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El domingo, 16 de enero de 2022, recibí un escueto correo de mi buen amigo y biógrafo, el escritor aragonés don José Antonio Bielsa Albiol, que decía así: “Malas noticias, Ramiro: ha fallecido esta mañana don José Luis Díez”.
Desconozco como se enteró, pero como el mensajero era y es de toda confianza, rápidamente circulé la información al Padre don José Ignacio Dallo Larequi, del que era la mano derecha, como secretario general de la Unión Seglar de San Francisco Javier, al Padre don Jesús Calvo Pérez, su gran amigo, y a varios diarios digitales en los que escribía habitualmente, pues la capacidad de trabajo y sacrificio de José Luís era algo inenarrable e inexplicable…
El Correo de España publicó en vídeo la última entrevista con él, y una amplia reseña de su vida y obra, escrita por el periodista don Javier Navascués, que había sido un gran colaborador suyo, y coautor de numerosos trabajos, así como un brillante artículo con las vivencias de don Gil de la Pisa Antolín con el finado, pero siempre ¡PRESENTE! entre nosotros.
Don Francisco Bendala Ayuso, Paco Bendala para los amigos, director de El Español Digital, modificó la portada del diario, para poner en primer lugar una sentida necrológica de José Luís, tal era la importancia del personaje.
Tradición Viva y otros digitales han publicado trabajos sobre su personalidad sobresaliente, y la gran obra que realizó, me atrevería a decir que hasta el último día de su vida.
Yo había leído muchos de sus trabajos, pero sólo contacté personalmente con él hace unos cinco años, y de la mano de los Padres0 Dallo y Calvo, que me hablaron muy bien de su gran religiosidad, y capacidad de trabajo.
Con ocasión de mi colaboración ocasional con el quincenal católico navarro Siempre P´alante, tuve ocasión de estrechar esos lazos de amistad y camaradería, pero dónde vi claramente su calidad humana fue con ocasión del ictus que tanto el Padre Dallo como yo mismo, con posterioridad, sufrimos…
José Luís se volcó, rezando por nosotros, y encomendándonos en sus oraciones, dando ánimos, llamando frecuentemente, para ver como estábamos, etc.
Recuerdo que me llamaba hijo, tal era la cercanía que le inspiraba, y a pesar de que nos separaban escasamente unos veinte años.
Dicen que en el hospital y en la cárcel se conoce a los verdaderos amigos, y creo es verdad. “Amigos” que pensaba que lo eran de verdad, me demostraron no serlo, y otros a los que ni siquiera conocía personalmente, como José Luís, me dieron un cariño, un apoyo y una amistad, que permanecerá en mi memoria mientras viva, o Dios quiera.
José Luís había cursado estudios universitarios, y era un hombre polivalente, del que se podía hablar de muchas cosas. Había sido seminarista, y estuvo a punto de cantar misa, pero al final, no pudo ser. El Concilio Vaticano II, y el modernismo de la Iglesia no eran de su agrado, y decidió emprender otros vuelos, siempre como católico comprometido, y como seglar que podríamos llamar misionero, pues hizo más apostolado que muchos sacerdotes.
Montó un pequeño negocio, con el que consiguió sacar adelante a sus cinco hijos, supongo que con sangre, sudor y lágrimas.
Y a pesar de ello, de la dedicación a la empresa y a la familia, con esos dos socios que sólo participan en los beneficios, pero nunca en las pérdidas, Hacienda y la Seguridad Social, sacó tiempo –no sé de dónde-, para asistir diariamente a misa, rezar el rosario, impulsar la Unión seglar antes mencionada, bajo la batuta del Muy Ilustre y Reverendo don José Ignacio Dallo, Canónico de Pamplona, (a cada cual, lo suyo), etc.
En una ocasión me comentó, dato que fue corroborado por el Padre Dallo, que la Unión Seglar necesitaba una cierta cantidad de dinero para comprar unos materiales tecnológicos para grabar sus vídeos, programas de radio, etc., y ese dinero fue donado por don Jesús Calvo, y creo que don José Luís consiguió sacarle el ciento por uno de interés, es decir, de resultados, para la causa nacional y de la Iglesia.
(Por cierto, y ahora que no nos oye nadie, don Jesús Calvo siempre fue discreto sobre esa ayuda, y nunca hace mención a la misma).
En otras palabras, y para concluir: ¡VALE QUIEN SIRVE!, como decíamos en la OJE, y José Luís sirvió mucho, y fue y es la excelencia en persona.
Descanse en paz. Mi más sentido pésame a sus hijos y nietos, pues tienen un padre y abuelo digno de todo elogio.
Sólo me queda pedirle que, desde el Cielo, dónde sin duda ya está, rece por nosotros, y por esta desventurada España, y la no menos desnortada Iglesia Católica, o lo que queda de ella, pues ambas van camino del desguace de la historia, y a gran velocidad.
Y si desean leer y meditar el que será, probablemente, su escrito póstumo, ruego lean su Prólogo al libro CRISTOCENTRISMO, de don José Antonio Bielsa Arbiol, que saldrá en mayo, Dios mediante, según me dice el autor, explicando que: “José Luis Díez me envió está Navidad el prólogo para CRISTOCENTRISMO”.
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