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Los chorizos separatistas de Cataluña, por el voceras de su «padrino», denuncian con lagrimones de llanto políticos en los ojos que han sido espiados, y se rasga la túnica de su pureza virginal entre hipidos lastimeros, volcando toda la responsabilidad de su violación ¡como no podría ser de otra manera!, sobre «la maligna España».
La gilipollez de esta subespecie humana ni siquiera es capaz de medir la trascendencia de sus propios actos delictivos, y ni es capaz de calcular la lógica respuesta, con todo el derecho de su parte, de autodefensa que pudieran promover entre quienes pudieran sentirse agredidos, personas o instituciones.
El lloriqueo del imbecil mas visible que nos ofrece el permitido por este sistema y por estos gobiernos -hace falta ser muy traidores a España- aun deja mas en evidencia el tamaño de su gilipollez -insisto, la del padrino separatista y sus palmeros- que no les permite entender que estamos gobernados -si a esto se le pudiera reconocer como tal, y no como hacen algunos que lo conocen, como cabronada de larga duración- dentro de un régimen demodictacabroncio, administrado por socialistas y comunistas, la mayoría sin ningún tipo de preparación intelectual que les diera lustre.
Venir a astas alturas, cuarenta y seis años de democracia, a quejarse de estar espiados solo se les pudiera ocurrir a seres simples; tontos de los cojones que aun no se habían enterado de que todos, absolutamente todos los españoles a través de ingenios como ordenadores, los teléfonos móviles y algún que otro etcétera, estamos «abiertos en canal ante doña Democracia». Fuera del sufrimiento de la cabronada del pisoteado a todos nuestros derechos, no sería de gran importancia si no fuera por la clase de «ganao que la mece entre sus pecadores brazos».
Me hablaba un demócrata de toda la vida, catalán nacido en Murcia, de lo sobrevalorados que, según él, estaban en todo el Mundo muchos, si no todos, los derechos humanos que, en muchas ocasiones, hasta impiden la buena «gobernanza» con comodidad a quienes adquieren por mandato de las urnas esa responsabilidad. Y el muy cabrón ponía como ejemplo los derechos de catalanes, vascos y gallegos que incomprensiblemente no renuncian a su nacionalidad española.
El jodido delincuente no debería quejarse de que exista la Justicia y de que para que sea implantada como beneficio general, se creen los cuerpos policiales que persigan a quienes la infringen.
Autor
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Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.