21/11/2024 20:30
Getting your Trinity Audio player ready...

Nada, no lo consigo, no consigo cerrar el Baúl de mis Recuerdos ni dejar de leer los periódicos de hoy… España me puede. La llevo en la sangre. Aunque no sé por qué, porque hasta ahora solo me ha dado problemas y líos mentales.

Pero, ¿cómo evitar que mi vida pasada vuelva cuando veo lo que se traen entre manos con el Rey Juan Carlos, el Presidente del Gobierno, los Ministros que quieren la República y el pobre Rey Felipe VI, que ya no sabe qué hacer?

Por fortuna, o por desgracia, yo he vivido aquellos primeros años de la Monarquía muy en primer plano y hoy puedo recordar lo que allí fue sucediendo hasta cuajar el consenso de los Pactos de la Moncloa y la Constitución de 1978.

Hoy no se sabe, ni se intenta saber, que es lo peor, por qué el Rey Juan Carlos eligió para su exilio voluntario el Emirato independiente de Catar y no Londres, por ejemplo, como hizo su cuñado Constantino, o Estados Unidos, como hizo el ex Rey José I Bonaparte… lo que me indica que pocos, muy pocos, deben saber que Catar es pieza fundamental en la “CUSPIS”, que controla el mundo… y tanto me interesó el tema que hace unos años hice un viaje secreto a Catar para indagar sobre ese “Gobierno en la sombra” y aunque no conseguí lo que buscaba sí lo suficiente para la novela que escribí y publiqué  “Las marionetas de Cuspis” de la que me place reproducir hoy unas páginas:

“Si Mahoma levantase la cabeza y viera que las tierras secas, sedientas y desérticas que pisaron él y sus primeros seguidores son hoy un mar de chimeneas y pozos petrolíferos seguro que se volvía a su tumba de la Medina. Pero si el jeque Mohamed bin Thani y su hijo Qasim bin Mohamed pudieran despertar del sueño eterno y ver en lo que se ha transformado el territorio de su península de Qatar y sus costas de perlas no le irían a la zaga… porque el Estado independiente de Qatar, situado en la península de su mismo nombre y en pleno «Gulf Arabian», a tres brazos de mar del decisivo estrecho de Ormuz, es hoy un lugar paradisiaco en el que gracias al petróleo hasta las arenas del desierto se han vestido de verde y el agua corre por doquier. 

Doha, la capital del nuevo Estado de Qatar, es una capital moderna de amplias avenidas, majestuosos edificios y parques ajardinados… que rebosa prosperidad y alegría. Aunque también un «mirador» único para ver pasar los petroleros más grandes del mundo o los ejecutivos más poderosos de la tierra. 

Arabia, Kuwait, Irak, Irán, los Emiratos, Omán y las riquísimas aguas del «Golfo Arábigo» son sus vecinos y sus mejores amigos. Y todos ellos juntos la «gran reserva» petrolífera del mundo. Un mundo que no ha tenido más remedio que volver sus ojos hasta estas tierras hasta ayer desérticas y rezar cada noche y cada mañana porque nada ni nadie pueda obstruir el estrecho y profundo paso de Ormuz… ya que si eso sucediese algún día muchos países hoy prepotentes, y especialmente la vieja Europa, no tendrían más salida que la miseria… ¡la miseria o la guerra! 

Pues bien, ahí, en Doha, la ciudad luz del «Golfo Arábico» y capital del pequeño Estado de Qatar… se celebró este año la reunión de «CUSPIS», o concretamente en la planta noble del «The Doha Sheraton Hotel», o sea en el «Sheraton». Como una más de las mil reuniones y consejos que celebran anualmente los directivos de las más grandes compañías del mundo relacionadas con el petróleo, incluidas «Las siete hermanas». 

 

 

¡»CUSPIS»! 

 

Nueve ciudadanos normales, puesto que tres miembros del «Máximo Consejo» nunca asisten por rotación a la reunión anual, que como cualquier otro viajero llegan por el aire, por mar o por tierra a un lugar previamente determinado y durante siete días repasan la situación del mundo y rinden cuentas del estado de las naciones antes de decidir la línea a seguir el próximo año y las decisiones a adoptar para la «buena marcha» del acontecer histórico. 

Pero, la mayor parte de los seres vivos se sorprendería y se llevarían las manos a la cabeza si supiesen lo que ocurre cada año en la reunión de «CUSPIS», es decir del consejo supremo del «Máximo Poder» del mundo. Porque ahí es donde en verdad se hace la «gran Política» y desde donde se mueven los hilos de las marionetas que son los gobiernos. 

«CUSPIS» está integrada por doce miembros y a ella se llega por escalones sucesivos y tras un largo recorrido por los pasillos del Poder (ya sea político, económico-financiero, militar, eclesiástico, científico, mafioso o fáctico)… es decir, cuando se han desarrollado todas las potencias conocidas y las ocultas del espíritu y cuando los sentimientos pueden cuantificarse, medirse o pesarse. Normalmente, a la edad en que el hombre ha dejado de jugar a la historia y sólo ambiciona dominar y dirigir el destino. 

Eso sí, en «CUSPIS» no hay razas ni ideologías, ni nacionalidades, ni creencias religiosas, ni sexos… porque «allí» reina la igualdad y sólo se adora a la diosa «eficacia». La libertad no existe y si alguna vez se habla de ella es como medio para conseguir un fin. «CUSPIS» está por encima de todos los gobiernos del mundo e incluso más alta que todos y cada uno de los organismos internacionales existentes. Por supuesto es «apátrida», invisible, inviolable e inmune a cualquier circunstancia externa y temporal… ya que su poder está por encima de patriotismos, de fenómenos naturales destructivos y hasta de las guerras (aunque sean atómicas). Lo cual no quiere decir que sea «como Dios», entre otras cosas porque sus miembros son mortales y a veces humanos. Pero un hombre siempre podrá ser sustituido por otro hombre y en el futuro, ¿quién sabe?, tal vez por una máquina. 

«CUSPIS» se rige por unos «Estatutos» que no están escritos ni impresos, pero que son más antiguos que la imprenta, la Biblia, Roma, Atenas y el Egipto de los Faraones. Incluso más que la masonería, el socialismo, el cristianismo, el budismo, el capitalismo y el judaísmo. Quizás porque su «Carta Magna» (o «Ley de leyes») sólo contiene dos principios fundamentales o inamovibles. ¿Qué cuáles son esos «dos principios»? Eso, a decir verdad, nunca se ha sabido del todo, ya que en el «juramento» de toma de posesión de los miembros de «CUSPIS» van incluidos la inviolabilidad y el máximo secreto de los «principios», las «deliberaciones» y los «acuerdos». Sin embargo, se sabe que «CUSPIS» tiene como misión básica mantener el equilibrio del Poder en el mundo y como gran objetivo el «progreso» de la humanidad… y para ello goza del «Máximo Poder» en la ejecución de sus «acuerdos» y «decisiones», sin mirar o detenerse en los medios a utilizar, incluida la guerra. 

Claro que además de esa «misión básica», «CUSPIS» se encarga también de velar por los «intereses» de sus «socios», en razón directa, por supuesto, de su poderío presente o futuro. 

Los miembros de «CUSPIS» son doce y a cada cual corresponde un «área de actuación». Estas «áreas» son: América del Norte, América del Sur, África, Europa del Oeste, Europa del Este, Asia, «Área del Pacífico», Oriente Medio, «Zonas conflictivas», Iglesias, «Democracias y Dictaduras» y Economía. «CUSPIS» celebra una «reunión obligatoria» al año y varias, eso depende, extraordinarias. La reunión obligatoria anual se celebra cada vez en un lugar distinto y la presidencia, curiosamente, se juega al ajedrez cada año en la sesión de apertura, por un sistema muy curioso: todos juegan contra todos pero puntúa más quien menos tiempo y menos jugadas emplee en conseguir la victoria. De ahí que sea tan importante como ganar pronto con brillantez. El hecho es que la Presidencia la ocupa quien ese año haya obtenido más puntos: por victorias, por rapidez y por menos jugadas. Naturalmente ese sistema de elección, implantado en la reunión de Santa Isabel de 1934, dio lugar entre los más altos personajes de las naciones al estudio y la práctica del ajedrez como «medio indispensable» para llegar al máximo puesto de «CUSPIS», que es como ocupar la «Presidencia» del mundo. 

La sala noble del «Sheraton» de Doha, una pirámide supermodema y superlujosa, estaba ya «preparada» cuando llegaron los nuevos miembros del «Máximo Poder» que iban a participar en la reunión de este año… los otros tres miembros permanecerían durante la celebración de la misma en tres continentes distintos, por si se producía una catástrofe y morían los asistentes poder rehacer «CUSPIS» y proseguir la «misión básica». Era 1o establecido. 

Sin embargo, el problema surgió con «Susi», porque cuando supo lo de España perdió los nervios y, desconsoladamente, abrió su corazón de par en par: 

– ¡Dios mío, eso es la guerra! -dijo nada más conocer la noticia y lo que había sucedido en la Puerta del Sol- ¡Dios mío, y mis hijos están allí!… -entonces, y entre sollozos, contó al Doctor Toscani y a su hija la verdadera historia de ella y el comandante, para sorpresa y estupor de éste-. 

Pero a la postre fueron ellos los sorprendidos, ya que el Doctor Toscani también se sinceró y dijo todo esto: 

– Lo sabía, hija mía, lo sabía… Yo he respetado vuestro silencio y vuestro deseo de permanecer en el anonimato porque sé todo lo sucedido y lo que personalmente habéis vivido… Por eso soy yo quien ahora os pide perdón: creo que debí ser más sincero desde el primer momento… pero, ¡la vida es tan complicada!… Fijaos si es complicada, y no me preguntéis cómo ni por qué, que hasta sé lo del «Confidencial 7″… Sí, sí, no os sorprendáis, mis fuentes de información son infinitas. Pero, no tenéis que temer nada… al menos, mientras estéis aquí. 

– ¿Y mis hijos? ¿y los hijos de Ricardo? -Susi dijo esta vez Ricardo sin más- ¿y nuestras familias?… ¡Dios mío, tenemos que regresar a España! ¡Tengo que estar con mis hijos!… 

– Por favor, Susi -dijo el comandante, que había permanecido callado a pesar del sobresalto que sintió cuando el Doctor Toscani mencionó el «Confidencial 7»-… no te pongas así, lo que tengamos que hacer lo haremos, pero con la cabeza fría. 

– ¡No, Ricardo, no!… Ni tú ni yo podemos permanecer cruzados de brazos… ¡Nuestros hijos corren peligro! 

– Está bien Luz María, Susi. Por esta noche está bien y no sufras por tus hijos. Están a buen recaudo. 

(Y eso bien lo sabía el Doctor Toscani, porque él mismo había dado instrucciones a sus hombres en España de que recogieran a los hijos de ambos y los escondieran en lugar seguro hasta que pasase la tormenta). 

 

*** 

 

Y la «Operación Hispania» se puso en marcha. Los tentáculos de «CUSPIS» comenzaron a alargarse siguiendo las órdenes de Londres. El mensaje de Sir Thomas Cook, encargado del área «Europa del Oeste», fue lacónico: 

«¡At present! Stop». 

Aunque el primero en recibirlo fue Monseñor Indro Casuca, el responsable del área «Iglesias» quien, a su vez, envió otro mensaje dirigido al Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Rouco Pla, también escueto y simple: 

«¡Urgente Pastoral!» 

Todo esto sucedía durante la madrugada, y fue una sorpresa general en toda España, ya que justo a las ocho de la mañana todas las campanas de todas las iglesias y de todos los conventos, incluidas las catedrales, comenzaron a repicar al unísono. 

Fue algo sorprendente y alarmante que puso en pie a los treinta y cinco millones de católicos españoles. Pero también al mismo tiempo, los párrocos se subieron a los púlpitos y leyeron ante los numerosos fieles que alarmados ya acudían a las iglesias, la Pastoral que acababan de recibir del Presidente de la Comisión Episcopal, y que decía: 

«Queridos hermanos en la Fe, aunque la misión de la Iglesia es velar por las almas de los fieles y dirigirlos por el camino recto hacia Dios Nuestro Señor, hoy no tengo más remedio que levantar mi voz, la voz del Papa, para denunciar las injusticias y los atropellos del actual Gobierno de España. 

La Iglesia no puede permanecer en silencio cuando miles de ciudadanos están siendo detenidos y encarcelados por la fuerza. 

La Iglesia no puede permanecer en silencio cuando desde la Jefatura del Estado se violan y se pisotean los Derechos Humanos y la Justicia ha sido maniatada y está siendo pisoteada. 

La Iglesia no puede permanecer cruzada de brazos cuando las familias, católicas o no, están siendo separadas y perseguidas. 

Por ello, y sabiendo que el Altísimo no puede ver con buenos ojos lo que está sucediendo en España en esta hora fatal, os pido a todos que, unidos en Cristo Jesús, manifestéis vuestro rechazo más radical al actual Gobierno que preside el general Castro, porque él y los suyos son el Anticristo. 

No os estoy incitando a la violencia, porque entonces seríamos como ellos, pero sí a la rebeldía social y moral. 

Somos partidarios de la Democracia y por tanto de la Libertad y aquí y ahora no hay Democracia ni Libertad. 

Por tanto, os convoco a las Manifestaciones que esta misma tarde, a las 6, se celebrarán en todas las Plazas de todas las ciudades y todos los pueblos de España. ¡A todos! 

Que la Paz del Señor nos acompañe». 

Fue una bomba. Que con la Iglesia hemos topao, Sancho. 20.000 curas y 62.000 religiosos levantaron su voz y no sólo se conformaron con leer la pastoral del Cardenal, sino que se echaron a la calle para pregonar la »buena nueva» contra el Gobierno. 

Y eso no hay Gobierno que lo resista. Porque las emisoras de radio y de televisión no tuvieron más remedio que hacerse eco de la «bomba católica» y desde las diez de la mañana las palabras de Monseñor Rouco Pla retumbaron en todos los rincones de la geografía española. También los periódicos tuvieron que reaccionar y a última hora de la mañana aparecieron «ediciones especiales» en los quioscos. 

Así que el presidente Castro convocó un Consejo de Ministros Extraordinario para estudiar la nueva situación y dictar las medidas oportunas. Fue un fracaso, ya que tan sólo cinco ministros acudieron a la convocatoria, los demás ni siquiera respondieron. Las ratas huían del barco. A pesar de ello el implacable General Castro ordenó la detención urgente del Cardenal Rouco y a ello procedieron las fuerzas de la «PPP», lo cual vino a aumentar el malestar que ya estaba en la calle y miles de personas comenzaron a reunirse en las Plazas de los pueblos. 

La situación era ya insostenible. 

Pero, más insostenible se hizo cuando a las dos y media de la tarde se supo que el Consejo de Europa había decidido sancionar a España. 

Y más cuando el Embajador de los Estados Unidos de América anunció que su país rompía relaciones con el Gobierno español y anunciaba su marcha de Madrid. 

Entonces el General Castro perdió la frialdad que le caracterizaba y se volvió loco. Con los nervios desatados y ante la sorpresa de los cinco fieles y serviles Ministros que habían permanecido a su lado dio órdenes tajantes para que detuviesen a los seis Cardenales y a los diecinueve Arzobispos, creyendo que así se detendría la marea católica que ya llegaba casi a la Moncloa. 

Sin embargo, el destino ya estaba marcado, porque media hora después, sobre las tres de la tarde, se supo que diez de los Gobiernos Autonómicos se habían declarado en rebeldía y habían anunciado que retiraban el Estado de Excepción dictado por el Gobierno Central y que el Papa había decidido retirar al Nuncio y rompía amarras con el Gobierno. 

Castro se vio entonces entre la espada y la pared y al borde del abismo. Ya no sabía qué hacer y decidió jugarse la última carta. Inmediatamente ordenó que el Ejército detuviese la marea. Pero, tampoco los militares le respondieron, o mejor dicho dijeron que el Ejército no iba a responder con la fuerza ni a disparar un solo tiro contra el pueblo. Tampoco la Guardia Civil. Sólo la «PPP» se inclinó ante el General Castro y decidió apoyar la legalidad. 

¡Dios! ¿Y tendrá algo que ver la presencia del Rey Juan Carlos, ya un hombre jubilado, pero con gran currículum político, con el “Gobierno en la sombra de Cuspis”? esto me está haciendo pensar que la presencia de Juan Carlos en Catar puede ser muy significativa para el propio destino de España como Nación… y tal vez, los que hoy lo están masacrando mañana tengan que hincarse de rodillas para que ayude a sacarnos del abismo en el que otros (las Izquierdas) nos han metido.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
LEER MÁS:  En medio folio: ¿Qui Prodest? Por Julio Merino
Últimas entradas