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En estos días que estamos viviendo una huelga pacífica del sector de transportes, tal vez convenga recordar como eran aquellas huelgas, instigadas por la izquierda, que tantas víctimas y daños causaron en la España del reinado de Alfonso XIII.

Guardias de Seguridad detienen a un huelguista en Madrid

El 10 de agosto de 1917, estalló una huelga revolucionaria iniciada por los trabajadores del ferrocarril de la Compañía del Norte que se prolongó durante los días siguientes afectando, de una u otra forma, a toda España.

La situación de España en aquel verano venía marcada de una parte por el movimiento militar protagonizado por las Juntas de Defensa; de otra por el movimiento político generado por la Liga regionalista y finalmente por el movimiento social encabezado por la UGT, la CNT y el PSOE, convocantes de la huelga de agosto de aquel año.

Radicalizadas las posturas de los huelguistas y extendida esta a toda España, el día 13, desde primeras horas de la mañana, efectivos del Cuerpo de Seguridad, junto con otras fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército, se vieron en la necesidad de disolver, en Madrid, a grupos de revoltosos, practicando las primeras detenciones. El estado de agitación fue en aumento y poco después de la una de la tarde, con el ceremonial ordenado para estos casos, la Autoridad militar proclamó, siguiendo órdenes del Gobierno, el estado de guerra.

El Bando, que fue leído y fijado en la pared del Mº de la Gobernación, en la madrileña Puerta del Sol, establecía que quedaban sujetos a la jurisdicción militar todos los delitos de rebelión y sedición, así como aquellos que se cometiesen contra la seguridad de la Nación o que afectasen al orden público; igualmente los que pudiesen cometerse contra la libertad del trabajo o las contrataciones.

Quedaban también sujetos a esta jurisdicción los que causen desperfectos en vías públicas o en tendidos eléctricos o telegráficos; los que insulten o agredan al personal militar o los que concurran a manifestaciones o reuniones no autorizadas; los que saboteen el abastecimiento público; los que exciten a la sedición por medio de imprenta o los que distribuyan estas publicaciones.

El Bando señalaba que se procederá a disolver por la fuerza cualquier reunión, en vía pública, de más de tres personas. También se hacía preciso un salvoconducto, expedido por la Dirección General de Seguridad, para todos aquellos que, fuera de los límites de Madrid, deseasen circular en automóvil, motocicleta o bicicleta.

Guardias de Seguridad en Barcelona en 1917

Por la tarde de ese mismo día, para lograr la libre circulación de los tranvías, se les facilitó escolta prestada por efectivos del Cuerpo de Seguridad; igualmente se protegieron diferentes fábricas que continuaron con su trabajo.

Pasadas las cinco y media fuerzas del Caballería del Cuerpo de Seguridad cargaron en la Puerta del Sol contra manifestantes logrando disolverlos.

En ciudades como Barcelona, Zaragoza y Bilbao se restableció el orden tras duros enfrentamientos. En el resto de España, tras la declaración del estado de guerra, que fue acogido con entusiasmo por el pueblo, reinaba la tranquilidad.

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Bilbao fue escenario de uno de los peores episodios de esta huelga cuando un grupo de sediciosos hizo descarrilar el tren correo causando la muerte a cinco viajeros y heridas a otros dieciocho.

A las ocho de la tarde del día 14, efectivos del Cuerpo de Vigilancia y del de Seguridad procedieron a detener al comité de huelga en un piso de la calle Desengaño de Madrid.

Durante los días siguientes prosiguieron las intervenciones de efectivos de la Policía Gubernativa en todas aquellas ciudades en las que estaba desplegada, logrando restablecer el orden en toda España en unión de efectivos del Ejército y de la Guardia Civil.

Como nota luctuosa destaca, por lo que se refiere a la Policía, la muerte, en Barcelona, del Guardia José Oms Bayarri, resultando gravemente herido el del mismo empleo Benigno Barreiro. Suponemos que se registraron más bajas, aunque no podemos precisar el balance final de heridos, especialmente del Cuerpo de Seguridad. 

Nada hemos encontrado sobre las circunstancias en las que se produjo la muerte de este Guardia; sí existe constancia, por referencias hechas en algún diario, que en la ciudad Condal se produjo el fallecimiento de un Guardia de Seguridad sin que conste alusión más concreta al hecho.

Refieren, sin embargo, algunos de los periódicos consultados el gran esfuerzo realizado, durante los días de esta huelga salvaje, por los efectivos del Cuerpo de Seguridad. Así, La Vanguardia en su edición del 13 de agosto refiere un hecho acaecido en la Estación del Norte de Madrid, en la tarde del día anterior, señalando: «El servicio que vienen prestando los guardias de seguridad es tan continuo, que hoy cayó, extenuado por la fatiga, uno de los guardias a las órdenes del capitán Salgado. Asistido en el gabinete médico de la estación, los facultativos, afirmaron que era víctima del exceso de trabajo. Efectivamente, los guardias no disponen más que de cuatro horas para descansar y asearse».

Estos comentarios, extensivos al resto de España, nos pueden dar idea del gran esfuerzo realizado por los Guardias en los ocho días de duración de la huelga que afectó a las ciudades más importantes de nuestra nación.

Finalmente, el sábado, día 18, la huelga se puede dar por concluida retornando la mayoría de los implicados a sus puestos de trabajo y retomando la tranquilidad las calles de España.

El balance final de estas jornadas fue lamentable, según varios autores los muertos se cifran entre 70 y 100 en toda la península, especialmente en Barcelona, Madrid y Bilbao, y más de 2.000 detenidos.

El homenaje a las víctimas de la huelga revolucionaria

El domingo 2 de septiembre de 1917 la ciudad de Bilbao fue escenario de un acto de exaltación patriótica como homenaje a las víctimas de la huelga revolucionaria del agosto anterior.

Con este motivo, ante un innumerable gentío, se celebró una Misa de campaña seguida de un desfile militar que fue presidido por el Gobernador Militar, General Souza, en el que participaron alrededor de 3.000 efectivos la mayoría pertenecientes a la guarnición de la Plaza que previamente fueron revistados por la Autoridad militar.

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La fuerza formó en parada en la Gran Vía la columna a pie y en la Alameda de Recalde la de a caballo, girando el acto alrededor de la Plaza Elíptica. La composición de esta importante representación de las distintas Armas y Cuerpos de la guarnición, así como de los destacados a la capital vizcaína con motivo de los desórdenes revolucionarios, fue la siguiente:

Columna de desembarco del Acorazado Alfonso XIII; Regimiento de Infantería de Garellano nº 43; Batallón del Regimiento de Infantería León nº 38; Compañías sueltas de los Regimientos de Infantería Andalucía nº 52 y Guipuzcoa nº 53; Escuadrones de los Regimientos de Caballería Lanceros de Borbón nº 4; Cazadores de Alfonso XIII nº 24; Comandancia de Artillería; Carabineros; Guardia Civil; Miñones; Cuerpo de Seguridad y Guardia Municipal.

A la conclusión del Oficio religioso dio comienzo el desfile que estuvo mandado por el General de Brigada Francisco Vara del Rey y Rubio. La tribuna, desde la que presidió el General Gobernador Militar, estaba instalada en el balcón del edificio de la Diputación Provincial, en el corazón de la Gran Vía, frente al que se situó la Música del Regimiento “Garellano” que no cesó en su interpretación de Marchas Miliares mientras duró el paso de la fuerza.

Las unidades desfilaron en columna de honor, las de infantería, y en columna de bloque, las de caballería, haciéndolo en el mismo orden en que fueron revistadas. El itinerario del desfile, la Gran Vía bilbaína, estaba abarrotada de público que victoreaba a España, al Rey y al Ejército en tanto que los balcones se hallaban engalanados con colgaduras con los colores nacionales.

Es de suponer que los efectivos del Cuerpo de Seguridad participantes en este magno acontecimiento consistiesen en una unidad de entidad Sección al entender que el resto del personal de la Compañía destinada en la capital vizcaína estuviese prestando servicio de carrera, así como en el de la Prevención de la ciudad.

Con fecha 6 de enero de 1918 se distribuye entre el personal integrante de la Policía Gubernativa que resultó herido o entre las familias de los que resultaron muertos como consecuencia de los sucesos de la citada huelga revolucionaria, la cantidad de 65.867,70 pts., correspondiendo al Cuerpo de Seguridad 33.033,85 pts.

Este dinero procede de donativos y cuestaciones.

Autor

REDACCIÓN