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Deudora en Yanquilandia del gloriosamente denominado anarquismo egoísta del egregio Max Stirner, Emma Goldman, mente privilegiada como pocas. Eso sí, una cal y una de arena. Vehemente admiradora de Nietzsche, como el que estas líneas garabatea,  tres décadas después de llegar a Estados Unidos proveniente de su país natal, Lituania, el FBI la catalogó como la mujer más peligrosa del mundo. Sic. Fue expulsada.

Viviendo MI vida, no nuestra vida

Con agudísimos aciertos cuando trata el feminismo y el papel de la mujer en la sociedad, “ni bocas cerradas ni úteros siempre abiertos” (ojo, hablamos una vida que va desde 1869 hasta 1940), también clamorosos desbarres. Ella misma admitía sus hondas contradicciones (“Si no puedo bailar, no quiero ser parte de tu revolución”) en su imprescindible libro de memorias, Viviendo mi Vida. El mismo título, timbre de gloria. Y pista. Autopista. El innegociable posesivo. MI.

Mi vida, no nuestra vida. Mi vida, única e irrepetible. Sempiternas y agónicas tensiones entre el yo y el nosotros, Emma Goldman representa la clásica fricción libertaria, diríase humana, entre el individuo y lo colectivo. Sin lugar a dudas,  Emma, afortunadamente, fue una figura eminente y maravillosamente heterodoxa. Goldman ejemplifica como pocas pensadores el siempre incómoda vínculo el “yo” y el “nosotros”.

En las páginas del citado libro asistimos a un debate en primera persona entre la independencia personal y la grandilocuentemente llamada Causa, «los nuestros», juas, en lo que constituye uno de los mejores ejemplos de la tantas veces estéril dialéctica entre incansable activismo e insobornable libertad personal.

A su vez, su innegociable amor a la Belleza y su odio hacia el autoritarismo (tenía claro, como yo, que toda autoridad se conduce veloz hacia el autoritarismo) la convertirá en una de las primeras ideólogas del movimiento obrero a la hora de denunciar, desde el mismo inicio, la brutalidad colectivista soviética. Leninista y estalinista, con sus campos de concentración y con su millones de asesinados en el altar de la revolución.

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Clarificadora cita de Emma Goldman

Literal. «Los individuos programados con ideologías o creencias se identifican plenamente con ellas, borrando en su mente, de forma inconsciente, las fronteras entre su propia identidad individual y aquello en lo que creen. Este es el mecanismo clave de la identificación.

Remata» ¿Qué  dice alguien que ha abrazado el comunismo como ideología política? Yo soy comunista. ¿Qué dice a alguien que ha abrazado el cristianismo como religión? Dice yo soy cristiano, no sigo circunstancialmente los dogmas cristianos o comunistas, trazando desde ese mismo instante una insuperable frontera entre su yo y la programación mental recibida, identificándose con el programa instalado desde fuera en su psique y al hacerlo pasan a considerarse como una manifestación física del propio programa mental. Así es como esos mecanismos psíquicos consiguen convertirnos en esclavos. Esclavos físicos de un mecanismo psíquico»

Divide y vencerás…mientras Ellos descojonarán de nosotros

Desde ese momento, según Emma, «desaparece cualquier restricción moral para que A aniquile a B. Y viceversa». Y, por supuesto, siempre hay un tercero (obviamente, el diseñador de la programación antedicha) que extrae enjundiosos beneficios de una absurda guerra que no tiene ni pies ni cabeza.

Mientras, el hijo de puta que maneja los hilos y ficticiamente nos divide (hombres y mujeres, izquierdas y derechas, heteros y elegetebeís, blancos y negros, creyentes y ateos…), divide et impera, descojonándose de nosotros. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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