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En España la vida humana ya no merece respeto: asesinato legal de bebé antes de nacer (aborto). Incitación legal al suicidio (eutanasia). Promoción de la idea de que los ancianos sobran, que son un peso insoportable para el Sistema y la sociedad, mejor que mueran en grandes cantidades desasistidos en los geriátricos (y todo con escusa del covid).
En España la justicia está condicionada a la política y a los políticos: no hay independencia del poder judicial. La oligarquía política se pelea y después pacta quién ocupará los principales puestos judiciales y fiscales a cambio de bicocas partidistas. Se promueve a la cabeza de la fiscalía a una persona políticamente comprometida con una bandería política.
En España se permite que pateadores de policías, defensores de terroristas, destructores del Estado y la Nación; se sienten en los parlamentos. Se permite y se promociona que gentuza que ha practicado el terrorismo se asienten como garrapatas en las instituciones del Estado -desde niveles locales al general- y se permite que se les homenajee en pueblos y ciudades.
En España la democracia pivota sobre leyes electorales que favorecen a partidos independentistas que, por ello, siempre tendrán el dominio electoral en esas regiones. Y así es posible, se permite y se impulsa un continuo ambiente social donde el independentismo todo lo controla, lo estruja y lo oprime. Así es que la vida transcurre en la coacción cotidiana mediante el miedo que inunda la vida social y privada de los españoles.
En España se permite y se fomenta que los políticos acaben sus días públicos ocupando suntuosos despachos y recibiendo suculentos emolumentos en “compañías clave” para la subsistencia de nuestra nación (electricidad, gas..). Y estos sectores suben sus precios al punto de hacer casi imposible la producción de bienes de primera necesidad y de consumo en general. Y paran las fábricas, los precios alimentarios y combustibles suben furiosamente… Y lo mismo pasa con los transportes de materiales, productos, personas… Mientras, son muchos españoles los que no pueden calentar sus hogares y las colas del hambre ya son imagen corriente en nuestras ciudades. Los jubilados apenas si tienen míseras pensiones y cada vez más familias – sin trabajo, que han perdido oficio y beneficio- están cayendo en el umbral de la supervivencia. Sin embargo, inmigrantes ilegales son obsequiados con todo tipo de sueldos y parabienes a cargo de todos los españoles.
En España se violan los derechos y libertades fundamentales del capítulo segundo de la Constitución: reunión, manifestación, circulación y todo a cuenta de un decreto ilegal y de un estado de alarma ilegal. En España ya se ha hecho normal obligar por coacción (ya empresarial, social o institucional) a declarar sobre tu salud (violando el secreto médico-paciente) y se entra en domicilios sin autorización judicial. Además, se utilizan los medios de comunicación para rastrear a los ciudadanos y te llaman y te preguntan sobre tu salud. Todo esto viola la integridad e intimidad personal y familiar y la propia imagen.
En España no existe el derecho a la sanidad general. Hay comunidades autónomas donde farmacias no reconocen recetas de otras comunidades autónomas. Los españoles ya no tienen derecho a recibir y tener acceso a los servicios y prestaciones sanitarios en igualdad de condiciones, independientemente del territorio en el que residan.
En España ya no existe libertad para expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción, ni la libertad de cátedra. “Generalazos” llenos de medallas en sus guerreras -que jamás se han deshilachado- afirman abiertamente que trabajan para una bandería política: contra las críticas al gobierno. Y los demás “generalazos” agachan la cabeza y callan cuando no asienten contentos. Y realizan informes contra todo medio y persona crítica a la bandería gubernativa de turno. Y las leyes –memorias históricas, por ejemplo- impiden expresar y difundir libremente pensamientos, ideas y opiniones si son contrarias los relatos oficiales -de la Historia al covid- ¡pecado mortal!
En España no existe el derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos. Entre otras razones porque hay comunidades autónomas que exigen un determinado nivel de conocimiento de una lengua particular. Esto anula la igualdad de todos los españoles, la libertad de trabajar en cualquier parte del territorio y la libertad de domicilio.
En España ya no existe el derecho a la educación y enseñanza en la lengua española común a todos los españoles. Ya no hay libertad de enseñanza porque es imposible enseñar fuera del discurso oficial (especialmente en el área de humanidades). Los padres e hijos cada vez tienen más problemas para acceder a una educación conforme a su moral y ética religiosa.
En España el derecho a la propiedad privada y a la herencia están siendo destruidos desde los parlamentos nacional y autonómicos con leyes que fomentan la ocupación de la propiedad privada y penalizan a la donación y herencia. Leyes extractivas con abusivos tributos que obligan a las familias incluso a renunciar a la herencia.
En España la oligarquía política se ha dedicado a regenerar viejas rencillas que ya están provocando odio. El odio ya se ha expandido, ya se ha infiltrado en todas las capas sociales. Y a cuenta del covid los ciudadanos se cruzan por la calle y se intercambian miradas y se juzgan (si lleva no lleva mascarilla, si estará o no inyectado…).
En España se da un Golpe de Estado y a sus autores se les indulta y se “van de rositas” a sus casas, a la actividad pública y se les da trabajos y suelzados. Lo mismo sucede con los terroristas. Rota está en España la unidad nacional con unas autonomías, que son verdaderos estados dentro de un Estado que ya sólo existe sobre un “papel mojado”. En España la vida de los ciudadanos tiene y discurre con la única referencia de su autonomía.
En España rota está también la soberanía nacional. Los gobiernos autonómicos, los “estaditos” y el llamado gobierno central no pueden legislar a su albedrio conforme a las leyes propias, sino que están sometidos a las ordenes de la Unión Europea y a su burocracia. Nada puede decidirse ni hacerse sin el visto bueno de “Europa”. Y aún más grave, la oligarquía política española ha sometido a España a la agenda 2030 (solo vox se opone). Agenda que no hemos votado, agenda que nadie ha elegido, agenda que ha sido elaborada en oscuros conciliábulos formados por filántropos de la mentira, del fraude y del odio que dicen abiertamente querer destruir los estados-nación. Y sin embargo la oligarquía política española y los parlamentos defienden, promueven, financian e imponen a nuestra patria esta destructiva agenda. En España la soberanía nacional es una entelequia.
En España a las familias -que son la base de la nación- se las estruja hasta la arruina, se les “chupa la sangre” apurando hasta la última gota. En el Gran Sistema de 1978, los españoles estamos solos, mancillados, violados, quebrados, rotos de cuerpo y alma. Y todo esto señalado es sólo la “punta del iceberg”.
¿Quién podrá y querrá restablecer, defender y garantizar la unidad nacional, la soberanía nacional y el ordenamiento constitucional? ¿Quién está dispuesto? Nadie está dispuesto a jugarse -no ya su vida y hacienda obligadamente- tan siquiera un ápice de su florilegio.
La Unidad y Soberanía Nacional y el ordenamiento constitucional, una ficción. La Constitución Española, un “Papel Mojado”. El Artículo 8, un gazapo.
Ya nadie quiere oír, oh Patria, tu aflicción en triste concierto tocando a muerto.
Autor
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Antonio Ramón Peña es católico y español. Además es doctor en Historia Moderna y Contemporánea y archivero. Colaborador en diversos medios de comunicación como Infocatolica, Infovaticana, Somatemps. Ha colaborado con la Real Academia de la Historia en el Diccionario Biográfico Español. A parte de sus artículos científicos y de opinión, algunos de sus libros publicados son De Roma a Gotia: los orígenes de España, De Austrias a Borbones, Japón a la luz de la evangelización. Actualmente trabaja como profesor de instituto.
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