09/05/2024 13:14
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El Presidente del Gobierno General Miguel Primo de Rivera pasea por las calles de La Coruña.

El 13 de septiembre de este año 2023 se cumplieron los cien años de la llegada al poder, por medio de un directorio militar, consentido por el rey Alfonso XIII, tras su pronunciamiento siendo capitán general de Cataluña, en defensa de la dignidad y el decoro nacionales que se habían perdido, con el apoyo de la gran mayoría de la sociedad española, de un hombre bueno, intachable patriota, de acrisolada honradez y lealtad con una brillantísima hoja de servicios en su carrera militar, el general dos veces Laureado de San Fernando, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja.

En su recuerdo y homenaje por su impagable servicio a España, rememoro la primera visita, que como presidente del Gobierno realizó el laureado general a La Coruña.

Era la tarde de un veinticuatro de julio de 1924, cuando llegaba al puerto de La Coruña, el presidente del directorio militar, General Miguel Primo de Rivera y Orbaneja. Su llegada fue del todo inesperada ya que se contaba con que el crucero rápido Victoria Eugenia, donde viajaba, atracase en el muelle de Villagarcía de Arosa.

En el transcurso del viaje se recibió un radiograma comunicando a las autoridades que Don Miguel desembarcaría en La Coruña. A las siete de la tarde el navío militar quedó fondeado frente al Castillo de San Antón. Las primeras autoridades no estaban en la Coruña ya que habían salido para Villagarcía de Arosa a fin de recibirle. Fueron avisados en el transcurso de su viaje para que regresaran con premura.

Entre tanto, en una falúa se acercaron al crucero el comandante de Marina, capitán de navío Vázquez Permuy, el alcalde de La Coruña señor Suances y el vicepresidente de la Diputación, Félix Estrada Catoyra, que cumplimentaron y entretuvieron al presidente del directorio militar hasta que les informaron de que las primeras autoridades ya habían regresado a la ciudad. Vistiendo un traje de verano, el general Miguel Primo de Rivera, acompañado por el general Martínez Anido, después de pasar revista a la marinería del buque, que se hallaba formada en cubierta, embarcó en la falúa, y se dirigió a puerto.

En el muelle le esperaban entre otras autoridades civiles y militares, el Capitán General, Teniente General Bernardo Álvarez del Manzano, el alcalde de la ciudad, Victoriano Suances, que unos instantes antes había regresado desde el crucero Victoria Eugenia a puerto, y el presidente de la Diputación señor Muro.

El general Primo de Rivera llegaba para realizar la ofrenda Nacional ante el Apóstol Santiago y seguidamente girar una visita a diferentes ciudades de Galicia. Después de pasar revista a una compañía de honores, el general Primo de Rivera se dirigió a pie hacia el Hotel Atlántico, que sería su lugar de residencia en La Coruña. Acompañado por las primeras autoridades salió a dar un paseo por el relleno y los jardines de Méndez Núñez, deteniéndose ante la estatua de Emilia Pardo Bazán y el monumento a Concepción Arenal, los que alabó por su bellísimo trazo. En coche, acompañado por el alcalde, recorrió la ciudad. Se detuvo en la playa de Riazor y el puerto, donde comentó que venía con mucho gusto a la ciudad, pues desde este puerto había embarcado para ir a Cuba como oficial del ejército español.

Seguidamente regreso al hotel donde se celebró una cena en su honor. Tuvo tiempo para recibir a varias comisiones y telegrafiar al Rey para darle cuenta de su llegada a La Coruña. En el transcurso de la cena ofreció al alcalde la cantidad de 66.000 mil pesetas para habilitar una prisión provisional y derribar la inmunda, según sus palabras, cárcel del Parrote. Igualmente se comprometió a la construcción de la nueva escuela de comercio. Al terminar la cena salió a pasear por diferentes calles del centro, donde el público le aplaudió con entusiasmo. Igualmente visitó los salones del Sporting club, donde tomó café. El presidente hizo elogios de la alegría de la población y de la belleza de las mujeres coruñesas. Alrededor de la una de la madrugada volvió al hotel Atlántico donde quedó alojado.

1924. Mandos del Tercer Regimiento de Artillería de Montaña en la plaza de María Pita.

A las ocho de la mañana del día veinticinco el general Primo de Rivera salió con destino a Santiago de Compostela donde en representación del Rey, hizo la invocación al Santo Patrón de España el Apóstol Santiago. A las diez de la mañana del sábado 26, regresó a La Coruña para presidir los actos de entrega de una Medalla Militar colectiva al Regimiento de Artillería de Montaña nº 3 de guarnición en La Coruña.

Antes de entrar en la ciudad, se detuvo durante unos instantes en el sanatorio de Oza, donde los niños y niñas internos entonaron diversas canciones en su honor, así como el canto a la Bandera. Primo de Rivera quedó muy complacido del buen aspecto de las instalaciones del sanatorio. A la puerta fue despedido por su director Julio Casares.

A su llegada a La Coruña se encaminó hacia el palacio de Capitanía y de allí a la Plaza de María Pita, que estaba atestada de gente y en ella se hallaban formadas tropas de todas las armas, así como el Somatén.

En el centro se hallaba el Tercero de Montaña, con su coronel Durán Loriga al frente, que iba a ser objeto de un merecido homenaje con la imposición de la Medalla Militar Colectiva. Formaron 350 hombres con estandarte, escuadra, banda y tres baterías con doce piezas de artillería, cuatro del calibre diez y medio y ocho del siete. Las baterías primera, segunda y tercera estaban al mando de los capitanes Molezún, Durán Marquina y Vila.

Daban escolta al estandarte del glorioso regimiento, el capitán de Infantería, alumno de la Escuela de Guerra, Couceiro, acompañado de los sargentos Horacio y Federico Rodríguez Labajo. Detrás del estandarte se situaron todos los mandos del tercero de Montaña, comandantes Aspe, Martínez y Mariñas; capitanes Romay, Marqués de La Atalaya, López Varela, Más, Ordóñez y Donesteve.

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Y es que los artilleros gallegos se habían distinguido sobremanera en la guerra de Marruecos. Ya quedaba lejano aquel 26 de julio de 1921, cuando en el puerto de La Coruña, embarcaba en el trasatlántico, Antonio Satrústegui, con dirección a Marruecos, el grupo expedicionario del Regimiento de Artillería de montaña nº 3. Todavía estaba fresca la sangre vertida a raudales por el ejército español en el desastre de Annual.

El día 30 de julio llegaba a Melilla y se incorporaba sin solución de continuidad al frente de combate, agregado a la columna del General Sanjurjo Sacanell que la componían la 1ª y 2ª Banderas de la Legión y los regulares de Ceuta.

1921. Las baterías gallegas en la guerra del Rif.

Al mando de las baterías gallegas iba el comandante, Leoncio de Aspe Vaamonde y eran jefes de sus tres baterías los capitanes José Argudín Zalvidea, Fernando Casado Veiga, padre del actor de cine, Fernando Casado Arambillet, más conocido como Fernando Rey y Jesús Quiroga y Losada, duodécimo Marqués de la Atalaya. El Comandante Aspe Vaamonde, fue un personaje muy apreciado en La Coruña. Presidente del Sporting club Casino, colaboró con numerosas instituciones benéficas a las que se dedicó sin reservas. Murió con más de noventa años y su recuerdo quedará perenne en la ciudad. Por cierto mi recordado padre, Marcelino, que realizó su servicio en el tercero de Montaña, que con el advenimiento de la república pasó a llamarse 16 ligero de Artillería, estuvo a las órdenes del Comandante Aspe y coincidió en las columnas gallegas que organizadas desde La Coruña al inicio de la guerra de liberación española (1936-1939) liberaron brillantemente Oviedo en octubre de 1936, con su buen amigo, José Antonio Quiroga y Martínez de Pisón, hijo de Jesús Quiroga, quien ya había heredado el título de décimo tercer Marqués de la Atalaya.

Los artilleros de La Legión, como se conoció a las baterías coruñesas, tomaron parte en los combates de Casabona, Atalayón, Nador, Tahuima, las Esponjas y Taxuda, haciendo retroceder y alejando de Melilla, peligrosamente cercada, a un enemigo belicoso, sediento de sangre y destrucción. Siempre, acompañando a los bravos legionarios de Millán Astray y Franco, tirando a la vista del enemigo mientras los legionarios se preparaban para asaltar las posiciones a la bayoneta.

El Comandante Francisco Franco Bahamonde llegó a escribir en su “Diario de una Bandera”, a cerca del Tercero de Montaña: “En el frente el comportamiento de las baterías Gallegas es una vez más admirable; ven llegar al enemigo a corta distancia y siguen su fuego sin que se separen ninguno de sus soldados. Todas las alabanzas me parecen pocas para esos oficiales y soldados, que como verdaderas baterías de acompañamiento, siguieron toda la campaña a las guerrillas de la Legión. Son sin género de dudas la artillería de La Legión”.

El Regimiento de Artillería Tercero de Montaña, forma en la plaza de María Pita de La Coruña.

Entre sus acciones más importantes en la guerra de liberación española 1936-1939, con el nombre de Regimiento Ligero de Artillería nº 16, destacarían la liberación de Oviedo, Asturias, Teruel, Alfambra, El Maestrazgo, Nules, Vinaroz, Castellón, Sierra del Espadán y Valencia. Su aporte generoso a la causa Nacional dio su postrer aldabonazo, en el mes de marzo de 1939, al recibir la orden de embarcarse en el buque Castillo de Olite, para tomar parte en las operaciones de liberación de Cartagena. Un grupo de artillería 100/70 al mando del Comandante Juan Judel Peón con doce piezas ligeras, distribuidas en tres baterías que mandaban los capitanes José Virgili Quintanilla, Luis Moyano Prieto y Pelayo Pelayo Navarro, se embarcó en el referido mercante, que el 7 de marzo de 1939, fue hundido por las baterías enemigas de la Parajola en la rada de Cartagena. La tragedia cartagenera, la más importante sufrida por el bando Nacional en la campaña española, se llevó a 1477 soldados al fondo del mare nostrum, en un aciago y triste día, a menos de un mes del final de la guerra de liberación española.

Tras escuchar el Himno nacional el general Primo de Rivera pasó revista a la fuerza que la rindió honores de ordenanza dando de seguido comienzo el acto. Leída la real orden de concesión, por el capitán ayudante del tercero de Montaña, Judel Peón, el general Primo de Rivera, que vestía uniforme de campaña y lucía en el pecho la Cruz Laureada de San Fernando, a los acordes de la marcha Real, se acercó al estandarte del tercero de Montaña y ante la emoción del público congregado en la plaza de María Pita, le impuso la medalla militar, pronunciando a continuación un vibrante y patriótico discurso en donde entre otras cosas dijo: “ Artilleros del tercero de Montaña: El Rey en nombre del patriotismo os concede la honrosa distinción condecorándoos con la Medalla Militar, para premiar vuestro comportamiento y distinguidos servicios frente al enemigo”. Este acto tiene para mí una importancia extraordinaria pues es la primera vez que tengo el honor de imponer a un estandarte esta preciada condecoración”. “Honor tan distinguido nos honra por igual a todos los militares. Es señal palpable del auxilio que los artilleros del Tercero de Montaña, de historial glorioso, que se enaltece más con este acto, prestaron a la columna de la que formaban parte”. “Señores Jefes, Oficiales, suboficiales y soldados de todas las armas, yo os invito a que gritéis conmigo ¡Viva España! ‘Viva el Rey! ‘Viva el Tercero de Montaña!

Los vivas fueron unánimemente contestados por la multitud. También solemnísima y emocionante fue la imposición por parte del general Primo de Rivera, de la Cruz de beneficencia al artillero licenciado, José García Amo, que había salvado a dos compañeros que se hallaban en peligro de ahogarse, y a quien le dijo: “Tengo el gusto de colocaros esta insignia que habéis merecido y el Rey os ha otorgado, por haber servido a la Patria”.

El marqués de Estella se dirigió hacia el grupo de los Exploradores de España que también se encontraba formado en la plaza al mando del instructor Ángel Rebollo y les dijo “que como miembro del Consejo Nacional de esta institución, os saludo pues sois los hombres de mañana, de una generación nueva que engrandezca a la Patria”.

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El acto finalizó con una gran parada militar que mandaba el coronel de Artillería, señor Durán Loriga. Al paso de la Guardia civil y de la Artillería, el público les tributó estruendosas ovaciones, mientras la música interpretaba varias marchas militares, finalizando el acto con la interpretación de nuevo la Marcha Real.

Entre grandes aplausos se dirigió el presidente al Palacio municipal, donde el alcalde Suances, ofreció un vino de honor en el Ayuntamiento que estuvo muy concurrido.

A las dos de la tarde, en la finca del señor Molezún, en el Camino Nuevo, se celebró una comida para quinientos cincuenta comensales. El almuerzo fue servido magníficamente por el Hotel Atlántico, que presentó un servicio impecable. Acompañado por todas las autoridades, el general Primo de Rivera se sentó a la mesa y disfrutó de una agradable velada, amenizada por la orquesta Ibarra, que había llegado desde Madrid para la ocasión y por la Banda del Regimiento de Infantería Isabel La Católica, que interpretaría el Himno Nacional a la llegada del presidente del Gobierno.

A los postres el alcalde Suances ofreció el homenaje. “Este acto, dijo, tiene un importancia extraordinaria para La Coruña. Es un acto trascendental a la que el pueblo se ha adherido de forma clamorosa y espontánea. Primo de Rivera representa una doctrina nueva, un nuevo régimen, escrito con su espada fulgurante desde aquel 13 de septiembre de 1923”.

Don Miguel le contestó con un encendido discurso en el que dio las gracias por el cariñoso y monumental recibimiento de la ciudad de La Coruña hacia su persona. “Hay que desterrar” dijo Don Miguel, “a los caciques, una figura entroncada con el caíd árabe, aquellos caciques musulmanes que con sus grandes influjos, fueron el símbolo de la decadencia de España. Y si es verdad que en algo se difieren nuestros caciques de aquellos islamistas, también tienen con ellos puntos de contacto. Queremos impedir que siga triunfando el nepotismo. El caciquismo enraizado en Galicia hacía objeto de turbios manejos en asuntos de vital importancia para la región. Con eso hay que acabar. Venimos a hacer justicia, a inyectar en el pueblo adormecido, nueva vida y mejora de la enseñanza. Los entusiasmos vuestros fortalecen el mío, para proseguir mi labor. Los hombres que pertenecieron a la anterior política, vendrán al nuevo partido de Unión Patriótica, con dos patentes: vida anterior honrada y dejación absoluta del pasado. Estaré al lado del pueblo tanto tiempo como sea preciso para hacer fuerte al organismo que haya de suceder al directorio”. Ensalzado las virtudes de la Patria, finalizó su discurso, entre ovaciones, dando vivas a España y al Rey. Al finalizar el banquete se interpretó el himno Gallego que Primo de Rivera y Martínez Anido escucharon en pie al igual que todos los presentes.

Una vez terminada la comida. El general Primo de Rivera abandonó por carretera La Coruña en dirección a Betanzos para asistir a la entrega de una bandera al Somatén. A las ocho de la tarde, presidió un lunch organizado por el Regimiento Tercero de Montaña, que fue servido por el hotel Palas de forma muy vistosa. El coronel Durán Loriga ofreció el homenaje y brindó por la medalla militar que el general Primo de Rivera había prendido en el estandarte del regimiento, lo que constituía un honor y un timbre de gloria para esta unidad del Ejército.

Don Miguel recordó en su discurso a su hermano Fernando, héroe en la triste página militar de Monte Arruit y tuvo encendidos elogios para el regimiento de artillería coruñés. A la noche el general Primo de Rivera cenó de forma privada en el palacio de capitanía, invitado por el Capitán General Álvarez del Manzano. La jornada terminó con una velada en los jardines del relleno en honor al presidente del directorio, donde actuaron las bandas de música Militar y del Hospicio, así como el coro Cantigas Da Terra, que gustó mucho a Primo de Rivera.

A las siete de la mañana del domingo los generales Primo de Rivera y Martínez Anido abandonaron La Coruña con dirección a la base naval de Marín, donde realizarían una visita con carácter oficial.

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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Aliena

«¡Dios, qué buen vasallosi oviesse buen señor

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