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A las doce y veinticinco de la mañana, del sábado día 10 de septiembre de 1960, el Jefe del Estado y generalísimo de los ejércitos, Francisco Franco inauguraba, en el muelle del este del puerto de La Coruña, la factoría bacaladera  P.E.B.S.A. (Pesquerías Españolas del Bacalao Sociedad Anónima) “Nuestra Señora del Rosario”.

La empresa Pesquerías Españolas del Bacalao S. A., fundada en Madrid el 6 de enero de 1939, en la calle Alcalá 21, era propiedad  de Pedro Barrié de la Maza, Conde de FENOSA, -que sería su presidente hasta 1971, año de su fallecimiento-, sin lugar a dudas, el empresario coruñés por excelencia del siglo XX, hoy olvidado por cometer el “enorme pecado y delito” de ser amigo y colaborador de otros coruñés ejemplar, el ferrolano Francisco Franco Bahamonde. La empresa PEBSA, que acometía la nueva inauguración de su factoría,  se había instalado en el puerto de La Coruña en 1943.

Esperaban al Jefe del Estado, el conde de Fenosa con el Consejo de Administración de la factoría, el ingeniero jefe del puerto de La Coruña y otras personalidades, así como los ministros del Ejército, Marina, Obras Públicas, Industria, Comercio, Educación Nacional, secretario general del Movimiento, Agricultura y Vivienda, que habían adelantado a la comitiva donde viajaba el Caudillo, que provenía del barrio de Someso, tras la inauguración de la escuela de formación acelerada.

El Generalísimo, tras saludar a los ministros y autoridades, realizó un recorrido por todas las instalaciones de la fábrica, deteniéndose especialmente en las naves de lavado, secado y enfardado del bacalao, escuchando atentamente las explicaciones que sobre todo el proceso industrial le fueron dadas por el presidente de P.E.B.S.A., conde de Fenosa; consejero director gerente la entidad, marqués de Casa Pizarro, y por el director de la factoría, Guillermo Álvarez Alonso.

Terminada la visita, el Caudillo, ministros y personalidades fueron obsequiados por el Consejo de Administración de P.E.B.S.A. con un vino español, que fue servido en la sala de Juntas y en varias oficinas de la empresa.

El conde de Fenosa agradeció vivamente al Jefe del Estado su presencia en el acto inaugural de la nueva factoría. Por su parte el Jefe del Estado  felicitó efusivamente al señor Barrié de la Maza, por esa nueva e importante industria que, bajo su orientación y dirección, se había  creado en La Coruña y que tan beneficiosa iba ser para la economía de España, ya que con el gran aumento  experimentado en la flota bacaladera, esa nueva factoría, con las otras ya existentes, iban a abastecer por completo el mercado nacional de bacalao, sin que fuese preciso recurrir a realizar importaciones del producto con el consiguiente abaratamiento de pago de divisas para las arcas de la hacienda pública española. La bacaladera coruñesa se encargaría de  elaborar y preparar hasta un 25 por 100 del bacalao, que se consumía en España, exportándolo también a Portugal.

Factoría PEBSA en el muelle del Este de La Coruña.

Enclavada en el Muelle del Este del puerto de La Coruña, ocupaba una superficie de 5.784 metros cuadrados, construida sobre un rectángulo de 146 metros de largo por 36 de ancho. La superficie total edificada era de 18.025 metros cuadrados. Estaba dotada de los medios más modernos que la convertían en una de las mejores del mundo

Desde octubre del año 59, la factoría había recibido importantes cargamentos de bacalao de Terranova, llegados en buques nodrizas y en bacaladeros. Estaba preparada para recibir un cargamento completo de pesca, de 24.000 toneladas anuales.

La primera y tercera plantas de la factoría se destinaron a cámaras frigoríficas, con una capacidad para albergar 13.500 toneladas de pescado fresco. En la segunda planta se hallaban los lavaderos, túneles de socado y la nave de enfardado. La factoría contaba para su uso con tres transformadores, uno de 500 kws  y dos de 300; tres calderas de agua caliente para los elementos de calefacción de los túneles, catorce compresores de amoníaco para la refrigeración de las cámaras; instalación completa de bombas y tuberías para los servicios de agua dulce y salada; montacargas y ascensores para la comunicación, entre sí, de las distintas plantas.

La empresa bacaladera coruñesa poseía además una importante flota pesquera que surcaría durante años el mar  Atlántico, faenando en las zonas  de Terranova, Islandia y Groenlandia, con barcos como  los “Arosa” IV-V-VI-XI-XII-XIV-XV, “Pescanex I y II”, “Brincador”, “Arriscado”, “Cernella” y “Farfalleiro”.

El Caudillo y su séquito abandonaron la factoría alrededor de la una y cuarto de la tarde, siendo despedido por los ministros, personalidades y Consejo de P.E.B.S.A., que le acompañaron durante su visita, en el curso de la cual los empleados y obreros hicieron objeto al Generalísimo de constantes muestras de adhesión y cariño, despidiéndole con vítores y aplausos.

A su paso por las calles coruñesas, el Jefe del Estado fue objeto de constantes aclamaciones por parte de las numerosas personas que presenciaron el recorrido de la comitiva.

Antes de inaugurar la factoría bacaladera, a las once de la mañana, el Generalísimo Franco había inaugurado en las Jubias, el internado de San José de Calasanz, dependiente de la Junta Provincial de Protección de Menores.

El Caudillo llegó ante la puerta del edificio, que se encontraba adornado con profusión de colgaduras, gallardetes y reposteros, minutos antes de las once de la mañana, acompañado por el teniente general Carlos Asensio Cabanillas, primer jefe de su Casa Militar. En otros coches lo hicieron el ministro de Obras Públicas, señor Vigón; almirante secretario general de la Jurisdicción Central de Marina, Pedro Nieto Antúnez; primero y segundo jefes de la Casa Civil, conde de Casa de Loja y señor Fuertes de Villavicencio, respectivamente, y ayudante de campo del Caudillo.

Al descender del vehículo, el Generalísimo fue saludado por las personalidades que lo aguardaban, entre ellas el ministro de Justicia, señor Iturmendi: capitán general de la Octava Región Militar, Teniente General Camilo  Menéndez Tolosa; capitán general de la Región Aérea Atlántica, Teniente General Fernández de Longoria; gobernador civil, señor Martín Freiré; Obispo Auxiliar de Santiago, doctor Novoa Fuentes; presidente de la Audiencia Territorial y de la Junta Provincial de Protección de Menores, señor Rodríguez Suárez; alcalde de La Coruña, Sergio Peñamaría y otras autoridades y representaciones locales.

El Caudillo, antes de entrar en el edificio, se detuvo a contemplar a los niños internados en el colegio formados ante la explanada, y que prorrumpieron en una cariñosa ovación ante la visita que les hacía el Jefe del Estado. Seguidamente, el Caudillo de España y sus acompañantes entraron en el edificio donde el generalísimo fue cumplimentado por el presidente del Consejo Superior de la Obra de Protección de Menores, Rafael Rubio.

A continuación, el Generalísimo asistió a la ceremonia de bendición de las instalaciones, que fue oficiada por el obispo auxiliar de Santiago, doctor Novoa Fuentes, y luego recorrieron todas las dependencias del inmueble.

Finalizada la inauguración, el Caudillo y séquito se trasladaron a la Escuela de Formación Profesional Acelerada, cuyo edificio situado en Someso, iba a ser igualmente inaugurado por el Jefe del Estado.

En la Escuela de Formación Profesional Acelerada, esperaban al Generalísimo Franco los ministros del Ejército, Marina, Industria, Comercio, Educación Nacional, secretario general del Movimiento, Agricultura y Vivienda. También se hallaban presentes el Consejo Provincial del Movimiento en pleno, el delegado provincial de Sindicatos y otras, representaciones.

Al llegar el Generalísimo al recinto de la Escuela, el público, estacionado en los alrededores, le hizo objeto de un cariñoso recibimiento entre vítores y aplausos.

Al descender el Caudillo de su automóvil fue saludado por el ministro Secretario general del Movimiento José Solís y a continuación, el Generalísimo se dirigió al salón de actos, donde el obispo auxiliar de Santiago bendijo las instalaciones.

Escuela de Formación Acelerada de la Coruña.

Seguidamente le fue mostrada al Generalísimo la maqueta del edificio y, a continuación, acompañado de los ministros y séquito, se trasladó a una de las aulas de la escuela, deteniéndose ante los trabajos que en aquellos momentos efectuaban los trescientos alumnos admitidos en el primer curso acelerado de seis meses.

De nuevo en el salón de actos, el Caudillo ocupó la presidencia, en compañía de los ministros de su Gobierno, En el auditorio se hallaban, además de las diferentes autoridades un gran número de alumnos de la escuela.

El ministro general del Movimiento pronunció unas palabras en las que resaltó la importancia de esos centros de formación profesional acelerada, como el que se inauguraba y dijo que ya se estaban formando en La Coruña 300 hombres que iban a servir, en un plazo muy inmediato y de una forma mejor, a la Patria. Se refirió después a las finalidades de los centros de formación profesional acelerada y manifestó que, con su inauguración, la Organización Sindical no hacia otra cosa sino cumplir las consignas del Caudillo.

Expresó también que la idea de crear esas escuelas había nacido, en realidad, en Galicia, hablando un día con el Jefe del Estado sobre los muchos hombres que desde el campo se trasladaban a las ciudades en busca de trabajó en las industrias, hombres que llegaban sin formación alguna, simplemente como peones, y que gracias a esos centros se convertirían en cualificados especialistas, en beneficio de la industria y de España. Las palabras del señor Solís fueron muy ovacionadas.

A continuación, él Caudillo, entre gritos de ¡Franco! ¡Franco! vítores y aclamaciones de los asistentes, pronunció el siguiente discurso:

“Solamente unas palabras para felicitar a la Organización Sindical y agradecer a los cuadros ocupados en poner a punto la enseñanza laboral en estos centros el entusiasmo puesto al servicio de esta obra, de la que es muestra la Escuela que acabamos de visitar.

Yo creo que entre las muchas realizaciones del Movimiento Nacional, quizá las más destacadas sean estas realizaciones sociales, entre las que sobresalen las Escuelas de Formación Profesional Acelerada.

El Movimiento Nacional tiene muchas dimensiones, pero una de las más destacadas es la que abarca lo espiritual, lo cultural y lo social. La obra se presentaba difícil. El atraso de España era evidente. Solamente al contemplar las masas de trabajadores sin formación anterior, en las que hay que acelerar el proceso de su instrucción, se puede comprender mejor la base aquella de que partimos. Y este atraso tenemos que ganarlo nosotros y lo ganaremos, lo que sería imposible sin el Movimiento Nacional. Y al decir el Movimiento Nacional no me refiero al hecho histórico de nuestra Cruzada, sino como movimiento político.

No basta la fortaleza, no bastan los gobiernos, no bastan siquiera la estabilidad y la unidad; hace falta la existencia de una doctrina política, un fervor y un entusiasmo políticos; no basta con hacer cumplir el estricto deber, si no adelantar más; es preciso la vocación, la fe; es necesario crear. Porque el Movimiento Nacional cree en esta gran obra, es capaz de esas realizaciones. Y no bastaría siquiera contar con esa minoría inasequible al desaliento si no tuviese una doctrina en constante proceso de perfeccionamiento. Solo con una definición clara de cuáles han de ser nuestros empeños es posible la realización de esta gran obra.

Y esta obra alcanza en España dimensiones para muchos insospechadas. Hace unos momentos inaugurábamos un centro de la Organización de Educación de Menores. Son cincuenta ya los que hay en España en este orden, que salvan a una parte muy importante de la infancia abandonada, evitando su perdición. En España existe muy poca delincuencia infantil, y es así porque hay religión y familia y además estos centros para encauzar a aquellos muchachos en trance de perderse.

Existía también, como decíamos, un abandono en la formación y especialización de nuestros obreros. Y todo esto hemos de mirarlo en dos aspectos: en el de las generaciones nuevas, a las cuales hemos de formar en las escuelas, universidades y centros de formación profesional corrientes, y en el de los hombres ya hechos, los que han sufrido el abandono de los años anteriores y a los que tenemos que transformar rápidamente.

Y para eso están las Escuelas de Formación Acelerada. Por tanto, en todos los aspectos que miremos el horizonte nacional, ya sea en el cultural, en el del campo, en el industrial -todo ello compone la obra del Régimen-, se advierte un feliz despertar, una gran vitalidad, que eleva el nivel de vida de los hombres, que persigue su bienestar social y un afán por transformar a España para que pueda ser nación grande y ejemplar entre naciones de Europa.

¡Arriba España!”

Esa misma noche la corporación municipal de La Coruña con su alcalde al frente, le ofrecía al Caudillo y esposa la anual cena de gala que se había iniciado en 1946.

El Jefe del Estado Generalísimo Franco y su esposa Carmen Polo, junto al alcalde de La Coruña Sergio Peñamaria y su esposa, presiden en el palacio Municipal la cena de Gala que el ayuntamiento de la Coruña ofrecio al jefe del Estado. 

El Jefe del Estado y esposa hicieron su entrada en La Coruña, procedentes del Pazo de Meirás, a las diez y veinticinco de la noche. Su llegada fue anunciada con el tronar de numerosas  bombas de palenque. En todo el trayecto hasta la plaza de María Pita, los coruñeses y forasteros dispensaron al Generalísimo un extraordinario recibimiento con constantes aplausos y vítores. La plaza de María Pita, atestada de gente, ofrecía espectacular aspecto, brillantemente iluminada y adornada con banderas y gallardetes.  

En el vestíbulo del Palacio Municipal, el Jefe del Estado y esposa, fueron recibidos por los ministros del Gobierno que se encontraban en La Coruña, miembros de la Corporación municipal, presididos por el alcalde Sergio Peñamaría  y autoridades nacionales, regionales, provinciales y locales. 

El Caudillo, su esposa, ministros y autoridades se dirigieron al despacho oficial de la Alcaldía, donde descansaron breves instantes. Poco después, se formó la comitiva para dirigirse al salón del Palacio Municipal donde se celebró la cena de gala. Durante la cena actuaron varios artistas que participaban en el encuentro  “Música en Compostela” y otras agrupaciones coruñesas. 

Entretanto, en la Plaza de María Pita, en donde la multitud fue engrosando, se celebró una fiesta popular en la que participaron todas las agrupaciones folklóricas de La Coruña. 

Terminada la cena, el Jefe del Estado y su esposa se dirigieron a otro salón del palacio municipal, seguidos de las autoridades y personalidades, para tomar el café, y a continuación, presenciaron una fantástica sesión de fuegos de artificio desde el balcón principal de la Casa Consistorial, en donde al aparecer, el público les aplaudió con entusiasmo.  El Generalísimo y su esposa tuvieron que correspondieron  repetidamente con saludos a las manifestaciones y aclamaciones de la multitud. La espectacular sesión finalizó con un gran castillo de fuegos, donde lucieron en el cielo coruñés  el Víctor del Caudillo y con letras de los colores nacionales, el nombre de Franco, entre los grandes aplausos de la multitud,   

Pasaban algunos minutos de las doce y media de la madrugada cuando el Caudillo y su esposa Carmen  abandonaron el palacio Municipal, arropados por las Harley Davisson de su escolta,  entre el cariño y adhesión de los miles de coruñeses, que tanto en la plaza de María Pita como en las avenidas por donde discurrió el paso del vehículo del Jefe del Estado, con destino a su residencia del pazo de Meirás, le despidieron  con grandes aplausos y gritos de  ¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco! 

PD/ La factoría PEBSA, que el Jefe del Estado Generalísimo Franco inauguró en septiembre de 1960, despareció en 1997, al ordenar la comisión Nacional del mercado de Valores la suspensión de  su cotización en bolsa con fecha 16 de diciembre. La empresa había entrado, en marzo de 1990, en una gravísima crisis  que le obligó a presentar  suspensión de pagos, al no alcanzar un acuerdo con la Caja de Ahorros de Vigo, a la que PEBSA le adeudaba 600 millones de pesetas. Lamentablemente la deuda seguiría aumentado  llegando a ser de 10.000 millones de pesetas.

PEBSA  durante años se había convertido en una empresa modélica, una de las industrias con mayor pujanza de Galicia, liderando el mercado europeo con una importante flota de buques propia que faenaban en caladeros de medio mundo, exportando más de la mitad de su producción de Bacalao  a países como Italia, Portugal,  Brasil, Puerto Rico, y  Congo.

Al año siguiente de la muerte de Generalísimo Franco, la empresa facturó más de seiscientos millones de pesetas

Al  fallecer en 1971 Don Pedro Barrié, este sería sustituido por José Alberto Barreras, quien se haría con un paquete de acciones correspondientes al 36% de la empresa, convirtiéndose en el mayor accionista. Tras ello vendría la gran crisis de la flota española con la ampliación por parte de diferentes países de sus aguas territoriales, así como los cupos permitidos de pesca, unidos a la deficiente  dirección del nuevo propietario. Todo aquel cúmulo de circunstancias conseguiría herir de muerte a la bacaladera, que finalizaría en una operación de quiebra voluntaria, cerrándose la empresa y subastándose sus bienes.

En octubre de 1997, la autoridad portuaria de la Coruña aprobaba la demolición de la otrora modernísima factoría, sin duda la mejor de Europa en su género, con motivo de las obras de construcción del muelle del centenario. La piqueta haría desaparecer para siempre, en marzo de 1998, aquella fábrica de las Pesquerías Españolas del Bacalao, que fue el orgullo de La Coruña, Galicia y España. Fue sin duda lamentable. Otro dislate más de vil desmantelamiento de la industria española.

Otro si: escribo este artículo, al amparo de la infecta, malvada, canallesca, mentirosa, sectaria, llena de odio, profanadora de cadáveres, ley de memoria democrática, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”. ESTA ES MI MEMORIA.

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Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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