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Poco después de terminar la guerra civil se publicó en Italia un artículo titulado ¿Un psicotécnico al servicio de la Tercera Internacional Roja para ejercer el terror en España? A continuación, incluimos este escrito que lo incorporó el abogado fiscal de la audiencia de Barcelona, Eliseo García Martínez, en la Causa General. Dice así:
El reverendo P. Ledit S.J., conocido por todos es merecedor de la colección, de una rica documentación de la nefasta obra del bolchevismo y por unas efectivas inscripciones sobre el Bolchevismo y el comunismo, en el que se revelan los horrores de los métodos de propaganda utilizados por los “rojos”, ha publicado en las “Lettres de Rome” (junio de 1939, n. 11-12) que dirige un muy interesante reportaje titulado “Impresiones de España” sobre un viaje que realizó a la España liberada del yugo de los “rojos”. El P. Ledit escribe:
“Otro día fui a visitar la Cheka de Vallmajor; como todas las demás instituciones de este tipo, se instaló en un convento. Las puertas están abiertas; entré con mi compañero y visité el interior de esta prisión. Los colchones todavía están en el suelo; alrededor de seis bancos por celda; pero parece obvio que no todos los presos tenían su colchón; había, a intervalos, hasta 3.000 presos en este convento… Nos encontramos con el guía que nos conduce al jardín donde se instalaron las celdas de tortura. Estos han sido ampliamente descritos en la prensa y se han publicado numerosas fotografías en varios periódicos; las celdas diminutas donde el prisionero no podía sentarse, acostarse o incluso pararse. Si levantaba la cabeza, tocaría un timbre eléctrico. A la altura de los ojos, una abertura por la que entraba una luz fuerte. Le era imposible dormir; sus rodillas y riñones pronto fueron arañados por las paredes de su cajita; en otro, el piso estaba hecho de ladrillos colocados en ángulo recto con el piso; una luz intensa le mostró pinturas extrañas en colores vivos; de allí pasamos a la caja de resonancia, una celda sin ángulo, donde cada sonido se hacía eco simultáneamente por todos lados; un sonajero se puso en acción arriba, para producir un ruido infernal. Era más pequeño, mucho más pequeño que la Prisión Mamertina de Roma, y el sonido que producen los múltiples ecos, cuando cerramos la válvula que habíamos admitido en esta caja, es algo indescriptible. Estas pequeñas celdas estaban ordenadas, elegantemente hechas. Vemos a los torturadores con guantes, clavel en el ojal. Nunca había visto algo tan infernal… También tiene sillas eléctricas, celdas subterráneas de cemento reforzado, completamente a oscuras, donde los detenidos los ponían desnudos por 24 o 48 horas, un pozo donde los tiraban y de ahí se les reprochó que reanudaran la tortura. El médico elegante que lo quiso, puede ir a Estados Unidos a hablar de ‘democracia’ con los locos que lo escucharán; haría bien en no volver a poner un pie en su país”.
En la página 174 del mismo expediente, el P. Ledit describe la visita al Instituto de Artes y Oficios, donde el célebre Padre Pérez del Pulgar, recién fallecido, trabajó durante muchos años y escribe:
“La parte central del enorme edificio se ha conservado bastante bien. Antes de la guerra civil, inmediatamente después de la disolución de los jesuitas, se instaló allí un Instituto de Psicotecnia, que fue dirigido por César Madariaga. No sé si el doctor Madariaga organizó las chekas en Madrid, pero sé que el Dr. Mira director del correspondiente Instituto de Psicotecnia de Barcelona, hizo los planos de las chekas de los que hablaremos más adelante como atestiguan los albañiles cuando fueron llevados ante los tribunales”.
No podemos creer que un psicólogo pudiera haber puesto su propia capacidad científica con fines tan horribles, aunque es universalmente conocido lo que dice el P. Ledit en los escritos sobre otro científico, esta vez un fisiólogo, Negrín:
“…en Madrid y Barcelona todavía podemos hablar de los asesinos de la FAI, pero basta con destacar el nombre de Negrín, autor de estas sabias torturas, para suscitar protestas casi histéricas”.
Se puede encontrar más información en el folleto “Como funcionaban las Checas de Barcelona”. Publicaciones CIAS, 1939. De ella reproducimos el párrafo que describe algunos detalles de la prisión de Vallmajor.
“En el jardín del Convento construyeron los asesinos del SIMK un pabellón, dividido en celdas, que constituye un verdadero alarde de refinamiento y maldad. En ellas fueron estudiados y aplicado en todo su detalle los métodos que ellos mismos denominaban “psicotécnicos”. No aparecen en ellas elementos extraordinarios de tortura física, aunque no faltan los ladrillos colocados de canto para impedir el paseo y la cama inclinada en tal forma que el reposo en la misma era totalmente imposible. Pero lo que si domina en estos calabozos es la tortura mental, la acción enloquecedora sobre la psiquis del individuo, fruto de una verdadera técnica diabólica. Las celdas en cuestión tienen unos dos metros y medio de fondo por un metro ochenta de ancho. En la parte derecha existe un poyo de cemento destinado a cama y en la parte izquierda un pilar, también de cemento, de unos cuarenta centímetros y que alcanza una altura de noventa. Cama y pilar tienen una inclinación de unos veinte grados y estaban destinados seguramente a producir sobre el ánimo del preso los efectos de una especie de suplicio de Tántalo, ya que en reposo en las mismos era totalmente imposible dada su inclinación y al hecho de estar revestido de brea. El techo está pintado de negro y las paredes de un gris oscuro con rayas verticales, horizontales y diagonales de color amarillo. En la pared del fondo fueron pintados unos círculos de diversos colores y un tablero de ajedrez blanco y negro. La parte interna de la puerta tiene pintada en su parte baja una espiral y en la parte alta unos dados que adaptan aquella forma tan conocida que hace que varíe su número según la dirección que se les mira. Juntamente encima de la pared donde se hallan pintados los círculos y el tablero y al lugar en que el techo se trunca y eleva, están instalados unos cristales verdosos, que filtran una luz difusa que hace resaltar y da un aspecto extraño a los dibujos y muy especialmente a los dados del dorso de la puerta. El satánico artífice de esta maravilla de crueldad, el tristemente célebre Laurencic, declaró en su proceso que se había elegido la tonalidad verde para producir al detenido el efecto de un día triste, lluvioso y si esperanza. Durante la noche se encendía una lámpara roja, con la consiguiente variación de efectos y tonalidades. Las espirales y dados y el tablero de ajedrez debían de ser puntos de influencia y de sugestión, mientras que los círculos y las líneas quebradas estaban destinados a producir una irritación sobre el sistema nervioso, perturbado en sentido del equilibrio. Se había colocado en un colmo de refinamiento en cada una de las celdas un reloj dispuesto en tal forma que durante un día entero no marcaba más que cuatro o cinco horas, produciendo así en el recluso una desorientación completa en cuanto al tiempo y multiplicando la tortura del lento transcurso de las horas de encierro”.
Desde Barcelona escriben lo siguiente sobre la psicotecnia mencionada en el citado folleto. – Todos dicen que el Dr. E. Mira intervino como psicólogo en el alojamiento de las aterradoras checas, que desde hace unos días han sido visitadas libremente por numerosos públicos. Se dice que la construcción material fue obra de un ingeniero checoslovaco que ya ha sido condenado a muerte y fusilado; algunos dicen que este ingeniero confesó que era el autor responsable de los checas; pero también se afirma universalmente, como una cosa segura, que el Dr. Mira también intervino, como técnico psicólogo, ambos ideando la forma de realizar el interrogatorio para provocar confesiones por sugestión, aunque con experimentos previos realizados en presos para comprobar hasta qué punto era posible intensificar el dolor en varios tormentos sin producir la muerte del paciente.
También me lo aseguró un médico militar, quien me dijo que lo sabía con absoluta certeza. – En posesión de estos hechos escribimos al profesor Mira, exponiéndole las acusaciones que había contra él, y dirigiéndole la carta a la “Society for protection of Science” (una asociación que, como se sabe, se ocupa de los exiliados judíos y bolcheviques: London WC 1, 6 Gordon Square). – El profesor. Mira respondió rechazando las disculpas y pidiendo ponerlo en condiciones de demostrar que son falsas. Estamos felices de hacer esto publicando estas páginas. Difundimos noticias precisas de él. Esperamos la dignidad de la ciencia que cultivamos y también el honor del profesor Mira que pueda demostrar que la información aquí publicada es infundada. Por lo tanto, esperamos la prueba prometida de su inocencia. – Es imprescindible que Mira se defienda porque, como es sabido, es miembro del Comité Permanente de los Congresos Internacionales de Psicología. Evidentemente, si hubiera cometido un abuso tan grave en el ejercicio de nuestra ciencia, no podría sentarse dignamente junto a colegas honestos. Por tanto, esperamos con impaciencia sus defensas. –A GEMELLI – M. PONZO.
Carta abierta de algunos psiquiatras españoles sobre el Prof. Mira de Barcelona. Hablando de la nota anterior, recibimos de unos compañeros de Barcelona la carta que aquí reproducimos, documento del que sobra subrayar la importancia; Llamamos la atención de los colegas del Comité Permanente de los Congresos Internacionales de Psicología sobre ello:
“Reverendísimo Padre Gemelli. – A todos aquellos que en la nueva España se dedicaron a los estudios científicos, y en especial a los médicos, es profundamente doloroso saber que, en el Comité Internacional de Congresos de Psicología, nuestra patria está representada por el Dr. Emilio Mira López. – No es español, aunque lamentablemente nacido en España que, como el señor Mira, fue culpable durante el período bolchevique -una orgía de ladrones y asesinos- con cada muerte por deleite, abuso y crueldad; quien luego se enfureció contra sus colegas culpables de amar la patria y la civilización; quien, como un vulgar informante, los denunció; quienes, finalmente, se prostituyeron, llevando a cabo refinados tormentos para diversas celdas utilizadas para tal fin en las cárceles rojas. El señor Mira López no puede ni debe participar de ningún consenso de científicos, siempre fieles servidores de la verdad, la justicia y el bien; sobre todo es indigno del honor de unir su nombre al nombre de España en Congresos Internacionales.
Por tanto, le pedimos que sea el portavoz de estas regiones junto a sus ilustres colegas del citado Comité, para eliminar el nombre del Dr. Emilio Mira López es su calificación como representante de nuestra Nación.
Queremos aprovechar esta oportunidad para expresarle nuestro agradecimiento por el trabajo que ha realizado a favor de nuestra patria incluso antes del heroico movimiento salvador.
Cuando el mundo educado nos miraba con desconfianza y con pegada antipatía, tú, franciscano, médico y filósofo, has defendido enérgicamente y sin implicación el derecho, más aún la obligación de los españoles de reaccionar con fuerza para que el país no se pudra en el pozo comunista.
Con el mayor respeto y admiración somos sus devotos. Yo: Dr. M. Tauro. Decano de la Facultad de Medicina (Barcellona). – Escardó Monte, Neurologo del Hospital Clínico (Barcellona). – Ramón Sarro, Vicepresidente Asociación española de Neurología y Psiquiatría. – Arturo Galcerán Gaspar, Director del Instituto Psiquiátrico Municipal (Barcelona). – Torras, Director del Instituto Montal de la Santa Cruz, de Barcellona. – Juan Guasch, Médico de la Clínica Mental de Santa Coloma de Gramanet. – Dr. Juan Alzina y Melis, Director del Instituto Municipal para ciegos, sordomudos, deficientes (Barcellona). – Dr. José Córdoba, Director del Instituto Frenopático (Barcellona). – J. Fuster, Subdirector del Instituto Mental de la Santa Cruz. – Pedro Portabella”.
El documento que acabamos de leer fue escrito por el fraile franciscano y psicólogo Agostino Gemelli (1878-1959) y el psicólogo Mario Ponzo (1882-1960), publicado en la Revista Archivo di Psicología Neurología Psichiatria e Psicoterapia, publicada en el volumen de marzo-septiembre de 1940, en las páginas 576 a 580 y 771 a 776. Delante de las afirmaciones que se expresan contra el doctor Emilio Mira López, nos debemos preguntar, ¿qué hay de cierto en la afirmación sobre su supuesta organización de las checas de Barcelona?
Antes de contestar la pregunta, esbocemos parte de su vida. Emilio Mira López (Santiago de Cuba 24 de octubre de 1896 – Río de Janeiro 16 de febrero de 1964). Fue director del Laboratorio de Psicología del Instituto de Orientación y Selección Profesional de Barcelona; del Servicio Psiquiátrico del Ayuntamiento de Barcelona (1925); director general del Instituto de Orientación Profesional, Escuela del Trabajo de la Diputación de Barcelona (1926). A finales de los años veinte tenía un prestigio nacional y relevancia internacional. A partir de 1929 impartió clases en la Universidad de Ohio. En 1934 fue profesor agregado y responsable de la primera cátedra de Psiquiatría, en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Durante la guerra civil lo nombraron director del Instituto de Adaptación Profesional del a Mujer, de la Generalitat; miembro del Consejo superior de Cultura; en 1938 es nombrado Ministro de Defensa Nacional y jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de la República. En su momento se le consideró el opuesto de Antonio Vallejo Nájera. Este en el bando nacional y Mira en el republicano.
Emilio Mira abandonó Cataluña el 25 de enero de 1939. A mediados de febrero se reunió con su familia en Perpiñán. Dicen que había perdido, por el stress, 16 kilos, estaba fatigado y enfebrecido. Lo recluyeron, con los suyos, en el campo de refugiados de Lagny-sur-Seine, cerca de París. Estando ahí supo de la carta que hemos incluido de sus colegas médicos catalanes.
No es solo la carta la que desprestigió al doctor Mira. Durante la guerra civil corrió el bulo que, abusando de su poder, había sido el principal responsable de las torturas psicológicas que sufrieron los internados en las checas de Barcelona. En aquel momento se defendió asegurando que su vinculación se limitaba a la asistencia psiquiátrica de los prisioneros que le remitían a la Clínica Militar de San Boi de Llobregat.
Agostino Gemelli, como hemos visto, envió varias cartas a Emilio Mira pidiéndole explicaciones con respecto a las acusaciones. El 25 de septiembre de 1939, desde Londres, le contestó a Gemelli que aquellas acusaciones eran falsas. Y como siempre negó sus actividades psicotécnicas. En esa carta afirma que “recuerdo que un día me preguntó un médico militar que estaba al servicio del SIM, sobre cuál era el criterio acerca de los medios científicos que se podrían emplear para controlar la sinceridad del testimonio. Le contesté que no conocía ningún medio seguro y que todo lo que yo sabía al respecto se recogía en mi obra Psicología jurídica (Salvat, 1932). Como estaba agotada la edición incluso le resté un ejemplar”.
Con respecto a las chekas expresó su repugnancia al “utilizar la violencia y la fuerza para imponer algo (…) toda mi actuación en ese ámbito se limitó a la asistencia psiquiátrica de los prisioneros que se remitían a la Clínica Psiquiátrica Militar de Sant Boi de Llobregat”. Mira se manifiesta dispuesto a que se investigue la verdad, en un país neutral, y sospecha que todo aquello era un movimiento de quienes “abrigan odio y envidia con mí”.
En otra carta, después de leer el artículo que hemos incluido, Mira le reprocha a Gemelli que no hubiera publicado su carta rechazando los cargos y que todo aquel escrito era “un montón de fantasías idiotas”. Lo acusó de “haber trabajado para Franco más que un moro” y de haber recibido felicitaciones “por haber hecho la propaganda de la rebelión”. Posteriormente escribió al psiquiatra Mario Ponzo reafirmándose en todo lo que le había escrito a Gemelli.
Aquella noticia sobre el doctor Mira no quedó en saco roto. En 1945 el fiscal que instruía la Causa General hizo que declararan Hilario Martínez Goñi y Juan Lluch Caralps. El primero, policía armado, fue el encargado desde julio de 1939 a marzo de 1941, como conserje para explicar a los visitantes lo que había sido el funcionamiento de la cheka de Vallmajor. Al ser preguntado sobre el doctor Mira respondió que “no recuerda el declarante haber oído hablar de persona alguna determinada como autor o inspirador de los tormentos que allí se habían dado en época roja a los presos nacionales, por lo que desconoce en absoluto el nombre del Dr. Mira López, por el que se le pregunta”.
Por su parte, Juan Lluch Caralps, médico, al ser preguntado contestó que “si bien el declarante no tiene conocimiento ni pruebas de que el Dr. Mira interviniera en la construcción de las checas, era voz pública en aquel entonces, que había intervenido”. Hablaba de oídas pues “no puede facilitar más datos sobre la actuación del Dr. Mira por no haber tenido contacto alguno con él, durante el periodo rojo”.
La realidad es que se fraguó una campaña para desacreditar la figura de Emilio Mira López, instigada -aunque lo negó- por su discípulo Ramón Sarro. La carta -que hemos incluido- firmada por todos aquellos médicos daba credibilidad al engaño. Y este se hizo más grande al ser creído por Agostino Gemelli y Mario Ponzo. ¿Cómo acabó el tema?
Pidiéndole disculpas, pero el mal ya estaba hecho. A Gemelli y a Ponzo les fue bien porque querían organizar en Roma, año 1942, un congreso internacional de psicología. En 1949 Mario Ponzo coincidió con Emilio Mira en un congreso internacional de psicotécnica en Berna. Alice G. de Mira comentó que “este estaba libido y asustado, pero Emilio de tomó del brazo y conversando llegaron hasta el final de un largo corredor. El profesor Ponzo procuró disculpar al profesor Gemelli y a sí mismo, explicando que tanto uno como otro habían sido víctimas de informaciones equivocadas de presiones políticas”.
Con Ramón Sarro se encontró en 1957, en Zúrich, en un congreso de psiquiatría. Le comentó que fue coaccionado para que firmara el documento que lo desacreditaba públicamente. ¿De dónde surgió la idea de que Emilio Mira había participado en las chekas? Un rumor como ese y las palabras de Juan Lluch habían de tener una base. Los rumores tienen un punto de partida. La respuesta nos la da Pedro Domingo, en Vivencias en Cuba con el Doctor Mira, explica:
“Allí había una comunicación oficial, no recuerdo exactamente de quién, en la que, como profesor de la Universidad, se le pedía un informe sobre los métodos empleados tanto para descubrir las declaraciones falsas como para probar las auténticas… Aquel informe, desnaturalizado, se convirtió después en un ‘Métodos actuales para facilitar a la Policía el conocimiento de la verdad en los presuntos delincuentes y testimonios, según los métodos del doctor Emilio Mira’. En aquel informe ya no había intervenido el doctor Mira, y los métodos se enumeraban: primero, segundo, etc. Se ve que el primer informe había provocado sucesivas adaptaciones. Pero lo que oían los detenidos en el momento de su interrogatorio era si lo que decía no era bastante satisfactorio: ‘aplíquenle el método tal o vual del doctor Mira’ y era este nombre y estas palabras lo que el maltratado recordaba, aunque los métodos científicos fuesen acompañados de los más contundentes complementos”.
Así pues, la tergiversación de un informe por parte de las autoridades encargadas de las checas -posiblemente el SIM- creó la leyenda negra del doctor Emilio Mira López.
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