Nota del Editor: No es la primera vez que escuchamos cómo la indignada protesta rezuma el vaso de la paciencia y se manifiesta para vergüenza de nuestras instituciones, cuando un ciudadano conoce por experiencia propia las nefastas medidas que en apariencia vienen a cubrir las necesidades de los más vulnerables. Una legislación que es un espejismo respecto a la verdadera ejecución de medidas conducentes a abordar la problemática de la indefensión de los más necesitados que además han trabajado toda su vida para ser despreciados por una burocracia repulsiva en los momentos del retiro. La realidad es que las leyes parecen apaños para cubrir un expediente público que no solventa los numerosos dramas de muchos ciudadanos en situación de cruel desamparo.
Este es el caso del padre de una ciudadana que se encuentra en el limbo de la ineptitud administrativa, enfermo de Parkinson y absolutamente desasistido desde que sufrió una caída con 86 años, cuando después de romperse la cadera ya no puede valerse por sí mismo con movilidad reducida, sin poder andar. Son los familiares, en este caso su hija que manda esta carta, los que ha experimentado el calvario de procurar algún tipo de esa ayuda institucional que se anuncia a bombo y platillo para vergüenza de los orquestadores que no palían ni de lejos las verdaderas necesidades de los ciudadanos.
Lo cierto es que detrás de las leyes y de la ejecución de sus premisas, los ciudadanos se encuentran desasistidos y presos de un laberinto de inefables torpezas que, lejos de intentar resolverlas, se ahondan en una profunda problemática que no se soluciona y que con el paso del tiempo se convierte en una pesadilla para miles de familias que experimentan la impotencia de tratar con una administración insensible, indolente, malévolamente pasiva y chulescamente totalitaria.
El enunciado del problema es de lejos una mera referencia de la pesadilla que sufren miles de familias presas de la malévola ineficiencia de una administración que sólo cuenta para los políticos a la hora de recabar votos, engañando a los potenciales electores con soluciones fantasmas ante problemáticas de acusada sensibilidad social. En este caso ancianos abandonados en la miserable prolongación de un suplicio de papeleos que no resuelven ningún problema, con partidas presupuestarias exiguas e inexistente intención de escuchar las verdaderas quejas de los más afectados por los errores de una ley de dependencia muy deficiente: un mero escaparate público para adornar la ineficiencia y la falta de consideración a las personas mayores que no pueden valerse por sí mismas. ¿Nos extraña que después de los estertores de soledad se encuentren ancianos muertos que no han sido atendidos en vida?
Quede constancia con esta carta remitida por Raquel Vara Fernández que reproducimos en ÑTV ESPAÑA, de la realidad acuciante de la ciudadanía cuando ha de enfrentarse a los miserables pretextos institucionales, cuya funcionalidad estriba en aparentar una eficacia que es sólo un espejismo frente a la cruel realidad de la indiferencia de los políticos por ayudar de modo eficiente a quien necesita las ayudas por dependencia.
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Este Gobierno tiene abandonado a los más vulnerables, mientras roba y gasta a manos llenas en gastos superfluos miles de millones, y deja a los mas necesitados al total abandono, mientras enarbola la bandera de la democracia . Son más falsos que Judas, a ellos quisiers yo ver en esas circunstancias.
En esta carta hay dos situaciones:
1.- Centro elegido para realizar la rehabilitación, la Comunidad de Madrid dispone de un hospital en Guadarrama para rehabilitación.
2.- El tiempo de espera desde la solicitud de ayuda a la dependencia hasta la concesión de la misma, no tiene justificación la dilatación en el tiempo