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Es evidente la derrota militar -en Ucrania- de la brutal civilización occidental liberal, materialista, atea y antitea, masónica y por eso mismo satánica, dirigida por la Sinagoga de Satanás y administrada por los Estados Unidos y su lacayo-esclavo la Unión Europea. Ucrania, ese estado inventado por Stalin y, desde el golpe de Estado Maidán de 2013-14, controlado por los testaferros de la Sinagoga, donde los ejércitos de Putin avanzan con cuidado pero sin grandes obstáculos, liberando pueblo tras pueblo, ciudad tras ciudad.

Desde febrero de 2022 hasta el presente a cada paso de los ejércitos de Putin se ponen al descubierto las redes mafiosas y laboratorios de armas biológicas montados en Ucrania  y dirigidos por occidente.

Pese a la ayuda de useña y europea el régimen mafioso de Zelenski tiene las horas contadas y, con ello, llegará una nueva derrota (Afganistán, Irak, Siria) de la OTAN. Esto lo sabe hasta el más tonto de la clase. De ahí que múltiples voces estén abogando por un acuerdo de paz. Una de las cabezas visibles a favor del acuerdo de paz es Kissinger, quien se enfrentó abiertamente al comunista Schwab -una de las cabezas de la mafia belicista- en el Foro Económico Mundial de 2022. Kissinger ha vuelto a insistir en entrevista en The Wall Street que “estamos al borde de la guerra con Rusia”, que la Administración Biden “tiene problemas para definir la dirección correcta”.

La facción globalista favorable a la paz considera que el precio que se está pagando y se va a pagar es inasumible: la derrota militar y quiebra de occidente. Por su parte, la facción belicista considera que la quiebra de occidente es un paso esencial para realizar el Gran Reseteo anunciado por estos mafiosos, incluso abiertamente en el Foro Económico Mundial: “no tendrás nada y serás feliz”, dicen. Esto es, comunismo puro y duro. Un Estado que decide omnipotentemente sobre una sociedad perfectamente controlada, con sus individuos catalogados por puntos de buenos y malos ciudadanos según el grado de sometimiento y dócil sumisión al dios Estado. Según su catalogación tendrán “paguita” y privilegios (antes llamados Derechos).

Pero para la facción belicista la guerra tiene otro objetivo: no importa la derrota militar occidental ni el costo económico y humano. Lo que importa es doblegar al díscolo Putin y cambiar el rumbo de Rusia. Por ello hay que mantener la guerra hasta despedazar a Rusia y convertirla en múltiples estados enfrentados entre sí y títeres de la Sinagoga.

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Sin embargo las presiones para la paz comienzan a ser más que considerables, unido a la ya referida quiebra de la UE y voces díscolas como la de Orban en Hungría. Por ello la mafia de la guerra -con centro en Washington- ha dado dos pasos más:

Ahora se trata de cazar a los intelectuales. El último asesinado es la filósofa Daria Dugin, hija del filósofo Alexander Dugin. Cuanto me recuerda esto a nuestra guerra civil, cuando la mafia roja se dedicó a señalar el asesinato de intelectuales opuestos o simplemente críticos con el régimen. Por ejemplo, el diario semanal El Mono Azul desde el cual el criminal Rafael Alberti señalaba a los intelectuales a los que se debía mandar “a Paseo” (de Unamuno y Baroja a Ortega y Marañón pasando por los Gómez de la Serna y Alejandro Casona, o los Muñoz Seca, García Morente o Fernando Vela).
La prolongación de la guerra bien pudiera llevar al motín en “la Bounty”, si en la UE cunde el ejemplo húngaro. Por ello la mafia belicista considera que es necesario subir la apuesta: que ocurra un “accidente” nuclear para que la OTAN tenga las manos libres para intervenir directamente. Es decir, están buscando una guerra nuclear con Rusia creyendo que la van a poder ganar.

Considerando este segundo punto se entiende el ataque continuado del gobierno Zelensky sobre la central nuclear de Zaporozhskaya, con proyectiles 155-mm de la OTAN con espoletas americanas M739. Tal es la situación que los trabajadores de la central nuclear han elevado solicitud de permiso al gobierno ruso para poder abandonar la central. El gobierno les ha pedido que no se vayan, que permanezcan en la central.

La mafia belicista occidental habla cada vez más alto sobre la necesidad de una guerra nuclear. Por ejemplo, Radoslaw Sikorski eurodiputado, el congressista norteamericano Adam Kinzinger o el parlamentario británicoTobias Ellwood, quien aboga a favor de que una fuga radioactiva de la central de Zaporozhskaya activaría el artículo 5 de la OTAN: «las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas«.

Pero, Ucrania no pertenece a la OTAN y quien está bombardeando dicha centra es el gobierno Ucraniano. Da lo mismo, para la mafia belicista occidental -con sede en Washington- todo vale con tal de provocar una guerra nuclear contra Rusia. También medios de comunicación occidentales como Deutch Welle (bajo financiación del gobierno federal alemán) consideran que atacar la central nuclear de Zaporozhskaya es legal y que no viola la Convención de Ginebra

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Tal es la situación que Vasily Nebenzya -representante de Rusia ante la ONU- ha llamado a las potencias nucleares a que reafirmen la declaración de 3 de enero de 2022 sobre el compromiso a no desatar una guerra nuclear.

Los que gobiernan occidente quieren una guerra nuclear, y no están locos. Quieren destruirnos y sobre los escombros materiales y humanos levantar un “nuevo mundo” a su medida. Han abierto una ventana de Overton -y la van a utilizar- para hacer realidad los sueños del Foro Económico Mundial: un gran gobierno mundial, control total, comunismo perfecto, totalitarismo perfecto. Y para conseguirlo “la gran mayoría de los 7.500 millones de habitantes del mundo simplemente ya no son necesarios” (Yuval Noah Harari, asesor del FEM).

Nota: Recordemos que los únicos que han utilizado armas nucleares son los Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. Estas ciudades no tenían ninguna trascendencia militar. Pero se da la circunstancia que, especialmente Nagasaki, eran ciudades con una gran concentración de población católica. En el caso de Nagasaki, ésta era la principal ciudad católica de japón, que dio a la Iglesia cientos de mártires en el siglo XVI y XVII. Oh, qué curioso, la bomba atómica fue arrojada sobre Urakami, el distrito católico de Nagasaki.

Autor

Antonio R. Peña
Antonio R. Peña
Antonio Ramón Peña es católico y español. Además es doctor en Historia Moderna y Contemporánea y archivero. Colaborador en diversos medios de comunicación como Infocatolica, Infovaticana, Somatemps. Ha colaborado con la Real Academia de la Historia en el Diccionario Biográfico Español. A parte de sus artículos científicos y de opinión, algunos de sus libros publicados son De Roma a Gotia: los orígenes de España, De Austrias a Borbones, Japón a la luz de la evangelización. Actualmente trabaja como profesor de instituto.