19/05/2024 06:40
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Ficción caricaturesca la de quienes piensan que estamos inmersos en un «golpe de Estado» excepcional de la mano de socialistas y comunistas a propósito de su repugnante reforma del Código Penal a beneficio de corruptos, de separatistas y de la definitiva sumisión del poder judicial.

Cierto es que la perversión del Parlamento y su Reglamento, el fraude de ley y el asalto a la ‘supuesta’ separación de poderes, son un hecho indiscutible en la tramitación de la reforma del Código Penal. Reforma que además de eliminar el delito de sedición y rebajar el de malversación contiene, nada más y nada menos, que un nuevo asalto del gobierno al Consejo General del Poder Judicial y con él la configuración de un Tribunal Constitucional ya plenamente ‘gubernamental’, a hechura socialista.

De acuerdo con la Teoría política de la separación de Poderes que debe regir una “democracia”, la reforma penal y judicial planteada por el gobierno socialista es tiránica, y admito, si se quiere, el calificativo de ‘golpista’, pero… ¿Acaso no está el Régimen político nacido en 1978 en permanente ‘golpe de Estado’ desde su nacimiento? ¿Acaso no fue el golpe de Estado perpetrado por la Corona, en 1981, y abortado por Antonio Tejero, muestra de ello?

¿Acaso no fue un “golpe de Estado” la inexistencia de un proceso constituyente y el trampantojo legislativo que sirvieron para imponer una ‘Constitución’, la de 1978, surgida del poder constituido que no del Constituyente, y emanada de la ruptura constitucional previa que entrañó la Ley de Reforma Política de enero de 1977?

¿Acaso no fue un golpe de Estado la reforma judicial de 1985, el asalto al poder judicial por parte del poder político anunciado por Alfonso Guerra -«Montesquieu ha muerto»-,  cuando hasta 1985 eran los Jueces los que autogobernaban su poder como cuerpo único y separado de los poderes ejecutivo y legislativo?

¿Acaso no lo fue el atentado del 11 de marzo de 2004 cuyos 300 muertos y miles de heridos fueron sepultados por una sentencia inmoral y mentirosa, desmontada desde hace tiempo en sus falacias, y con el PSOE aupado como intoxicador informativo, primer conocedor de las detenciones del 13 de marzo que iban a llevarle a la Moncloa y primer beneficiado del resultado de los comicios del 14 de marzo que el miserable gobierno de Aznar no quiso suspender pese a que debía hacerlo?

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¿Acaso no lo fue la complicidad de Mariano Rajoy con el separatismo catalán para, pese a estar sobradamente advertido por los propios separatistas desde la ‘Diada’ de 2012, permitir dos referendums secesionistas -2014 y 2017- donde, para más inri, ninguno de sus protagonistas sigue en la cárcel, ni fue condenado como era menester por delitos de Rebelión?

¿Acaso no son estas ignominias que he citado el golpe de Estado permanente, o si se prefiere la tendencia a la tiranía del régimen demoliberal español basado en la dictadura de la mayoría, en la partitocracia, en las oligarquías financieras y mediáticas impunes, en los partidos políticos/ negociados no sujetos a mandato representativo real y en haber convertido nuestra Nación en coto especulativo de esbirros del mundialismo que vendieron nuestra Soberanía y se enchufaron en Taifas autonómicas? ¿Acaso no son estas ignominias un golpe de Estado a un Estado que en la práctica no existe porque es, en realidad, el poder partitocrático dispuesto a todo para robar las energías, la unidad, la riqueza y el alma al pueblo español?

Estimados lectores: en 1978 se liquidó el Estado Nacional basado en el Imperio de la Ley, en la Unidad Nacional y en las Leyes Fundamentales del Reino que eran el soporte del poder constituyente del Estado del 18 de Julio dirigido durante 39 años por Francisco Franco. “Democracia orgánica”, “dictadura”, o “régimen autoritario”…Me importa un bledo cómo lo llamen. Un sistema que garantizaba la unidad nacional, sin impuestos salvajes a los trabajadores, que hacía de España la novena potencia mundial, que inauguró la clase media dotada de cinco millones de viviendas sociales, que otorgaba justo castigo a terroristas, que poseía los menores índices delictivos de Occidente, que erradicó el analfabetismo, que alzó una moderna y protectora Seguridad Social, donde no existían el “contrato basura” ni el despido libre, con pleno empleo…Un sistema así era, por lo menos, un Estado social que funcionaba para dar paz, armonía y unidad a la Nación a la que abrigaba.

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Con la aprobación de la “Constitución” en 1978 se atornilló un sistema partitocrático y electoral dispuesto para la tiranía preclara del gobierno y de su legislativo afín aparentando ser una democracia finísima…
No es necesario mentar la ruina económica, social y moral en que está inmersa España bajo este sistema.

Que no les cuenten novelas-folletín sobre la maravillosa “democracia que nos hemos dado, hoy vulnerada y en riesgo máximo y último” por socialistas y comunistas. Esto que vivimos hoy es sólo un fascículo más de la inmensa y continuada tomadura de pelo y del golpe de Estado permanente desde 1978 en que los partidos políticos profesionales de la rapiña se hicieron definitivamente con el poder que les brindaba una Constitución culpable, por su ambigüedad y maldades inherentes, de los males que sacuden a España y de la válvula abierta al golpe de Estado permanente.

 

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