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El Internet de las cosas (IdC) describe objetos físicos (o grupos de estos) con sensores, capacidad de procesamiento, software y otras tecnologías que se conectan e intercambian datos con otros dispositivos y sistemas a través de internet u otras redes de comunicación. Ora interruptores (es decir, envían las instrucciones a un objeto), ora sensores (recopilan los datos y los envían a otro lugar), deviene todo una mayestática conexión que va desde los objetos domésticos comunes, como las bombillas de luz, hasta los recursos para la atención de la salud, como los dispositivos médicos; las prendas y los accesorios personales “inteligentes”; e incluso los sistemas de las ciudades “inteligentes” (las prisiones de 15 minutos, ya saben). Y tú, «vacunado», dentro de esa red.
La patente de Pfizer, la huella del crimen
Estarán o están ahora conectados al «internet de las cosas» por un enlace cuántico de frecuencias de microondas pulsantes de 2, 4 Giga Hercios – o más – desde torres de telefonía celular y satélites directamente al óxido de grafeno contenido en los tejidos grasos de todas las personas que han recibido la inyección mortal.
Todo ello queda suficientemente expuesto en la solicitud de patente de Pfizer que fue aprobada el pasado 31 de agosto de 2021. Es la primera patente que aparece en una lista de más de 18500 con el explícito propósito de rastrear en tiempo real y de forma remota a todos los seres humanos «vacunados» sitos en cualquier parte del planeta. Como se dijo antes, a través de ondas microondas y grafeno mantenido en los tejidos grasos de los timovacunados.
En fin.
https://patentimages.storage.googleapis.com/68/80/73/6a17a66e9ec8c5/US11107588.pdf
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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