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Todavía habrá quien se escandalice si afirmamos que la “democracia” y el “estado de derecho” son una farsa gigantesca y que “partitocracia” y “oclocracia” son términos mucho más ajustados para definir un sistema político como el nuestro[1], asentado en la desinformación y en eso que llamamos “corrección política”.

A los cómplices de imponer tal “corrección” les sentará mal que se les diga “policías del pensamiento”, y se indignarán si señalamos que la mencionada “corrección política” es una herramienta totalitaria que somete a la población, destruye la convivencia, limita la libertad de pensamiento y anula la de expresión, obliga a una constante autocensura y conduce a la hipocresía. Naturalmente.

Aunque lo realmente escandaloso es que resulte peligroso mostrar, con los datos sobre la mesa, el grave deterioro de nuestros índices de civilización bajo la partitocracia.

Aun a riesgo de ser insultado, odiado, cancelado, y próximamente condenado –a tenor de la Ley de Memoria Democrática– a pena de cárcel por decir la verdad, he aquí algunas verdades que suelen ocultarse en los medios de comunicación y que la inmensa mayoría de los ciudadanos, presuntamente informados, ignora. Verdades especialmente incómodas porque sitúan frente a frente dos realidades antagónicas en el imaginario colectivo, la “dictadura” y la “democracia”; y porque, pese a que durante décadas se ha demonizado la primera como la encarnación del mal absoluto, no cabe duda de que, a tenor de la comparación, el franquismo sale mucho mejor parado que la partitocracia corrupta que le sucedió.

Por ejemplo, si estudiamos cronológicamente la evolución de algunas estadísticas desde la muerte de Francisco Franco Bahamonde, observaremos, por ejemplo, un crecimiento desmesurado de la deuda pública: del 7,5 % en 1975 al 120% del PIB en la actualidad. El paro, que en 1975 alcanzaba el 3,7%[2], hoy está en más del 15%, habiendo llegado a cifras de más del 20% bajo distintos gobiernos socialistas. El número de suicidios, que durante el franquismo estuvo siempre por debajo de las 2.000 víctimas anuales, no ha dejado de crecer durante la “democracia” hasta los actuales 4.000 suicidios al año. La natalidad, que durante las décadas del franquismo osciló entre los 600.000 y 700.000 nacimientos al año, ha caído por debajo de los 350.000. Es decir, por debajo de la tasa de sustitución. Por otra parte, el número de presos en 1975 era de 8.500 reclusos. Y, a pesar de los esfuerzos del último gobierno socialista por poner en la calle a cientos de terroristas, violadores y toda clase de delincuentes, hoy se sitúa en más de 45.000, habiendo llegado a superar los 65.000 en la última década.

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Los datos de criminalidad, es decir, asesinatos, violaciones y robos son muchísimo más altos hoy que entonces. Más de 300 homicidios al año, consumo masivo de drogas legales e ilegales, complicidad gubernamental con las mafias dedicadas al tráfico ilegal de personas y con la okupación ilegal de viviendas muestran de forma evidente, para cualquiera con ojos en la cara, que hoy España no es un “Estado de Derecho” y que es el propio Gobierno quien fomenta la delincuencia. No en vano, está compuesto y sostenido por toda suerte de criminales: ladrones, filoterroristas, golpistas, amigos de los okupas y abusadores de menores. ¡Pero qué se puede esperar de partidos como el PSOE o Podemos, que en el contexto internacional mantienen una alianza estratégica con las narcodictaduras del Grupo de Puebla[3]!

En fin. Ahí están los datos: elocuentes manifestaciones numéricas del innegable proceso regresivo recorrido en “democracia”. Y aunque no faltará quien prefiera atacar al mensajero o acusar a la estadística de “fascista”, nos guste o no, las cosas son como son.

Como ya tantos han señalado, si toda la energía perdida y malgastada en querellas estériles derivadas de la politización de todos los ámbitos de la vida pública y privada se canalizaran positivamente en actividades productivas físicas y mentales, nuestra situación sería, sin duda, mucho mejor[4].

Por cierto, a propósito de energía. España empezó a construir centrales nucleares en los años sesenta del siglo pasado. El fanatismo ecologista ha llevado a la España “democrática” a renunciar a la energía nuclear[5], a cerrar y desmantelar centrales operativas y a una dependencia energética suicida. A pesar de que el Parlamento Europeo ha aprobado considerar “verde” la energía atómica[6], y que los países de nuestro entorno tienen prevista la construcción de nuevas centrales, aquí ni siquiera se permite el debate sobre la cuestión.

Respecto a la producción hidroeléctrica y almacenamiento de agua, la construcción de presas, embalses o pantanos durante la “dictadura” habla por sí sola[7]. Como lo hace, en sentido contrario, la derogación del Plan Hidrológico Nacional por el gobierno socialista de Zapatero en 2004[8]. Un proyecto de abastecimiento sin parangón que no sólo habría supuesto miles de empleos directos en su construcción y mantenimiento, sino que habría servido para combatir la sequía que hoy se lamenta. Por no hablar de lo que suponía como ejemplo de solidaridad y vertebración nacional. Razón decisiva, esta última, para su supresión por los “demócratas” del PSOE y separatistas.

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Filípides                                                                                                           19-08-2022

 

 

[1] Gustavo Bueno. Panfleto contra la democracia realmente existente.

[2] Algunos niegan la validez de la comparación porque durante el franquismo “no se tenía en cuenta a la mujer en la población activa” y porque “la emigración maquillaba el paro real”. Sin embargo, el argumento de la emigración, válido durante la posguerra, ya no lo era en 1975. Y respecto a lo primero caben dos observaciones: 1) No se contabilizaba a la mujer en paro ni a la empleada. 2) La incorporación masiva de la mujer tanto a la Universidad como al mercado laboral se inició a finales de los años sesenta.

 

[3] La Komintern o III Internacional Comunista, conocida simplemente como “la Internacional Comunista”, fue la organización que encuadró los partidos socialistas a partir de 1919. Tras la II GM, la Komintern se reformuló bajo el nombre de Kominform de 1947 a 1956. El PSOE pertenece a la Internacional Socialista, fundada en 1951. Dicha organización está dirigida por un “Presidium” al modo soviético. Tras la caída del Muro de Berlín (el 9 de noviembre de 1989), la izquierda se reorganizó en el llamado Foro de Sao Paulo en 1990. En 2019 el Foro pasó a denominarse Grupo de Puebla.

[4] Léase, por ejemplo, a Gonzalo Fernández de la Mora, Los errores del cambio (1986), Plaza y Janés, Barcelona, 1987, capítulo III, “La hiperpolitización”, pp. 43-51.

[5] España tiene actualmente cinco centrales activas: Almaraz (Cáceres); Ascó (Tarragona); Vandellós II, (Tarragona); Cofrentes (Valencia) y Trillo (Guadalajara); cinco inactivas: Santa María de Garoña (Burgos), Lemóniz (Vizcaya), Santillán (Cantabria), Moral de Sayago (Zamora) y Valdecaballeros (Badajoz); y se han desmantelado dos: Zorita (Guadalajara) y Vandellós I (Tarragona).

[6] https://es.euronews.com/my-europe/2022/07/06/el-parlamento-europeo-etiqueta-como-verdes-la-energia-nuclear-y-el-gas

[7] Lino Camprubí Bueno, Los ingenieros de Franco, Editorial Crítica, Barcelona, 2017.

[8] https://elpais.com/diario/2004/06/19/espana/1087596003_850215.html

https://www.lacerca.com/noticias/articulos_opinion/12-anos-derogacion-plan-hidrologico-nacional-305495-1.html

 

 

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