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Entrevista al brillante escritor y analista cinematográfico Fernando Alonso Barahona con motivo de la publicación de su último libro: Falange. Historia, cine y cultura (SND Editores, 2023)
La publicación de Falange. Historia, cine y cultura llega un año después de que Fernando Alonso Barahona escribiera El cine español en la era de Franco (1939-1975) (SND Editores, 2022)
Falange. Historia, cine y cultura es un estudio imparcial y completo sobre la historia de Falange Española, un partido político fundado por José Antonio Primo de Rivera, en el que hace especial hincapié a los aspectos históricos, cinematográficos y culturales
Fernando Alonso Barahona es uno de los escritores y analistas cinematográficos más prestigiosos que tenemos en España. Siempre que hablo sobre él me viene a la mente una frase que pronunció en la primera entrevista que le realicé, donde me adentré en la intensa obra y trayectoria profesional de un autor cuyo reto literario prioritario es la siguiente obra: «Me gustaría dejar alguna huella en el recuerdo de alguien. Lo que no es poco». Los primeros recuerdos cinematográficos de Fernando son las primeras películas que sus padres le llevaron a ver en las salas de cine. Y fueron Los diez mandamientos, El Cid y El Álamo. Fernando todavía no conocía a los actores protagonistas (John Wayne, Charlton Heston, Sophia Loren, Yul Brynner), pero estos tres filmes le dejaron huella (la misma que quiere dejar en la memoria de sus lectores) y, en la actualidad, siguen siendo sus favoritos. Literariamente, Fernando recuerda que durante su adolescencia las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, los relatos de Sherlock Holmes y las obras completas de Vicente Blasco Ibáñez fueron las obras que más le llamaron la atención, las que leyó con más cariño. Fernando define su carrera profesional como «un jardín de senderos que se bifurcan». Por un lado, su profesión jurídica y los puestos que he desempeñado en varias administraciones públicas. Y en paralelo, la literaria. Aunque en apariencia pueden parecer mundos opuestos, para él son complementarios. No puede vivir sin ambos mundos.
Me resulta bastante complicado definir a una persona de la importancia y calidad intelectual de Fernando Alonso Barahona. Porque me consigue impresionar nuevamente cada vez que vuelvo a repasar su extenso currículum antes de entrevistarlo: Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, Técnico Superior de la Comunidad de Madrid, escritor, novelista, poeta, ensayista, dramaturgo, crítico de cine, ferviente estudioso de la historia del séptimo arte, jurado de los Premios Nacionales de Literatura y Teatro… El autor de Falange. Historia, cine y cultura (SND Editores, 2023) ha publicado más de 40 libros individuales (la mayoría de cine, aunque también ha cultivado la novela, la poesía y el teatro con igual fortuna), además de haber participado en una gran cantidad de obras colectivas. Su prestigiosa bibliografía posee episodios imprescindibles para todo el que quiera sumergirse en el maravilloso mundo de la cultura. Una obra variada, amplia y fascinante, sobre la que me podría pasar horas y horas hablando, realizada por un autor infatigable que no cesa en su empeño de estudiar, investigar y analizar, hasta el más mínimo detalle, todos los elementos que forman parte de la historia, el cine y la cultura. Entre sus libros destacan los dedicados a estrellas de Hollywood tan importantes como John Wayne, Charlton Heston, Gary Cooper o Sean Connery. Resulta casi imposible escribir bien sobre cine sin haber leído anteriormente algunas de las obras de Fernando.
Vivimos un momento complicado y marcado por una ola de revisionismo histórico-político que tiene como objetivo ensuciar la civilización occidental. Relatos revisionistas cuyos objetivos principales no son la investigación histórica, sino la confrontación política. Fernando Alonso Barahona cree que este proceso de reescritura histórica, cuya finalidad es más política que científica, se debe «a la ignorancia de los mediocres que no saben historia y no aprecian la belleza. A los sectarios que quieren acabar con la identidad de la cultura occidental, la libertad y nuestro modo de vida. No lo conseguirán. La cultura occidental es fruto de Roma y Grecia, ambas fecundadas por el cristianismo. Yo me siento orgulloso y a la vez heredero de esa cultura, filosofía y visión de la vida. Con sus errores y virtudes, pero es la nuestra y no creo que sea superada por ninguna otra. El pensamiento único y la corrección política (tremendas formas de censura) asaltan la libre creación. No vivimos en el mejor mundo para el artista. Mi admiración va hacia personalidades que han sabido crear un mundo propio y transmitirlo: Luis Alberto de Cuenca, Juan Manuel de Prada, Juan Pinzás, Arturo Pérez-Reverte, Fernando Savater, Miguel Ángel de Rus, Clara Sánchez…».
Falange. Historia, cine y cultura es un libro para lectores tolerantes y benévolos con los demás, al margen de sus ideas y opiniones; personas que tienen un interés real por aprender y experimentar cosas nuevas; amantes de la historia, el cine y la cultura dispuestos a ver las cosas de una forma lo más objetiva e imparcial posible. Vuelvo a repetir lo que dije en la última entrevista que le hice a Fernando Alonso Barahona con motivo de su extraordinario libro, El cine español en la era de Franco (1939-1975) (SND Editores, 2022): «Mucha gente tiende a juzgar con la mirada, los valores y el pensamiento del siglo XXI el cine realizado décadas atrás. Comenten un error que les impide disfrutar de una gran cantidad de películas (algunas de ellas son obras maestras) por culpa de la corriente revisionista y reinterpretativa que está tan de moda en los últimos años. Este supuesto razonamiento es totalmente inexacto y, sobre todo, estúpido. Con esto no quiero decir que cada persona no haga juicios de valor o etiquete estas obras. ¡Faltaría más! Todo el mundo es libre de pensar lo que quiera sobre un hecho concreto o el momento histórico en el que se estrenó una determinada película. Lo que busco es demostrar que en estos tiempos juzgar sin pensar o reflexionar, y con cierta frivolidad, actos ocurridos hace unas décadas debe estar acompañado de una visión crítica y seria, objetiva e imparcial, y ante todo próxima al momento del que se intenta opinar.
Lamentablemente, estos análisis críticos están llenos de convencionalismos, prejuicios y arbitrariedades positivas y negativas en la misma proporción. La función del analista cinematográfico debe consistir en generar un pensamiento crítico basado en la veracidad (aunque muchas veces se pueda dejar llevar un poco por la subjetividad) y abundantemente argumentado. Al no tratarse de una ciencia cien por cien exacta, el cine origina multitud de puntos de vista diferentes, todos ellos correctamente apropiados cuando están perfectamente razonados. Hay que tener una mente abierta, ser receptivo a nuevas ideas y opiniones distintas, para tratar de abandonar las pasiones internas, las ideologías políticas y los sentimientos más elementales para poder conseguirlo.
Una vez abandonados todos los tópicos, estereotipos y juicios de valor se podrá comprender de verdad el cine y toda la historia que lo rodea. Las argumentaciones superficiales y triviales solo sirven para dar respuestas que carecen de valor. Solo un estudio detallado y la comprensión del instante que se desea analizar y juzgar conduce al análisis crítico sincero y correcto. Pretender comprender el cine y su historia a través de una mirada actual supone una deficiencia enorme. Hay que quitarse de una vez por todas el antifaz absurdo de la contemporaneidad. Así se podrán entender de una manera más profunda una serie de cuestiones que, a simple vista, pueden parecer polémicas. Olvidarse de las respuestas fáciles y tratar de profundizar más en todos los asuntos es la base de la objetividad». Y esto es lo que ha vuelto a hacer Fernando Alonso Barahona en su último libro, Falange. Historia, cine y cultura: desprenderse completamente de todas esas ataduras para ofrecerles a los lectores una obra lo más completa posible sobre la historia socio-cultural de un partido político al que se ha juzgado de manera imparcial sin conocer sus orígenes. El miedo a ser juzgado está intensamente arraigado en los seres humanos. Juzgar a alguien es muy sencillo cuando no somos nosotros los juzgados. Por esta razón, juzgar te define, muestra tu verdadera naturaleza, y ser juzgado te hace más fuerte.
Pregunta. ¿Qué te motivó a escribir un libro sobre la historia de Falange y su importancia en la cultura española?
Respuesta. Tras la publicación en abril de 2022 de El cine español en la era de Franco (1939-1975), Álvaro Romero (SND Editores) me propuso un libro sobre cine y Falange. Me di cuenta enseguida de que era una oportunidad extraordinaria para profundizar en la esencia cultural profunda de José Antonio Primo de Rivera (24 de abril de 1903, Madrid-20 de noviembre de 1936, Alicante) y de Falange, ya que su presencia en el cine como tal es muy reducida y acepté la propuesta. No me parecía atractivo dedicar páginas y páginas a Rojo y negro (1942), de Carlos Arévalo, y a media docena más de películas, sino analizar, con perspectiva global, la historia, la cultura, los artistas, la evolución política, social y artística del Movimiento Nacional de Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. En la actualidad, son temas poco conocidos y a menudo ignorados, pero creo pueden interesar mucho al lector contemporáneo independiente y sin prejuicios ideológicos.
P. ¿Qué se van a encontrar los lectores en Falange. Historia, cine y cultura?
R. Cultura, creación, política, historia, todo confluye en las páginas de una obra que aspira a dibujar de forma objetiva una realidad que inevitablemente se torna subjetiva cuando es analizada. La actualidad, la fascinación, el interés que continúa despertando la figura de José Antonio Primo de Rivera hasta el mismo mes de abril de 2023, en una acción incalificable, justifican el interés por una figura muy citada, aunque pocas veces entendida en su profundidad.
P. ¿Cuáles fueron los motivos principales de la fusión de Falange con las JONS
E. Claramente la necesidad de unificar fuerzas, los grupos jonsistas de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos compartían muchos puntos en común con José Antonio. La unidad se imponía por estrategia y coincidencia básica de idearios.
P. ¿Nos puedes enumerar las influencias extranjeras del falangismo?
R. José Antonio resumirá de forma palmaria su posición:
«La Falange Española de las JONS ha logrado convertirse en el único movimiento fascista en España, lo cual era difícil, habida cuenta del carácter individualista del pueblo. Su fusión con las viejas JONS es tan perfecta que el fundador de las JONS [Ramiro Ledesma Ramos] fracasó hace algunos meses cuando trató de separarlas».
Informe de José Antonio Primo de Rivera sobre la coyuntura política española en 1935, destinado al conde Ciano. Reproducida en el tomo XII de la Historia de España dirigida por el historiador Manuel Tuñón de Lara: Textos y documentos de historia moderna y contemporánea (siglos XVIII-XX) página 447.
Desde luego, el informe anterior hay que ponerlo en conexión con su declaración de 19 de febrero de 1934:
«Por otra parte, la Falange Española de las JONS. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas».
No hay contradicción entre ambas manifestaciones. Por encima de polémicas es necesario realizar algunas reflexiones históricas:
- En toda la década de los treinta del siglo pasado, y al menos hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el fascismo italiano era un movimiento moderno, admirado por muchos y en algunos aspectos incluso de moda por sus éxitos iniciales de gestión. Nos referimos, naturalmente, al espacio no comunista (el otro gran modelo que, poco a poco, iba ocupando el territorio de la Internacional Socialista). Mussolini era para muchos el gran líder del momento (recordemos que Hitler no llega al poder hasta enero de 1933 y hasta 1934 no convierte a Alemania en una dictadura).
- Aunque Mussolini estuviera orgulloso de servir como modelo a otros movimientos, resulta excesivo y reduccionista calificar de fascistas a todos los movimientos de las terceras vías que surgen en los años treinta. El rexismo, movimiento político liderado por León Degrelleque se desarrolló durante la primera mitad del siglo XX en Bélgica, la Guardia de Hierro, movimiento político rumano fundado por Corneliu Zelea Codreanu, el nacionalismo austriaco del político de ideología socialcristiana Engelbert Dollfuss. Al ser el fascismo italiano el primero en el tiempo y alcanzar el poder en 1922 resultaba cómodo calificar de fascista a cualquier otro movimiento europeo similar. Sin embargo, resulta evidente que cada nación tuvo sus características especiales. Jose Antonio lo expresa de forma rotunda: cada día se van adquiriendo sus caracteres peculiares. Y al contrario que el comunismo que proclama la revolución universal, los movimientos de la tercera vía ponen el acento en su propio nacionalismo y dejan en muy segundo plano ese concepto peligroso del internacionalismo.
P. ¿Quién fue en realidad José Antonio Primo de Rivera?
R. El trazo de la trayectoria vital de José Antonio Primo de Rivera es, sin duda, fascinante. Pero también resulta alucinante la historia dolorida, tremenda, de la organización política que él fundó, destrozada por los avatares de la guerra civil: José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma Ramos, Julio Ruiz de Alda, Fernando Primo de Rivera fueron asesinados. A excepción de Raimundo Fernández Cuesta, Rafael Sánchez Mazas y Manuel Valdés Larrañaga (que pasaron muchos meses en las cárceles republicanas), quitaron de enmedio a toda su cúpula directiva y fundadora.
Podemos rescatar a vuelapluma las trayectorias que la Falange y su fundador vivieron en apenas tres años de existencia. Conociendo la esencia de su movimiento, de su historia íntima, de sus alternativas dibujadas, estaremos en condiciones de comprender su propuesta cultural en literatura, cine, teatro o pensamiento. Y, desde luego, las dificultades terribles que tuvieron que lidiar en todos los escenarios para llevar a cabo las ideas y los proyectos.
¿Cuál fue la esencia vital y cultural del movimiento creado por José Antonio Primo de Rivera? ¿Estuvo siempre parejo con la peripecia política o acaso tenía personalidad propia y potencialidad de supervivencia más allá de aquella? La reflexión no es baladí por cuanto su fundador nunca consideró que Falange fuese tan solo un partido político más. De ahí la acertada definición de Marco Penella: «antipartido». Pese a sus contradicciones eventuales, fruto de una doctrina inacabada, y a su historia tremenda, que, seguramente, concluye, en cuanto a partido político en abril de 1937, lo cierto es que su influencia, simbología y estilo de pensamiento ha cruzado otras muchas décadas y fascinado a no pocos intelectuales y artistas, prueba de que los límites de la política, siempre temporales y discutibles, se les quedaban pequeños.
P. ¿Qué rasgos de personalidad destacarías del fundador de Falange?
R. El factor humano es vital en la historia. Ricardo de la Cierva recordaba la importancia de conocer las circunstancias personales de muchos hechos políticos o decisiones de calado. Amor, odio, amistad, envidias, recelos, accidentes, salud, enfermedades, despechos… La historia —José Ortega y Gasset y Julián Marías también lo han analizado con precisión— es razón histórica. En otras palabras, una razón vital insertada en una narración. Y la vida en un continuo quehacer en el que influyen mil clases de circunstancias.
A vuela pluma es interesante humanizar la personalidad de ese José Antonio que ama con pasión a una dama de alta alcurnia, pero cuya boda cuenta con la oposición del padre, romances pasajeros, deseos de formar una familia (como le cuenta a su tía en las cartas finales de su vida: «Si salgo de la cárcel a lo mejor podría haber un proyecto sacramental», escribe refiriéndose al matrimonio), los compañeros de soltería como Serrano, las clases de natación y las conversaciones con Valdés, las poesías recitadas en la corte literaria, los sueños de una España mejor y a la vez la sensación de angustia por el futuro. José Antonio pensó en dejarlo todo —como le contó en confidencia a Valdés— pero le ataban los muertos. Los jóvenes que habían dado su vida por seguirle, ya que muchos de ellos seguramente no sabían con exactitud lo que era la doctrina que su fundador creaba y matizaba cada día.
La actividad política y la lectura de discursos de mítines es indiscutiblemente una parte importante, aunque es cierto que de esa confianza personal que, en mayor o menor grado, tuvieron sus hermanos, Raimundo, Serrano, Valdés, Ridruejo, Ruiz de Alda y, tal vez, muy pocos más, solo ha quedado en sus recuerdos compartidos. Conocer a alguien solo a través de la historia es la limitación necesaria que padecen para siempre los que no fueron coetáneos.
P. Un grupo de historiadores sostiene que José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca mantuvieron una relación de amistad durante años. Otros, por su parte, niegan esta posibilidad por sus notorias diferencias ideológicas (He de aclarar que Lorca nunca estuvo metido en política, aunque sí estaba muy vinculado con la República. De hecho, fue funcionario en la Junta Nacional de Música y Teatro Lírico. Federico era republicano, pero no comunista ni socialista. No le interesaba demasiado la política y nunca fue a un mitin de ningún partido). ¿Realmente fueron amigos José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca?
R. El libro Rosas de plomo, de Jesús Cotta, trata de demostrar que existió esta amistad y se limita a un único testimonio, el del poeta vasco Gabriel Celaya: «José Antonio Primo de Rivera. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Pues te lo digo. Solemos salir juntos en un taxi con las ventanillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con él». No hay la menor prueba de la existencia de esa supuesta amistad y las fechas son difíciles de cuadrar.
El escritor y periodista falangista Felipe Ximénez de Sandoval, amigo de Lorca, autor de José Antonio. Biografía apasionada, reconocía que su querido José Antonio y Federico García Lorca podrían haber sido amigos, aunque no pudo ser. «A Federico García Lorca —a quien José Antonio admiraba extraordinariamente y de quien decía que sería el poeta de la Falange— no hubo modo de presentárselo, aun cuando una vez me invitara el jefe a ver Bodas de sangre en el Coliseum, y entráramos en el camarín de Lola Membrives para ver si estaba y conocerle».
Creo que es clara la admiración que José Antonio sentía por su poesía. Y, por supuesto, por la independencia y libertad de Lorca, que no se puede ceñir a lo que alguno de sus biógrafos izquierdistas han pretendido contar (En Granada Lorca estuvo refugiado en casa de los hermanos Rosales, falangistas). Puede ser posible que llegaran a saludarse. No obstante, el resto entra dentro de lo que Sandoval denomina como que pudo ser, pero no llegó a ser.
P. ¿Fue José Ortega y Gasset la persona que más influencia tuvo sobre el fundador de Falange?
R. Miguel Ortega, hijo primogénito del filósofo, y a quien tuve el honor de conocer en el Círculo Josefina Lobo (tertulias en la Gran Peña de Madrid en 2003), escribió:
«Sabía yo la admiración que José Antonio profesaba a mi padre y leí algunos de sus artículos y discursos en los que ya entonces advertí ideas y aun frases que correspondían inexcusablemente al pensamiento de mi padre, vertido en España invertebrada y en otras obras. Leí también su Homenaje y reproche a don José Ortega y Gasset. Fue José Antonio un gran lector de la obra de mi padre y algo más: un joven intelectual de corte orteguiano».
Ortega permaneció como el arquitecto ideal de la estructura filosófica joseantoniana que quedó sin terminar. Cuando el maestro falleció en 1955, a su entierro, en Madrid, acudieron y presidieron, además del alcalde de la capital Jose Finat, conde de Mayalde, Serrano Suñer y Dionisio Ridruejo, nada menos que tres ministros: Raimundo Fernández Cuesta, Arias Salgado, Joaquín Ruiz Gimenez.
Pero el tercer gran hombre de la intelectualidad hispánica estuvo mucho más cerca de Falange y se afilió al Movimiento, con todas las alharacas de la tradición medieval de los caballeros andantes: el escritor, ensayista, periodista, dibujante, filósofo y crítico de arte español Eugenio d,Ors (28 de septiembre de 1881, Barcelona-25 de septiembre de 1954, Villanueva y Geltrú). El filólogo e historiador Andreu Navarra dijo sobre Eugenio d’Ors en La escritura y el poder. Vida y ambiciones de Eugenio d’Ors: «Eugenio d’Ors es una fuente de maná para entender medio siglo de nuestra cultura».
P. ¿Es cierto que José Antonio Primo de Rivera pretendía que Falange tuviera un estilo propio, tanto estético como literario, y el movimiento político se concibiera como un movimiento poético?
R. «A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!» (Teatro de la Comedia de Madrid, 29 de octubre de 1933)».
Además, su autor escribió en ocasiones aisladas poemas que quedaron guardados en el corazón de la vida privada y seguramente bastantes de ellos pueden haberse perdido para siempre. En 2002 el poeta y editor Rafael Inglada publicó 11 poemas de José Antonio Primo de Rivera. José Antonio consideraba su producción poética como «un juego íntimo». De ella solo tuvieron noticia sus más allegados, entre los que se encontraban escritores como Rafael Sánchez Mazas y tal vez Dionisio Ridruejo, también poeta. Por otro lado, el libro Rosas de plomo, de Jesús Cotta, ha indagado en la conexión insospechada por muchos entre José Antonio y Federico García Lorca, teñida de admiración mutua. Conclusiones exageradas y no probadas del autor (la presunta amistad entre los dos), pero con un hecho cierto, la admiración que el poeta-político sentía por el poeta-artista.
La poesía como forma de comunicación, como temple del alma, el verso y la palabra para dibujar esa forma de ser de la que hablara Eugenio D’Ors. La belleza en la palabra escrita de José Antonio, tantas veces influido por Miguel de Unamuno y, sobre todo, Ortega y Gasset es una de las características de su verbo. Y tal vez una de las razones de su permanencia por encima de los avatares políticos.
P. Miguel de Unamuno definió así a José Antonio Primo de Rivera, tras haberse reunido con él y haber asistido incluso a un mitin de Falange: «Es un muchacho que se ha metido en un papel que no le corresponde. Es demasiado fino, demasiado señorito y, en el fondo, tímido para que pueda ser un jefe y, ni mucho menos un dictador». ¿Por qué ha sido la figura de este personaje tan vapuleada?
R. Francisco Bravo, jefe de la Falange en Salamanca, relata en su obra José Antonio. El hombre, el jefe, el camarada. Ediciones Españolas, S. A, 1940, páginas 34-37:
«José Antonio: Yo quería conocerle, don Miguel, porque admiro su obra literaria y sobre todo su pasión castiza por España, que no ha olvidado usted ni aun en su labor política de las Constituyentes. Su defensa de la unidad de la Patria frente a todo separatismo nos conmueve a los hombres de nuestra generación.
Unamuno: Eso siempre. Los separatismos solo son resentimientos aldeanos. Hay que ver, por ejemplo, qué gentes enviaron a las Cortes. Aquel pobre Sabino Arana que yo conocí era un tontiloco. Maciá también lo era, acaso todavía más por ser menos discreto… Confío en que ustedes tengan, sobre todo, respeto a la dignidad del hombre. El hombre es lo que importa; después lo demás: la sociedad, el Estado. Lo que he leído de usted, José Antonio, no está mal, porque subraya eso del respeto a la dignidad humana».
No podemos afirmar que José Antonio lograse formar parte, tal vez con el tiempo lo hubiera hecho, de su círculo intelectual. Pero Unamuno, en su incorrección política, apreció al joven fundador de la Falange y falangistas fueron los que llevaron su féretro, tras su muerte el 31 de diciembre de 1936, y su soledad, tras el 12 de octubre y su discurso en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca.
Solo la ignorancia, aparte de la mala fe, pueden explicar el tratamiento que en ocasiones se le da a una persona como José Antonio Primo de Rivera.
P. La firma de Miguel de Unamuno junto a otros intelectuales como Marañón u Ortega y Gasset del Manifiesto contra la Alemania Nazi, publicado el 10 de junio de 1933 por el diario El Sol. ¿Se quedó Unamuno sin el Premio Nobel de Literatura en 1935, cuando era el principal favorito, por sus críticas a Hitler?
R. Ya en 1928 fue propuesto para el premio. Pero fue precisamente España quien se opuso. Es decir, el Gobierno de entonces, la dictadura de Primo de Rivera, a la que Unamuno se había enfrentado. Gonzalo Núñez desveló en 1919 las razones auténticas que no tuvieron que ver con ese manifiesto: «En 2001, la Academia Sueca “desclasificó” las deliberaciones del Nobel, editó un libro en el que se incluían las opiniones sobre los candidatos de los primeros 50 años del premio, inaugurado en 1901. Gracias a ello sabemos la gran adhesión que tenía Unamuno entre universidades y personalidades del mundo y el estatus que le concedía la Academia. «Quizás sea el personaje más importante de la literatura española contemporánea».
Pero en su ignorancia el jurado comentó: «Hay que leer sus obras despacio por su extrema profundidad y difícil comprensión. Además dificulta ese entendimiento las diferencias entre la cultura nórdica y la mediterránea, por lo que no recomendamos al candidato». Y añaden que es una persona «demasiado segura de sí misma». Sin comentarios.
Al año siguiente, 1936, Unamuno volvió a figurar en la lista de candidatos, pero su apoyo al alzamiento de Franco, probablemente, le restó posibilidades de ganarlo.
P. Gregorio Marañón Moya, destacado falangista, conferenciante, escritor, articulista y autor de varios ensayos literarios y jurídicos, desplegó una gran actividad intelectual dando conferencias en distintos países del mundo. En 1971 fue galardonado con el Premio Mariano de Cavia de periodismo que otorga el diario ABC. ¿Crees que está actualmente infravalorado por haber pertenecido a Falange?
R. Gregorio Marañón y Posadillo, el padre e ilustre médico y humanista, y José Antonio se conocieron personalmente en 1935 en la calle Serrano, 49, según reveló Ximénez de Sandoval. Hablaron de política, pero sobre todo de arte, historia y del hermano del fundador de la Falange, Fernando. Fue una velada excepcional, en palabras del doctor Marañón.
Fernando Primo de Rivera (24 de julio de 1831, Sevilla-23 de mayo de 1921, Madrid), médico y militar, hermano de José Antonio, fue el discípulo predilecto de Marañón. Su asesinato, el 22 de agosto de 1936, supuso el aldabonazo final para que aquel decidiera dar el paso definitivo contra el régimen que ayudo a traer en 1931.
Gregorio Marañón Moya, hijo de don Gregorio, fue combatiente del bando nacional y sin duda sus ideas han perjudicado su valoración como profesional. Voy a revelarles a los lectores una curiosidad cinéfila: Marañón hijo fue abogado de la compañía cinematográfica estadounidense United Artists y amigo personal del gran actor Tyrone Power, con quien había quedado para comer y visitar el Cigarral (la finca de la familia) en noviembre de 1958. Tyrone falleció el 15 de noviembre de ese año, víctima de un infarto, durante el rodaje de Salomón y la reina de Saba, de King Vidor. La cita estaba programada para unos pocos días después de su fallecimiento.
R. Mucho se ha hablado sobre la relación verdadera entre Primo de Rivera y Franco. Ramón Serrano Súñer hizo público que «Franco no le tenía simpatía y había en ello reciprocidad, pues tampoco José Antonio sentía estimación por él». La mayoría de los historiadores la catalogan como una relación de odio y envidia. ¿Por qué ambos personajes no se tenían en buena estima?
R. Serrano Suñer es el único testigo presencial, al ser amigo personal de José Antonio y cuñado de Franco, y, desde luego, fue el que los presentó. Pero los testimonios de Serrano no siempre son absolutamente objetivos. Ricardo de la Cierva y Francisco Torres lo han señalado en sus estudios históricos.
La relación personal entre los que serían los dos grandes protagonistas del régimen político de Franco, uno real y el otro como símbolo, ha sido siempre motivo de controversia, sobre todo por los recuerdos contradictorios de Serrano Suñer, la persona más cercana a los dos y quien los presentó, y por las leyendas urbanas tejidas en torno a los intentos de liberación de José Antonio cuando se encontraba en la cárcel de Alicante.
Ricardo de la Cierva desmintió algunos detalles aportados por Serrano Suñer en sus distintos libros de memorias. En Misterios de la historia, de la Cierva desveló la historia de amor imposible entre el todopoderoso cuñado de Franco y María Sonsoles de Icaza y de León, marquesa de Llanzol, que desembocó en el nacimiento de Carmen Díaz de Rivera. Este hecho personal, ocultado, pero conocido en los círculos de El Pardo (como revela el propio de la Cierva) coloca a Serrano en una situación límite. Si bien y al final (Franco era sorprendentemente discreto y respetuoso con la vida privada de sus colaboradores) la caída de Serrano se propicia tras la resolución de la crisis de Begoña (la bomba en una iglesia donde asistía junto a numerosos tradicionalistas el general y ministro Varela) con la intervención decisiva de Luis Carrero Blanco, muy apreciado por Franco tras un informe secreto que aconsejaba la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial. Carrero comenta con el jefe de Estado la resolución de la crisis. Un falangista ha sido fusilado (García Dominguez, acusado de atentado), Varela ha salido del Gobierno, pero Serrano continúa. Y Carrero, muy sibilino, le comenta a Franco: «Tiene su excelencia que cesar a los dos, si no, la gente va a pensar que en España es Serrano quien manda realmente».
Así habló el mismo Serrano Súñer de la relación entre Franco y José Antonio:
«Respecto al mismo José Antonio no será gran sorpresa, para los bien informados, decir que Franco no le tenía simpatía. Había en ello reciprocidad, pues tampoco José Antonio sentía estimación por Franco y más de una vez me había yo —como amigo de ambos— sentido mortificado por la naturaleza de sus críticas. Allí, en Salamanca, me tocaba sufrir la contrapartida. A Franco el culto a José Antonio, la aureola de su inteligencia y de su valor, le mortificaban».
Sin embargo, el 29 de septiembre de 1934 José Antonio había publicado una carta al general Franco, lo que demuestra que ya en aquella fecha lo consideraba el más importante de los militares en activo. La carta comenzaba con un tono dramático: «Tal vez estos momentos que empleo en escribirle sean la última oportunidad de comunicación que nos quede, la última oportunidad que me queda de prestar a España el servicio de escribirle».
P. José Antonio Primo de Rivera y otros falangistas manifestaron públicamente su apoyo al sistema republicano establecido por la Constitución de 1931 durante la Revolución de Asturias de 1934. ¿Por qué apenas se comenta este dato cuando se habla de este personaje?
R. «Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936».
Salvador de Madariaga (1979)
José Antonio ofreció la ayuda de Falange para evitar el golpe de Estado perpetrado por la izquierda contra la República en octubre de 1934. Y Franco fue el general encargado de salvar la República al ser enviado como jefe de las operaciones en Asturias. Sin duda, dos hechos extraordinarios.
R. Algunos de sus biógrafos han puesto a menudo la relación con su padre, el dictador y general Miguel Primo de Rivera, como el origen de una relación complicada con las ideas de los militares conservadores. ¿Por qué su vida y obra se asocia inexorablemente con el franquismo si José Antonio no mostró nunca ningún tipo de simpatía por Franco?
R. No es exacta la afirmación. José Antonio admiraba a su padre y por defender su memoria entró en política. José Antonio perdió el control de Falange, aunque siguiera recibiendo información en las muchas visitas que recibió en la cárcel de Alicante, sobre todo tras el 18 de julio al ser sometido a una vigilancia superior por parte del Gobierno republicano. Hasta entonces, se había comunicado muy frecuentemente con Raimundo Fernández Cuesta y Manuel Valdés (presos en la Cárcel Modelo de Madrid), con su hermano Fernando, al que le encargó, de hecho, el Gobierno del partido, y con Manuel Hedilla, al que pidió que ejerciera de inspector nacional para tratar de asimilar la avalancha de nuevos afiliados que casi diariamente tenía Falange desde el mes de marzo.
El Decreto de Unificación del 20 de abril de 1937 unía, no sin tensiones rápida y duramente sofocadas a falangistas y tradicionalistas en Falange Española Tradicionalista (FET) y de las JONS. El grupo político más influyente del régimen de Franco en la década de los cuarenta fue el falangista, aunque asaltado literalmente por miles de neofalangistas incorporados durante la guerra civil o inmediatamente después. Carlistas, juanistas (de Juan de Borbón) y los antiguos miembros de la CEDA quedaron en segundo plano.
P. En 1936, mientras José Antonio Primo de Rivera pasaba sus días dirigiendo Falange desde la Prisión Provincial de Alicante, después de haber sido encarcelado por posesión ilícita de armas, le propusieron unir su nombre junto al de Franco en una candidatura conjunta por Cuenca. Sin embargo, Primo de Rivera dejó clara su antipatía por Franco al negarse a concurrir con él a los comicios si su nombre aparecía a su lado. ¿Cuál era el objetivo principal de esta propuesta?
R. La repetición electoral de Cuenca en marzo de 1936. Francisco Torres García lo cuenta con todo detalle en su biografía: El último José Antonio. Franco —tal vez en una decisión errónea impulsada por Serrano Suñer— acepta encabezar la lista de las derechas. Sin embargo, cuando se comprueba la delicada situación de José Antonio en la cárcel, se le incluye en la candidatura para obtener la inmunidad. El jefe de Falange, con buen criterio, observa que es un error que un general como Franco esté en una candidatura política Y de buen o mal grado, Franco acepta y se retira. No servirá de nada porque el Gobierno no acepta la candidatura en la segunda vuelta al considerar que no es posible incluir nombres que no estuvieron en la primera lista de febrero. Por tanto, no fue una antipatía real, sino la lógica de considerar un error que un general fuera en una candidatura, algo que Franco aceptó.
P. ¿Por qué Franco siguió sin fiarse de Falange después de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, aunque utilizó su figura una vez fallecido como símbolo?
R. Manuel Hedilla (18 de julio de 1902, Ambrosero-4 de febrero de 1970, Madrid) es una figura singular, obrero y emprendedor, sin gran formación intelectual, pero con una capacidad organizadora y de trabajo impresionante, honrado y austero, leal hasta la muerte, logra con pocos medios y a base de sacrificio y esfuerzo disciplinar a las bases, encuadrar en Banderas de Falange a numerosos combatientes, controlar a los nuevos afiliados y convertir a Falange en el único partido —tradicionalistas aparte— del bando nacional. Recrimina la represión indiscriminada, acentúa el mensaje obrerista abriendo las puertas a todas las personas de buena voluntad que quieran trabajar por España. Y no rehúye la propaganda ni la batalla cultural rodeándose de un buen equipo de intelectuales encabezado por Víctor de la Serna y Ximénez de Sandoval.
Narciso Perales estaba con José Antonio el día de su detención (14 de marzo de 1936) y ha contado que estaba informado de que la policía iba a efectuar un registro en la casa de su amigo. Perales le dijo a José Antonio que debía marcharse de forma inmediata. El fundador de la Falange contestó: «No tengo motivo para esconderme, ya que ningún delito he cometido». Pese a la insistencia reiterada de Narciso Perales, José Antonio hizo caso omiso a su consejo y fue fatalmente detenido. ¿Qué hubiese sido de la historia de la Falange y de España de haber tomado José Antonio otra decisión?, se preguntó siempre Perales, el buen amigo de Hedilla y el hombre que en la transición española, tras la muerte de Franco, trató de poner en marcha la Falange Auténtica, junto a Pedro Conde Soladana, es decir, la Falange opositora al franquismo.
En diciembre de 1939 había tenido lugar, en la casa madrileña del coronel Emilio Rodríguez Tarduchy (4 de noviembre de 1879, Sevilla-29 de agosto de 1964, Madrid) la constitución oficiosa de la Falange Auténtica que tiene como miembro relevante a Patricio González Canales (1912, Bujalance, Córdoba-1 de febrero de 1976, Madrid). El resto de fundadores fueron Daniel Buhigas por Galicia, Ricardo Sanz por Asturias, Ventura Lopez por Santander, Luis de Caralt por Cataluña, José Antonio Pérez de Cabo por Levante, Gregorio Ortega Gil por Canarias y Ramón Cazañas por la Falange de Marruecos. Pérez de Cabo fue juzgado por estraperlo cuando era delegado de auxilio social. Condenado a muerte, fue fusilado en Alicante el 5 de noviembre de 1941. Probablemente destinaba ese beneficio a la financiación de las actividades del grupo disidente.
Franco utilizó a la Falange porque era la más moderna, abierta, social y atrayente de todas las partes que formaron esa gran coalición que fue el bando nacional (monárquicos, alfonsinos, carlistas, derechistas, centristas moderados, falangistas). Curiosamente, pese a que en febrero de 1936 Falange obtuvo un resultado electoral paupérrimo, solo tres meses después tuvo una avalancha de afiliados pertenecientes al resto de partidos de derechas (a excepción de los carlistas). Manuel Hedilla trató de organizar esa fuerza tremenda y casi imprevista por su rapidez, y desde luego a fuerza de coraje, trabajo, integridad, honradez y eficacia, logró convertir la descabezada Falange (asesinados Jose Antonio, Onésimo, Ruiz de Alda, Fernando Primo de Rivera, Ramiro y encarcelados Raimundo Fernandez Cuesta, Rafael sanchez Mazas y Manuel Valdes Larrañaga, es decir, toda la cúpula de Falange en pleno) en el grupo esencial del bando nacional . Las envidias, las traiciones (en el seno de la propia Falange) llevaron en 1937 a los que Ricardo de la Cierva denominó como el suicidio de la Falange. Franco asumió todo su mandato bajo la inspiración de Falange, incluso en los momentos más difíciles, aunque el precio fuera desnaturalizar el movimiento original.
P. ¿Es verdad que Falange inspiró en los años cincuenta y sesenta parte de las políticas sociales del franquismo como la Seguridad Social, el seguro por enfermedad, las viviendas sociales y el subsidio de invalidez?
R. José Antonio Girón de Velasco, como ministro de Trabajo entre 1941 y 1957, fue el impulsor de toda la política social del régimen franquista. En 1941, Franco lo nombró ministro de Trabajo. Durante los 16 años que permaneció en esta cartera aprobó varias leyes de contenido social como el Seguro Obligatorio de Enfermedad (Ley de 14 de diciembre de 1942, el primer régimen de protección de enfermedad, de carácter obligatorio, establecido en España) o la creación de un plus de cargas familiares, establecido en 1945, que consistió en un complemento salarial abonado a la mayor parte de los trabajadores, en una época en que las remuneraciones salariales eran bajas. Además, José Antonio Girón de Velasco fue el promotor del Instituto de Medicina, Higiene y Seguridad y de las universidades laborales, centros destinados a cualificar profesionalmente a los especialistas y operarios necesarios para el proceso de desarrollo económico de España, que se convirtieron en verdadero reclamos para la clase obrera, tanto para el trabajador adulto como para el adolescente. También estableció la paga extra de Navidad de forma obligatoria y un subsidio de invalidez.
La política de vivienda en la España franquista debe su obra a la gestión de ministros como José Luis Arrese y José Utrera Molina. En el Ministerio de Vivienda el arquitecto Arrese fue el impulsor de los famosos planes de Urgencia Social de viviendas subvencionadas en Madrid, que luego extendería a capitales como Bilbao y Barcelona. En 1959 reactivó el plan de urbanización de lo que años más tarde sería la Huerta del Rey, el desarrollo de un barrio moderno. Además, como titular de la cartera de Vivienda asistió, de nuevo junto a Franco, a la inauguración del barrio del 4 de marzo, verificada el 29 de octubre de 1959.
«Queremos un país de propietarios y no de proletarios» fue el lema de Arrese en el Ministerio de Vivienda. El aumento del régimen de propietarios fue gigantesco como lo fue el número de viviendas entregadas. Arrese (titular entre 1957 y 1960) inició los planes que luego continuaría José María Martínez Sánchez Arjona (7 de febrero de 1905, Navalmoral de la Mata-29 de diciembre de 1977, Madrid) y culminaría la llegada de Vicente Mortes en 1969 y hasta 1973 al Ministerio de Vivienda. Mortes había sido nombrado director general de la vivienda por Arrese en 1957. Sus sucesores fueron ambos falangistas, ya que Franco parecía tener decidido que en este Ministerio predominara la mentalidad social sobre la económica. Utrera Molina lo fue en 1973 bajo la presidencia de Carrero Blanco y Luis Rodríguez de Miguel, (3 de julio de 1910, Zamora-19 de abril de 1982, Zamora), camisa vieja de Falange y amigo de José Antonio, en el tramo final desde enero 1974 hasta noviembre de 1975.
P. Muchos historiadores afirman que la mayoría de los afiliados a Falange no eran de izquierdas ni de derechas. Casi todos los falangistas eran católicos, que es lo que les vincula a la derecha. A la vez tenían una conciencia social similar a la izquierda. ¿Crees que fue ese punto de la Falange el que aprovechó el franquismo durante sus casi cuarenta años de existencia?
R. Dionisio Ridruejo, el artífice de la propaganda, el creador de la mitificación de José Antonio y que rompió con el régimen en 1943 —aunque hasta 1956 no lo hiciera de modo total— resume en su trayectoria vital parte de estas contradicciones. La biografía convencional de Dionisio relata de manera casi siempre mecánica sus dramas biográficos: su pasión falangista, su paso por la Dirección General de Prensa y Propaganda, a la que llega de la mano de Ramón Serrano Suñer, poco antes del final de la guerra civil y en la que permanecerá hasta mediados de 1941, su dura experiencia en la División Azul, su progresivo desencanto que le lleva a romper con Franco en 1942 tras los sucesos de Begoña, aunque en 1947 fue recibido por el jefe del Estado en audiencia privada poco antes de obtener el puesto de corresponsal de la prensa del Movimiento en Italia.
Tan solo Marco Penella en su brillante ensayo La Falange teórica, lo entendió en su fibra más íntima. Un ensayo que no duda de la adscripción de José Antonio Primo de Rivera que «en frío era capaz de mostrar distancias frente a la reacción conservadora, pero que en caliente la apoyaba sin ambages con la quimérica esperanza de liderarla».
Por supuesto que los protagonistas de aquella teoría esbozada siguieron sus propias trayectorias. Algunos como Raimundo Fernández Cuesta, Girón, Arrese o Pilar Primo de Rivera permanecieron en el Régimen fieles a Franco, igual que el general falangista Yague o Agustin Muñoz Granedes y tratando de encontrar el hueco personal e ideológico. Otros como Narciso Perales pasaron a la oposición, pero sin abandonar la bandera falangista, aunque aventuraron sus aspectos más izquierdistas en lo económico, a veces ignorando los cambios de las circunstancias españolas y europeas.
Ridruejo, que llegó a escribir como falangista: «Hemos apoyado a Franco hasta el suicidio», optó por coronar su evolución abandonando la bandera que un día levantó con entusiasmo. No fue un cambio vertiginoso, sino pausado, meditado, que precisó el paso de los años y numerosas lecturas, experiencias, conversaciones y contactos. Ridruejo encarnaba la Falange teórica en estado casi puro. Desde luego, revolucionaria, pero con una estética y un núcleo ciertamente influenciado por el fascismo. De hecho la primera gran decepción con Franco es cuando Dionisio comprueba que el nuevo Caudillo es un conservador autoritario muy alejado del fascismo europeo.
La Falange teórica, ese ramillete de fogonazos de patriotismo crítico, justicia social, idealismo y autenticidad tal vez no abandonara nunca —como entrevió Penella— a Dionisio. El hombre que en 1970 recomendó a algunos de sus asombrados seguidores la lectura de la obras completas de José Antonio, habló horas con Ricardo de la Cierva, con silencios y palabras, señalando que «algunos de los políticos contemporáneos no fueron fascistas tan solo porque no llegaron a tiempo» y llegó a musitar a Penella que siempre estaría en la oposición: a la República, al franquismo y, seguramente, a la nueva situación que llegara en el futuro.
P. Otros autores que han escrito libros sobre Falange sostienen categóricamente que, a partir de 1943, los falangistas suponen una carga política para la dictadura. Afirman que Franco no los veía con simpatía y se da cuenta de que no puede tener en España a personas con aspecto de Juventudes Hitlerianas mezclados con grupos scout. ¿Crees que Franco les restó fuerza a los falangistas por este motivo?
R. La realidad es compleja. El resultado de la Segunda Guerra Mundial aconsejaba «desfalangizar» el régimen, ya que injustamente se asociaba a los camisas azules con los partidos vencidos (por eso hubo de prescindir de Jose Luis Arrese). Incluso Serrano Suñer aconsejó a Franco licenciar a la Falange. Sin embargo, no lo hizo y, tras unos años de estar vacante la Secretaría General de la FET, en 1945 llamó de nuevo a Raimundo Fernández Cuesta y la elevó a rango ministerial.
En su complicada relación con la Falange, al fin y al cabo una de las esencias de su Movimiento, pero compartida con carlistas, monárquicos y antiguas derechas de la CEDA, Franco tuvo tres alfiles fundamentales: Fernández Cuesta, Girón y Arrese. (Serrano queda al margen por la complejidad de sus orígenes y la fuerza de su poder durante el período 1937-1942): «Arrese era al que más quería, Girón al que más necesitaba y Fernández Cuesta a quien más toleraba por sus orígenes e historial». Fernández Cuesta formó parte de la terna que en 1973 le fue ofrecida a Franco para elegir a su presidente del Gobierno . Cuesta era el pasado, Carrero —el elegido— el presente y Manuel Fraga, el futuro.
P. Durante el franquismo, Falange creó movimientos para jóvenes (Frente de Juventudes) y la famosa Sección Femenina, para la mujer. ¿Cuáles fueron los roles más destacados de los jóvenes y las mujeres durante el falangismo?
El Frente de Juventudes fue una de las obras favoritas del régimen:
«Los que militábamos en el Frente de Juventudes sentíamos la frustración republicana y entendíamos el 14 de abril como una ocasión histórica malograda. No teníamos la menor simpatía por la monarquía liberal, parlamentaria y borbónica. Soñábamos, en definitiva, con un nuevo Estado, popular, integrador y dinámico, con un audaz sentido de la libertad. Teníamos fe y creíamos por ello en el milagro».
José Utrera Molina, abogado y político español, que tuvo un papel destacado durante el régimen franquista.
El preámbulo de la Ley del 6 de diciembre de 1940 de reforma tributaria deja claro el objetivo de esta organización que tuvo a Elola Olaso como dirigente más importante.
«Al Frente de Juventudes correspondieron dos tareas. La primera en estimación e importancia consistió en la formación de sus afiliados para llegar a ser miembros del Partido. En segundo lugar, le competía irradiar la acción necesaria para que todos los jóvenes de España fueran iniciados en las consignas políticas del Movimiento. A este fin, el Estado debía asegurar al Frente de Juventudes los medios para ejercer la necesaria influencia en las instituciones de enseñanza, oficial y privada, así como en los centros de trabajo».
Pilar Primo de Rivera en su libro Recuerdos de una vida (Ediciones DYRSA, 1983) da cuenta y razón de la gestión de cuatro décadas al frente de la Sección Femenina. Algunos la han disminuido, relacionándola solo con los Coros y Danzas de España, pero la magnitud de los programas de formación femenina, formación para el empleo, asistencias de todo tipo en pueblos de toda España constituyen un esfuerzo notable que fue reconocido por personalidades como Camilo Jose Cela, Ramón Menéndez Pidal o Gregorio Marañón, entre otros muchos, incluyendo a Juan Domingo Perón.
José María Zavala en su biografía La pasión de Pilar Primo de Rivera ha rescatado algunas de estas cartas de apoyo que encabeza Ramon Menéndez Pidal :
Camilo José Cela, 12 de enero de 1980, nueve años antes de la concesión del Premio Nobel de Literatura, manifestó: «Lo que dije de la contribución de la Sección Femenina a la Cultura no es más que la verdad, y el que la gente quiera o no quiera reconocerlo ya no es cosa tuya ni mía. No tienes, por tanto, nada que agradecerme».
La igualdad de derechos de las mujeres fue uno de los grandes objetivos de la Sección Femenina. El XX Consejo Nacional de la Sección Femenina fue elevar a las Cortes una propuesta sobre el acceso de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres, a las oposiciones y concursos que exigían títulos profesionales o universitarios. El borrador fue titulado Proposición de Ley sobre Derechos Políticos, Profesionales y de Trabajo de la mujer, que apenas difiere del aprobado por las Cortes en 1961( Ley 22 de julio de 1961). Pilar Primo de Rivera había contestado a Mercedes Formica que «El congreso no se limita a la propaganda, sino a conseguir realidades, trata la ponencia como quieras», cuando esta le informó de que su ponencia iba a defender la incorporación sin restricciones de las mujeres al mundo del trabajo».
P. La película Rojo y negro (1942), del cineasta español Carlos Arévalo fue retirada de la cartelera, sus copias secuestradas y condenada al olvido y al ostracismo porque, supuestamente, porque a Franco a los estamentos militares no les sentó muy bien que la película presentase una visión humanizada del comunista. ¿Cuál es tu opinión sobre Rojo y negro, la película falangista maldita que presuntamente Franco prohibió?
R. Rojo y negro es, en la actualidad, un filme mítico y maldito lo que ha ocasionado, al menos, su resurrección para las nuevas generaciones. Arturo Pérez-Reverte la ha calificado como una de las mejores películas de toda la historia del cine español. Aunque siempre con el titular de su prohibición presuntamente alentada por el propio jefe del Estado. No hay la menor prueba de ello.
La acción transcurre en Madrid, se describe la quema de iglesias y multitud de otras acciones violentas. Durante la guerra civil, Luisa (Conchita Montenegro) ayuda a sus compañeros de Falange perseguidos y capturados, hasta que sus actividades son descubiertas y la chica es llevada a la checa de Adoratrices, donde es violada. Después, es trasladada a la checa de Fomento, principal escenario de la película, un lugar utilizado para encarcelar, interrogar y torturar a los sospechosos de simpatizar con el enemigo.
La visión de la resistencia en el Madrid rojo es de gran dramatismo, Carlos Arévalo juega con la cámara y no rehúye escenas impactantes como la violación que sufre la mujer a manos de un miliciano. Desde luego que se elude la imagen, pero la representación es evidente en su simbología. El final es tremendo, fusilamiento de la falangista, expiación y muerte del arrepentido comunista y la desolación de la guerra civil. Sobre las últimas imágenes la victoria y las banderas de Falange al viento.
Sin duda, una gran película, aunque estrenada sin revisar por el director, injustamente retirada de cartel por presiones personales, pero no prohibida ni mucho menos hecha desaparecer por la Jefatura del Estado. Lo cuento con muchos más detalles en El cine español en la era de Franco (SND Editores, 2022).
P. Hay directores fundamentales de nuestro cine, autores de varias obras maestras, que nunca dejaron atrás su ideas falangistas como José Antonio Nieves Conde. Surcos, una película nacida con tono burlesco o cómico, se convirtió en sus manos en una dura declaración de intenciones, precursora del neorrealismo italiano, y causante de infinidades polémicas y disgustos. En la actualidad, la mayoría de los historiadores la consideran fundamental dentro del cine español. Primero por romper con todo el cine anterior a través de un estilo nuevo, mezclando el cine negro con un nuevo realismo. Y segundo por utilizar ese mismo realismo como elemento crítico. ¿Estás de acuerdo conmigo en que la dirección de Nieves Conde no tiene nada que envidiarle a la de cualquier obra neorrealista europea de la época?
R. Así es, como la de Rafael Gil en La calle sin sol (1948) y Edgar Neville en El crimen de la calle Bordadores (1946). Películas inolvidables. Hay que reivindicar a todos ellos, y a Ladislao Vajda, José Luis Sáenz de Heredia, Juan de Orduña o Lorenzo Llovet (Vida en sombras).
P. ¿Consideras que Surcos es el mejor instrumento didáctico para el estudio del régimen franquista y la mejor película ambientada en Madrid?
Surcos es una película neorrealista, pero de raigambre hispánica, un retrato muy duro de las dificultades de la época y la refutación evidente de muchas páginas sectarias escritas o dictadas por la corrección política.
Se han relatado hasta la saciedad los problemas —muy localizados— que tuvo el proyecto con la censura. Pero mucha gente se olvida de lo fundamental: Surcos obtuvo la declaración de Interés Nacional, es decir, la máxima calificación de la política cultural del régimen franquista y el único retoque serio que hizo la censura fue suprimir el plano final en el que la familia regresa al pueblo y se cruza con otra que va a ocupar su puesto y, seguramente, a vivir sus mismos fracasos.
El ministro Arias Salgado, muy comprometido con la moral pública, había nombrado por dos veces director general de Cinematografía y Teatro al político, periodista, escritor, militar, ensayista e historiador del cine y jurista español, un verdadero experto en el séptimo arte, José María García Escudero, quien creyó ver en Surcos la plasmación de un nuevo modelo cinematográfico, alejado de los estilos y géneros folclóricos que dominaban el cine de la época. No tuvo reparos en concederle la declaración de Interés Nacional. Algo que no gustó nada a los censores eclesiásticos, quienes no estaban dispuestos a tolerar algunas insinuaciones sexuales que se sugieren en la acción. Ahí residió el problema, en la furibunda reacción de la censura eclesiástica, pese a que la civil había autorizado la película y la había elevado hasta su máxima calificación.
Protagonizada por José Prada, María Asquerino, Ricardo Lucía, Marisa de Leza y María Francés, la película narra la historia de una familia (padres y tres hijos) de campesinos que abandona el pueblo para buscar fortuna en la capital. Una vez allí la suerte de la familia será dispar. El padre no consigue encontrar su lugar. Su hija, Tonia, entrará en casa de un tipo sin escrúpulos que la acosa y la engaña con perversas intenciones. Pepe, el mayor se establece como camarero en un bar, y el menor, Manolo, pasa de recadero a ladrón frustrado. El resultado de sus desventuras en la gran ciudad será descorazonador.
P. La carrera de Nieves Conde quedó marcada con Surcos y la censura miró con lupa sus siguientes proyectos. Algo que no le impidió realizar El Inquilino (1958), película protagonizada por Fernando Fernán Gómez en la que criticaba la situación de la vivienda en España y que estuvo a punto de no estrenarse, precisamente por sus desavenencias con la censura, quien acabó cambiándole el final. ¿Por qué la censura calificaba de muy duros los contenidos sociales de los guiones de sus filmes?
R. En realidad la censura se fijaba en aspectos morales, los temas sociales los solía aceptar, como reconociera el propio Nieves Conde. El inquilino (1958) es la obra maldita de Nieves Conde y otra de sus grandes películas. En esta ocasión los problemas administrativos fueron considerables. La película fue autorizada por la censura,incluso estrenada en Valencia. Pero tuvo que pasar un calvario por la intervención de un funcionario del recién creado Ministerio de la Vivienda.
Fernando Fernán Gómez, María Rosa Salgado, José Marco Davó,Manuel Alexandre protagonizan esta historia llena de humanidad: La película tiene momentos muy corrosivos que, sin embargo, pasaron la censura franquista. Cada vez que aparecen empresas anunciando pisos y mucho más la entidad supuestamente benéfica, el protagonista se encuentra con carteles que proclaman el derecho a la vivienda. Es un choque entre la propaganda y la realidad que en el escenario de la fecha de rodaje era aún más acentuado, ya que las frases sobre el derecho a la vivienda de las personas y las familias eran puramente falangistas. Con ello, el choque se revestía de un matiz político insospechado. Qué se había hecho de esos ideales parecía querer decir Nieves Conde con sus imágenes.
P. ¿Qué otros filmes dirigidos por José Antonio Nieves Conde les recomendarías a las personas que están leyendo esta entrevista?
R. Sin duda Los peces rojos (1955), con guion de Carlos Blanco. Una obra maestra del cine europeo y español.
P. Además de José Antonio Nieves Conde, ¿qué otros falangistas, relacionados con el mundo de la cultura, destacarías y cuáles son sus obras que más te gustan?
R. Toda la corte literaria de José Antonio Primo de Rivera a la que se le dedica un capítulo entero en el libro. Son excelentes las obras del periodista y poeta Luys Santa Marina (editadas por SND Editores en 2023) y el escritor, periodista y dramaturgo Samuel Ros. Pero, sin duda, destaca la novela Madrid, de corte a checa, de Agustín de Foxá y Torroba (admirada por el propio Francisco Umbral) y, por supuesto, la excelente La vida nueva de Pedrito Andía, de Rafael Sanchez Mazas, llevada al cine en 1966 por el gran director Rafael Gil.
Posteriores a la corte literaria, incluiría a otros autores como Emilio Romero (La paz empieza nunca), el dramaturgo Alfonso Paso (Dos sin tres, La corbata, Nerón-Paso) o Rafael García Serrano, autor de la excelente novela La fiel infantería y que dirigió una película, la maravillosa Los ojos perdidos (1966).
P. Pocos saben que el pintor Salvador Dalí admiraba profundamente a José Antonio Primo de Rivera y era un ferviente seguidor de la Falange. ¿Es verdad que lo primero que encontrabas al entrar en casa del pintor Dalí era un retrato de José Antonio?
R. Salvador Dalí (11 de mayo de 1904, Figueras-23 de enero de 1989, Figueras) es uno de los más grandes artistas del siglo XX, surrealista y genial, provocativo y brillante. Amigo íntimo de Lorca en la Residencia de Estudiantes, coautor con Luis Buñuel de manifiestos surrealistas hechos cine: Un perro andaluz (Un chien andalou, 1929), La edad de oro (L’âge d’or, 1930), amigo y enemigo de Picasso, admirado por Eugenio d,Ors o Luys Santa Marina. Incluso llegó a trabajar en Hollywood con Alfred Hitchcock y Walt Disney. Fue autor de numerosas obras maestras de la pintura que le abrieron la popularidad en Estados Unidos y en todo el mundo. No se negó a pintar al propio Franco, que lo condecoró en 1964 con la Gran Cruz de Isabel la Católica. Son famosas las fotos de Dalí, no solo enseñando a Franco el retrato que hizo a su hija Carmen, sino bajo un soberbio retrato del mismo José Antonio.
Después de Dalí, Ignacio Zuloaga (26 de julio de 1870, Éibar-31 de octubre de 1945, Madrid), José Gutiérrez Solana (28 de febrero de 1886, Madrid-24 de junio de 1945, Madrid) y José María Sert, (21 de diciembre de 1874, Barcelona-27 de noviembre de 1945, Barcelona) fueron los pintores principales que apoyaron al franquismo desde sus orígenes. Los tres grandes artistas fallecieron en el mismo año: 1945. Y sin olvidar a Daniel Vázquez Díaz (15 de enero de 1882, Nerva-17 de marzo de 1969, Madrid), gran retratista y paisajista.
P. El escritor Miguel Mihura se afilió a Falange y colaboró en revistas falangistas como Vértice. La fama le llegó como humorista y dramaturgo. Publicó una de las publicaciones cómicas más exitosas de la guerra, primero con el nombre de La Ametralladora y luego rebautizada como La Codorniz. Con el lema «La revista más audaz para el lector más inteligente», La Codorniz se atrevió con el tiempo a burlarse y desafiar al régimen a través del humor. Mihura escribió comedias de teatro muy exitosas como Tres sombreros de copa, Ninette y un señor de Murcia y La decente. Me da la sensación de que a Mihura le ha pasado lo mismo que a Gerardo Diego, Luis Rosales, José María Pemán, Agustín de Foxá, Manuel Machado o Eduardo Marquina: su pasado falangista o franquista le ha pasado factura. ¿Qué consejos les darías a los lectores actuales para que se adentren en las obras de unos autores fabulosos sin tener en cuenta sus ideas políticas?
R. Claramente sumergirse en la obra olvidando todo prejuicio. Maeztu, Muñoz Seca, Pemán, Foxá, Paso, Rosales, Jardiel, Azorín, Cela, Eugenio Montes, César González Ruano, Mihura, Manuel Machado (uno de los poetas favoritos de Jorge Luis Borges), Marquina, Torrente Ballester, Fernández Flórez, Concha Espina, Zunzunegui, Giménez Caballero (reivindicado por Sanchez Dragó), Michelena, Mourlane, Samuel Ros, Laín Entralgo, Antonio Tovar, Carmen de Icaza, Zubiri, Pidal… y, por supuesto, cineastas como Rafael Gil, José Luis Sáenz de Heredia (primo hermano de José Antonio Primo de Rivera), Neville, Lazaga, José Antonio Nieves Conde, Orduña, Forqué, Ardavín, Mur Otti… La cultura española es sobresaliente en nombres que han sido ocultados por razones políticas e ideológicas. El gran artículo de Julian Marías sobre la vegetación del páramo lo describe de forma admirable.
Por cierto, conviene recordar a la gran Imperio Argentina, admiradora de José Antonio Primo de Rivera, Conchita Montenegro o Conchita Montes, además de estrellas como Alfredo Mayo, José Nieto, Manolo Morán (formado en el TEU falangista) y la maravillosa Ana Mariscal.
P. Sabiendo que eres un autor muy prolífico, estoy seguro de que has escrito o tienes previsto escribir más obras durante este año. ¿Nos puedes adelantar, si es posible, algo sobre tus próximos proyectos?
R. Charlton Heston. Un héroe para la eternidad (Amarcord Ediciones, abril 2023), en colaboración con un autor que creo conoces, Juanma de la Poza. La historia de uno de los más grandes actores del cine clásico de Hollywood. El héroe épico del cine y el hombre que más personajes históricos ha interpretado. Una obra que va a conmemorar el aniversario del nacimiento de Charlton Heston (4 de octubre de 2023).
Guía jurídica del concejal (ATM Grupo Maggioli, mayo 2023).
Territorios míticos de Castilla y León (M.A.R. Editor, mayo 2023, varios autores). Incluye mi relato Historias de un loco. El territorio secreto de José Zorrilla.
Y para otoño:
Pedazos de tiempo. Mi nueva novela.
Tres para uno (Locura para el mundo). Mi última obra de teatro.
Te vuelvo a dar las gracias, Fernando, por compartir con todos mis seguidores tus conocimientos infinitos sobre historia, cine y cultura española. Los emplazo a leer tu último libro, Falange. Historia, cine y cultura, para que conozcan más detalles sobre este partido político.
Entrevista realizada por Juanma de la Poza para su blog:
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