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En la tarde del 22 de julio se presentó en Dríus el general segundo jefe, recogiendo el mando, en bien críticas circunstancias y estado, de las fuerzas refugiadas en Anual y posiciones intermedias, dirigiendo en este sentido al Ministerio de la Guerra el telegrama de las 18.45 -folio 60-, en que lo comunica, con manifestación, como primera impresión que recibe, de la falta de noticias concretas de lo ocurrido, como del paradero del Comandante general, participando al mismo tiempo el abandono e incendio de Ben Tieb, ya antes comentado, y su intento de procurar la reorganización de los incoherentes elementos allí acumulados. 

En la conferencia, sin fecha, pero correlativa -folio 2002-, el general Navarro se pone a las órdenes de Alto Comisario, desde dicho campamento, dándole cuenta de su llegada y de recoger las referidas fuerzas, e insistiendo en anteriores peticiones, manifiesta su duda de poder conservar posición ninguna «más allá de las antiguas», desconociendo, por lo demás, los detalles de la situación. 

Crisis de la situación. En telegrama posterior de las 21.45 minutos del mismo día -folio 61- hace conocer el temor de que las posiciones avanzadas en torno de Dríus, de Tafersit y Midar, desde Buhafora, Izen Lasen, Azib, Chéif, Ain Kert y Karra Midar, no pudieran resistir el empuje de la harca enemiga, que parecía denotar el intento de continuar su avance por Tizi Asa; y como la moral de las tropas la juzgaba tan deprimida que no se aventurase a operar, estimaba que sólo la llegada inmediata de refuerzos organizados y en número proporcionado podría salvar lo crítico de la situación, y eso reduciéndose, en retirada progresiva, a límites más estrechos del territorio, sin que, por lo demás, las situación política le inspirara tampoco confianza. 

Posición y campamento de Dríus. El campamento de Dríus, donde se hallaba recogido, asentaba y asienta en la llanada de Sepsa, sobre la margen izquierda del río Kert, a 250 metros del puente de la carretera de Bátel, distando medio kilómetro de la frontera posición de Dar Dríus, que le daba nombre -plano folio 1319-. Su constitución se describe en declaración del sargento del regimiento de San Fernando Manuel Martínez -folio 1673-, con todas sus circunstancias. 

Inseguridad de la línea de comunicación. Era muy fundado y legítimo el temor que abrigara el general segundo jefe por sus comunicaciones, notoriamente débiles y faltas de seguridad, pues desde el momento que hubieran de declararse en defección las cabilas de retaguardia se haría imposible su situación y abastecimiento, amenazado además por su frente, al quedar éste abandonado; y como la difusión conocida de los recursos de fuerzas de la Comandancia general había dejado desguarnecido el territorio de retaguardia, y la rápida propagación del preparado movimiento insurreccional, inmovilizando y anulando los dos principales núcleos de Beni Said y Telatza, dejaba al descubierto los flancos: ni Bátel, Tistutin, Arrui y Zeluán podían servir de punto de sostén a la comprometida línea de comunicación, ni menos prestarle apoyo para una retirada emprendida en las desfavorables condiciones de descomposición y desaliento a que las tropas habían llegado y en que fuera obligado a emprenderla.

 

Imprevisiones agravantes de la situación de dicha línea.

Sea dado insistir sobre ello, glosando las palabras del teniente coronel Fernández Tamarit -folio 1202 vuelto-, tanto por lo fundamental de las causas a que obedeciera la situación provocada, como a la falta de previsión, de rápida decisión, luego, observadas en los momentos resolutivos del punto que se examina. 

Dice el precitado jefe, después de referir los términos desastrosos de la retirada de Anual, que ya en dichas condiciones de desánimo era inevitable lo que ocurrió después, y las reconocidas dotes de serenidad y valor concurrentes en el general Navarro, y que personalmente había podido admirar el testigo, no bastaron para atajar el incendio; y como, por otra parte, «con nuestra típica y fatal confianza, nadie había pensado en posibilidad de un revés ni había organizado segunda línea; como todas las fuerzas estaban en el campo, una vez que las circunstancias obligaron al general Navarro a evacuar Dar Dríus, y que el alzamiento de las cabilas cortó las comunicaciones, las posiciones del zoco de Telatza y Dar Kebdani estaban perdidas». 

Imponíase, naturalmente, en estas condiciones, el repliegue de sus fuerzas, en vista del ineluctable levantamiento del país. 

Amenazas contra las comunicaciones y resolución de repliegue a Bátei. Siguiendo el hilo de la narración, el general 2° jefe, en nuevo telegrama de las 0.25 del día 23 -folio 67- confirma al Ministerio sus impresiones pesimistas en cuanto a la actitud suspecta de Beni Said, cuyo levantamiento anunciaba como probable para ese día el capitán de la 11ª mía territorial; y considerando que la línea de comunicación de su campamento con Bátel se hallaba seriamente comprometida, por la amenaza que el enemigo pronunciaba por Axdir Asús, que ya atacaba, e Ichtiuen, y como quiera que la situación general no le permitía mover los descompuestos restos de fuerza que le habían quedado, apelaba a la resolución única que se le ofrecía de retirarse sobre Bátel, dando orden a las posiciones antedichas de Tafersit y Midar de replegarse sobre el campamento de Chéif, para desde allí cortar al zoco el Telatza de Ulad Bubker, en espera de soluciones a la situación, y replegarse ulteriormente, en caso preciso, sobre Monte Arrui; sentido en el cual manifestaba, comunicar órdenes y proponiéndose llevar a cabo el movimiento en la mañana. 

Indicaciones del Mando dirigidas a mantener la línea del Kert. El Alto Comisario, por su parte, en conferencia telegráfica con el Ministerio, de las 23.15 del 22 -folio 64-, recogiendo las primeras lacónicas noticias de Dríus del general segundo jefe, manifestaba que a la hora aquella ignoraba el alcance del repliegue de las tropas, como la situación y posiciones que se conservaran en Beni Said; pero que, en principio, tendería a que se mantuviesen en lo posible en la línea de Dar Dríus, Dar Azúgaj, Kandussi, Kebdani, conservado los puestos de la costa, aunque sin conocer, como era natural, el margen de resistencia que le quedara y donde podría sostenerse hasta la llegada de refuerzos. Atento a esto y sobre los que él preparaba, manifestaba que, como lo que había quedado más desorganizado eran los servicios, hacía designación de los que perentoriamente y de momento consideraba necesarios, indicando la urgencia de la llegada de fuerzas, porque imaginaba que el mayor enemigo que allí había era la falta de la moral, participando, por último, su resolución de trasladarse inmediatamente a Melilla.

 

Desconocimiento de la situación preparada.

Al insinuar el Ministro, de su parte, la sorpresa de lo ocurrido, «cuando ningún indicio tenía de lo que, por lo visto, se venía fraguando desde hace algún tiempo, a juzgar por la intensidad del estallido», aun cuando confiando, en todo caso, para dominar la situación en las altas dotes que reconocía en el Alto Comisario, declaraba éste que no podía él «prever, y con ello no eludo lo más mínimo mi responsabilidad en lo ocurrido, y de cuya primera manifestación tuve conocimiento cuando V.E. me preguntaba qué había ocurrido en Melilla… De entonces acá se han precipitado los sucesos en forma tal, que aunque no desconocía la existencia de harcas en Tensaman, nunca podía imaginar que su actuación alcanzara los resultados que han conseguido…» 

Previsiones del Alto Comisario. En telegrama de las 4.50 del 23 -folio 2004-, y en consecuencia con los propósitos enunciados, transmite el Alto Comisario las prevenciones consiguientes, en el sentido de que, aun cuando con desconocimiento de la situación del momento, encarecía al general 2º jefe la conveniencia de concentrar todo el esfuerzo de las tropas a mantener, a lo menos, la línea referida de Kebdani, Kandussi, Dríus, Telatza, en la seguridad de que no había de esforzarse la resistencia, como tender, en lo posible, a conservar los puestos de la costa, indicándose, al propio tiempo, la salida de los primeros refuerzos de Ceuta y de la expresada superior autoridad, la cual comunica personalmente su llegada en conferencia de las 0.45 del día 24 de Julio -folio 79-. 

Detención transitoria de la retirada. En conferencia de las 16.20 del mismo día 23 -folio 74-, celebrada entre el Ministerio de la Guerra y el jefe del Estado Mayor de la Comandancia general, se da cuenta de la suspensión del movimiento de retirada sobre Bátel decidido por el general 2º jefe, atendiendo a las indicaciones del Alto Comisario, pero, entendido -folio 75-, que al continuar en Dríus lo haría en espera de los refuerzos anunciados, por serles muy urgentes y precisos; pues que, de no recibirlos en muy breve plazo, se vería irremisiblemente obligado al repliegue, ya en peores condiciones. 

Gravedad apreciada del momento.

El Alto Comisario, instruido por las noticias que recibe del general 2° jefe, de su forzado repliegue sobre Bátel, amenazado de flanco por el enemigo, y de su desconfianza creciente de la situación política e inminente defección de Beni Said, así como la situación moral y material de los restos de las guarniciones recogidas del frente, se considera en el deber de hacer presente al Gobierno, en telegrama de las once del 23 -folio 69-, la insuficiencia de los medios por de pronto aprestados para restablecer la situación, aun reduciendo las pretensiones a conservar la antigua línea del Kerk, representando los peligros del momento, y dado agravar la situación el botín de artillería, armamento y municiones caído en poder del enemigo. 

Relato autorizado de la situación. En conferencia de la 1.40 del mismo día 24 -folio 80-, luego de haberse hecho cargo rápidamente de la situación y de confirmar su llegada a las 23 de aquella noche, manifiesta que trató a seguida de buscar comunicación con el general Navarro sin conseguirlo; que dicho general, que pernoctó el 22 en Dar Dríus con los restos de la columna de Anual, se retiraba el 23 sobre Bátel, duramente hostilizado, pareciendo que desde este punto iniciaba un segundo repliegue hacia Monte Arruit, adonde en el momento de conferenciar llegaban ya restos desperdigados de la columna, sin que se pudieran distinguir las unidades. Recoge también la noticia de que otras posiciones, débilmente guarnecidas, entre Bátel y Beni Said, es decir, inmediatas a vanguardia del Kert, habían empezado a ser hostilizadas. En estas condiciones y al tratar de organizar la defensa, se encontraba con que no había nada aprovechable: todos los servicios desorganizados y el material casi en su totalidad en poder del enemigo, y las fuerzas dispersas y sin mando; y con ser desastrosa la situación que pintaba de recursos materiales, lo era «mucho mayor la moral, que se había perdido en casi todos los resortes del Ejército; en una palabra: que la Comandancia general de Melilla se había fundido en unos días de combate, en forma que de ella poco queda aprovechable», en la cual tesitura sigue describiendo la situación que ha encontrado, fundamentando sus propósitos restringidos de reconstitución en la medida que permitieran los elementos que se le enviasen.

 

Evacuación de impedimenta.

El general Navarro, desde el punto que asume el mando en Dríus en las complicadas circunstancias de su sucesión y atenido de momento a sus solos medios, dedica su esfuerzo a reorganizar las disgregadas unidades y fracciones recogidas en el campamento y a desembarazarse de cuanto constituyera innecesaria impedimenta para disponer de mayor libertad de movimientos, como verifica, en primer término, con el ganado sobrante de Artillería -folio 301 vuelto-. De orden del Comandante general se había hecho abandono en Anual del material de la segunda batería ligera del regimiento mixto, en evitación de obstáculos en la retirada, atento a las dificultades naturales del camino, habiéndose traído tan solo el ganado de ella, como también se encontraba en Dríus el de la primera ligera, perdida en Igueriben. Por otra parte, de las cuatro baterías de montaña venidas de Anual, sólo pudo reconstituirse una, sobre la base de la quinta, que las circunstancias del combate del 21 llevaron a pernoctar en Izúmar y estaba por esto más completa, no habiendo participado en el desbaratamiento que se originara en la subida a dicha posición, y en lo restante, sólo quedaban elementos sueltos sin adaptación; el cual material sobrante quedó recogido para ser evacuado al día siguiente en camiones de la plaza -folio antes citado, 1146 vuelto, 1938-, dando idea este detalle de la desorganización cundida en la retirada y de los asaltos de que habían sido objeto los mulos, tal como refieren las declaraciones, en el pavor de la huida; como otro tanto puede decirse del demás material a lomo de las unidades todas. En virtud de dicha medida, todo el ganado que quedó sin empleo, en el Parque móvil, en la parte innecesaria, fue dirigido a pernoctar a Bátel, en la misma tarde del 22, para continuar después a la plaza, y permitiendo esto que la extenuada gente de estas unidades pudiera continuar la marcha montada. Debía servir a esta fuerza de protección en su camino un escuadrón de Alcántara formado por 25 hombres y caballos más agotados y un oficial por escuadrón del regimiento -folio 1866 y atestado n° 105-. 

Estas fuerzas salieron al oscurecer de Dríus, llegando a Bátel a las 11 de la noche -folio 1179 vuelto-, donde pernoctaron, continuando al día siguiente la marcha en dirección a la plaza y quedando el escuadrón provisional en Zeluán. 

Artillería por de pronto conservada. En resumen; pudo reunir el general 2º jefe de toda la artillería de dotación, dos baterías de montaña -la 5ª dicha, reformada, y la 1ª reorganizada después de Abarrán, donde se perdiera, y estante en Dríus desde el 21 de julio-, y la ligera eventual, allí también destacada; batería ésta formada con material entregado por el parque y ganado y elementos de los segundos escalones de las otras dos ligeras de plantilla -folio 284 vuelto-; toda la cual artillería también se pierde íntegramente en la segunda parte de la retirada, cual se verá a su tiempo. 

Separación y deserción de las fuerzas indígenas. De igual modo todos los elementos indígenas fueron separados de la columna, dirigiéndose la Policía a casa Dríus y los regulares a pernoctar a Uestía. Estas últimas fuerzas, en la mañana siguiente, adelantan la salida por orden terminante del general, en su desconfianza del elemento indígena, marchando la Infantería en el primer tren a Nador, donde recogido el armamento y dado descanso para sus casas a la gente, cual era práctica, ningún individuo comparece a la lista para que se los citase a fin de dar instrucciones para el servicio del día siguiente, y la caballería destacada a Zeluán, donde el 24 se subleva y deserta el 3er escuadrón con los tres oficiales moros y armas y caballos, y el resto de la tropa, enviando a la plaza el mismo día, por considerarse un peligro para la defensa de la Alcazaba, se dispersa en el camino, desertando asimismo -folios 1758 y 1908 y atestado nº 2-. 

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En cuanto a la Policía, dice el comandante de Artillería Martínez Vivas -folio 1157 vuelto- que al llegar a Dríus el general Navarro reunió a la oficialidad, dándole la orden de salir inmediatamente con sus mías a la cabecera de las mismas y «desarmarlas». Pero el capitán Jiménez Ortoneda -folio 1463 vuelto- se concreta a decir que el general los reunió, en efecto, mandándole regresar inmediatamente a sus cabeceras para informarle de la situación de cada cabila de una manera clara y bajo su más estricta responsabilidad, siendo muy opuestas las opiniones allí expuestas por algunos oficiales respecto de la lealtad de los jefes de aquellas. Y eso confirma el teniente Miralles -folio 280-, consignando la orden que recibiera de incorporarse en el acto, y como hiciera observar la hora y distancia a su cabecera -Azib de Midar- y que sólo le quedaban nueve policías, le fue ordenado marchar y llegar hasta donde pudiera, quedando por este motivo en Chéif. 

Pero ya era partido éste que habían tomado por sí los capitanes con la escasa gente que había permanecido adicta, sin el imperativo de la consigna, pues dice el capitán de la 11ª mía, González Longoria -folio 495-, que al descender de Izúmar siguió al zoco de Nador de Beni Ulirech, donde esperó tres cuartos de hora la llegada de sus policías que venían diseminados -y a que lógicamente pensado se deduce hubiérase adelantado-, logrando tan solo recoger siete u ocho, y reuniéndose el teniente Martínez Baños, que también recaló allí, se dirigieron ambos a la cabecera de la mía, pasando por Kebdani y llegando a Yarf el Baax a las 21.30. 

El capitán Cayuela, de la 5ª mía, también dice -folio 985- que al retirarse del servicio de protección de aguada y flanqueo de la columna de Anual y llegar a Ben Tieb, como no le dieron razón de su jefe ni recibiese otras instrucciones, tras breve alto, con la fuerza montada se dirigió a su cabecera de Tauriat Hamed, por la meseta de Arkab y del Kert, pasando Kandussi, y a la cual llegó a la una de la madrugada del 23. 

De modo que, en resolución, pudieron recibir las órdenes de incorporación los que siguieron la retirada general hasta llegar al encuentro del general Navarro en Dríus. 

Compañías de Intendencia. Las compañías de Intendencia son también encaminadas a la plaza al siguiente día, a las 10.30. Al pasar la retaguardia por el río Seco recibió algún fuego, que fue más sostenido con moros a caballo en el paso de Igsar Gan, donde las acechara el enemigo; teniendo que atender a su seguridad por sus propios medios y efectuando la retirada con todos sus elementos y aun el ganado menor que conducían -folios 1402, 1804 y 956-, siendo debido decir que fueron de las unidades que más completa y ordenadamente se reintegraron a la plaza, adonde llegaron a las 10 de la noche del 23 , en estado que permitió fuesen empleadas al día siguiente en la defensa de un sector de aquella en la penuria de elementos sentida en tan críticos momentos. 

Espíritu y moral de las tropas remanentes. Las demás fuerzas fueron también reformadas, quedando reunidas en aquel campamento, y aun cuando manifiesta el teniente médico Peña -folio 630 vuelto- que al llegar a la tarde a Dríus ya la gente parecía más repuesta, alimentada y con sus mandos propios, por lo que se refiere especialmente a la Caballería, San Fernando y Artillería, y ello pudiera darle, en general, aquella apariencia, es prueba palmaria del estado moral de las tropas y de la descomposición interna que las relajaba el hecho insólito, al par que desconsolador, de que hubiese necesidad de ordenar que nadie saliera del campamento, oficial ni individuo de tropa, sin autorización expresa de los jefes respectivos, como lo acredita el permiso exhibido por el capitán ayudante del regimiento de Ceriñola en el acto de su declaración, al haber sido comisionado por su teniente coronel para un servicio perentorio del cuerpo en la plaza -folio 1077 vuelto-, el cual permiso -folio 1018- dice textualmente: «Marcha a la plaza para asuntos urgentes servicio el capitán ayudante Don Luis Catalán. Dríus 23 Julio 1921. El teniente coronel, Marina». De igual modo son instructivas las manifestaciones del teniente médico D’Harcourt -folio 1107 vuelto- con respecto a las exhortaciones que el teniente coronel del regimiento de San Fernando, Pérez Ortiz, se considerase en deber de dirigir a la oficialidad, «a excitación de algunos oficiales» estimulándolos a que cumplieran con su deber y asegurándoles que con un buen espíritu y en terreno llano nada podría ocurrir cumpliendo cada cual con su deber, «pues sabía se habían cometido actos censurables de falta de espíritu en la primera etapa de la retirada, y aunque algunos se habían querido escapar del campamento de Dríus, alegando supuestas lesiones, por lo que ordenó que en cada puerta se pusiera un oficial decidido a que nadie se fuese sin la autorización competente». Agrega, luego, que la medida de evacuar el ganado sobrante de Artillería y el más agotado de Alcántara, «produjo alguna alarma en la posición, por creer que se quedaba con ello más desguarnecida, pues la salida del ganado serviría de pretexto para que la gente se fuera.»

Muestras decadentes de la moral.

El comandante de Intendencia Armijo, jefe del depósito de Dríus, que al folio 1805 de su declaración manifiesta incidentalmente la honda preocupación que advirtiera en el Comandante general al hablar con él en la mañana del 21, cuando se dirigía al frente, describe el desolador espectáculo de la retirada sobre el mediodía del 22, en tropel informe de las fuerzas, pues aun cuando algo recobradas, en Ben Tieb muy escasas unidades -expresa- venían reunidas y en la mano de sus oficiales, entre las cuales puede citar la Caballería, Ingenieros e Intendencia, porque la Artillería, aunque llegó con el ganado, el material lo había perdido en su inmensa mayoría, y los soldados venían montados y ya queda discernido ante lo que pudiera venir de vacío por sobrante, y el que hubiese dejado el material por el camino, exponiendo que trató de detener y encauzar aquel desorden, encaminando aquella turba al contiguo campamento general por lo reducido de la posición de casa Dríus, donde tenía sus depósitos y asientos; y comentando que llegando en un rápido varias personas, entre ellas el capitán Carrasco -cuya 5ª mía de Policía debía haber asistido al apoyo de la aguada de Anual y flanqueo ulterior de la retirada- dicho capitán, con falta de discreción y reparto, refería lo sucedido en el frente a los oídos de la tropa, por lo que el declarante hubo de advertirle la conveniencia de reportarse para no deprimir aún más la moral de aquella; así como tuvo también que sostener alguna discusión con el jefe de la circunscripción -debiendo referirse al teniente coronel de San Fernando Álvarez del Corral- por su deprimida actitud en presencia de aquellos lamentables sucesos y a pesar de su inferior graduación. 

El soldado de Ceriñola Ángel Palacios, en atestado n° 177, dice que con la compañía de ametralladoras a que pertenecía, llegó a Dríus a las 4 de la tarde, perdiendo allí de vista a su capitán, y en la mañana del 23, al teniente, por lo que al mediodía hubo de continuar la retirada con su unidad al mando de un sargento; y aun cuando al folio 1013 explica el capitán ayudante Catalán la ausencia del primero por causa de enfermedad con autorización de su jefe sin constarle nada respecto del teniente, es muy de señalar la significativa frecuencia con que se invocan motivos o pretextos de enfermedad, como denuncia el curso del expediente para excusar en momentos tan supremos y sin razón justificadísima, el cumplimiento de ineludibles deberes particulares, que han sido objeto de mención en los testimonios de abstenciones personales, por cuerpos, remitidos al General en jefe para la depuración consiguiente, y figuran consignados en los oficios de remisión en los lugares respectivos de este actuado. 

El comandante de Ingenieros Fernández Mulero -folio 1453 vuelto- dice que, una vez llegado a Dríus el general Navarro, con su venia, salieron dos coches rápidos para la plaza, menos uno que quedó a su servicio; en los cuales iban oficiales, unos heridos, otros enfermos y otros que supone estarían autorizados por el general para regresar a la plaza. 

El soldado del regimiento San Fernando Garrido, de la sección de explosivos, estante en Dar Dríus, describe también, al folio 1659 vuelto, el desaliento de la retirada, consignando que algún oficial venía sin estrellas; entre los que llegaban cita al capitán López Vicente, de su cuerpo, que venía en el peor estado, y al dirigirse al testigo para que le diese agua, vio acercársele el alférez Balseiro, también sin estrellas y destrozado, al que increpó aquel duramente, diciéndole que se quitase de su vista. Y atento al hecho de despojarse de insignias, también el soldado de África Alaejos menciona, al folio 1428, que un oficial, al salir de Zeluán, por desprenderse del dinero que llevaba entregó al testigo 200 pesetas, que, providencialmente por cierto, le sirvieron para rescatarse luego, según refiere, y otras 200 a otro soldado, como para ocultar su condición, agrega, se había desprendido en la Alcazaba de todo distintivo de oficial, y hasta de las polainas y guerrera. 

El paisano Verdú, de Arruit, dice al folio 1718 vuelto, que pasaban muchos rápidos con oficiales, y a eso de las 14 del 23, vieron llegar a dos que dijeron ser oficiales y que iban con alpargatas y guerreras de soldados, que fueron los primeros que llegaron a pie, pues los anteriores pasaban en rápidos. 

Todos estos hechos, que incidentalmente relatan los testigos, constituyen en conjunto elocuente testimonio del grado de desmoralización a que hubieron de llegar las fuerzas en el quebranto de su honor y disciplina, como darán muestra aún más deplorable, si cabe, en el curso de esta desastrosa retirada; estado de descomposición que recoge y resume el coronel jefe de Estado Mayor en su conferencia de las 15.45 del 23 de Julio -folio 76- con afirmación de ser tal el estado moral de la tropas, que se precipitaban desordenadamente hacia la retaguardia, habiendo llegado en su carrera algunos heridos hasta las proximidades de la plaza, causando la consiguiente alarma y aumentando la dificultad de la situación con sus relatos y presencia. 

Creencia extendida de que se permanecería en Dríus. Dice el capitán Catalán al folio 1017 de su declaración que transcurrió en Dríus con tranquilidad la tarde del 22, lo mismo que la noche y mañana del 23, prosiguiendo al 1017 vuelto que se presentó la dificultad de carecer en aquel campamento de todo menaje para confeccionar las comidas, puesto que de orden del Comandante general se había dejando todo en Anual, y la fuerza había consumido los ranchos fríos durante los combates librados en ocasión de los convoyes a Igueriben; razón por la cual el teniente coronel de sus fuerzas envió al declarante a la plaza con encargo de que se previniese y enviase lo necesario para dicha atención. 

Se estaba, a lo que puede inferirse, en la idea de que se permanecería en Dríus, y así lo confirma el teniente médico D’Harcort -folio 1108- diciendo que la noche pasó sin novedad, y a la mañana siguiente, 23, le sorprendió la orden de que se preparase la evacuación del hospital porque se iba a abandonar la posición, lo cual no se podía esperar; así como agrega que, al darse cuenta de esto, mucha gente se subía a las ambulancias, habiendo que apearla a viva fuerza, en tanto, sigue diciendo, los elementos sobrantes de artillería se cargaban en camiones, ensillada la caballería y todos se disponían a marchar. 

Órdenes de repliegue sobre Chéif. En consonancia con las determinaciones que el general 2° jefe notificara al Ministerio en el telegrama antes citado de las 0.25 del 23 -folio 67-, relativamente al repliegue de las posiciones de Tafersit y Midar, hubo de comunicar sus órdenes a Chéif, a fin de que a las 4 de la madrugada se abandonasen las posiciones destruyendo cuanto no pudiese ser llevado y fuese de aprovechamiento al enemigo, incorporándose las fuerzas sobre la columna asentada en aquel campamento, con el designio ulterior de correrse reunidamente al Zoco el Telatza, según ya queda dicho. 

Juicios sobre el movimiento dispuesto. Este movimiento lateral sobre el Zoco por el pie de los montes Bufedauem y el Tizi Lao era excéntrico, peligroso corriendo el camino en sus 21 kilómetros a lo largo del mismo frente, y aun puede decirse irrealizable en los momentos en que se ponía en ejecución, una vez que el 22 por la tarde ya era atacada la posición Haf, como el 23 Arreyen Lao -folios 1309 y 1242 vuelto-, que el enemigo cortaba el paso referido del Lao, aparte de otras circunstancias que en aquellos momentos no debieron ser bien consideradas; pues habiendo cundido el movimiento insurreccional al Guerruao, interceptaban los indígenas, y la Policía en causa común con ellos, las comunicaciones de retirada el mismo día 22 en Sidi Yagub – folio 206-, y el teniente de la Policía Cascante, de este puesto, era atacado el día 23 folio 206 vuelto-, obligando a recoger las avanzadillas dependientes del Teniat el Hámara, según el parte del folio 869; y de cualquier modo eran muy largos y penosos los caminos cuando sólo se atendiese a las meras dificultades naturales del terreno para el repliegue ulterior que se previera, ya fuese sobre Bátel, a través del expresado paso, ya más a retaguardia sobre Monte Arruit, por Ergada, a través del Guerruao; la consideración de las cuales dificultades indujeron a la columna misma del Zoco a evacuar en la madrugada del 25 a la zona francesa, con abandono de todo su frente. 

Por diversas circunstancias, tal movimiento transversal no fue ni intentado, como podrá verse en el curso del relato. 

Sobrevenidos los graves sucesos del sector de Anual, y sin que hasta entonces hubiesen tenido repercusión ostensible en la comarca, recibidas que fueron en Chéif las expresadas órdenes de repliegue sobre el campamento inmediato, cumpliendo el mandato de transmitirlas en igual sentido a todas las posiciones que con ella tuvieran enlace, comunicáronse a las de Buhafora, Hamuda, Azrú, Azio Demidar, Ain Kert, Karra Midar y Tamazusin, del contorno de Dríus, a tenor de lo que explica el teniente Reig al folio 1192 vuelto, no habiéndose hecho a la intermedia «A», también dependiente de esta circunscripción, por los motivos ya en su lugar examinados; dilatándose esta trasmisión a causa de haberse hecho de día, y no pudiendo emplear el aparato Magín, hubo que aguardar a que saliera el sol para usar el heliógrafo -folio 1492 vuelto-.

 

Posición de Chéif y columna adscrita.

La posición de Chéif, asentaba en la avenida de la cabila de Beni Tuzin, en el llamado boquete de Midar, sobre la margen izquierda y a unos 3 kilómetros del río Kert, constituida esencialmente por unas casas moras puestas en somero estado de defensa, careciendo de alambrada y otros reparos, y cuya descripción se hace al folio 1491. Componía su guarnición particular una sección de la compañía del regimiento San Fernando que allí tenía su cabecera, el destacamento de artillería para el servicio de dos piezas Schneider que artillaba, y otro de Policía, al mando también de un oficial. A unos cien metros, a la inmediación de la posición, asentaba el campamento del mismo nombre, en la situación y condiciones de defensa que descríbese en la declaración del folio 1091, y en donde radicaba la columna móvil del regimiento de Melilla, formada por las cuatro primeras compañías del segundo batallón y la de ametralladoras del primero, con parte del tren regimental, al mando del teniente coronel Don José Romero Orrego, sin comandante dicha agrupación siguiendo las acostumbradas prácticas del territorio. Característica común de los puestos militares del mismo, posición y campamento carecían de agua, conduciéndola la Intendencia de Dríus, distante siete kilómetros, y el ganado iba a abrevar al Kert, salobre, a unos tres kilómetros, como se ha dicho, y aún agrega el teniente de Artillería Vidal Cuadras, jefe accidental de la posición, que para beber y confeccionar las comidas se iba a buscar el agua a Buhafora con los medios propios de las unidades –folio 1491-, siendo, por lo demás, dignas de atención las manifestaciones del capitán Almasa, de estas fuerzas de Melilla -folio 1093-, en cuanto a las mermas que en los efectivos producían el paludismo y sobre todo, las enfermedades de la piel, debidas a la suciedad; pues, al ir a Chéif desde Kandusi -y esto fue el 11 de junio: Diario de operaciones, folio 695-, donde anteriormente se hallaban destacadas, hubieron de dejar la impedimenta, y con ella el jabón, del que después carecían por completo, infiriéndose de esto que ni hubo oportunidad, medio, celo, interés ni gobierno para enviarlo, como uno de los múltiples aspectos del abandono reinante en el territorio. 

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En ejecución de las referidas órdenes, hízose en la posición cuanto se mandaba, manifestando el precitado teniente Vidal Cuadras que ya se trasladó al contiguo campamento, arrostrando algún tiroteo -folio 1493-. 

Decide la columna evacuar el campamento. Aguardó la columna la incorporación de los destacamentos; y como tan solo lo hubiera hecho a las 7 de la mañana la fuerza de Mamuda, se advirtiese el vivo tiroteo que sostenía Buhafora y sucesivamente viéranse arder otras posiciones del radio, y el enemigo hubiese ya abierto el fuego contra el campamento desde la mañana, hacia las diez, en vista de no llegar ninguna fuerza más, decidióse la columna a evacuar la posición. 

Modificación del itinerario señalado. Falta el principal jefe de la fuerza, y no es fácil discernir lo ocurrido en las diversas fases de su retirada; mas se advierte la persuasión de que se efectuó ya la salida con designio determinado de tomar la dirección más corta de Dríus, como se trata de explicar de diversos modos por los testigos en sus declaraciones, algunos pretextos aducidos poco persuasibles. El teniente Vidal Cuadras cree -folio 1943 vuelto- que salió una compañía, primeramente, para proteger el flanco derecho del camino de Dríus, que en parte había que recorrer para tomar el de Telatza, y en espera de recibir otras órdenes que pudieran modificar la primera. El capitán de Infantería Almansa, que posterior y accidentalmente asumió el mando de las fuerzas, nada dice a este respecto. El teniente Méndez Vigo -folio 1513 vuelto- acredita que el teniente coronel les manifestó la orden recibida de replegarse al Zoco el Telatza; pero como no conociera ninguno el camino del mismo, entiende el testigo que adoptaron la dirección de Dríus en la idea de encontrar quien les diera referencias de él u obtenerlas en dicha posición. Más explícito el teniente Bernárdez, al folio 1458 vuelto, consigna, en primer lugar, que no efectuaron el movimiento en la dirección prevenida por haber pasado la hora señalada para su ejecución, agregando luego al 1459, que el teniente coronel trató de ponerse en comunicación con Dríus, sin conseguirlo, por lo que decidió retirarse hacia ese punto, atendido a la distancia que se encontraba el Telatza, haberse desprendido ya de una compañía y verse arder las posiciones de Ain Kert y Karra Midar, por la cuales habían de pasar; partido que confirma el alférez Reig, del regimiento de San Fernando, replegado de Hamuda -folio 1810 vuelto-, manifestando que al incorporarse al campamento se enteró de que ya se había tomado la determinación de marchar lentamente a Dríus, sin que conozca la razón de ello. Y es de advertir que este examen de la intención nada prejuzga en cuanto a la posibilidad de la ejecución del movimiento en sí, a tenor de lo dicho en los momentos en que era decidido. 

Orden de salida. Dice el capitán Almansa -folio 1092 vuelto- que el teniente coronel no se había decidido a abandonar la posición; que oyéndose fuego en las de vanguardia, entendía que no debía hacerlo hasta que evacuaran éstas; y a las nueve y media, habiendo llegado un oficial y un sargento de una de las posiciones de primera línea, y habiendo cesado el fuego en todas ellas, lo que denotaba su evacuación, decidió el jefe hacer lo propio. 

Salió anticipadamente del campamento, según se ha apuntado, una compañía, acerca de cuya misión tampoco están acordes los testigos. Cree el teniente de Artillería Vidal Cuadras que fue enviada, como se ha indicado, en exploración del camino de Dríus, y entiéndese por el capitán Almansa y teniente Méndez Vigo -folios 1092 vuelto y 1513- que esta compañía fue enviada en auxilio de la posición de Aín Kert, porque el teniente de Policía Miralles, que se ofreció a llevar la orden de evacuación -folio 1458 vuelto-, manifestó era atacada por el enemigo y no se podría retirar; la cual aserción se desvirtúa por la propia declaración de este teniente -folio 280-, de que, con efecto, fue transmitida a la posición la orden de retirada, comunicándola al capitán de San Fernando, jefe de ella, Sánchez de la Orden, quien, conjuntamente con el del mismo cuerpo, Hernando -de la inmediata de Karra Midar-, la cumplimentaron, retirándose ordenadamente por escalones alternados, recogiendo sus heridos, pues que iban siendo batidos por los naturales, que se levantaban a su paso; que todo ello lo pudo observar el testigo en la última parte de dicha retirada. Asevera también el soldado de San Fernando Juan Asensio Ramírez, de la precitada posición -folio 1511-, que a las 8 de la mañana del 23 se presentó un teniente de la Policía con cuatro askaris, que les dio la orden de que se evacuara la posición, sin que hasta el momento hubiera sido hostilizada, aun cuando se veían lejos grupos de moros; que cuando estaban formados para salir, cumpliendo las órdenes recibidas, vieron venir, perseguidos por los moros, los restos de una compañía de Melilla, procedente de Chéif, que había sufrido mucho fuego durante la marcha, entrando en la posición unos treinta hombres al mando de un oficial, algunos heridos, y que al dejar la posición, después de haberla dado al fuego, salieron desplegados «oyendo un tiro», sin que en la marcha hasta Dríus fueran hostilizados; marcha que verificaron dando un rodeo por la margen izquierda del Kert. 

Por su parte, dice el soldado Lórz en atestado n° 101, que dicha compañía «salió de Chéif en vanguardia», sin haber sido hostilizado el campamento; pero que cuando llevaban recorrido como medio kilómetro, empezaron a ser agredidos por numeroso enemigo oculto en las inmediaciones del camino, pasándose a él catorce o diez y seis policías montados, que formaban en la punta de vanguardia, y el resto de la columna quedó en el campamento, que empezó a ser atacado; que sufrieron muchas bajas, y al pasar por la posición de Ain Kert se les unió la guarnición de esta posición, y juntos continuaron hasta Dríus, sin ser hostilizados desde poco antes de llegar a este punto, llegando el resto de la columna unas dos y media o tres horas después, con muchas bajas y muy desorganizada. 

Puede presumiblemente inferirse de todo ello que la compañía saliera formando vanguardia y con propósito de explorar la marcha, y que al verla tan combatida se retrajera el grueso de la columna de hacerlo hasta mejor oportunidad, dejándola sola, como todo da la impresión. 

El hecho es que la compañía, tan luego como salió y transpuso de la vista del campamento tras una loma, debió ser muy combatida, a juzgar por el fuego que desde éste se oía era perseguida, y que, según noticias adquiridas después de Dríus, sólo pudieron acogerse, con escala, a Ain Kert, un oficial con escaso número de hombres, malogrando la función que le hubiera sido verdaderamente encomendada -folio 1458 vuelto-. 

Forma de la marcha sobre Dríus del grueso. La columna salió luego del campamento, a eso de las 10, muy combatida desde los primeros momentos por el fuego que de cerca se le hacía desde los caseríos y vallados que envolvían el campamento de todos lados y flanqueaban el camino, determinando con ello confusión y desorden; que al poco recorrido debió morir o caer herido el teniente coronel, sin que nadie se diera cuenta de su desaparición hasta llegar a Dríus y notar su falta, lo cual da idea de que la retirada se hizo maquinalmente, instintivamente y sin dirección de mando, en el anhelo sólo de ganar Dríus, existiendo absoluta disparidad de apreciación en cuanto a que se tomara o dejara de tomar medidas de seguridad para esta marcha. En el primer sentido informa el capitán Almanza y los oficiales Bernárdez y Méndez Vigo, en sus respectivas declaraciones, en tanto que el teniente de Artillería Vidal Cuadras dice, al folio 1493 vuelto, que no recibió orden particular para la evacuación, previendo, por su parte, a su gente que siguiese a la sección de San Fernando, de la guarnición de la posición, con la que marchó a retaguardia. No reparó en el orden de colocación en que fuera la demás fuerza, ni sabe dónde pudiera ir el teniente coronel, con quien habló momentos antes de la salida; que apenas comenzaba ésta, el enemigo abrió un violento fuego contra las tropas desde las casas y cercados contiguos a la posición, persiguiendo con él y durante el fuego hasta las proximidades de Dar Dríus, «sin que contra él viese adoptar medida militar de ninguna clase, marchando la gente apresuradamente y en montón, lo que aumentó el número de bajas, pues la columna iba flanqueada por guerrillas de moros, que luego cerraron por retaguardia, encerrándola con sus fuegos, y el testigo, con su fuerza, tuvo que apresurar bastante el paso para no quedar distanciado de las que le precedían… Ya, más adelantado el camino, reaccionó algo la gente, contestando al fuego sin interrumpir la marcha.» 

El teniente Reig, de la sección de Hamuda, replegado al campamento, también da noticia, al folio 1808, de la retirada. 

Aflojada, al cabo, la persecución, la columna se pudo rehacer algo y llegar, con cierto orden, a Dríus, bajo la protección, en la última parte del trayecto, de las fuerzas de Caballería que salieron de este punto, que bastó hicieran acto de presencia -folio 1093 vuelto-, y aún llegó a establecerse la batería eventual a proximidad de casa Dríus -folio 833 vuelto y 1674-, sin que tampoco conste entrara en fuego; habiendo sufrido la columna 125 bajas, abandonadas, en esta marcha de siete kilómetros, con pérdida considerable de ganado y material; y allí, hecho cargo de la desaparición del teniente coronel, asumió el mando, cual queda indicado, el capitán Don Félix Almansa Díaz.

Prevenciones del mando atinentes a la columna.

Dice el precitado capitán -folio 1094- que al llegar a Dríus y tomar el mando como más antiguo, fue a dar el consiguiente parte al general Navarro, el cual le mandó que, pues su fuerza era la que más había sufrido aquel día, continuara la marcha hacia Bátel, poniendo a su disposición dos camiones para conducir las bajas que ocurrieran y despeados; pues los heridos de la retirada habían pasado a la enfermería local para ser evacuados. En este ánimo, al ir a formar su tropa, oyó -dice- tocar «llamada» a todas las unidades del campamento, enterándose de que era con objeto de evacuarlo. Por su parte, sin atender a más, emprendió la marcha con su gente en virtud de la orden particular que dice se le había dado; pero poco antes de llegar al Kert fué detenido por el capitán de Estado Mayor que allí regulaba la salida, a fin de que aguardase a la organización de la columna, y cuando le correspondió entrar en ella la puso en marcha. 

Incorporada, por tanto, la fuerza a la retirada general, sigue sus vicisitudes hasta Bátel, como será a su tiempo analizado en conjunto, indicando sólo de pasada en este lugar que el repliegue de la columna de Chéif tiene una segunda parte en su actuación aún más lastimosa que la primera, que será objeto de particular examen más adelante, siguiendo el orden natural de los sucesos. 

Por de pronto, el general Navarro se encontró con una fuerza más, tan inútil para el concurso de su ulterior acción como lo hubiera sido desviada en el movimiento de flanqueo al Zoco, que pensara; pues su espíritu y empeño corría parejo con las demás reunidas a su inmediación.

 Por la transcripción Julio MERINO

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.