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No es que la ignorancia sea muy atrevida, sino que quienes se exceden en el atrevimiento son los ignorantes. Y se hacen muy peligrosos; peligrosísimos son cuando, por esas extrañas cosas que tiene la vida, alcanzan cotas de poder. Y no digamos cuando el Poder es político y cuasi cuasi absoluto, como está ocurriendo actualmente en España, y sufrimos los españoles, por el apoderamiento de esta caterva de ignorantes colocados en el poder político, encabezada por el mayor y más peligroso de cuántos ignorantes se han conocido, Pedro Sánchez, que es la mentira jodía y jodedora, en toda su dañina potencia, materializada junto a un inmedible «yoismo» y presunción, en un espécimen presuntamente humano.
El ignorante, como diariamente nos muestra Sánchez y su patibularia «partida» de indocumentados intelectuales, desconoce -cosa lógica; si no, no sería ignorante-, que exista algo distinto de lo que él es capaz de pensar y creer, aunque su «castillo»; su magnifica obra, de la que se siente tan orgulloso como una mierda en un solar, esté totalmente en ruinas. El ignorante, cuando el resultado de su participación en algo resulta una «cagada», lejos de aceptar su fracaso, siempre trata de encontrar alguien que, pagándole con dineros ajenos, acepte su culpabilidad.
Los españoles estamos asistiendo en directo a como el ignorante mayor del reino, Pedro Sánchez, sin apearse del burro, convive con el fracaso sin que se le mueva un ápice su mechoncito cano. Sentencias del Tribunal Supremo desoídas porque chocaban con sus intereses personales; sentencias del Tribunas Constitucional que a pesar de que le empapan personalmente acusándole de haber cometido actos inconstitucionales, él olímpicamente desprecia al Alto Tribunal, y permite que su patibularia «partida» se le una en el insulto y la amenaza a sus miembros, utilizando eslóganes escritos por algún leguleyo de baja estofa y mísera moral que cobra, de nuestro euros, un magnifico sueldo por «asesorar con su inexistente ciencia» a semejantes seres.
El colmo de la ignorancia, en este caso, de la educación y del respeto, fue su indecoroso comportamiento, que dignifica a SM Felipe VI, y le califica y señala a él, con el dedo enmierdado, durante el acto de inauguración del tren de alta velocidad Madrid-Murcia, rompiendo, a propósito (yo diría a mala leche, si no es sancionable) el protocolo de la manera mas zafia que se haya visto jamás, anticipándose groseramente a SM (SM es así de tranquilo, «yo le hubiera dao una patá en los güevos, dejándole allí espatarrao en el anden», me decía un paisano), entrando primero en el vagón. El tío valentón de bailongo chungo llevaba una sonrisa de oreja a oreja, como la de un chulángano que alguien cometió la indecencia de presentármelo.
Autor
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Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.