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Cuando un político desprecia al contribuyente, bien podemos calificarlo de parásito indecente, inservible y sinvergüenza. Incluso, inútil.
¿Para qué tantos ministros si a la sesión de control únicamente acuden seis? ¿Miedo? ¿Excesivos trapos sucios? ¿Cadáveres del pasado y del presente? Está visto que, ausente el plagiador patrón, el caos se multiplica dentro de la coalición socialcomunista. Y no será porque no hay asuntos que tratar, responsabilidades que asumir o explicaciones que necesarias que aportar. Desde Marlasca (con «c», no con «k») hasta ‘la Yoli’, pasando por la «marquesa», Belarra, Garzón, «Chiqui», Castell…Todos tienen que ir explicando el estado de sus «cadáveres» antes de que abandonen el poder de forma ordenada. Doy fe de que no se agotará la legislatura por la desbandada de «Hundidas Podemos» y la actuación d ellos tribunales. De momento, ya tienen un «Pollo» cantando en la antesala, con pruebas en la mano y sangre en los ojos.
Mal comienza el curso político ese enjambre que aposenta sus posaderas en sillones que no merecen, recorren alfombras de niveles a los que no llegan y cobran sueldos que no se ganan ni trabajan ni merecen. Con su espantada de las Cortes cometen fraude al contribuyente; precisamente ese que les paga el sueldo y los mantiene en situación de parásitos desnortados y sin provecho.
Los bancos ministeriales de la Cámara estaban vacíos el miércoles, como si nada tuvieran que decir, ocultaran mucho a la ciudadanía o temieran que el «Pollo» cantara antes de tiempo. Ya no necesitan disimular que son los dueños del cortijo, hacen cuanto les place y piensan que no se deben a nadie. Suele ser la reacción propia de la izquierda inservible, despendolada y con aspiraciones de semidiós descompuesto. Pero para cobrar siempre están disponibles, igual que para el zanganeo tan habitual de la siniestra ideológica.
Este «desGobierno» de culpables, negligentes y «desgarramantas» nos da más de sí y se caracteriza por su hipocresía, bandolerismo, cinismo, sectarismo, retorcido autoritarismo, proterrorismo y por sus siempre malas formas, todo ello aliñado con desprecio al contribuyente y mirando a la ciudadanía por encima del hombro. Es lo que se conoce como vulgar comunismo en estado puro.
Aunque puede costar creerlo, éste es el modelo de Gobierno que ampara y defiende esta inservible manada de la izquierda comunista con pinceladas de socialismo barato. Cuando reciban la patada en las urnas, como sucedió el 4M en Madrid, llegará el rechinar de dientes, el señalamiento con el dedo, la guerra de guerrillas entre exsocios y la entrada en tromba en los tribunales. La sabiduría popular reza que «no hay sinvergüenza que no pague a medio y largo plazo, aunque el pago del torpe, y a la vez sinvergüenza, suele efectuarse en plazo corto».
Duele comprobar que los miembros y «miembras» del Ejecutivo sólo dan la cara cuando salen beneficiados ellos mismos. Todo lo que no sea eso les queda muy grande como personas, como técnicos y como políticos. Si seis hacen el mismo trabajo que todos juntos, está claro que sobran todos los demás.
Con ello se confirma que carecen de cometidos y que sus puestos fueron creados por la necesidad de figurar con algo para poder nombrar ministros a verdaderos cabestros, ineptos aborregados, cafres universitarios e incendiarias voceadoras. Tienen tanta necesidad de seguir en el machito y tanto babeo que asemejan al condicionamiento de los perros de Paulov. Cuando los pillan en algún renuncio, con la mano en el cajón o mintiendo al contribuyente falta tiempo para decir eso de «no pienso dimitir»; siempre empiezan por ahí antes de dar la mentirosa explicación.
Esa política de avestruz es lo que hizo Pablo Echenique, condenado dos veces por defraudar a la Seguridad Social; lo acaba de hacer la delegada del Gobierno de la comunidad de Madrid, tras trampear la manifestación de extrema derecha en Malasaña; lo hizo el tramposo Ábalos; lo manifestó Pedro «Plagio» tras demostrarse la falsedad de su tesis; lo dijo el ministro de Interior en el caso del coronel De los Cobos y en el «affaire» de las balas y las falsas acusaciones… Lo hizo… Lo hizo…
Pero, amigos, cuando sienten sus posaderas en la oposición –que será más pronto que tarde– no dudarán en pedir dimisiones por estornudos de los diputados de enfrente, tormentas de arena, cigarrillos encendidos o inundaciones otoñales. Recuerden que, si a Rajoy le llamaron asesino por sacrificar un perro, qué no exigirán a otro Gobierno ante un desastre como el de La Palma. Ya lo hicieron con el Prestige y con la guerra de Irak. ¿Cómo hubiera afrontado la izquierda-caviar las 162.000 muertes de la pandemia? ¿Y las 35.000 personas en residencias de mayores por negligencia del Gobierno socialcomunista, según los tribunales? Pues, tranquilos, porque se lo recordaremos hasta la saciedad.
¿Han visto dimitir a algún sectario arremolinado de izquierda por cometer atropellos, patear a ciudadanos, plagiar tesis doctorales, reprimir a la Guardia Civil, financiarse con coca y sangre, fabricar «fakes» y pruebas falsas (balas en sobres) o enchufar a ineptos y verracos en la FAFFE, por citar algunos casos? ¿Lo han visto? Pues cítenmelos en cualquier orden. Sigo esperando.
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