21/11/2024 14:58
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He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe

2 Timoteo 4, 7 (versión de la Reina Valera, literariamente muy estimable)

Ellos conservan los templos; nosotros atesoramos la fe

San Atanasio (296-373), Doctor y Padre de la Iglesia.

San Juan Crisóstomo (347-407, Doctor y Padre de la Iglesia): “Pocos Obispos se salvan y muchos sacerdotes se condenan.”

La Contra-Iglesia del Anticristo. Por Monseñor Fulton Sheen (siervo de Dios, actualmente en proceso de beatificación).

 

El Arzobispo Fulton Sheen dijo en 1950 : “Estamos viviendo en los días del Apocalipsis (los últimos días de nuestra era)… Las dos grandes fuerzas que son el Cuerpo Místico de Cristo y el Cuerpo Místico de Anticristo están empezando a elaborar las líneas de batalla para el concurso catastrófico.”

 

También dijo : “El Falso Profeta tendrá una religión sin cruz . Una religión sin un mundo por venir. Una religión para destruir las religiones. Habrá una iglesia falsa. La Iglesia de Cristo [ la Iglesia Católica ] será una. Y el Falso Profeta va a crear otra. La falsa iglesia será mundana, ecuménica y mundial. Va a ser una federación de iglesias. Y las religiones formarán algún tipo de asociación global. Un parlamento mundial de iglesias. Vaciadas de todo contenido divino y será el cuerpo místico del Anticristo. El cuerpo místico en la tierra hoy tendrá su Judas Iscariote, y él será el falso profeta. Satanás lo reclutará de entre nuestros obispos.”

 

En la Iglesia católica actual reina tanto el caos (doctrinal, litúrgico, disciplinar), que hasta entre los católicos que se confiesan Iglesia remanente desde el rechazo a Jorge Mario Bergoglio, al que acusan de falso papa, hereje y apóstata al servicio de la siniestra Agenda del Nuevo Orden Mundial, hay dos bandos; hay más, seguramente, pero tal vez haya dos principales. Uno estaría conformado por aquellos católicos de corte más o menos tradicionalista que, aceptando sin fisuras que el papa legítimo sigue siendo Benedicto XVI, sin embargo se alinean con el arzobispo italiano Carlo María Viganò, gracias a cuyo magisterio no ahorran críticas a Benedicto XVI y al Concilio Vaticano II, al que acusan de nefasto. El otro, conformado por católicos también confesantes de esa Iglesia remanente que, más clara y decididamente alineados con Benedicto XVI, al tiempo que critican las heterodoxias de Bergoglio -y en esto coinciden completamente con los que conformarían el primer bando o sector-, no se manifiestan tan críticos con el Vaticano II y sí se han distanciado de Carlo María Viganò, a quien no perdonan que a su vez sea crítico con Benedicto XVI y que reconozca a Jorge Mario Bergoglio como papa Francisco.

De momento, siquiera me alegra y tranquiliza que uno y otro bando reconozcan que Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) pasa por ser un teólogo eminente que, al frente de la Iglesia ocupando la Silla de Pedro, sin duda intentó frenar el curso de domolición de una Iglesia que, con el pretexto de aplicar el Vaticano II, se mundanizaba y mundanizaba hasta lo indecible. Fuera de estos dos grupos estarían los progres, también llamados católicos vergonzantes, secularistas, dizque católicos, mundanizantes, progreeclesiales. Hoy por hoy no me interesan en absoluto; me parecen no más que una panda de herejes, de tocapelotas, de torpedos dinamitadores de la doctrina de la fe de la Iglesia. Ni caso. Es más, los considero fuera de la comunión con la Iglesia, por muchas redes mediáticas de Internet, foros, atrios y demás que mantengan. Estarían también los sedevacantistas y los lefebvristas; con los primeros -que no aceptan a ningún papa como legítimo desde Juan XXIII hasta Francisco- no simpatizo en modo alguno, y sí algo con los segundos, pero tampoco sobresalientemente: estos al menos sí aceptan a los llamados papas del Concilio, aunque los consideran herejes. Asimismo, están todos los que aceptan a Jorge Mario Bergoglio como Francisco, que siguen siendo mayoría en la Iglesia.

Creo que no es necesario que especifique con qué capilla de la Iglesia me siento más identificado. Pero por favor, no me siento capaz de emitir un juicio sobre Carlo María Viganò, más allá del interés que me siguen despertando sus prédicas y escritos, y hasta de las simpatías que me despierta su persona. Yo lo leo y le escucho decir que ama a la Iglesia, que él desea ser fiel a Cristo y a su Iglesia (a la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio), y qué quieren que les diga, ¡me lo creo! Lo leo y le escucho confesar que le duele esta Iglesia, que hace aguas por todas partes, como barco a la deriva y sin timón en medio de la tormenta, ¡y me lo creo! 

Pues bien, en estamos estamos, luego de este exordio o digresión, y sin salir de la Iglesia en Canarias seguimos conmocionados por el parricidio de las dos niñitas de Tenerife (Olivia y Ana) a manos de su padre, el tinerfeño Tomás Gimeno. Parricidio que le ha merecido al famoso padre Báez unas declaraciones que han levantado ampollas en la sociedad canaria. Ya se ocupan del padre Báez, del antiguo Swami Santana, youtubers del mundo entero. Así que pasemos adelante…   

 

Las mismas fuerzas políticas que cierran filas en torno a la ideología de género y el feminismo supremacista, doctrinas ambas hijas del marxismo cultural, enemigas declaradas del cristianismo y decretadoras de la losa del silencio mediático cuando es la madre la que asesina a su hijo (un 70% de niños muertos por sus madres, frente a un 30% que lo son por sus padres), son las que han decidido denunciar ante la Fiscalía de Las Palmas de Gran Canaria al sacerdote Fernando Báez Santana, de 74 años, conocido como el padre Báez. Sacerdote mediático (aficionadísimo a los medios de comunicación), amigo de la confrontación dialéctica y no poco controvertido, se ha despachado con unas declaraciones sobre el horrendo crimen de las dos niñas de Tenerife, perpetrado por el mismísimo padre de las criaturitas, angelitos de Dios. Ya ha aparecido el de Olivia (6 añitos, en el fondo de la mar oceánica canaria); si el desenlace ocurre como se teme, acabarán apareciendo el de Ana (bebé de 1 añito nada más) y el del progenitor (Tomás Gimeno), de 37, quien se habría suicidado luego de asesinar vilmente a sus hijitas, por más que no se descarta que este hombre pueda estar vivo, pueda haber hurdido un plan de huida.

Practicante del yoga (disciplina intrínseca y sibilinamente anticristiana que en su momento yo también practiqué, con escasos 20 años, justamente por mediación de Swami Santana, para el descojono padre de mi padre que en paz descanse, quien me veía a menudo practicar las asanas en una de mis habitaciones, sobre todo la llamada asana del arado, que era completamente mi preferida y en la que podía aguantarme inmóvil y concentrado la tira de minutos), devoto del cultivo de la tierra y de todo lo que huele a sector primario (estupendísima querencia), independentista convicto y confeso, simpatizante del grupo terrorista Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, el MPAIAC (craso error, a mi juicio, con todo respeto y consideración para con algunos canarios que conozco que se confiesan católicos y también independentistas porque «con todas las competencias que nos daría ser independientes podríamos frenar la invasión migratoria, por ejemplo, impulsar el sector primario, etcétera»), ahora estará perplejo y preocupado viendo cómo por iniciativa del Cabildo de Gran Canaria gobernado por un tripartito de partidos perrofláuticos, globalistas y ateizantes (Nueva Canarias/Roque Aguairo, PSOE, Podemos), se le acusa de lo que sigue (cursivas nuestras): El párroco Fernando Báez Santana revictimizó en Facebook a Beatriz Zimmermann por «dar a sus hijas a quien no las engendró» y habló de Tomás Gimeno como una víctima de su ruptura matrimonial. Y añadió que si no se hubiese separado la pareja, las niñas seguirían vivas. Y tampoco dejó pasar la oportunidad de reclamar fidelidad y castidad a las parejas, capacidad de sacrificio y entrega, de perdón recíproco.

Obsérvese que buena parte de lo que escribe el padre Báez a propósito del infanticio de las dos niñas de Tenerife es fiel a la doctrina de la Iglesia católica (el reclamar castidad en la vivencia de la sexualidad, fidelidad, monogamia, respeto al sacramento, capacidad de entrega y perdón de los esposos…), pero sin duda se ha pasado tres pueblos al establecer una relación directa entre la nueva convivencia en pareja de Beatriz y el atroz parricidio perpetrado por su ex sobre sus propias hijas. Con la doctrina tradicional de la Iglesia en la mano -que hoy día muchos pastores conculcan, omiten, edulcoran o adaptan mundanamente a lo que se lleva-, ni él ni ella tienen derecho a vivir así. Solo que, padre Báez, ¿quién le pone puertas al campo? Este mundo es Sodoma y Gomorra segunda parte.

Pero en fin, padre Báez, mi niño, qué bien cierto es que queda en evidencia el que todos nos equivocamos (yo el primero). De manera que te has equivocado, y has sido imprudente, porque el feminismo supremacista y la ideología de género son dos dogmas intocables de la actual neoinquisición decretada por el marxismo cultural, cuyos tentáculos alcanzan a la misma Iglesia, que hoy día da lástima y grima, la verdad, de tan podrida, mundanizada y sumida en la apostasía como está, con unos pastores que, salvo loables excepciones (Viganò, Sarah, Atanasio Schneider, Müller, Brandmüller, Salvatore Cordileone, Munilla, Reig Pla…), se manifiestan como muy tibios, heterodoxos, contemporizadores, acobardados, mundanizados. 

Pero todo es que está escrito (profetizado en las Sagradas Escrituras, en revelaciones privadas, en el mismísimo Catecismo de la Iglesia Católica publicado durante el pontificado de san Juan Pablo II). Tú y yo conocemos, padre Báez, que a los tibios Dios vomitará de su boca (cfr. Apocalipsis 13, 15-16). Y por ello acaso también reconocemos que al marxismo cultural, enemigo mortal de Cristo y de su Iglesia, sirven con descaro los mismos del Cabildo grancanario que ahora quieren denunciarte ante la Fiscalía, con el viejo e incombustible comunista Antonio Morales a la cabeza de las operaciones: 40 años, nada menos, viviendo de la mamandurria política, no jodas, recauchutado hoy por hoy en activista del cuento del cambio climático y de las energías renovables.Todo para el bolsillo y por el bolsillo, todo por la pasta (coge la pasta y corre).

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Pero te has equivocado, padre Báez, en algunos aspectos. Porque claro que nuestros abuelos, que en general eran mucho más brutitos y machistas que nosotros sus nietos, aguantaban carretas y carretones en el matrimonio: la mujer solía aguantar a su marido, no raramente devenido a borracho sucio, y este aguantaba a su mujer, que no infrecuentemente acababa como desquiciada, igual por efecto de haber tenido tantos hijos, tantas frustraciones y tantos sueños no alcanzados, tanta vida doméstica sin casi ver la luz de la calle, tanta ausencia de vida social, tanta falta de autorrealización personal… Solo que no cabe defensa alguna del joven Tomás Gimeno, padre Báez, a mi juicio no es posible. Ni aun admitiendo que su exmujer y madre de las niñas le fuera infiel, cabe excusarlo. Además, casi todas las fuentes que informan del caso insisten en que este tinerfeño tampoco es que le fuera fiel a ella, de suerte que el nota era un vividor, ligón, bebedor, adicto a las drogas, mujeriego, ultraegoísta, fiestero y mundano. Si ella acabó siéndole infiel a su ex, porque en efecto comenzó a convivir con un empresario belga de 60 años, Tomás le fue infiel antes, y no una ni dos veces sino ya como un hábito pernicioso.

Vamos, que no hay forma, padre Báez, tal y como lo veo yo, y tanta gente que lo ve así. Por muy desquiciado, dolido u ofuscado que acabara, por muy ruin que sea -y en efecto lo es- el feminismo enloquecido que padecemos los hombres en casi todo el mundo occidental (ideología manipuladora donde las haya empeñada en satanizarnos a los hombres por el mero hecho de ser hombres), no hay justificación posible a la monstruosidad que ha perpetrado este individuo. Y de paso, padre Báez, es una temeridad afirmar, como haces tú, que la infidelidad de Beatriz es lo que acabó perturbando fatalmente el juicio de Tomás Antonio. 

Sí, padre Báez, como tú mismo bien conoces: ¡la gran mujer feminista es la Virgen Santísima, y en modo alguno la burguesa, individualista y pedófila Simone de Beauvoir!, por más que proclamar esto no esté de moda ni en la Iglesia, ¡pobre Iglesia!, toda infiltrada de marxistas, masones, ultraprogres, feministas… El feminismo radicalizado o supremacista actual no defiende la dignidad ni los derechos de la mujer sino que está al servicio de ideólogos del marxismo cultural -que se lo pregunten, si no, a Sara Winter, brasileña de 28 años, destacadísima exfeminista del Femen y hoy militante provida y convencida católica que predica a favor de la castidad luego de haber llegado incluso a ejercer la prostitución, a participar en orgías y a enseñar públicamente docenas y docenas de veces sus pechos, como hacen las del Femen-, y estos a su vez lo están al servicio de la Agenda 2030 del Nuevo Orden Mundial. De modo que no, padre Báez, deja que los especialistas se pronuncien al respecto, que ya algunas voces expertas están señalando que el modus operandi del parricida corresponde no al de un loco, un psicótico, no, sino más bien al de un trastornado moral, o sea, un narcisista maligno, un psicóptata, por ende, alguien con sus facultades mentales o cognitivas en perfecto estado. Esto es: alguien que sí debió ser en todo momento consciente del daño que perpetraba, solo que le importaba un bledo.

De suerte, en efecto, que en su crimen deleznable y brutal en todo momento aparecen más bien los signos propios de una personalidad antisocial con trastorno psicopático o narcisista. Muy probablemente, un monstruo de armas tomar para quien el sufrimiento ajeno no constituiría ninguna señal de alarma, ningún límite, al carecer, según todas las evidencias, de empatía emocional, de conciencia moral, de remordimientos, de sentimiento de culpa. En fin, lo que se dice un desalmado, para el cual las personas pasan a ser cosas de usar y tirar en función de sus intereses egoístas. 

En definitiva, un ser humano tan egoísta y desalmado que ante ellos hay que aplicar la recomendación del psicólogo y profesor canadiense Robert Hare, considerado la máxima autoridad mundial en psicópatas. A saber: 100 metros lisos sin obtáculos (y si pueden ser 800, mejor), poner toda la distancia que sea posible de por medio, y contacto cero de por vida. Porque es que estas personas trastornadas, padre Báez, no tienen arreglo, no hay terapia para ellas, y su agenda oculta es invariablemente hacer el mal, obrar como egoístas radicales, como incorregibles narcisistas. Son, en verdad, lo que la Sagrada Escritura reconoce como inicuos: personas totalmente cerradas a la acción de la gracia santificante.

No justifico a Beatriz ni a Tomás; me estremezco más bien con la brutalidad criminal que ha arrebatado la ternísima vida a las dos personas más inocentes y angelicales en toda esta historia. E intento hacerme a la idea de la magnitud del sufrimiento infringido por Tomás a su ex Beatriz -quien no tiene ninguna culpa de la monstruosidad perpetrada por el padre de sus niñas, ya sea cierto o no lo sea que inició esa nueva relación sentimental con el hombre maduro belga-, a la familia de esta, a su propia familia, a sus íntimos, a sí mismo (ojo, dando por cierto que el bebé de 1 año está fallecido y su padre también). 

Pero hasta aquí. Porque siento al referirme a este caso, que ha conmocionado a Tenerife, a Canarias, a la España peninsular y aun a partes del ancho mundo, que puedo estar metiéndome donde no me llaman, en fincas privadas, en asuntos ajenos reservados a la intimidad doméstica de unas familias que me merecen el más delicado de los respetos ahora que están desgarradas por la pena y el dolor.

¿Te crees que a mí no me indigna que la neoinquisición que ha impuesto el enloquecido feminismo supremacista haya tratado claramente de silenciar al máximo de lo posible que el mismo día en que apareció el cuerpecito de la niñita mayor, una madre en Sant Joan Despí, Barcelona, mataba a su hija de 4 años? ¿Qué se sabe de este caso más allá del nombre de la niña, precisamente Yaiza (nombre tan nuestro, tan lanzaroteño), y que la madre la mató para vengarse de su ex y padre de la niña y que intentó sin éxito suicidarse? Me indigna, me hace rabiar, pero hay que joderse. Pero sobre todo hay que combatir este feminismo deshumanizante, padre Báez, por radicalmente contrario al plan de Dios, sin que para tal intento me importen un pepino las coartadas, quejas, reprimendas y bla bla bla de las dizque católicas feministas, ultraprogres y demás torpedos o torpedas empeñados en dinamitar la Iglesia desde dentro con sus canales, torres, redes y atrios en Internet.

Como pone de manifiesto el Tercer Secreto de Fátima, en nuestro tiempo histórico la lucha entre Cristo y Satanás propia de este final de los tiempos en que con toda probabilidad estamos, se dirime en la familia. Esta es atacada por la ideología de género y el feminismo supremacista de que hacen bandera los mismos dirigentes cabildicios que se rasgan las vestiduras por tus declaraciones políticamente incorrectas y ciertamente desatinadas, incluso adoptando la pose de que la verdad de Cristo y de su Iglesia les importa mucho y es justamente por ello por lo que te denuncian, pidiendo tu cabeza a las autoridades eclesiásticas que están por encima de ti. 

Dirigentes locales grancanarios, cabildicios y del Gobierno autonómico, que apoyan el Gobierno nacional de Pedro Sánchez Castejón (sin duda el mayor felón y fraudulento Presidente que ha tenido España por lo menos desde los tiempos de Fernando VII), con sus políticas ultralaicistas, abortistas, feministas, anticatólicas, globalistas, perrofláuticas, inmigracionistas, antinatalistas, ateizantes, eutanásicas y sectarias, piden tu cabeza a las autoridades eclesiásticas pertinentes. 

Malandrines, maná de cabrones, que dirías tú mismo, padre Báez, en tus mejores momentos, para referirte a los Morales, Ramírez, Hidalgos, Curbelos, Corujos, Barraganes, Rodríguez y demás ralea de traidores y chupócteros de la mamandurria política. Panda de demagogos, de vividores de la política, traidores a Cristo y a su Iglesia, a España, y a nuestra tierra canaria.

Yo me creo que tú te alineas, padre Báez, en el eje de los que buscamos construir la Ciudad de Dios agustiniana, en tanto estos políticos mentados y toda la mugre infecta de Podemos, por ejemplo, y la del niño probeta Errejón, con la pistolera Mónica abriendo fuego en la retaguardia, se alinean con la Ciudad Secular que vuelve la espalda a Dios, al Dios Uno y Trino. El mismo eje en el que se alinean los políticos cabildicios que te denuncian y que apoyan, con su pacto de gobierno, como acabamos de denunciar, al presidente de la nación más felón, indigno, traidor y antiespañol que hemos tenido en España desde tiempos inmemoriales.

Pongamos, padre Báez, que Tomás y Beatriz se casaran por la Iglesia. Salvo que posteriormente se pudiera descubrir que el sacramento fue nulo en el momento de contraerse, el vínculio no les es lícito romperlo, en tanto viva uno de los contrayentes. No conocemos si se casaron o no por la Iglesia, pero suponte que sí. Pues hala: ella adúltera y él adúltero, infieles ambos. Esto está a la orden del día, la inmensa mayoría de las parejas lo acepta, lo defiende, lo recomienda. ¡La castidad se considera una ñoñez, algo estúpido y desfasado e imposible de ser vivido, sobre todo, de ser vivido! ¡Como si nuestro mundo fuese Sodoma y Gomorra parte II! 

Y santas pascuas aleluya: temor a la condenación eterna, ninguno: vivir como si la vida terrenal fuese la única posible y el cielo sobre nuestras cabezas, para los gorriones, que dijera el poeta alemán Heine. De lo cual en no poca medida, padre Báez, ustedes los curas tienen toda la culpa, pues ya no hablan de estos asuntos en sus homilías, tradicionalmente llamados en la teología católica como ultimísimos, realidades últimas, o también las cuatro postrimerías: muerte, juicio, salvación (que incluiría el purgatorio), condenación. Hasta el punto de que de los tres curas párrocos que han pasado por mi parroquia, el único que sí predicaba sobre estos asuntos en sus homilías era el primero de ellos en antigüedad, ¡cómo no!, por cierto el primero que alcancé a conocer antes de hacer mi primera comunión. Tengo entendido que el primer párroco de la parroquia, pues uno que hubo antes que este Pedro de que hablamos -a quien tanto aprecio tuve, y él a mí-, no fue nombrado nunca párroco, me parece.  

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Tomás Gimeno, ex de Beatriz Zimmermann, al parecer tenía nueva pareja sentimental: profesora de Alemán en una escuela o academia de idiomas. ¡Con qué facilidad cambia la peña de pareja, de cama, de coche… y hasta de sexo, de identidad sexual, que es por cierto una de las reclamaciones históricas y bandera de la ideología de género y de las movidas LGTBIQ, apoyadas por los mismos del Cabildo y del Gobierno autónomo que te quieren linchar. Por su parte Beatriz, madre de las dos niñas bestial y despiadadamente asesinadas, rehizo su vida con un empresario belga de 60 años, con quien convive maritalmente, claro. 

Que por cierto, ya sé, lo reconozco, no es asunto mío. ¡Y no lo es! Sin duda que no lo es, es su vida de ella, e igual sería hasta envidia por mi parte, podrían replicarme, porque yo vivo la castidad celibataria y así pasara desconsuelo por no tener pareja con la que fornicar, y la vivo con gozo, la castidad, aunque con temor y temblor y con su dosis de cruz y de humana fragilidad. 

Como ves, padre Báez, ¡aquí el que no corre vuela! De manera que en esto tienes razón, toda la razón, apoyado para ello con confianza y fe en la doctrina moral de la Iglesia, en la que yo también quiero creer, me esfuerzo en creer, por más que cueste, ¡y tanto que cuesta! Es decir, tienes razón y toda la razón porque hoy día lo que hay es un desmadre padre, una golfería inimaginable, un relajo total, una salvaje y descaradísima promiscuidad de vértigo. Y en este clima de lujuria irredenta, de libertinaje, de hedonismo a calzón caído, la humana sexualidad queda desfigurada, deshumanizada, embrutecida. Y con este envilecimiento de la sexualidad también se degrada el respeto a la vida humana, a su dignidad. Sobre esto no hay ninguna duda, y documentos de la Iglesia que lo avalan hay por centenares.

La peña no quiere darse por aludida, vive alienada, embrutecida, como cerdos del rebaño de Epicuro, del vomitorium al venereum, y vuelta a empezar. Sin duda engañados por Satanás, el padre de la mentira, quien les ha hecho creer que la fe en Cristo y en su Iglesia es un cuento chino, una ñoñería, una pérdida de tiempo, un negocio de los curas, una superstición de viejas y de beatos, hipócritas casi todos, etcétera. 

De manera que no conocen lo nuclear de nuestra fe, padre Báez. Dimensión nuclear que tampoco conocen los que gobiernan en el Cabildo grancanario o en el Gobierno Autonómico Canario (honrosas excepciones aparte) y que ahora te quieren denunciar ante la Fiscalía. A saber (lo que desconocen): las llamadas realidades últimas (las cuatro postrimerías) sí que existen.

Ergo, España ha dado la espalda a Dios. España, nada menos, que evangelizó todo un continente, en la que ha sido la mayor y mejor empresa de evangelización de cuantas ha habido en la historia de la humanidad, y que asimismo frenó la invasión musulmana sobre Europa (impulsada hoy en día por el Nuevo Orden Mundial, por Bergoglio y por los dirigentes del Cabildo grancanario que ahora van y te denuncian ante el Obispado, creyendo y todo que así prestan un buen servicio al Crucificado-Resucitado y a su Esposa). Y por su parte la Iglesia, salvo oasis que conforman la llamada Iglesia remanente, le da la espalda a Cristo.

Así que en esta hora de turbación, perplejidad, congoja y miedo, en este tiempo ya apocalíptico en que nos toca vivir, con un Nuevo Orden Mundial que, como Bestia del Apocalipsis, pretende destronar al Dios Uno y Trino del horizonte existencial de la humanidad, estableciendo en el mundo el reino del Anticristo, sentimos la tentación de repetir este desahogo del filósofo francés de origen judío Bernard H. Levy: «Dios ha muerto, el hombre ha muerto, y yo no me siento nada bien». Solo que mejor fuera concluir con la sabiduría y santidad de nuestra maestra Teresa de Ávila: «Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta…» 

Amén. Esto es: ustedes los curas deberían explicarnos, a tiempo y a destiempo, por qué es preferible imitar a alguien como santa Teresa de Jesús (pobreza, castidad, mortificación, oración, conversión, las Bienaventuranzas, la justicia del Reino…) y no a los colegas de tantas juergas (sexo, drogas, alcohol, alienación, evasión, enajenación…) que se permitió en su vida el joven tinerfeño Tomás Antonio Gimeno, tan guapo, tan deportista, tan adinerado, tan tan (Tam Tam Go).

 

Postdata. Comencé a escribir esta reflexión el mismo día en que se filtró el escrito del padre Báez. Hoy 17 de junio, nos enteramos de que el Obispado presidido por monseñor José Mazuelos Pérez (médico y teólogo) ha decretado medida cautelar contra el padre Báez. Esta medida acarrrea que el sacerdote es apartado de sus responsabilidades parroquiales y pastorales. Puede celebrar misa en privado, mientras su caso sigue en estudio. Cabe la posibilidad de que sea suspendido a divinis, pero no es deseable que esto suceda. Como acertadamente señaló en declaraciones hace unos días monseñor Mazuelos, la Iglesia no funciona como una empresa que contrata y despide a sus trabajadores según el rendimiento económico o crematístico que aporten; la Iglesia debe ser una familia, y como tal debe acoger a sus hijos e hijas, sean obispos o sean monaguillos, sean abadesas o sean chicas adolescentes, sean adictos a las drogas o sean vírgenes perpetuas, sean lo que sean.

Si en la Iglesia herejes manifiestos y contumaces como el jesuita español Juan Masiá (incardinado en Japón desde hace medio siglo lo menos), como el también jesuita vasco Jon Sobrino (incardinado en El Salvador, de ideas cristológicas claramente heréticas y vinculadas a la marxista Teología de la Liberación), o como las muy heterodoxas monjas Lucía Caram (dominica, argentina-barcelonesa, feminista, partidaria del aborto, independentista, adalid de la ideología de género y del activismo LGTBIQ) o Teresa Forcades (benedictina, médico, teóloga, feminista, abortista, adalid de la ideología de género y de las movidas LGTBIQ, defensora del acceso de la mujer al ministerio ordenado), más una lista de docenas y más docenas de autores a cuál más heterodoxo, siguen en la Iglesia, ni excomulgados ni suspendidos a divinis siendo inmensamente más heréticos que el padre Báez, dejemos que las autoridades de la Iglesia busquen la verdad en todo este asunto. Verdad que sea lo mejor para Cristo Esposo y su Iglesia Esposa, esto es, para la nueva evangelización. Y lo mejor para el padre Báez, que ciertamente es un cura estrafalario, actoral, polémico, intempestivo, pero que desde luego nunca se ha caracterizado por ser doctrinalmente heterodoxo y sí más bien un cura de sana doctrina. Sana doctrina, por desgracia (como que nadie es perfecto, empezando por mí, imperfecto entre los imperfectos), mezclada con salidas de madre, excesos, malas pulgas, humanas equivocaciones…

Y acabo. Verano del 87 (me viene a la mente la emotiva película de Robert Mulligan Verano del 42, de 1971, con la inmortal canción central de su banda sonora). Campamento de verano de Guguy. Uno de los chicos que estaban de acampada, ciertamente era incorregible por díscolo, individualista y desobediente. Quería que se hiciera su santa voluntad y claramente era un agente que perturbaba la dinámica del grupo, porque además arrastraba a otros. El aún muy joven padre Báez, indudablemente perdió los papeles con este chico insoportable y acabó dándole tan fuerte golpetazo con una chancla de playa de esas que llamamos en Canarias calamares (en La Laguna, en mis tiempos de estudiante solía ver al fetasiano Isaac de Vega calzado con esas sandalias, caña de pescar en ristre), que el chico o pudo perder el equilibrio, o comenzó a sangrar ligeramente por su boca o perdió alguna pieza dental. Este hecho me recuerda lo que está pasando hoy día. Esto es: el padre Báez ha proclamado la verdad de la Iglesia sobre la vivencia de la sexualidad humana, pero esta verdad la ha mezclado con juicios imprudentes, temerarios, faltos de tacto y de caridad. Y en esto se ha equivocado. Igual que lo ocurrido en Guguy en aquel verano del 87, siendo yo un mozalbete. En aquella ocasión, al padre Báez le asistía también la razón, había que intentar pararle los pies al muchachito incorregible, solo que equivocó no el golpe -que aún debe seguir doliéndole al jovenzuelo-, equivocó el método. Con todo, recuerdo que yo mismo tuve que intervenir para calmar el momento de crisis, de amotinamiento de varios aliados del agredido contra el propio padre Báez, en todo caso no fuera que la cosa acabara empeorando y corrieran golpes y la sangre cerquita de la playa donde acampábamos, con el cielo estrellado por techo por las noches y el murmullo de las olas del mar como nana para acunar el sueño.

De manera que ahora sí que me he decidido finalmente a dar a la luz este escrito. Y por esta razón además, la comparta o no la comparta el padre Báez: quiero que salgan de la política, autonómica y nacional y para siempre, sociatas, podemitas, comunistas, nacionalistas canarios de izquierdas… Porque el futuro de Europa pasa por el acceso al poder de políticos patriotas, identitarios, sensibles a las raíces grecolatinas y judeocristianas que conforman el ser de Europa, de todo Occidente.

Amén.    

Autor

REDACCIÓN