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El enfado de Feijoo con Casado, a propósito de la renovación del CGPJ, destila una casposidad que es inseparable del rumbo errático y desasperado que está tomando el sistema. Las «fuentes próximas a Casado» aseguran que «se traspasó todo», y uno se imagina una torre de papelujos desordenados, dentro de los cuales probablemente hubiese una carpetilla, hecha con medio folio, donde es posible que alguien, a lápiz, hubiese escrito: «Acuerdos con el PSOE». Algo así. Porque es inimaginable en estos personajes un traspaso de poderes comme il faut, con pen drives, discos duros y copias de seguridad.
Las chapuzas del 13 de la Rue del Percebe, con los entrañables Pepe Gotera y Otilio, eran el colmo de la eficiencia al lado de estas excrecencias cutres de la partitocracia. Estos «se traspasó todo» para hablar de la renovación de los órganos jurisdiccionales, como si uno estuviese hablando de los apuntes de Literatura en la Facultad: «¡Oye, que te los dejé ahí, en la cajonera…, tú sabrás dónde los has dejao!». Pues resulta que Feijoo no los encuentra.
Lo que hay detrás de este nuevo tirón de pelos entre los dirigentes del PP es bastante más grave y más gordo. El acuerdo que alcanzaron Casado y Sánchez es un nuevo trágala de los partidos a los españoles; un trágala donde los socialistas siguen con su criterio de querer manejar la Justicia como hasta ahora (en la mejor tradición marxista de manejar todos los poderes del Estado), pero en cambio el PP se baja de nuevo los pantalones y renuncia a intentar dar algo de independencia al poder judicial.
Ahora Feijoo y González Pons (ese joven valor de la cantera de Génova, savia nueva para las huestes populares) se hacen los indignados con Sánchez y Bolaños, y aseguran que su intención es que «los jueces se elijan entre ellos», intentando marcar distancias con Casado y García Egea. Como si no supiésemos todos ya cómo funcionan los partidos políticos hegemónicos, cuál es su verdadera agenda política, y de qué pie cojean desde hace ya varias décadas. Feijoo, que es gallego, se cree que los demás también lo somos.
Desde el minuto 1, cuando salió victorioso y exultante de ese minicongreso hecho a toda prisa para que ganara sin contestación alguna, Feijoo ha venido demostrando que su plan para intentar llegar a La Moncloa consiste en acercarse todo lo posible al centro-izquierdismo, lugar donde él cree que se encuentra la piedra filosofal de la democracia. Feijoo, que reconoce haber votado a Felipe González y que echa pestes de VOX siempre que puede, quiere sustituir a Sánchez haciendo políticas muy parecidas a las del PSOE. Sin entender (él tampoco, desgraciadamente) que los ciudadanos, entre el original y la copia, prefiere siempre el original. Albert Rivera se lo puede explicar bastante bien.
Lo que nos espera es esto, no se engañen. Cuando Feijoo y Glez.Pons se pongan mucho en evidencia, dirán que la culpa es de Casado y García Egea, como Rajoy le echaba la culpa de todos sus males a Rodríguez Zapatero. Mientras, sottovoce, seguirá compadreando con el hombre que está llevando a España a la ruina moral, económica y política. Al desastre definitivo del que ya veremos cómo y cuándo podremos salir. Demostrando una vez más que los partidos son el verdadero cáncer de la España actual, y que ni marxistas ni liberales tienen otro objetivo que perpetuarse en el poder.
No se dejen engañar por titulares de prensa tan atractivos como falaces.
Autor
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Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio, primero en Radio España y desde 2001 en Radio Inter, donde dirige y presenta distintos programas e informativos, entre ellos "Micrófono Abierto", los Domingos a las 8,30 horas. Ha dirigido la versión digital del Diario Ya y es columnista habitual de ÑTV en Internet. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie", "Autopsia al periodismo". Esta casado y tiene un hijo.