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Ahora ha dejado de llamarse democracia y, en su lugar, se habla de “progresismo”, palabra hueca donde las haya, que suelen utilizar los Gobiernos tiránicos (como el de Venezuela, Nicaragua, Cuba o el de la nueva España). Un Gobierno que, ni se digna a rendir cuentas, y que se encuentra presidido por un mentiroso compulsivo, compuesto por inútiles e ineptos y sostenido por quienes pretenden destruir a España de forma abierta y sin ambages. ¿Repasamos los últimos acontecimientos para mostrar que es así y no de otra forma? Pues vamos a ello, con el convencimiento de que me dejaré bastantes cosas por el camino, aunque solo me centraré, como digo, en algunos de los últimos acontecimientos, porque la vida no me da para más   …

Últimos acontecimientos que comienzan (y parecen no tener fin) por la interminable discusión de la autodenominada Ley de Memoria Democrática, que ni es memoria ni es democrática en absoluto, sino todo lo contrario. No es “memoria” porque se pretende reescribir la historia, que es simple narración de hechos ocurridos en el pasado, sin ninguna clase de tinte ni color político. Sucedió lo que sucedió y, en modo alguno lo que diga el BOE que sucedió, porque la historia es trasunto de los historiadores y no de los políticos. A menos, claro está, que pongamos en marcha un Ministerio de la Verdad (como en la distopía de Orwell) en donde, día a día, se van revisando las noticias, a gusto del Gran Hermano, para que “casen” con el presente que va imponiendo. Pues resulta que, ahora se están sucediendo las enmiendas al dichoso Proyecto de Ley mediante las cuales se pretenden cosas tan incomprensibles como cambiar el nombre al Valle de los Caídos (y denominarlo “Cuelgamuros”) o la creación de una Fiscalía específica, sin el menor bochorno por seguir manteniendo a una Fiscal General absolutamente contaminada e inadecuada para tal cargo. Una Fiscal General que se pasó más de dos horas en el Senado, glosando su tendencia progresista sin exponer el Informe que debía, y vanagloriándose, encima de su pasado como Ministra de este Gobierno, definiéndose como “progresista, moderna, plural, abierta, inclusiva y sensible”. O sea, una oda política en toda regla, en lugar de proclamar su independencia, que es lo único que se le pide como Fiscal General del Estado (que no del Gobierno). Esto es el “progresismo”

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Pretenden que haya “memoria” (su memoria, claro está) para lo que sucedió hace ya más de ochenta años, pero olvido de los crímenes de ETA, que para eso no hay recuerdo alguno, porque tienen detrás a un grupo parlamentario (como Bildu) que respalda a este Gobierno y no puede dejar de contar con él. Seguirá el acercamiento de los presos al País Vasco y la cesión de competencias en materia penitenciaria para que estén en la calle cuando le salga de las pelotas al Lehendakari. O sea, toda una burda burla a las víctimas del terrorismo de ETA para las cuales ni hay memoria ni tampoco justicia (por los casi cuatrocientos crímenes que aún se encuentran pendientes de resolver). Esto, también es el “progresismo” del que presume este Gobierno y todos sus socios.

Y si de ahí pasamos al Proyecto de ley de Presupuestos actualmente en el Congreso, la desvergüenza se torna en puro bochorno al comprobar la tremenda desigualdad de trato entre las diferentes CCAA y, muy especialmente, con Cataluña. Porque se están hinchando a decir y proclamar que se trata de unos Presupuestos “progresistas” (otra vez la dichosa palabreja), cuando se utilizan para contentar a ERC, para financiar cosas absurdas (como lo es todo el Ministerio de Igualdad, entre otros) o para hacer crecer un Sector público absolutamente elefantiásico, que pretenden mantener con los impuestos de los demás. Por ninguna parte se aprecia un talante social en estos Presupuestos que solo van a servir para endeudarnos más y para mantener en su sillón al sátrapa de La Moncloa, que reparte el dinero público como si no fuese de nadie (naturalmente, a él le sale todo gratis mientras permanezca en su puesto). Pues, hale, Presupuestos progresistas al canto, porque parece no existir otra palabra para camuflar tanto despropósito junto …

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Y como no podría ser de otro modo, no puedo dejar de mencionar el disparatado intento de derogar la Ley de Amnistía de 1977, que es la que nos trajo la democracia por ese pacto entre todas las fuerzas políticas del momento, haciendo justamente lo contrario de lo que pretende la Ley de Memoria democrática. Olvidar el pasado de una guerra fratricida, dejar de lado los enfrentamientos y ponernos a ordenar el presente y el futuro en lugar de escarbar en las tumbas de unos y otros. El epitafio de la democracia del 78, no sólo de su Constitución, hay que agradecérselo a la representante de Bildu en el Congreso, señora Aizpurúa, por su claridad. Porque entre los aliados secesionistas, los cómplices de los asesinos de ETA y los comunistas insertados en Podemos, van a dinamitar España, sin arreglar ni uno solo de los problemas reales que tenemos los ciudadanos. Este es el sello del nuevo progresismo bajo cuya sombra y con cuya excusa se están cometiendo las mayores tropelías que ha conocido España.

 

De modo que, como ahora cabe cualquier disparate siempre que se cubra bajo el disfraz de lo progresista (expresión sagrada que parece redimir de cualquier desafuero), todo vale. Y por si eso no es suficiente, utilizan el “Francomodín” (en afortunada expresión de Carlos Herrera) como si fuese el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, aunque el paro siga creciendo, lo mismo que el precio de la energía eléctrica. Y pronto llegará la carestía de materias primas y productos, pero eso nada le importa a este Gobierno, encerrado en su “progresía” y solamente ocupado y preocupado por mantenerse en el poder. Adiós, democracia, adiós y que el Señor te acoja en su seno.