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Ha llegado el día. Los italianos decidirán hoy domingo a sus 400 representantes en la Cámara de Diputados y a los 200 del Senado. Según todas las encuestas, el bloque de centro derecha encabezado por Fratelli d’Italia, con un 27% de intención de voto, La Lega, con un 12%, y Forza Italia con un 7%, obtendría la mayoría absoluta en ambas cámaras. El sistema electoral italiano, estrenado en 2018 y bautizado como Rosatellum por el diputado Eltore Rosato del Partido Democrático que propuso la reforma, se basa en un procedimiento mixto para favorecer la implantación de bloques y beneficiar a los partidos con mayor expansión territorial. En este caso con el centro derecha unido y la izquierda dividida, favorece claramente al bloque de Giorgia Meloni. Un 36% de los escaños (147 diputados y 33 senadores) son elegidos por mayoría en las circunscripciones, y un 62% (245 diputados y 122 senadores) se eligen por voto proporcional en las listas de los partidos. El 2% restante (8 diputados y 4 senadores) corresponde al voto de los italianos residentes en el extranjero. Gracias a este sistema, que fue promovida por la izquierda, el centro derecha podría lograr una mayoría constitucional de dos tercios.
Sin embargo, esto no es nuevo. No se trata, como algunos pretenden, de un fenómeno causado por la caída del gobierno Draghi, una repentina radicalización del electorado italiano o una injerencia rusa. La tendencia en las encuestas a favor de la mayoría del centro derecha no ha variado en los últimos años y la suma de FdI y La Lega alcanzaba el 40% de la intención de voto, razón por la que estas elecciones se han demorado tanto. La diferencia es que antes el partido de Matteo Salvini era el primero en la coalición y ahora ese lugar lo ocupa Giorgia Meloni. La decisión de Fratelli d’Italia de permanecer fuera del gobierno de concentración de Mario Draghi convirtió al partido de Meloni en la única fuerza de la oposición, lo que explica su aumento en intención de voto en detrimento de La Lega.
¿Cuál ha sido la respuesta de la izquierda a este giro a la derecha? Como no podía ser de otra manera, la izquierda italiana no ha sido capaz de unirse ni de presentar propuestas para los acuciantes problemas de la sociedad italiana. La respuesta de la izquierda ha sido desatar una campaña de odio contra la derecha y sacar el comodín de Mussolini. Todo vale, desde usar declaraciones de Giorgia Meloni cuando tenía diecisiete años, a calificarla de “fascista”, “patriarcal”, “machista”, “reaccionaria”, etc. El gobernador de Apulia, Michele Emiliano del Partido Democrático, afirmó que su región sería el Stalingrado de Italia: “no pasarán, pase lo que pase, les haremos escupir sangre”. Este odio ha tenido consecuencias, pero esas consecuencias no suelen llegar a los medios de comunicación. En Milán y en otras ciudades, los puestos informativos de FdI han sufrido ataques violentos por parte de grupos de extrema izquierda y al menos 50 militantes de La Lega han sufrido agresiones durante la campaña, algunos incluso han sido hospitalizados. Pero esto no es noticia.
La posible victoria de Giorgia Meloni no sólo ha iniciado una campaña de odio en Italia, sino que ha abierto las puertas del infierno en los principales medios de comunicación europeos. Meloni es también la presidente de ECR, el grupo de Conservadores y Reformistas en el parlamento europeo, y su llegada al poder representaría un verdadero cataclismo político para la izquierda y los liberales al servicio de Bruselas, por lo que estos han dado rienda suelta a sus terminales mediáticas. El mejor ejemplo lo tenemos en el semanario alemán “Stern”, que presenta a Giorgia Meloni como “la mujer más peligrosa de Europa. La posfascista Giorgia Meloni puede ganar las elecciones con la ayuda de los amigos de Putin. Esto tendría consecuencias extremas para nosotros”. La idea de vincular a Giorgia Meloni con Vladimir Putin ha sido repetida una y otra vez por los medios de comunicación, cuando en realidad, Fratelli d’Italia es un partido declaradamente atlantista. En una entrevista que hice al senador Giovanbattista Fazzolari, el responsable del programa político de FdI fue muy claro: “En cuanto a la guerra en Ucrania, es importante decir que ECR está claramente en defensa de la libertad y la soberanía de Ucrania contra el imperialismo neosoviético de Putin”. Pero da igual, la verdad no importa cuando vendes propaganda. Y la verdad es que “Stern” y muchos otros olvidan intencionadamente que han sido las políticas de los socialdemócratas y los verdes alemanes, la izquierda vendida al rublo y a los sillones de administración de Gazprom, las responsables de la dependencia energética europea del gas ruso.
Lo más indignante es que los mismos que hablan hasta la saciedad de la injerencia rusa son los mismos que, sin el menor pudor, tratan de influir en las elecciones mediante todo tipo de amenazas. La última voz en advertirnos del apocalipsis que representaría un gobierno conservador en Italia ha sido la de la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: “Veremos el resultado de las elecciones en Italia. Si las cosas se tuercen, tenemos herramientas como en el caso de Polonia y Hungría”. A pesar de no haber sido votada por nadie, Von der Leyen sabe cómo tienen que votar “bien” los italianos y dispone de las “herramientas” para corregir su voto si es necesario. Esta soberbia de Bruselas tampoco es nueva, recordemos al popular González Pons sobre Polonia: “Intentaremos ayudar a la sociedad polaca con el cambio de régimen, ya que el gobierno no parece ser bueno para Polonia”. Parece que los polacos, los húngaros y ahora los italianos, no saben votar. En los despachos de Bruselas están muy nerviosos por el giro a la derecha y al sentido común que se está dando en toda Europa, ayer en Suecia, hoy posiblemente en Italia y mañana quién sabe.
En la famosa canción Avanti Ragazzi di Buda, convertida en un auténtico himno dedicado a los héroes de la revolución de 1956 que se levantaron en Hungría contra el totalitarismo comunista, se ensalza el valor de los húngaros peleando por su libertad, el valor de los jóvenes que perdieron el miedo a enfrentarse al poder establecido. Ahora los italianos tienen la posibilidad de vencer al miedo, de enfrentarse a lo políticamente correcto, de recuperar su patria de las manos que la vendieron a los globalistas de Bruselas por treinta monedas de plata. Esperemos, por todos los que creemos en que otra Europa es posible, que así sea, y que esta noche celebremos el valor y el amor por la libertad de nuestros Ragazzi di Roma.
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