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Semejante cita pertenece a Fernando Paz. Y tiene toda la razón. Marca el acento en una encrucijada: poner a Isabel Díaz Ayuso con mayoría absoluta y en manos de Pablo Casado o ponerla sin la mayoría absoluta y bajo la dependencia de Rocío Monasterio. Los patriotas, preferimos lo segundo. Los anti centristas preferimos lo segundo. Los que repudiamos las traiciones seculares del PP, preferimos lo segundo.
El proceso de deificación de la derecha en torno a la presidenta madrileña obedece más al profundo horror producido por el social comunismo gubernamental y a una querencia en el “mal menor” arraigada en el subconsciente, que a un proceso racional.
Isabel Díaz Ayuso pilota un Madrid de fiscalidad benigna, no confiscatoria y que ha convertido a la región en motor de España desplazando a Cataluña en crecimiento del PIB, en atracción de empresas y liderando la creación de empleo en España. Pero éste no es el efecto Díaz Ayuso: es una política que proviene de la etapa de Esperanza Aguirre, inaugurada en 2003, y que se basa en un axioma fundamental: Madrid es el principal granero de votos del PP en España, y clave para su importancia institucional. Por ello siempre interesó al PP madrileño no ser matón fiscal como si lo eran, hace no tantos años, sus homólogos en Castilla y León o Galicia –antes de que llegara Vox-.
No obstante, las políticas anti impuestos no son un timbre de gloria del PP de Ayuso y Pablo Casado. Ambos, militando bajo el mandato de Rajoy, aplaudían y justificaban la mayor subida de impuestos de la democracia perpetrada por el gallego en 2012. En aquellos años, Ayuso se paseaba por las tertulias de la “Tuerka” de Pablo Iglesias para blanquear los antisociales recortes del presidente Mariano Rajoy, que antes que suprimir gasto político superfluo y el derroche autonómico atacó a los más débiles congelando las pensiones, subiendo el IVA tres puntos, subiendo el IRPF hasta límites ni siquiera soñados por Izquierda Unida y creando figuras tributarias como el impuesto a los premios de Lotería, que vinieron para quedarse. Como digo, Ayuso justificaba y aplaudía esta demencial política socialdemócrata de impuestos, gasto público desaforado y recortes a pensionistas y trabajadores.
En la región de Madrid se paga poco por Impuesto de Sucesiones así como niveles razonables de IRPF –que deberían ser más bajos, por supuesto- pero, ¿por qué el PP de Ayuso y Casado no han derogado –y tuvieron mayoría absoluta en las Cortes españolas- el injusto Impuesto de Sucesiones para que ningún madrileño y ningún español pague NADA por heredar? ¿Por qué Ayuso creó en 2019 un gobierno regional al que sumó tres consejerías respecto al anterior, y que ha mantenido despilfarros como subvencionar con 30.000 y 50.000 euros a chiringuitos LGTB en 2020? Sólo Vox propone suprimir el Impuesto de Sucesiones para todos los españoles y bajadas fiscales que dejan las tibiezas de Ayuso en paños menores.
Isabel Díaz Ayuso, tertuliana de la Tuerka, responsable de comunicación de la Presidenta madrileña Cristina Cifuentes y diputada, puso su dedo en el botón del SÍ para votar por la leyes de género y LGTB madrileñas aprobadas en 2016 y en virtud de las cuales, la “autodeterminación de género” se enseña a niños y adolescentes en las escuelas e institutos. Sí, Ayuso: la que hace un año lanceaba a Vox porque los de Abascal pedían un mecanismo de control parental contra el adoctrinamiento sexual a menores –PIN parental-, y que hoy aparece ante los medios como campeona contra el socialismo adoctrinador porque ha impedido una charla guarrona de Irene Montero en un instituto.
El PP gobernaba Madrid en marzo de 2016 cuando la Asamblea regional aprobó la ley 2/2016 de identidad y expresión de género. Aprobada por PSOE, Podemos y Cs y con la abstención del PP, incluye un mecanismo totalitario como la “inversión de la carga de la prueba” (artículo 48): en caso de ser acusado de discriminación, el acusado tiene que probar su inocencia, lo cual viola el derecho a presunción de inocencia protegido por el artículo 24 de la Constitución. Esta ley, además, impone las tesis de la ideología de género en todas las escuelas (artículo 22), lo cual viola el derecho a la libertad de educación protegido por el artículo 27 de la Constitución.
En junio de 2016 el PP de Cifuentes y Ayuso aprobó junto a Podemos, PSOE y Cs la ley 3/2016 de protección integral contra la ‘LGTBifobia’, la cual incluye la inversión de la carga de la prueba (artículo 66) e impone las tesis de la ideología de género en todos los centros educativos (Capitulo XI) y en los medios de comunicación (artículo 12). Al calor de esta ley socialista las autoridades madrileñas del PP coaccionaron al director de un colegió católico, crítico con esta ley, y lo multaron. También les sirvió para censurar extrajudicialmente un libro crítico con la ideología de género. En el verano de 2019 Vox propuso a PP y Cs derogar las leyes de género corrompedoras de menores y violadoras de la libertad de expresión y educación; ambos partidos se negaron.
Ayuso calificó en enero de 2020 de “innecesario” el PIN parental de Vox porque según ella en Madrid “no se adoctrina”, pero fue incapaz de indicar cuántas charlas y talleres imparte en las escuelas  el grupo LGTB izquierdista COGAM.
Los valores patrióticos de Ayuso son tan cuestionables como su política a favor de la inmigración y los “menas”: en 2019 se aprobaron 24 millones de euros para albergar en Madrid a 144 “menas”: 166.000 euros anuales por mena. Manutención, sanidad, educación, paguitas…A cargo del erario madrileño.
Cabe recordar, además, que los “menas” son atraídos por Díaz Ayuso que animó hace unos meses a “adoptar menas” a las familias madrileñas. Los “menas” quemaron en el verano de 2020 la Casa de Campo o el barrio de Hortaleza con robos, ‘navajeos’ y peleas. Consulten en la hemeroteca la infinidad de delitos de estos jóvenes.
Recientemente, más de 60 menas y 200 carteristas lideran los atracos y hurtos en las zonas céntricas de Madrid. 400 robos de móviles a la semana, ataques a tiendas y atracos innumerables. Es una noticia aparecida en ABC y fechada el 17 de marzo de 2021. Ayuso, sin embargo, sigue pagándoles centros de acogida e hinchando ‘chiringuitos inmigracionistas’.
También sorprende la pasividad de Díaz Ayuso ante la ley de memoria histórica que su mentor, Mariano Rajoy, y su jefa de antaño, Cristina Cifuentes, defendieron y subvencionaron. En septiembre de 2019, Vox Madrid propuso a Ayuso personarse en el proceso por la exhumación del cadáver de Franco y defender el derecho fundamental de la familia del ex jefe del Estado para disponer de los restos de su difunto. Ayuso, en la línea de Pablo Casado que prometió recurrir en inconstitucionalidad el Decreto ley de la profanación para luego no hacerlo, se inhibió en el asunto y fue, como su partido, cooperadora necesaria en el asalto a la Basílica del Valle de los Caídos.
Aún con todo, convendremos que Ayuso es lo menos malo del PP, y que Madrid es una cloaca menos fétida ideológicamente de lo que lo fue antaño. Si Vox, gracias a la presión externa sobre Ayuso amenazando con comerle la tostada por la derecha, ha logrado que la presidenta madrileña sea lo menos malo, no digamos lo que lograría Rocío Monasterio si gobernase.
Porque no nos equivoquemos: Ayuso es una liberticida autonómica. Menos mala que el resto de caciques regionales pero lo sigue siendo, pues mantiene el cierre perimetral, toques de queda y limitaciones a las reuniones y la hostelería dentro del ilegal Estado de alarma fraudulento y despótico que su partido apoyó en octubre de 2020 cuando no se opuso a que Pedro Sánchez se convirtiese en dictador durante 6 meses más y sin obligación de comparecer cada 15 días en las Cortes.
Por todo lo dicho, me sorprende que haya gente que simpatice con Vox y vaya a votar a Ayuso el día 4 de mayo. Lo que deberían saber estos votantes es que si Vox no está en la Asamblea de Madrid, el PP no hará nada para derogar leyes de género ni para respetar la libertad de educación, como no lo hizo antes de la llegada de Vox cuando el dúo Ayuso-Cifuentes presentaba, orgulloso –antes de la defenestración de Cifuentes- la inversión para los próximos años de 245 millones en ideología de género y lucha contra la ‘LGTBifobia’.
Fíjense en el ejemplo gallego del PP con mayoría absoluta y sin enemigo a su derecha en el Parlamento regional: apoyó las propuestas del grupo de la ultraizquierda (noviembre de 2019) para imponer educación sexual desde los 3 años y se ha alineado con el PSOE para robar a los nietos de Franco el Pazo de Meiras. El mantra del “voto útil” a Feijoo en Galicia –además del sistema clientelar similar al de la Andalucía socialista de antaño- hace que éste continúe con sus medidas contra el idioma español, a favor del adoctrinamiento sexual y a favor del fomento del nacionalismo antiespañol en las aulas. Esto es lo que hace el mismo PP que gobierna en Madrid y que se presenta ahora como gran defensor contra el socialismo.
El único voto útil contra el socialismo es Vox. No lo olviden. Si quieren Ayuso, voten a Monasterio.

Autor

Jose Miguel Pérez
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