29/06/2024 11:56
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De vez en cuando saltan personajes detrás de las esquinas de una artificiosa casualidad, así, como si el destino llegara de sopetón y te presentara poco menos que seres de luz sobre la tierra. Desconfía si parece demasiado bueno pues detrás de esos encuentros puede hallarse un estafador. Sucedió en el 2014 cuando se coló un delincuente profesional que hizo todo lo posible por estafar cientos de millones de euros aprovechando la crisis de Nueva Rumasa. Todavía busca perjudicar en los laberintos deficientes de los tribunales porque se evitó que se saliera con la suya. Demasiado bueno para ser verdad que el elemento era un avezado profesional dispuesto a ayudar allá donde se mascaba el drama de los Inversores a los que intentó dar la puya final. El estafador hoy, 11 años después del asalto final que le iba a regalar una jubilación de oro, envilece y envejece acometido de rabia y regurgitando bilis como un pordiosero recogiendo la cizaña de su vida, la siembra pútrida con la que se desintegrará quizá en una fosa común.

Pero vayamos al asunto del artículo que es una advertencia a Mario Conde porque puede merodear un Adrián Nicolás que presumía ostentosamente de estar facturando 31 millones de euros siguiendo-va a ser que no, ni infinitesimalmente-la estela de su admiradísimo José María Ruiz-Mateos, el genial empresario al que le expropiaron delictivamente 18.000 millones de euros que ahora la Justicia obliga a reconsiderar a Hacienda con un nuevo cálculo sobre el patrimonio expropiado.
El susodicho grande y largo como un día sin pan-que se lo pregunten a sus trabajadores que no cobran sus nóminas según reza sistemáticamente Google- se acercó a ciertas personas no se sabe con qué intenciones y tanteó para saber si entre las relaciones sociales estaba también su otro admirado Mario Conde. Y sospechando que el elemento es de aquellos que provocan gratos encuentros mostrando su cara más amable y ocultando el cinismo, la falsedad y oscuros propósitos nada buenos, el tiempo lo ha confirmado advirtiendo maniobras un tanto retorcidas que desenmascaran al farsante, un oportunista y aprovechado arribista ¿en busca de la oportunidad del sablazo?
Así que, ínclito Mario Conde, cuidado con lo que se te acerca porque este que va de empresario por la vida dejando un pufo continuado de chapuza y algo más a tenor  de la fama que se ha creado por Murcia y allá donde pretende sembrar su filosofía de trabajo a costa del esfuerzo de otros, va a por ti, desesperado por contactar contigo a saber con qué ideas de negocio, dispuesto a deslumbrarte con verborrea vacía y un afectado don de gentes típico de charlatanes que en algunos casos degeneran en asuntos problemáticos. Cuidado, Mario Conde, aunque sólo sea por tratar con un informal de cuidado, carente de palabra y afecto al compromiso incumplido. Para muestra, este botón de inconsistencia personal que abunda por las redes:
Por ahora, no abundaremos en los abisales secretos que se esconden detrás del buscador de Mario Conde, aunque es probable que Internet siga dando cuenta de las andanzas del elemento.
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