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Ana Oramas y el MPAIAC, Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario. Trémulo fantasma agitado. Turbión de inmigración descontrolada, brota el nombre de Cubillo. Y, ¿casualidad?, la 2 de TVE emitió antes de ayer un magnífico documental sobre los guanches. Y la momificación de sus cadáveres. Las momias guanches, título exacto. Curiosas, curiosísimas, confluencias durante los postreros días. Aquí nadie da puntada sin hilo.

Matar a Cubillo, guillotinar el separatismo

Y recordemos el crimen de Estado cometido contra el jefe del MPAIAC, Antonio Cubillo. Magníficamente contado por un buen amigo, excelente documentalista, Eduardo Cubillo Blasco, a la sazón sobrino de Antonio. Y nos cuenta una de las tantas falsas banderas de la aciaga transición/transacción/traición. Con el telón de fondo de  gobiernos y servicios secretos de España, Alemania, Argelia y Estados Unidos como actores decisivos, todo ello aconteciendo en el turbio marco de la Guerra Fría, la descolonización africana y la transición.

España, a punto de perder Canarias

Y Canarias corría serio riesgo de dejar de ser parte de la patria común. Y el 5 de abril de 1978, Antonio Cubillo, apuñalado sobre las ocho y media de la tarde en su domicilio de Argel. Sus agresores, dos españoles que actuaron inducidos por José Luis Espinosa. Este, infiltrado en el MPAIAC, se hallaba al servicio de un celebérrimo, para mal, muy mal, comisario de policía: Roberto Conesa. Cubillo sobrevivió milagrosamente a la agresión con importantes consecuencias. Jamás se pudo probar judicialmente quién la orquestó, pero, tan cristalino, fue un evidentísimo crimen de Estado. Tirar a matar, sin más. Apuñalar, en este caso.

Y es muy sencillo de comprender: el MPAIAC era entonces una clarísima amenaza para la integridad territorial española. Incluso, aunque suene extraño, superior a la representada por la banda asesina ETA y el separatismo vasco en general. De hecho, ante el MPAIAC, el gobierno de Suárez se encontró literalmente en jaque. Casi mate.

Una grave amenaza exterior

Cubillo, abogado canario, se instaló en Argelia en 1963. Un año después fundó allí el MPAIAC con apoyo oficial argelino de todo tipo y condición. En recordados programas radiofónicos, defendió la «africanidad» de las islas, y su «descolonización» para crear una suerte república popular. Sic.

Un lustro después, en 1968, año clave en la historia del siglo XX, obtiene logró su gran éxito «diplomático» cuando el Comité de Liberación de la Organización para la Unidad Africana (OUA), reunido en la capital argelina, aceptó una resolución favorable a «descolonizar» el Archipiélago, reconociendo explícitamente al MPAIAC.

Y, desde luego, no resulta casual que el intento de matar a Cubillo fuese el citado 5 de abril, escasos días antes de que este se dirigiera hacia Nueva York con el secretario de la OUA para plantear el “derecho” de las Islas Canarias a la autodeterminación ante la Asamblea General de la ONUPalabras mayores.

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Canarias, cada vez menos española

El presidente argelino, Huari Boumedian, mientras, en retorcida estrategia, fue apoyando desde el principio a Cubillo para impulsar dos nuevos estados: uno saharahui (apoyando al Frente Polisario) y otro canario (con el MPAIAC liderando). Todo ello para «acorrolar» a Marruecos. A su vez, para algunos “estrategas” africanos de la época, el archipiélago canario serviría como magnífico trampolín de cierta «modernidad africana» ante el paulatino proceso de descolonización que se estaba llevando a cabo en numerosos países africanos.

Y el MPAIAC creaba muy serios problemas en medio mundo al gobierno español al ir ganando cada vez más apoyos el concepto de la «africanidad» de Canarias. Durante la convulsa transición, la «africanidad» de las Afortunadas tenía el explícito apoyo de 47 países africanos. Asunto que, en el ínterin, se agudizó severamente al crearse una facción explícitamente terrorista, las Fuerzas Armadas Guanches (FAG), comenzando su discurrir armado en noviembre de 1976 ciñéndose en un principio a la denominada «propaganda armada». Hasta enero de 1979 cometieron unos setentas actos violentos, un 80% de éstos con explosivos. La mayoría de factura artesanal.

Accidente de Los Rodeos, el punto de no retorno

No obstante, uno de ellos tuvo un desdichado e impensado remate. 27 de marzo de 1977. Ese día, se colocó una bomba en una floristería de la terminal del aeropuerto de Gran Canaria, causando nueve heridos. Tras la explosión, poco después, se anuncia que existe otro artefacto.

Entonces, se decide derivar el tráfico aéreo al aeródromo de Los Rodeos (hoy, Tenerife Norte). El cambio, desenlace fatal: choque de un avión de Pan-Am y otro de KLM que tenían determinado el aeropuerto recién cerrado. Mueren 583 pasajeros, la mayor calamidad de la historia de la aviación hasta la fecha.

¿Un atentado nunca aclarado?

El trasfondo del atentado a Cubillo no se clarificó. En 1990 la Audiencia Nacional condenó a Espinosa a dos decenios de prisión como inductor y consideró probado que este y otras personas «pertenecientes al aparato policial» decidieron matar a Cubillo. El comisario Conesa se evaporó (seguramente hacia la capital dominicana, Santo Domingo) y se apuntó a una implicación del ministro de Interior, Rodolfo Martin Villa, que no se probó y este siempre negó.

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Cubillo regresa a España en 1985 y en 2003 una sentencia de la Audiencia Nacional le reconoció una indemnización de 150.253 euros. Falleció en 2012. Ya en 2014, absurdamente, el Tribunal Supremo, siempre supremamente injusto, consideró al MPAIAC responsable de la tragedia de Los Rodeos.

Pudimos perder Canarias

En definitiva, el riesgo más serio – con bastante diferencia – para la soberanía territorial española durante la transaccional y traidora transición, una pérdida definitiva de las islas Canarias, se taponó discretamente, dejando tras de sí una espantosa tragedia aérea y un crimen “irresuelto”.

Pero el atentado contra Cubillo cumplió su «función». Apartó a Cubillo de la política y profusas detenciones de gente “relacionada” con el MPAIAC originaron su definitivo declive. De modo paralelo, el gobierno de Suárez atrajo y obtenía apoyos de cada vez más países africanos. Y consigue que la «africanidad» de Canarias, viraje absoluto, fuese impugnada en otra cumbre de la OUA, celebrada en 1981 en la capital keniata, Nairobi.

¿Perderemos Canarias con el pretexto de la inmigración?

Godolandia, nuestra descuajeringada España, continúa sin tener seguro el territorio guanche. Aunque el tablero internacional se haya modificado sustancialmente en estas últimas cuatro décadas, la excusa de la inducida inmigración desbocada deviene perfecta.

Y el genial docu de Eduardo explora con suficiente rigor todo ello y, sobre todo, el extraño y atroz accidente de Los Rodeos y el papel jugado por Rodolfo Martín Villa en el frustrado intento de asesinato de Antonio Cubillo. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.