05/10/2024 15:22
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Para calibrar la dificultad real de la situación en la que vive España debemos ser conscientes de que son cuatro las pandemia que sufrimos de manea simultánea generando una vivencia de caos global claramente perceptible.

La primera pandemia es la sanitaria. El caos es evidente: hemos pasado de una situación de cierre con apertura de la “nueva normalidad” , que muchos, sobre todo jóvenes, consideraron sin diferencia con la “veja”, a unos anuncios de toque de queda con cierre de localidades y Comunidades Autónomas en solo un par de meses, con hospitales en el punto de saturación . ¿Mala gestión politica? ¿Irresponsabilidad en el comportamiento ciudadano? ¿Ignorancia médica del plano cualitativo del virus? Todo ello confluye en su medida, pero lo cierto es que, al menos en mi modo de ver, no sólo el miedo al contagio —vistas las muertes crecientes— sino, sobre todo, la perplejidad de no entender, de no saber qué es lo que está ocurriendo exactamente con este virus tan implacable como incomprensible, mientras ponemos nuestras esperanzas en una de esas vacunas que a toda velocidad con ingentes recursos se están estudiando. ¿No es el reino del caos?

La segunda es la pandemia económica. Ya dediqué a ella un articulo publicado en este mismo sitio: es de alcance mucho peor del que nos quieren transmitir. Y con los cierres y restricciones que se están implementando en estos momentos podemos estar dando la puntilla, como se dice en lenguaje taurino, a la economía, o, cuando menos, a ciertos sectores relacionados directa e indirectamente con el turismo, que, lamentablemente, y por un error de concepto de los socialistas que gobernaron en los años 80/90 del siglo pasado, se convirtió en la piedra angular de nuestra economía, abandonando el sector industrial y confiando el agrario a la política de subvenciones. Dice ahora el gobierno que renuncia a pedir los 70.000 millones de euros que nos prestaba teóricamente la UE para “no endeudarnos”. Mentira. Nuestro endeudamiento público va a sufrir un crecimiento exponencial sin precedentes. Estamos ya en 135.000 millones. Nos enfrentamos a esta pandemia con unas cuentas públicas lamentables, fruto de la afición incontenible al gasto público no productivo de los gobiernos del PSOE y del PP. Y no engañemos mas a la gente: ese triunfo que nos vendieron de conseguir 140.000 millones de la Union Europea, ya dije hace tiempo que mucho cuidado, que una cosa es decir y otra conseguir y ya se está viendo: primero, la “renuncia”al dinero prestado. Ahora se pone en evidencia que los gobiernos europeos discuten y no están de acuerdo con el “regalo” de 60.000 millones a España, sin dejar clarísimas las condiciones., Vamos, que el dinero no va a estar con nosotros en los primeros meses de 2021. Bien, pues ya me dirán entonces con qué dinero acometemos la recuperación económica. ¿Con la máquina de imprimir del BCE? Es curioso, pero la gente no se da cuenta de lo letal que es imprimir moneda sin la correspondiente creación de riqueza real. En fin, que el panorama que dejamos a las generaciones que vienen es desolador. Pero los políticos, algunos políticos, solo piensan en el corto plazo, en el mantenimiento del poder como sea, y como se dice vulgarmente “el que venga detrás, que arree”. Supina irresponsabilidad. Dejan el reino el caos.

La tercera pandemia es la politica. Basta con asomarse al debate parlamentario de la moción de censura planteada por VOX para darse cuenta del tremendo caos en el que estamos sumidos. Pero es que el asunto es más profundo. Nuestro modelo está construido sobre una democracia que es negada de facto por el funcionamiento del Sistema. La democracia nació con valores aristocráticos puesto que se pensó , al menos en sus orígenes, como instrumento para elegir a los mejores para el gobierno de la cosa pública. Pues la experiencia es que se ha logrado exactamente lo contrario. El postulado del voto universal, la idea de un hombre un voto como mecanismo de elección de los mejores, contiene una carga de absurdo nada despreciable, hasta el punto de que se tuvieron que utilizar los medios de comunicación y su poder de inducción sobre las masas para que muchos creyeran que ejercían su voto en libertad cuando en realidad no seguían son la instrucciones emanadas desde los medios de comunicación, con lo que se pervertía la “pureza” del modelo. Vamos, un engaño. Y  es que, como me dijo uno de los editores mas importantes de España, ya fallecido: los medios estamos para evitar las estupideces de esa democracia de un hombre un voto. Seamos claros: las democracias occidentales están en profunda crisis porque se muestran altamente ineficientes para resolver de modo adecuado los graves problemas de la gente. Cada día las encuestas indican mayor desafección por ese modelo. Lo vengo sosteniendo desde 1993: convertir a los partidos políticos en el único cauce de representación de la sociedad en el Estado y basarlo en un teórico voto universal condicionado en realidad por el poder del Sistema, es algo que no puede funcionar. A la vista está. Nos conduce al caos y es que la sin razón sólo provoca desorden y caos.

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Y la cuarta pandemia es la social. Ante todas estas muestras de caos ¿qué hace la sociedad? ¿Cuál es su respuesta? Muy claro: ninguna. Cabreos de café, literalismo de salón y poco más. Siguen como autómatas haciendo lo mismo que han venido haciendo desde siempre, una suerte de herencia del súbdito que aplica la máxima de “es que siempre ha sido así”. Una sociedad inerte, sin instrumentos de poder real, sin Academias, Ateneos, con los medios de comunicación castrados por sus cuentas de resultados que necesitan de la publicidad para sobrevivir. En fin, una sociedad civil inexistente., Y esta es la peor de las pandemia, porque si fuéramos capaces de reaccionar nada estaría fuera de nuestro alcance. Pero esta resignación social, que es todo menos cristiana, nos conduce a vivir instalados en un caos estructural, esperando, quizás, una vez más, a que venga alguien o algunos alguien que digan como a Lázaro levántate y anda. Lo peor es que si ese alguien, esos alguienes, aparecen , ¿se pondrá la sociedad andar o seguirá dormitando perezosa? Me temo lo peor.

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REDACCIÓN