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España tiene, para su desgracia, un triste sino: pocas han sido las etapas en las que su clase política ha dado la talla; es decir, ha gobernado para España. De ahí la larga tradición de pronunciamientos militares para impedir su desaparición como nación y pueblo; aunque no siempre dichos pronunciamientos lo fueron en tal sentido, sino en el contrario, es decir, para ponerla a los pies de los caballos, que conste. En cualquier caso, si España contara con una clase política medianamente normal que tuviera muy claro las líneas a no cruzar en la lógica contienda ideológica y política, dicha funesta tradición no existiría; como no existe entre los países de nuestro entorno.
Por ello, y porque vemos que la historia parece repetirse –de nuevo combaten una izquierda antinacional, los sempiternos separatismos regionales y una derecha egoísta y de mero postureo–, es por lo que quienes ingresan en las Fuerzas Armadas deben ser conscientes de que han de estar vigilantes a los actos de la clase política a fin de evitar, sin necesidad de estridencias, o sea, de pronunciamientos, que laboren en contra de la Patria y crucen esas líneas rojas. Es triste, pero es así. Y es que si los políticos en su torpeza, estupidez o malicia destruyen España ya nada importará y nada tendrá remedio, FFAA incluidas.
Los enemigos seculares de España se encuentran en su interior más que en su exterior; de éstos los hay, claro, pero no son tantos, y además su peligrosidad se debe en mucho al nivel de carcoma que los del interior logran conforme a la máxima “divide y vencerás”. Hoy, de nuevo, y más que en otras épocas en las que en España existió siempre una buena parte de ella que no se resignaba a perecer como nación y pueblo, el asunto es cada vez más grave porque el nivel de degeneración y descomposición interna por la nefasta labor de la clase política de las últimas décadas es gravísimo, más peligroso si cabe porque parecen no existir en cantidad y calidad necesaria los que no se resignan.
Por eso, toca a los militares hacer valer tanto su patriotismo, si es que de verdad lo tienen, como la legalidad de la Constitución cuyo Art. 8º es muy claro; tanto que dota directamente a las FFAA, con su cúpula militar en cabeza –no al ministro de Defensa ni al Rey–, de una herramienta constitucional de primer orden para intervenir y trazar las líneas rojas a no cruzar. Los militares españoles, que lo son voluntariamente, deben tomar conciencia de ese penoso sino de nuestra Patria y asumir su responsabilidad; de otra forma estarían siendo cómplices de la destrucción de España a manos de izquierdas, separatistas y/o derechas. Nadie dice, que conste también, que semejante obligación y deber sea fácil de llevar a cabo, pero es lo que hay y lo que toca en España a los militares cada cierto tiempo.
Para ello, lo primero que hace falta es que las FFAA atesoren, cultiven y promuevan una ferra unidad de doctrina, es decir, una absoluta coincidencia sin fisura alguna en tan espinoso asunto. Sin esa unidad interna, asumiendo como natural su labor de vigilancia, los políticos de turno dispondrán de una herramienta inmejorable para impedir que se ponga en marcha la acción de los militares con vistas a evitar la disolución de la Patria. Lo segundo es que, además, las FFAA deben tener muy claro no confundir disciplina y obediencia con sumisión, y neutralidad con inhibición; aquí, como en la citada unidad interna, radica el quid de la cuestión. La lealtad se debe a la Patria y a los jefes en tanto éstos laboran en su favor, defiendan su soberanía, independencia, integridad territorial y el cumplimiento de la Constitución, pero no serían leales, sino traidores, los militares que viendo a la Patria camino del precipicio como nación y pueblo, sometiéndose a esos políticos, actuaran como sus cómplices necesarios e incluso entusiastas.
Los ejemplos de Daoiz y Velarde, así como de Mola, Cabanellas, etc. –salvando las distancias y particularidades de ambos casos–, demuestran que hubo momentos en que los militares debieron actuar en bien de la Patria por encima de los políticos. El caso reciente de Perú, donde el presidente Castillo encabezó un autogolpe declarando el estado de excepción que las fuerzas armadas no obedecieron por ser evidente su inconstitucionalidad sin tener que esperar un par de años a que así lo sentenciara un tribunal, es otro ejemplo más que clarificador. Por el contrario, los estados de alarma del actual Gobierno con la excusa de la supuesta pandemia han sido ejemplos de lo contrario, es decir, de cómo las FFAA (Operación Balmis) han sido coautoras y cómplices de la vulneración de la Constitución por el presidente y su Gobierno, algo que era evidente sin que tuviera que decirlo el TC cuando ya fue tarde; Constitución que por muchos agujeros negros que tenga, y los tiene, siempre corregibles, es la que hay y en eso es clara.
Así pues, no vale esgrimir una supuesta obediencia y disciplina ciega y sumisa al Gobierno de turno, ni una neutralidad inhibitoria que por ello deja de serlo y se vuelve partidista. Quien de verdad quiera ser militar en España y demostrar su amor a ella, su patriotismo, debe asumir al ingresas en las FFAA lo dicho y estar preparado para actuar en consecuencia si llegara el caso, que ojalá no. España por encima de todo, ese es el deber de sus Fuerzas Armadas.
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Normalmente estoy de acuerdo con los analisis de Francisco Bendala, hoy tambien pero con matizaciones.
Los «espadones» del siglo XIX no fueron mas que militantes de partidos liberales con uniforme y ninguno hizo un pronunciamiento , una conspiracion o un levantamiento para favorecer a España o a la sociedad de la epoca, fueron pronunciamientos politicos de la exterma izquierda de la epoca, a la que llamaban liberalismo exaltado, progresista o democratico, solo Narvaez puede considerarse como un politico-militar que laboro para que los españoles dejaran de matarse los unos a los otros, cosa que llevaban haciendo desde la implantación del liberalismo de la mano de la Pepa en 1812.
Los militares actuales y Vd lo sabe muy bien, reciben una formacion netamente contraria a sus planteamientos, NO son el ejercito de España sino los militares de la Constitucion y en la Academia reciben una educacion que castre radicalmente ese sentido de patriotismo que debería salirle por los poros y que desde siempre se llamo «vocación » , se les inculca la obediencia a la politica y los políticos actuales y el rechazo a todo lo que sea búsqueda del engrandecimiento nacional o de la unidad fuera de las directrices que emanan del político que manda.
En 1936 los militares que se sublevaron lo hicieron porque mas de la mitad de los españoles ya no aguantaban mas y la cosa llego a tal nivel que resulto menos peligroso echarse al monto pistola en mano que permanecer en el domicilio esperando un piquete de desalmados socialistas que con mono obrero y actitud de maton te pegaba cuatro tiros.
Esa sociedad decidida y reivindicativa de España no existe en la actualidad, como tampoco existe ese militar de reconocido prestigio que aglutine alrededor de su figura el apoyo para ser escuchado, no ya seguido, pero al menos escuchado.
Cuarenta años de destrucción nacional han dado sus frutos y a dia de hoy, se lleve uniforme o no se lleve, nadie pelea por la continuidad nacional y menos si estamos vinculados a la internacionalista UE que ha destrozado lo que en su día fue la nación madre de esa Europa hoy podrida por la masonería.
Por cierto y para terminar, sepa Vd que Cabanellas, uno de los grandes masones de uniforme en 1936, no tenia intencion d sublevarse en Zaragoza, sus jefes de brigada y su Estado Mayor no le permitieron mas que sumarse a la Cruzada, tan es asi que le cuento una anecdota, Cuando el coronel Jose EduardoVillalba Rubio, al mando de la media Brigada que tenia su sede en Barbastro llamo por Tf a Zaragoza el 19 de Julio para pedir instrucciones para sublevarse se puso al aparato Cabanellas y le dijo que efectivamente estaba sublevado, pero no le especifico a favor de quien, si del Frente Popluar o de Mola y Villalba, conociendo la trayectoria de Cabanellas, dio por sentado que estaba con los rojos.