11/05/2025 04:03

Decía Ortega y Gasset que para saber lo acontecido en España en los últimos trescientos años había que asomarse a las plazas de toros. Y llevaba razón, sólo que ahora también hay que mirar fuera de la plaza, donde sistemáticamente, y con permiso de la autoridad, se criminaliza a los que entran o salen de la misma. Partidos políticos como Podemos, coaliciones de tres millones de formaciones como Sumar, organizaciones de poca monta animalistas y secesionistas o separatistas, apoyados en ocasiones por otros de solera centenaria (PSOE), piensan que, por poder, pueden hasta suprimir las fiestas de toros y actúan como si realmente pudieran, cuando ni legítimamente pueden ni moralmente deben, porque la política y la moral tienen ámbitos compartidos, pero con tiempos y ritmos diferentes.

Entra en lo posible que la Fiesta de los Toros desaparezca algún día en todo el territorio nacional (ojalá que no), pero si así fuera, que lo dudo, acabaría de muerte natural, no por decreto. Existe una cita que dice así : «podréis cambiar las leyes de un pueblo, podréis incluso atentar contra su libertad, pero no se os ocurra nunca tocar sus diversiones», y esto no lo dijo José Ortega y Gasset, que era español y aficionado, sino Montesquieu, que era francés e ilustrado : el mismo que defendía, miren por dónde, la separación de poderes y la libertad del hombre frente a los poderes absolutistas.

Se puede ser y ejercer de antitaurino, porque siempre los ha habido, y a algunos les debemos mucho los aficionados, porque antes de criticar investigaban, ya que gracias a ellos sabemos mejor cómo se corrían los toros hace más de quinientos años.

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¿Qué quiero decir? Que uno de los grandes enemigos de la fiesta es el desconocimiento, porque para criticar algo hay que estudiarlo, y sólo una interesada miopía cultural puede ocultar la trascendencia de nuestras fiestas de toros más allá de la limitada y tergiversada perspectiva animalista puesta de moda. Los toros son una fiesta ritual que contiene valores éticos y estéticos propios de una manera de entender la vida que, por supuesto, no tratamos de imponer a nadie. Y una última cosa: convendría ponerse a lidiar problemas realmente graves, buscando sus soluciones, y no seguir empeñados en tocarnos los pitones.

Autor

Jose Antonio Avila Lopez
Jose Antonio Avila Lopez
José Antonio Ávila López
Nacido el 26 octubre de 1970 en Terrassa (Barcelona), pero siempre ha
vivido a 9 km (en Rubí), a excepción de dos años que residió en Valencia
(2014-2016). Licenciado en Filología Hispánica, ha trabajado en
asesorías y gestorías como corrector de textos y asesor político.

Siempre le ha gustado leer y escribir, la literatura y la política
son una pasión: con 25 años ya fue asesor político y con 29 concejal
de Comunicación. El periodismo escrito le ha encantado desde muy joven,
y ha publicado alrededor de 1.500 cartas al director y artículos
y columnas de opinión periodísticas.
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