 millones, sólo en el siglo XX. Es gravísimo.
¿Qué pasaría si alguna persona dentro de la Iglesia contradijera o enseñara algo distinto de su doctrina?
Como hemos visto, ya ha pasado. Cuando cardenales, obispos, teólogos, párrocos -e incluso papas- indujeron al error, afortunadamente la Divina Providencia dispuso de adecuados remedios. Ahí lo tienes a San Atanasio sosteniendo a capa y espada que Cristo es Dios, contra Arrio. Otro caso: Honorio I. Los papas posteriores al papa Honorio I lo declararon hereje, lo excomulgaron post mortem y durante siglos su nombre fue vituperado durante generaciones.
Honorio I, quien ofició de Papa durante 13 años, recibió la excomunión de nada menos que TRES concilios ecuménicos posteriores: Constantinopla 681, Segundo de Nicea 787 y Cuarto de Constantinopla 870. Honorio fue anatematizado por el Papa San León II. Son todos documentos públicos. Más aún, como aprendí de Mons. Schneider, por lo menos hasta el siglo XI los papas (cuando juraban como tales) reconocían como artífices de la herejía a varios personajes, ¡incluido al Papa Honorio! Honorio es mencionado como hereje hasta en breviarios del siglo XVIII y en lecciones de maitines del día 28 de junio (fiesta de San León II). Estos datos históricos nos permiten no sólo iluminar las objeciones del sedevacantismo sino prevenirnos contra cualquier infantilismo teológico.
Otro caso: hacia 1300, el Papa Juan XXII fue resistido por sus errores por una gran cantidad y calidad de católicos, como cuenta el brillante historiador Roberto de Mattei. Son algunos ejemplos. Hay muchos más.
La ley natural y sobrenatural habilitan a los fieles a resistir a quienes esparcen el error, ocupen los cargos que ocupen, y con todos los medios lícitos a su alcance. Incluso lo vemos en Hechos de los Apóstoles: Pablo enfrentando a Pedro “cara a cara” (Gálatas 2,11) cuando nuestro querido Cefas cede ante los judíos. Santo Tomás comenta esto (II-II, q. 33, art. 4, ad 2) y dice: «en el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deberían ser reprendidos incluso públicamente por sus súbditos». Los que se quedaron calladitos para no perder sus cargos no quedaron como ejemplo de virtud, al menos que yo sepa.
El segundo tema de las dubias gira en torno a la sexualidad. ¿Por qué no puede ser nunca lícito bendecir las uniones del mismo sexo?
Porque no se puede bendecir (lo cual implica invocar a Dios) algo que va contra lo que Dios pensó y quiso. Realizar una bendición sobre una unión que se da en torno a una conducta sexual objetivamente desordenada (más allá de las intenciones o de la subjetividad personal de los involucrados) es un sacrilegio. Es como tomar la Mano de Dios y usarla contra la obra de Dios. Otra vez tomo la imagen del Padre Castellani.
Como bien dice la respuesta a la dubia 2, las bendiciones no deben transmitir un concepto equivocado del matrimonio.
Sin embargo, la misma respuesta a la dubia 2 da a entender que la unión homosexual realiza de manera “parcial” o “análoga” el matrimonio. Lo cual es totalmente falso. Entiendo que, a causa de este tipo de respuestas, los cardenales hayan repreguntado al Papa, como lo hicieron.
¿Qué actitud debe tener la Iglesia ante estas uniones?
La actitud que tiene a partir de sus textos y doctrina magisteriales. Verdad y Caridad, caritas in veritate. Para aquellas personas que sufren esta condición, la Iglesia debe favorecer todas las instancias psicológicas que los ayuden a recuperarse. Es sabido que miles de personas que han tenido prácticas homosexuales pueden reorientar su conducta sexual hacia el sexo opuesto. E incluso formar familias. No es imposible. Hay una luz de esperanza y la Iglesia (por fidelidad a Cristo) debe señalar ese camino. Guante de seda, puño de hierro. Y ese puño de hierro debe aplicarlo la Iglesia con la ideología de género, formando comunicadores católicos, promoviendo a los ya existentes, difundirlos, editar sus libros, favorecer su actividad profesional, invitarlos a los colegios católicos, boicotear las leyes que manifiesten esta ideología, cuestionar a las empresas que la promueven. En definitiva, librar esta batalla metafísica entre el Bien y el mal. Con alegría y poesía, si me permites. Porque batirse por la verdad, en inferioridad absoluta de condiciones, y sin certeza de victoria es heroico… ¡qué emoción! Cualquiera lucha si tiene el éxito garantizado.
Vayamos a la dubia 3. ¿Qué es la sinodalidad y por qué no puede ser el criterio más alto de gobierno de la Iglesia?
Tengo entendido que el Sínodo es un organismo de consulta (o sea, un conjunto de personas) cuyo fin es favorecer la comunicación de los obispos de todo el mundo a fin de que las opiniones de todos ellos sean tenidas en cuenta por el Papa para gobernar la Iglesia.
En cuanto a la palabra “sinodalidad” (perdóname mi amigo), no existe.
Pero, hasta donde puedo interpretar, por sinodalidad se suele entender este carácter de deliberación, de intercambio de opiniones.
La ‘sinodalidad’ no puede ser el criterio más alto de gobierno porque, por definición, el Sínodo es un medio, no un fin. Y si fuese un fin, el Sínodo se agotaría en sí mismo. No tiene sentido intercambiar ideas y puntos de vista para intercambiar ideas y puntos de vista. Lo que da sentido al Sínodo es algo que, obviamente, va más allá del Sínodo. Un sínodo de la sinodalidad sería como tomar un teléfono, marcar un número, que del otro lado nos atienda Pedro y que comencemos a hablar con Pedro, por teléfono, de cómo hablamos por teléfono. Un delirio total y absoluto.
En la respuesta a la dubia 4, punto c), el Papa contesta con un texto particularmente difícil.
Sí. En el punto a), Francisco reconoce que Juan Pablo II cerró el asunto “de modo definitivo” (sic) sobre la ordenación sacerdotal para mujeres, negando que sea posible. Y en el punto c) leemos: “para ser rigurosos, reconozcamos que aún no se ha desarrollado exhaustivamente una doctrina clara y autoritativa acerca de la naturaleza exacta de una ‘declaración definitiva’”.
O sea, la respuesta del Papa se puede interpretar de esta forma: si es verdad que no sabemos qué significa una declaración definitiva, sostener que el asunto de la ordenación a las mujeres está definitivamente cerrado carece de sentido.
Me imagino que el buen lector pueda sentir que este tipo de respuestas -llena de oraciones subordinadas que lo confunden- le produce cierto malestar en su cabeza.. Pero créame que haré el esfuerzo para ayudarle a comprender.
Primero: la respuesta a la dubia 4 pretende neutralizar el poder de lo dicho por Juan Pablo II. O sea, donde el papa polaco da un portazo, el papa argentino desliza que no hay una doctrina clara de lo que es un portazo.
Segundo: si fuese verdad que no hay doctrina exhaustiva de una declaración definitiva, entonces cabe preguntarse lo siguiente. Esta afirmación del Papa de que no hay doctrina exhaustiva de una declaración definitiva, ¿es, a su vez, definitiva? ¿Es exhaustiva? Si lo es, incurre en contradicción. Por tanto, la lógica nos lleva a decir que no. Esto que dice el Papa no puede ser definitivo ni exhaustivo.
Conclusión: Francisco está cortando la rama del árbol que a él mismo lo sostiene. Y, al intentar desactivar los conceptos de Juan Pablo II, desactiva también los propios. De nuevo: se entiende porqué los cardenales repreguntaron.
¿Por qué las mujeres nunca podrán recibir el orden sacerdotal?
Cristo no ordenó mujeres, ordenó varones, y esto en razón de que cada uno tiene una misión distinta. La mujer se identifica con el misterio de la Iglesia de manera diferente al varón. Por su misma condición de mujer, es la imagen más acabada de la Iglesia como Esposa de Cristo. Si bien Cristo no incorporó a las mujeres al Sacerdocio, las incorporó a su predicación, como en el caso de María Magdalena.
En otro orden de cosas, dado que el periodismo todo lo confunde, parece mentira pero debemos explicar esta obviedad: la Iglesia sólo puede ordenar varones y no mujeres pero esto no es un poder supremo que “los hombres” tienen. Es un poder que tiene la Iglesia, que tiene Cristo. Y además, no sólo es un poder, es también una responsabilidad, que lleva consigo deberes, ¡exigencias!
El mundo mundano tiene tanta ignorancia y desinformación… está tan CIEGO que considera que ser sacerdote es vivir a cuerpo de rey, o pasar la vida en Disneylandia. Y por puro igualitarismo, pide para la mujer el mismo cambalache. No, señores. SER SACERDOTE debe ser trazar la propia vida como un Guerrero de Cristo, en disputa permanente contra las Potencias Infernales, desatando pecados en la confesión y levantando en Alto a Cristo cada día en la Eucaristía. Dispuestos a morir por la fe y por llevar sotana.
¿Cuáles son las condiciones para hacer una buena confesión? ¿Por qué nunca puede ser posible para un sacerdote absolver a un fiel sin arrepentimiento?
Como enseña la Iglesia, una buena confesión requiere: 1) Examen de conciencia; 2) Arrepentimiento; 3) Confesión propiamente dicha y 4) Penitencia.
Es importante cada uno de estos puntos. Hay que tomarse un tiempo para contrastar la propia conducta y pensamientos. A mí me han recomendado confrontarla con los Diez Mandamientos, con las 7 virtudes, con las virtudes derivadas, etc. El arrepentimiento implica que nos decimos: “si pudiera volver el tiempo atrás, no haría lo mismo”. Luego, hay que comentar todo lo que se recuerde al sacerdote. Y finalmente, aunque no es parte del Sacramento porque se realiza después de recibirlo, debemos cumplir con la penitencia que se nos impone.
Lamentablemente, hoy circulan ciertos párrocos que -a caballo de pseudos teólogos- desvirtúan este sacramento al no hablar o no hablar suficientemente del arrepentimiento. Como respuesta a este tipo de espiritualidad light, es lógico que los sacerdotes fieles estén interesados en enfatizar la necesidad del arrepentimiento. Esto no significa que se crean “dueños” del sacramento ni que transformen la confesión en una “aduana”, expresiones a mi juicio desafortunadas que están contenidas en la respuesta a la dubia 5. Este celo por el sacramento es consecuencia del amor a Cristo y a los hombres de estos buenos sacerdotes, que no quieren favorecer el mal a través de un bien. Lo cual es muy bueno.
Si bien la respuesta a la dubia 5 ratifica lo que todos ya sabemos (la necesidad del arrepentimiento), introduce otros tópicos y evita la forma tradicional de contestación a la dubia: sí-no.
Estos son los 5 temas principales acerca de los cuales los cardenales Burke, Sarah, Sandoval, Brandmüller y Zen preguntaron al Papa Francisco.
Autor
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Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.
Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.
Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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1º La Iglesia es toda la comunidad de fieles a Cristo, hoy más de dos mil millones de hombres, mujeres y menores. La Iglesia son todos los que han sido bautizados en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
2º Papas, cardenales, obispos, sacerdotes, teólogos, almas consagradas y fieles han de ser fieles a la Palabra de Dios y ponerla en práctica en su vida. Está en el Evangelio según San Mateo. Por otra parte, Dios enseña a los humildes y sencillos lo que no enseña a los sabios de éste mundo. Esta es Palabra del Señor.
3º Como consecuencia de lo anterior, apariciones y mensajes del Señor y de la Santísima Virgen María a Santa Margarita María de Alacoque, a Bernardette, a Lucía, Jacinta y Francisco, a Santa Faustina Kowalska, al P. Pío de Petrelccina y otras, son perfectamente conformes con los evangelios y la Santísima Voluntad de Dios revelada no a los sabios de este mundo, sino a los humildes. Enseñar otra cosa es levadura farisea y saducea.
4º El mismo Señor se expresa en el Santo Evangelio de San Juan respecto al Espíritu Santo, dando a entender a sus apóstoles que por el momento no podían con todo, que el Paráclito les iría revelando la Verdad. Esto concuerda con lo que el teólogo expresa en este artículo, que la Iglesia va madurando o profundizando en la Revelación (a Santa Margarita María de Alacoque reveló el Señor en el siglo XVII que muchos solían quedarse en la mera lectura del Evangelio sin apenas reflexión sobre el mismo, que no solíamos profundizar para extraer las inconmensurables riquezas que posee). La Revelación no acaba ni con la Ascensión del Señor al Cielo y con Pentecostés, ni con los Santos Padres de la Iglesia Primitiva, ni con Santo Tomás de Aquino en la Edad Media, sino que se nos da por medio de santos y santas, instrumentos del Señor, en todos los tiempos. Y el Señor suele escoger, a veces, a los más humildes, incluso niños analfabetos, para transmitirnos la Revelación (es el caso de Fátima).
5º No se puede reducir la evangelización a mera disputa de egos intelectuales de la teología. El Señor no se recrea en esas discusiones mientras no se atiende su Voluntad Santísima. El mandato del Señor es claro, ir y predicar el Evangelio a toda criatura, no buscarse a sí mismo con reconocimientos teológicos de escuelas más o menos profundas o fieles a la Verdad. La Santa Iglesia Católica Apostólica solo tiene una razón de ser y existir: Jesucristo, su Cabeza. Es la Revelación de Cristo, los Santos Evangelios y las Sagradas Escrituras, especialmente e Nuevo Testamento, lo que ha de enseñar, no lo que convenga a ideologías políticas de uno u otro signo según la opinión de tal o cual papa, cardenal, obispo, teólogo, etc. La política viene de satanás, no de Dios. La política no es caridad, sino engaño, mentira y manipulación.
6º La Palabra de Dios no cambia. Cielos y tierra pasarán, más la Palabra de Dios no pasará. Esclavitud es una palabra que no tiene, en lo más mínimo, el mismo significado en las Sagradas Escrituras del que tiene en la actualidad. La Santísima Virgen María expresó aquellas benditas palabras: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra». El Siervo de Yahvé es el Señor. Esclavitud es, en el Nuevo Testamento, sinónimo de fidelidad, de humildad y de obediencia que es debida a Dios, Infinita Bondad y Misericordia, y por amor a Dios por encima de todos y todo, y a toda autoridad conforme a Dios (por eso los fieles debemos obediencia a los sacerdotes, a los obispos, a los cardenales y a los papas). Por ejemplo, un empleado o trabajador debe fidelidad a Dios por encima de todos y todo, pero en lo que es justo, en lo que no está en contra de la Palabra de Dios, ha de trabajar con diligencia y honradez para su responsable o jefe, sirviendo así también al Señor. Si no cumpliese esto estaría robando, como el jefe le robaría al trabajador si no le pagase el salario pactado. La esclavitud respecto al amo tiene ese sentido en el NT, es decir, la relación trabajador -jefe. Además, los evangelistas y apóstoles, que prestan puño y letra al Espíritu Santo en el NT, no dejan de advertir que la mayor esclavitud es la del pecado y nos advierten contra esa esclavitud, que es la verdadera esclavitud.
7º No hay en la Palabra de Dios condena a la reclusión en cárceles del malvado. De hecho, la esclavitud del pecado se debe a la contumacia del pecador, que si persiste en ese estado se condenará al infierno, donde eternamente son torturados sin descanso los esclavos del pecado.
Con respecto al uso que al término esclavitud se da hoy, en el pasado, incluso podemos ver citas en el Antiguo Testamento, entre los derrotados en la guerra que caían prisioneros, se les obligaba a restituir el daño causado con trabajo esclavo a modo de perdonarles la vida. Esto se ha dado a lo largo de toda la historia, si bien, en el mundo cristiano, la esclavitud ha sido muchísimo más benevolente con el reo y escasas veces perpetua (había redención de presos muy generalizada) de lo que fue en otras civilizaciones no cristianas (bárbaras). Esos esclavos sarracenos (turcos) y paganos (protestantes) no eran más que presos de las guerras con los que luego se comerció enviándolos a América, donde solo España los redimió por medio de un pago en trabajo y especie del reo. Y a los protestantes se les intercambió por católicos sin enviarlos más que a sus países de origen. Algo inédito en el mundo turco e, incluso, protestante u ortodoxo.
8º El marxismo (socialdemocracia, socialismo, comunismo, anarquismo, bolchevismo, etc.) no ha asesinado solamente a 100 millones de personas. Los no nacidos abortados (el aborto comenzó en Rusia en tiempos de Lenin) son tan personas como el teólogo éste y como su entrevistador y como el que esto escribe, solo que muchísimo más inocentes. El marxismo ha asesinado a incontables millones más que esa cifra que habría que multiplicar (China no es contada en ese cálculo, ni siquiera los millones que comete la China actual, marxista, que no capitalista como muchos tratan de engañar acerca de lo que es China hoy, la China roja de Xi Lin Ping). Es un error político protestante quedarse en una cifra tan baja de asesinatos.
Por otra parte, el marxismo, ideología del odio a Dios y a todo lo bueno y santo (vida religiosa, matrimonio, familia, maternidad, paternidad, castidad, amor al prójimo, amor incluso al enemigo, aceptación de la cruz, respeto a los bienes del prójimo, santificación de las fiestas, etc.) ha asesinado espiritualmente a un número incomparablemente mayor de personas, introduciendo en sus corazones el odio inextinguible con una doctrina que viene del mismo satanás, totalmente contraria al camino de santidad.
9º Del mismo modo que Judas Iscariote fue un traidor a Cristo, del mismo modo que san Pedro negó al Señor tres veces y los demás apóstoles, menos san Juan, le abandonaron en el huerto de los olivos, también ha habido pecados entre los miembros de su Santa Iglesia Católica a través de los tiempos. No han faltado herejías y defecciones. No han faltado mundanizaciones (anarquía feudal, simonía, nicolaísmo, elección laical de priores, obispos, cardenales y papas, siglo de hierro, papas de Aviñón, papas príncipes renacentistas, obispos traidores que se volvieron contra la Iglesia con la herejía de Focio, Cerulario, Lutero, Calvino, Enrique VIII y otros, sacerdotes funcionarios de los ilustrados revolucionarios de Francia, papas presos de Napoleón, León XIII y su politización de la Iglesia hasta hoy, tras la pérdida de los estados pontificios por su predecesor, etc.). Pero todo esto no invalida el Sacrificio Redentor y Salvador de Jesucristo Nuestro Señor y el amor que a Él le han tenido generaciones enteras de cristianos (católicos) durante dos milenios. No es en Apolo, Cefás, Pablo o cualquier otro papa, cardenal, obispo o teólogo en quien ponemos nuestra fe, esperanza y confianza, no. Es en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todos somos pecadores y todos hemos sido redimidos por uno, por Cristo. Quien no acepte a Cristo no acepta su Sacrificio en la Cruz y su salvación.
10º El conservadurismo, antiguamente llamado liberalismo, está condenado por la Santa Iglesia Católica Apostólica desde el infame siglo XIX por varios papas hasta León XIII y su Rerum Novarum, que intentó politizar la Iglesia en un momento en el que ésta, perdido su territorio por su predecesor Pío IX, quedó cautiva de los políticos italianos del momento, casi todos conservadores (liberales en los términos de entonces). En el siglo XIX las personas de esta ideología demoníaca conservadora que solo sirve al dinero y a las riquezas y odia disimulada,pero furibundamente a Dios y a su Santa Iglesia Católica Apostólica, que han renunciado a Cristo por un plato de lentejas, ricos en terminología de los Evangelios según el propio Señor, aristócratas, terratenientes y grandes propietarios de industrias y capitales, no dudaron en asesinar católicos, especialmente monjes, sacerdotes y personas consagradas para arrebatar las tierras a la Iglesia en varios países europeos, especialmente en Italia, Portugal y España, donde la barbarie satánica ilustrada había tardado en entrar más con su anticlericalismo de disfraz de odio a Dios. Son los conservadores los primeros anticlericales y hoy sobreviven bajo partidos políticos de derechas conservadores, solo interesados en conservar sus privilegios, prebendas, patrimonios, riqueza y dinero, impidiendo toda amenaza a sus empresas, negocios e intereses patrimoniales por medio de la competencia. Si el marxismo es satánico, el conservadurismo, antaño denominado liberalismo, no le va a la zaga en cuanto a forma de condenación eterna de todos los que se dejan seducir por sus mentiras. La historia es pródiga en ejemplos de que en realidad conservadores y marxistas son uña y carne. La Segunda Guerra Mundial y la actitud ante el infierno chino actual no deja lugar a dudas de lo que son unos y otros y hasta qué punto odian la Verdad, que es Cristo.
El Nuevo Testamento es inequívoco. Jesucristo Nuestro Señor es muy claro: Mt 6, 24; Mt 16, 26; Mt 17, 25-26; Mt 19, 21-24 (explicada magistralmente por san Juan Pablo II en Veritatis Seplendor); Mt 20, 24-28 (respecto al gobierno de las naciones según el Señor, servir y no engañar y servirse de los demás con engaños); Mt 21, 12-13; Mt 22, 15-21; Mt 23, 23-24; Mc 10, 21-27; Mc 10, 29-30; Mc 10, 42-45; Mc 11, 15-17; Mc 12, 13-17; Mc 12, 43-44; Lc 1, 52-53; Lc 3, 10-14; Lc 4, 5-8; Lc 6, 24-25; Lc 9, 23-26; Lc 11, 41-42, Lc 12, 13-21; Lc 12, 22-31; Lc 12, 33-34; Lc 14, 28-33; Lc 16, 13-15; Lc 16, 19-31; Lc 18, 22-27; Lc 18, 29-30; Lc 19, 1-10; Lc 19, 45-46; Lc 20, 20-25; Lc 21, 1-4; Jn 2- 13-17; Jn 11, 47-50, etc. La actitud conservadora no es cristiana en absoluto, no es de fiel a Cristo, aunque traten de engañar con sus mentiras protestantes políticas.
11º Los protestantes surgidos de Lutero, Calvino, Enrique VIII, que han creado un ídolo blasfemo a la conveniencia de cada pecador (son decenas de miles de sectas extendidas por toda Europa central y del norte y por Norteamérica, principalmente) y otros iluminados, han hecho mucho daño a la Santa Iglesia Católica Apostólica, la de Nuestro Señor Jesucristo, sembrando cizaña entre sus miembros y haciendo creer a los que aún no tienen fe ni capacidad de discernir ni conocen al Señor que todos son iguales, que el que habla de Cristo no es más que un embaucador, con lo cual dificultan mucho la conversión de muchos, ni entran ni dejan entrar a otros. Ya nos advirtió el Señor que vendrían muchos usurpando su nombre y nos advirtió de los falsos profetas, previniéndonos de la levadura de fariseos y saduceos, que no pierden ocasión de atacar a la Iglesia y sus miembros, si el papa es conservador o engañado por los conservadores, o si el papa es progresista o engañado por los progresistas, en lugar de ser santos, que es lo que debería ser todo obispo, arzobispo, cardenal y papa. Ya el Señor advirtió también que el Maligno sería capaz incluso de engañar a los elegidos, de ahí que se haya llegado a la herejía de identificar mentira, sinónimo de política, con caridad, nada menos. Son estos críticos, siempre presuntuosos de su fe como los fariseos hipócritas en las sinagogas agradeciendo a Dios por no ser como los pecadores, inmisericordes con cualquier fallo que el papa, los cardenales, los obispos o los sacerdotes cometan, a la vez que indulgentes con su propio partido político, que no fe, que fe no tienen ninguna, como si se creyeran mejores que san Pedro y los demás apóstoles que huyeron el Jueves Santo, reprochándoselo. En realidad no les importa nada la Iglesia ni el Señor, salvo su utilización como instrumento de su política y sus intereses mundanos, de ahí, por ejemplo, la teología de la liberación, que es marxismo, y la doctrina social de la «Iglesia», que no es más que ideología política de mercaderes y políticos conservadores o liberales. Hacen hoy lo mismo que los judíos fariseos en tiempos de Jesús, como Él mismo señala en el capítulo 23 del evangelio según san Mateo. Además, incitan a los fieles a revelarse contra la Iglesia Católica, nunca pidiendo que recen por papas, cardenales, obispos y consagrados que puedan estar en herejía o error. Son tan impíos como ateos. Solo honran a Dios con los labios.
12º Lo que ningún miembro de la Santa Iglesia Católica Apostólica ha de transgredir, so pena de apostatar y condenarse al infierno (que algunos presuntuosos que acusan de niños y pueriles a los que «creen aún que hay infierno y demonio». No pueden ser más siervos de satanás o insensatos ignorantes de la vida. Ya conocemos el intento de sus vástagos de fomentar todo tipo de complejos en los creyentes desde tiempos inmemoriales, para alejar a la población de Dios. Pues bien, hoy está de moda acusar de «infantilismo» y de «puerilidad» a los files a Cristo según su Santísima Palabra. Que todo el mundo tome aviso de esa estrategia demoníaca y no caiga en sus asechanzas), en referencia al matrimonio, al divorcio, al adulterio, a la homosexualidad y a todo tipo de impureza contra la santa castidad: Mt 19, 3-9; Lc 16, 18; 1 Co 6, 9-10: el matrimonio es indisoluble. El adulterio, la impureza, el afeminamiento y la homosexualidad, con todas las calamidades y el dolor que generan a propios y ajenos y en toda la sociedad, además de los escándalos que provoca, incluso en los menores, por el egoísmo extremo de los que se mantienen en esos pecados con soberbia, acarrea condenación eterna si no hay arrepentimiento sincero y penitencia buscando la gracia santificante de Dios y no a loqueros o psicólogos, que lo que harán es justo lo contrario, reafirmarlos en el pecado con todo tipo de engaños. Es una insensatez pelagiana derivar al psicólogo a adúlteros, promiscuos, homosexuales, pervertidos, etc. Si se arrepienten han de acudir al Señor a buscar su gracia para no caer en pecado o para fortalecerse si vuelven a caer hasta que ya no caigan. La Palabra de Dios no se discute, y mucho menos en SU Iglesia. No se puede bendecir el pecado, pues el pecado es una puñalada al Sacratísimo Corazón de Jesús que dio Su Santísima Vida y su Preciosísima Sangre por todos nosotros, por nuestra salvación y redención. Quien desprecia al Señor no tiene salvación posible, porque ha despreciado la salvación. El pecado es una horrenda ofensa a Dios por encima de todo. Y esto suele olvidarse a conveniencia política de cada cual, progresista o conservador, ambos ateos aunque finjan ser creyentes. Y no hay pecado menor para el que ama de verdad al Señor. Esos pecados mortales contra el sexto mandamiento (y ojo, que la mismísima Virgen María Santísima afirmó a vidente de Fátima que los pecados contra el sexto mandamiento son los que más almas llevan al infierno. Claro que para los falsos católicos Fátima es cosa de niños y pueril, los muy vasallos de satanás. Con esas andan actualmente) exigen reparación en el arrepentimiento sincero y la dura penitencia, como hicieron los habitantes de Nínive. No se puede abusar de la Infinita Misericordia de Dios que ya no destruye ninguna Sodoma por su Infinita Bondad, pero Dios no deja de ser Justo. Y la Santísima Virgen María ya advirtió hace un siglo que el Señor ya está muy ofendido, que no ofendiésemos más al Señor. Que no ofendiésemos más al Señor….
13º Si la sinodalidad es algo así como una serie de comisiones para dar la «opinión», es decir, para prestar atención al subjetivismo,siempre político, la sinodalidad no es conforme a la Santísima Voluntad de Dios. No hay opiniones que valgan en la Iglesia. A innumerables santos y santas de todos los tiempos les enseña el Espíritu Santo a negarse a sí mismo, a imponer la Santísima Voluntad de Dios sobre la propia: «Hágase Tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo». La Iglesia tiene un centro absoluto, Jesucristo Nuestro Señor. Y el Señor pidió que se predicaran los Santos Evangelios, no las opiniones de cada cual, como hacen los protestantes con su subjetiva interpretación relativista a conveniencia del consumi…perdón, del pecador.
14º ¿Cómo que sacerdocio «femenino»? ¿Acaso aquí también se amordaza a Dios Nuestro Señor por bastardos intereses políticos de unos y otros, de conservadores y progresistas apóstatas ambos? Quien odie a Dios que se aleje de nosotros: Gn 2, 16 (fuera el satánico feminismo de la Santa Iglesia Católica Apostólica. Hombre y mujer NO son iguales, sino complementarios, compañía una del otro en el amor conyugal. El hombre domina a la mujer. Es Santísima Voluntad de Dios en su Infinita Sabiduría. Quien no acepte esto, odia a Dios); 1 Tm 2, 9-15 (fuera de la Iglesia los y las «no serviam»). Dios Espíritu Santo se expresa clarísimamente por medio del Apóstol San Pablo: «No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión. Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad». Toda aquella mujer u hombre que transgreda este mandamiento de Dios, especialmente entre papas, cardenales, obispos u cualquier otra persona tendrá que responder ante el Tribunal de Dios, ¡ay de él o ella! La Palabra de Dios NO se discute. El hombre y la mujer no son iguales física, mental y espiritualmente. Por eso Dios, en sus inescrutables designios, hizo atribuciones diferentes a cada uno de ellos. La política feminista es satánica, quiere transgredir el orden divino de la creación para destruir la humanidad. Debe alejarse de la Santa Iglesia Católica Apostólica para siempre, por muy antipolítico que sea. Antes se obedece a Dios que a los hombres. Así lo hicieron los cristianos perseguidos y asesinados por los emperadores de la Roma idólatra. Y así se ha de hacer hoy.
15º En cuanto al Santísimo Sacramento de la penitencia o confesión, conviene leer y meditar bien el NT, aparte de lo que el teólogo afirma. Para discernir el pecado ha de conocerse bien la Palabra de Dios, de lo contrario uno no será consciente de cometer pecado, aunque debería saber que lo está cometiendo. El pecado implica tres condiciones:
1º Pleno consentimiento (es decir, ausencia de coacción o circunstancias que impidan de todo punto libertad de acción). También es pecado mortal la intención consentida (comete adulterio quien mira a una mujer deseándola. Mt 5, 27-28. La Justicia de Dios es muy exigente, pues costó la Preciosísima Sangre nuestra salvación y redención).
2º Pleno conocimiento (no conocer que se está pecando teniendo las Sagradas Escrituras al alcance o la posibilidad de ser evangelizado, como en Europa, América, Oceanía y partes de Asia y África, puede ser también pecado por ser negligente, y seguro pecado si se rechaza toda posibilidad de escuchar o tener en cuenta la Palabra de Dios por odio o prejuicio político o de cualquier otra índole (véase el consejo del Señor a los 72 discípulos que envía de misión respecto a los que no los acogen). Otra cosa es no haber sido evangelizado por estar en un país tiranizado o donde nunca llegaron los misioneros (hoy, casi ninguno))
3º Materia grave (aunque no hay pecado menor, como enseñan muchos santos y santas, los pecados tienen graduación. El Señor atribuyó un pecado menor a Poncio Pilato que a los fariseos, por ejemplo). Los pecados graves acarrean condena eterna si no hay penitencia por ellos, mientras que los leves pueden ser redimidos con obras de caridad o con oración fervorosa. De todas maneras, ante la duda, mejor confesar todos, veniales y mortales con dolor y arrepentimiento. La inmensa mayoría de santos solían llorar todos los días pensando en la gravedad de los pecados del mundo y el dolor inmenso que el Señor pasó en su Santísima Pasión para redimirlos en la cruz. El pecado debe ser destruido del todo para ganar la Vida Eterna, el Reino de los Cielos. Y para ello, el amor propio debe ser totalmente sustituido por el amor a Dios, en un acto de renuncia total de uno mismo.
De todos modos, Dios es Infinitamente Bueno y Misericordioso, probado en la cruz su amor a toda la humanidad. Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo para que se salvara todo el que guarda su Palabra. Se caricaturiza a Dios como duro, castigador y justiciero. Nada más lejos de la verdad. El Diario de la Divina Misericordia que Jesucristo Nuestro Señor mandó escribir y difundir a toda la Iglesia a su apóstol Santa Faustina Kowalska (1905-1938), beatificada y canonizada por su compatriota san Juan Pablo II, es una Revelación de plena actualidad en la que el Señor se nos muestra tal cual es y en el que manifiesta un ardiente deseo de verter su Infinita Misericordia sobre aquellos que arrepentidos acudan a Él en el sacramento de la penitencia o confesión, en el que el ministro o sacerdote es, en sus satísimas palabras, una pantalla tras la cual espera el Señor en persona como el Padre bondadoso al hijo pródigo. Nada está perdido ni siquiera para el más empedernido pecador si está dispuesto a volver al Señor arrepentido de corazón por todos sus pecados que han ofendido el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Urge la conversión. No se puede desperdiciar los tesoros que el Señor pone a nuestro alcance por simple soberbia o negligencia.