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Es una pregunta que surge espontáneamente cuando se dedica un poco de tiempo al análisis de las noticas que surgen cada día. Sinceramente a la altura de la vida en me encuentro me noto descolocado y llego a dudar de la certeza de las noticias porque la conclusión habitual debería ser preguntarme: ¿Vivimos en un mundo de locos donde el sentido común se ha volatilizado? Siempre han existido individuos con mente trastornada y ejecutores de locuras de todo tipo. En este sentido es absolutamente cierto que no hay nada nuevo bajo el sol. Sin embargo a lo largo de la Historia es un la realidad nos dice que los cuerdos eran abrumadoramente superiores en número a los “locos”. Estos eran bichos raros que incluso divertían con sus ocurrencias inofensivas –los dementes peligrosos estaban encerrados en residencias especializadas.
La cosa es distinta en el siglo XXI. En primer lugar porque la proporción de los sensatos en relación a los majara ha variado en forma exponencial a favor de los chalados.
En nuestros días lo que sorprende es ver ocupados los puestos claves en la política, en los gobiernos, de las Universidades, en la propia Iglesia por chiflados y alienados. Las pantallas de los televisores son los escaparates donde podemos contemplar frecuentemente a todo un rebaño de perturbados mentales, y se diría que en España vamos a la cabeza del ese fenómeno, Es difícil superar los ejemplares que se nos presentan en bandeja. ¿Es superable Irene Montero?
Escuchar a la Ministro de la Igualdad es algo una especie de placer de dioses para quien trate de entender como una mente trastornada puede ser un argumento decisivo para merecer ocupar un asiento en el banco azul. Cómo es posible poner en manos de una mente tan desequilibrada miles de millones fruto del sudor y las lágrimas del adormilado pueblo español. Miles de millones que se tiran por la borda sin responsabilidad con el agravante de ver que esa irresponsable tiene a su servicio el Boletín Oficial del Estado y que la Fiscalía no actúa de oficio y le exige pagar sus locuras administrativas sin contemplaciones. Sus despilfarros dinosáuricas con sandeces de niña tonta tenía que haberlas frenado la Justicia hace tiempo. Esa misma suerte deberían tener la mayoría de los ministros del Gobierno de Sánchez, empezando por él mismo. Sin duda alguna el Gobierno de España bate todos los récores de poderes ´públicos en manos de descerebrados. ¿No tienen los Estados “máquinas de desinfección” para casos como éste? ¿Cómo es posible que un Juez ocupe un ministerio con la misión de recompensar a los criminales y asesinos más repugnantes y cobardes que han existido? Y lo más terrible: ¿Es admisible que un Jefe de Gobierno odie a la Patria a la que debe servir y en vez cumplir este deber sagrado dedica todas sus energías a planificar y ejecutar su aniquilamiento? Indudablemente sólo un monomaniaco narcisista enamorado de sí mismo –disculpen la redundancia– es capaz de quemar cuanto tienen a mano con tal de alargar el disfrute de un poder robado,
Me custra mucho más, aun, entender que mi santa Madre la Iglesia Católica haya sido asaltada en tal forma por el Poder Supremo “sin rostro” que a parezcan noticias emanadas directamente desde el Vaticano con ese mismo marchamo de “trastorno mental”. Por supuesto n o hablo por hablar. Juzguen ustedes mismos. “Nombran a una abortista atea miembro de la Academia Pontificia para la Vida”.
Hace cien años para tomar decisiones como ésta, el responsable, leía previamente a san Espíritu Santo. Ahora se ve que ha leído la última sugerencia recibida de la propia Logia o de algún miembro de la Sinagoga de Satanás. Y por supuesto el responsable de la elección forma parte del grupo de locos que rigen nuestro destino.
He aportado la última noticia que confirma lo aseverado pero se preocupan un poco de lo que ocurre en la Iglesia desde hace sesenta años tienen pruebas por centenera res y millares. En el Vaticano y en las Sedes de las Conferencias episcopales de todo el mundo tienen las pruebas a espuertas El antiquísimo amigo Paco Pepe –Fernández de la Cigoña– en ese archivo maravilloso de comentarios –conocido como “La Cigüeña de la torre”—sobre la Historia vivida durante los últimos sesenta años, tiene a disposición de los que aman a la Iglesia, el relato de todos los desastres salidos de donde hubiera haber brotado la luz del mundo –en vez de tinieblas y barbaridades dogmáticas, morales y litúrgicas—
¿Cómo es posible que la Academia Pontificia “para la Vida” llame de asesora a una mente criminal como lo son las de todos los abortistas (“criminal de la peor especie” pues se trata de matar inocentes que aún no han salido al mundo) Y para rematar sus merecimientos: ¡atea!
¿Qué espécimen de individuos integran esa “Academia”? O mi mente ha dejado de funcionar como instrumento de la Lógica o, sinceramente, la locura es la que rige en estos momentos a la Sociedad del Siglo XXI. Por más vueltas que le doy no sé cómo hincarle el diente al hecho comentado, ¿Complacen al Papa estos trastornos mentales? En caso afirmativo, ¡que Dios nos ampare! ¿Cómo no ha sido fulminado el que eligió a esta señora para formar parte de la Academia de la Vida? Lo más grave del caso es que ningún pastor ha levantado la voz para condenar esta locura. ¿No se han enterado? ¿Lo consideran normal?
Me temo que si continúo profundizando en el que acabara loco seré yo. Lo mejor es cerrar el caso.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.