17/05/2024 06:06

Estos días España se ha levantado demostrando que tiene sangre en las venas. Hoy la tractorada entra en Madrid. Por fin un buen puñado de españoles se dio cuenta de que las  élites psicópatas- genocidas- globalistas quieren matarnos de hambre, y han actuado en consecuencia.

Hoy todo buen español tiene que sentirse solidario con el sector primario y con sus movilizaciones, aunque le causen un pequeño perjuicio.  Y si puede, sumarse a ellas. No por altruismo –que también-, sino por genuino egoísmo. Porque si el campo se rinde, moriremos de hambre y ruina. Las políticas que destinan el dinero de los contribuyentes a pagar para que se sacrifique el ganado, se destruyan cosechas, se arranquen frutales, se destruyan presas y se desguacen barcos pesqueros, es esencialmente genocida.  La única alternativa de supervivencia, si los campesinos se rinden, es una indeseable guerra abierta, como en 1936.

Por eso, toda acción destinada a impedirlo, incluso con ciertos excesos, es legítima y está exenta de responsabilidad penal y administrativa, por las eximentes de legítima defensa y extrema necesidad. Porque comer es de extrema necesidad, y cuando intentan matarnos de hambre, es legítimo defenderse. Las situaciones críticas, como la presente, tienen la ventaja de poner a cada uno en su sitio y que todos se quiten las caretas. Así, por enésima vez, individuos que se hacen llamar policías, se comportan como viles y miserables esbirros, violando sus juramentos y deberes.  En lugar de defender los derechos y libertades de sus compatriotas, obedecen órdenes ilegales e ilegítimas de una banda de delincuentes.

Sin necesidad de complicadas exégesis, quien, por obedecer al canalla que le firma la nómina, se enfrenta a los ciudadanos que se la pagan -sólo el más estúpido confunde al uno con el otro-, sólo merecen comer mierda. Máxime, cuando los que le pagan la nómina son los que le llevan la comida a la mesa.

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Toda mi solidaridad con el campo, los campesinos, pescadores y transportistas. Toda mi repulsa a los esbirros.

Nota 1. Ruego disculpas anticipadas al lector por los exabruptos, pero entiendo que el vocabulario debe ir acorde con los sucesos y las emociones. Y cuando nos jugamos la vida y el futuro, no cabe decir ¡cáspita! y ¡canastos!

Nota 2. Quien vista uniforme y no quiera ser cómplice de su propia ruina y asesinato y del de sus familiares y amigos, puede informarse de lo que puede hacer en Policías por la Libertad.

https://www.policiasporlalibertad.com/

Autor

Galo Dabouza
Galo Dabouza
Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
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