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Una de las leyes del pensamiento afirma que del error se puede salir, pero de la confusión no. Lo que se puede ver en las redes sociales sobre el atentado de Daria Dugina, más que lo primero, confirma lo segundo. Los patriotas se encuentran confundidos ante la opinión de sus organizaciones políticas, plataformas, medios y camaradas “influencer”. Todo ello bien aderezado de “fake news”, descalificaciones, mensajes dogmáticos y, como siempre, ingredientes muy justitos para no tener que salir de la comarca y conocer así otras perspectivas. Veamos.
Para iniciar la orientación conviene recordar el principio de ir, no ahí donde se defiende, sino donde se ataca. No hace falta ser muy listo para darse cuenta que hacia donde se dirigen las críticas, sanciones, insultos y atentados terroristas como el que lamentablemente se ha producido es hacia Rusia. La rusofobia es hoy el pan de cada día en Occidente. Y la muerte de la filósofa es un aviso para navegantes, da igual que seas ruso o no, si apoyas a Rusia, si defiendes sus ideas, correrás la misma suerte que Daria Dugina. Rusia hace hoy más daño al globalismo que todas nuestras organizaciones patrióticas juntas. Y Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN lo sabe. No hace falta más que ver a VOX, que cuando ha visto la orejas al lobo, rápido ha cerrado filas junto al resto de partidos liberales.
Pero, y qué pasa con el batallón Azov, con “Rusia es culpable”, con mis abuelos que lucharon en la División Azul, etc., pues bien, ir, no ahí donde se defiende…, porque esto no interesa a las élites, porque la defensa de la memoria, más allá de que es nuestra obligación, no va a cambiar absolutamente nada. Me refiero naturalmente a que seguiremos siendo esclavos en el siglo XXI. ¿De verdad alguien se ha creído que los nacionalsocialistas que están combatiendo en Ucrania, cuando termine la guerra, serán condecorados por Zelensky?, ¿De verdad, alguien en su sano juicio, cree que el mundo liberal va a permitir que vuelvan a casa con sus armas? Soldados feroces, valientes, nadie lo duda, pero a fin de cuentas, instrumentos útiles en manos de la OTAN. Miran para otro lado, porque les interesa que sean ellos los asesinos para limpiar sus conciencias. Pero cuando termine esta guerra, si ganan los atlantistas, me temo que serán despojados de todo, como todos nosotros, la Agenda 2030 está a la vuelta de la esquina.
Por supuesto, nadie está diciendo que haya que leer a Dugin, conocer sus ideas sobre la cuarta teoría política o entender su geopolítica y categorías filosóficas. Algunos se creen que su victoria inundará de rusos o de más chinos nuestros barrios. Otros, defecto congénito de nuestro ADN, no pueden aceptar que sean los rusos los que lleven la batuta de la orquesta. Que si se creen superiores, que si son ortodoxos, algunos incluso dicen que si son paganos, en fin, para gustos los colores. Al patriota español todo esto le hace estallar la cabeza y prefiere seguir como está a tener que meterse en estos jardines.
Sin embargo, para cortar la cabeza a la serpiente hay que ir donde se ataca, porque es ahí verdaderamente donde hoy se está librando la batalla de nuestro tiempo. Podemos equivocarnos, pero la confusión no nos está permitida. Si Rusia cae, estamos perdidos. Salgamos del error. El fin de la historia será la consolidación de la hegemonía del totalitarismo liberal. El globalismo arrasará con todo.
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