21/11/2024 14:56

Se han cumplido 88 años desde aquel primer 18 de Julio. Tras su recuerdo y celebración durante cuarenta años vino el olvido de parte de unos, y ya saben a quiénes me refiero, y, debido a ello, la vía quedó libre a la manipulación de parte de los otros hasta que hoy hemos llegado al paroxismo al habérsele convertido, por ambos grupos, en piedra angular de una nueva “leyenda negra” que, además, está siendo impuesta a sangre y fuego por ambos grupos, sea activa y/o pasivamente. Como la otra Leyenda Negra, todo lo que se proclama en esta nueva es falso; o en contados casos aún peor, pues son verdades ni siquiera a medias, sino de mitad de cuarto. Por eso conviene, en aras a la verdad, por demás documentada hasta la saciedad e incuestionablemente, recordar los conceptos principales de aquel primer 18 de Julio.

El marxismo-leninismo, con centro en la URSS, y tal y como había vaticinado la Virgen en Fátima en 1917, expandía sus errores por Europa occidental con fuertes vientos revolucionarios; los mismos que habían asolado Rusia imponiendo en ella el terror socialista y comunista, muy superior en cantidad y crueldad al de la anterior revolución, la francesa.

España vivía, desde hacía décadas, por nuestra idiosincrasia particular, así como por nuestros antecedentes históricos, sobre todo más cercanos, en un estado de anarquía prerrevolucionaria superior al que aquejaba a prácticamente toda Europa.

La caída de la monarquía, producto en buena medida de su vaciedad, trajo la imposición forzada de la II República, panacea vendida como “democrática” y solución mágica para todo que fue aceptada a regañadientes por unos, rechazada por otros, acogida ingenuamente por no pocos y usada por los más como herramienta y paso previo a la revolución con la que, a imagen y semejanza de la soviética, querían conquistar el poder para imponer, mediante el terror, la cruel dictadura del proletariado, fin y medio del que alardeaban públicamente sin recato alguno.

Fracasada la intentona de Octubre de 1934, la revolución se aprestó a preparar un nuevo estallido que no podía fallar porque se iba a hacer desde el poder -de ahí el pucherazo electoral de Febrero de 1936-, contando con la colaboración de la masa fanatizada bien organizada e instruida -nunca hubo “incontrolados”-, nada quedaba a la improvisación. El plan era sovietizar España, ponerla al servicio de la URSS y eliminar de raíz en todos los aspectos, incluso principalmente en el físico, a cualquier individuo o colectivo que creyeran enemigo, adversario, opuesto o simplemente neutral.

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Debido a que las fuerzas revolucionarias consideraban que tenían la partida ganada, pues incluso habían logrado penetrar en el Ejército (FFAA) y en las fuerzas de orden público, aceleraron sus preparativos y acortaron los plazos, sin darse cuenta de que media España no estaba por la labor de dejarse someter, sin advertir que media España no había sido infectada, sin percatarse de que media España conservaba intactos los principios y creencias seculares propias de nuestra nación, en definitiva errando en el cálculo cegados por su soberbia.

Así pues, ante la palpable realidad del peligro evidente de que España fuera asolada por el terror revolucionario, vendida traidoramente a una potencia extranjera (la URSS) y sometida a una tiranía socialista y comunista sin parangón, esa otra media España se vio obligada, aún en contra de sus más fervientes deseos, a alzarse, prefiriendo incluso morir a dejarse matar o peor aún esclavizar.

El Alzamiento del 18 de Julio no fue un “golpe de Estado” porque su objetivo no era cambiar el régimen político (el republicano) por otro (por ejemplo, el monárquico). Fue un “pronunciamiento militar” porque su fin era sólo desalojar del poder al Gobierno del Frente Popular, por demás ilegal por proceder del pucherazo electoral de Febrero e ilegítimo por amparar la violencia y ser cabeza de la inmediata revolución. Fue un alzamiento cívico-militar, no exclusivamente militar, pues contó desde el primer instante con el apoyo masivo y voluntario de amplísimos sectores civiles sin los cuales no hubiera sido posible. El Ejército, como institución, se pronunció (se alzó) en estricto y obligado cumplimiento de lo que la legislación republicana en vigor le exigía en su Art. 2 de la Ley Constitutiva del Ejército que era la defensa de España frente a enemigos exteriores o interiores; de ambas categorías los había aquel 18 de Julio. Se llevó a cabo mediante la declaración, conforme en fondo y forma a la legislación republicana en vigor, del “estado de guerra”. Consecuencia de ello fue la suspensión de las garantías constitucionales; la asunción de la autoridad de toda clase y condición por el Ejército o, en caso de no haber guarnición militar, por la Guardia Civil; y la sujeción de todo ciudadano al Código de Justicia Militar y al Reglamento de Servicio en Campaña, ambos en vigor con la república, por los cuales cualquiera que se opusiera a las autoridades militares, máxime si lo hacía con armas, incurría, según dicha legislación republicana, en fragrante delito de “rebelión”, de forma que los “rebeldes” y “sublevados” no fueron los alzados, que actuaron siempre conforme a la legislación republicana en vigor, sino los que se les opusieron de cualquier forma. El fin del alzamiento era que, tras el desalojo del Gobierno, la instauración de otro provisional formado por militares que devolviera el orden y la paz que hicieran posible la convocatoria de nuevas elecciones. Por lo dicho, los verdaderos “republicanos” fueron los denominados “nacionales”, siendo los otros “frentepopulistas” pues en su bando todo se hizo vulnerando la legislación republicana, hasta el extremo de quedar dicha parte de España sovietizada y sometida a la URSS y a su revolución socialista/comunista todo ello manifiestamente vulnerador de la legislación de la II República.

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La guerra civil, querida por los partidos del Frente Popular según consta públicamente, fue sólo resultado del fracaso en media España del alzamiento causado por la división del Ejército y de la Guardia Civil debido a la profunda penetración de las ideas revolucionarias en tales instituciones. El devenir posterior a la guerra jamás se había ni sospechado ni menos aún planeado, siendo sólo producto de las circunstancias que de todo tipo fueron produciéndose.

El destino hizo que España, tras cuando menos un siglo y medio de desvarío, se viera abocada a una situación límite que sólo pudo resolver de la forma citada. Aprender de la historia para bien, es esencial para no repetirla en sus peores partes. La “leyenda negra” que unos por activa, y casi peor aún otros por pasiva, vienen imponiendo sobre aquel acontecimiento histórico, nos está llevando, si es que no lo ha hecho ya, a una involución a los momentos anteriores a dicha fecha. El estudio y la enseñanza de la verdad sobre aquel primer 18 de Julio y etapas posteriores, es el pilar para no tener que repetirlos. De todos y cada uno de nosotros depende que no ocurra.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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Angela Feminia

LA GUERRA CIVIL DESGRACIADAMENTE ERA NECESARIA PARA PONER ORDEN EN ESPAÑA PURIFICAR TODA LA MIERDA UE HABIA ENTONCES.

Miguel Sánchez Asenjo

Mi querido amigo y compañero articulista:

Ni el 17, ni el 18 de Julio de 1936 empezó una guerra. La guerra la impusieron los comunistas, anarquistas y frente popular, desde el primer día de la entrada en vigor de la II República Criminal, es decir; 14-04-1931

El 18 de Julio y despues de 5 años de persecución religiosa, asesinatos indiscriminados, quema de iglesias, monasterios y catedrales, matanza a todo aquél que fuera católico, …, en un Estado comunista, al que hoy los descendientes de esos asesinos, la derechona indecente y una monarquía traidora y masona, reivindican, aplauden y apoyan.

En definitiva, había un solo Bando en las calles y plazas de todos los pueblos y ciudades de España y el 18 de Julio hartos de tanto horror, crímenes y odio, el Bando Nacional salió de la cueva, para combatir a la dictadura criminal republicana.

Hoy y aunque digas que ojala no ocurra lo mismo, te equivocas, porque la guerra de la miseria comunista criminal, empezó con un tal Zapatero «EL ROJO», continuó con un tal Rajoy, un masón, mentiroso, inútil, traidor y descastado y ahora tenemos a ese engendro diabólico, con sus sicarios de la ETA, del separatismo excluyente, de la derechona masona y de unos monarcas que todo lo aprueban, menos que de una vez les echen a su País, de donde salieron y nos los impusieron, ya hace la friolera de 324 años.

Como ves, mi querido amigo escritor, aún no ha salido el otro Bando a las calles, una vez más, para defender a Dios, la Patria y la Familia.

Dios te conceda mucha vida por delante.

Un abrazo,

Miguel Sánchez

I.Caballero

Miguel Sánchez, es un HONOR leerle.
Totalmente de acuerdo.
Como mis abuelos estaré, también, en la lucha contra la REVOLUCION.
Viva Cristo Rey
DIOS, PATRIA, FUEROS y REY LEGITIMO

Miguel Sánchez Asenjo

Gracias. ¡AMÉN!

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