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Es posible que esta decisión pueda resultar sorprendente para aquellos que no me conocen, pero, estoy seguro de que no sorprenderá a aquellos que saben qué es lo que ha pasado en los dos últimos años en Galicia, en lo que respecta al partido.
Nada.
En estos días de golpes de pecho y de demostraciones de fuerza, se me hace necesario recordar que esos mismos golpes y esa misma fuerza, de poco o nada han servido en momentos cruciales, precisamente porque a los acólitos ya no hay que convencerles de nada (ya vienen convencidos de casa) y a los que no están convencidos eso (solamente eso) no les sirve de mucho.
Durante todo este tiempo he contemplado como el proyecto “avanza” de manera muy desigual, dependiendo de la región e, incluso, la provincia, de la que estemos hablando.
En otras regiones, el proyecto se mueve a través de múltiples actividades, boletines informativos, reuniones con afiliados y simpatizantes, actividad en la calle, escuchando los problemas reales de la gente…busquen algo así en mi provincia.
Es muy probable que los que no me conocen de nada y no me hayan seguido hasta este momento, pasen a aplicarme el procedimiento habitual de “este es un traidor”; que es, precisamente, lo que se hacía hasta ahora, en este partido, ante la crítica constructiva.
Hace mucho tiempo que se confundieron los significantes y los significados de las palabras lealtad y sumisión.
Para todos ellos, una reflexión.
Lealtad no es sumisión. Lealtad es decirle a tu jefe lo que está haciendo mal, con el propósito de que todo mejore. Y la lealtad de tu jefe hacia ti es que no te castigue por ello.
Todo lo demás es sumisión, el quedarse callado o diciendo a todo que sí.
Y ese no soy yo.
Y, precisamente, siguiendo ese mismo razonamiento, la manida historieta de que las cosas se arreglan en casa, me lleva a afirmar que cuando se intenta arreglar las cosas en casa y no se arregla nada, absolutamente nada; el resultado es que las cosas siguen sin arreglarse y la casa, por norma general, acaba por tambalearse.
Así que no, amigos, cuando se comprueba que no existe interés por cambiar nada, no es suficiente con quedarse callado y esperar.
Alguien podría decirme que se avecinan tiempos de cambio, que están realizándose movimientos dentro del partido y que las cosas se van a arreglar.
Y estoy casi convencido de que así será.
Así se lo he trasladado al nuevo secretario general, al que considero un amigo, que estoy seguro de que su capacidad de trabajo y de cohesión llevarán a buen puerto este proyecto.
Y, precisamente por eso, me marcho.
Porque, en ocasiones, es más importante demostrar, a todos aquellos que harían cualquier cosa, lo que fuese, por un cargo o un posicionamiento; que yo nunca he tenido más pretensión que la lucha por unos valores muy concretos y la defensa de un ideario basado en la defensa de la familia, el bien común, la vida, la unidad de España y las raíces cristianas de nuestro país.
Es más importante, para mí, demostrar eso, que quedarme silente y sumiso a la espera de una llamada.
Yo no soy ese.
Yo sólo soy un padre de familia calvo y provinciano que se subió a un atril por primera vez en un mitin en el Monte del Gozo, en Compostela, junto a Santiago Abascal; en las elecciones de Galicia en 2020, para decir que mi único motivo para hacerlo eran mis hijos, dejar una España mejor para ellos.
Y ese mismo motivo es el que me lleva hoy a solicitar mi baja del partido.
Porque, de la misma manera que ellos son mi motivo, algún día tendré que explicarles que una persona que se viste por los pies, tiene que hacerse valer ante el desprecio.
Y no podré hacerlo si mis obras no son consecuentes con mis palabras.
Creo que no tengo que dar explicaciones (ni debo) sobre cuál y en qué cantidad ha sido mi labor durante este tiempo.
Además de un constante trabajo en las calles, cada día, todos los días, intentando difundir un mensaje de ilusión a través de un ideario perfectamente identificable; he conseguido, por mis propios medios, ocupar un lugar, sin tener ningún tipo de experiencia, en un medio de comunicación nacional, Decisión Radio, y en un diario digital, Minuto Crucial, con la única intención de trabajar por y para el proyecto.
Desinteresadamente, para llevar a todos los rincones de España el mensaje de Vox, sus propuestas y su discurso.
He movilizado asociaciones, agrupaciones, organizaciones, gremios y todo aquello que he tenido la posibilidad de movilizar, de cara a difundir ese mensaje.
Por algún motivo, que desconozco, desgraciadamente todo ese trabajo, todo ese esfuerzo, toda esa movilización; tras haber animado a compañeros para que sigan creyendo en el proyecto, no ha tenido ningún tipo de apoyo por parte del partido.
Ninguno.
Y desgraciadamente, no me encuentro con fuerzas para seguir apostando por él, a la vista de ese nulo respaldo.
Ahora mismo no se alinean ni mis propósitos, ni mis valores, con la política actual que está llevando a cabo el partido.
Me voy porque yo sigo estando en el mismo sitio que estaba el 12 de julio de 2020, pero hay gente que se ha movido de ese sitio.
Como, en estos momentos, me doy cuenta de que mi mensaje no se adecúa a lo que busca el partido, que las personas que lo dirigen tampoco defienden todo aquello que me inspiró a entrar en el partido y que, además, las diferentes problemáticas internas y organizativas me impiden llevar a cabo una labor constructiva, considero que es mejor separar mi camino del de Vox.
Yo no soy una persona que haya venido aquí a buscar un puesto, nunca lo he tenido, ni lo he querido, sino que me he puesto a disposición de un proyecto para defender aquello que tantos gallegos, que tantos españoles quieren defender, que son esos valores primigenios.
Pero no he visto ningún apoyo, en todo este tiempo, hacia esa lucha y, posiblemente, además, haya cambios (y no hablo de mi) en cuanto a esas ganas y esos principios que me llevaron a luchar denodada y desinteresadamente por estas siglas, por lo que entiendo que debo abandonar, para no perjudicar, no tanto al partido, sino a esa gente que sigue en él y que sé que comparte esta visión que yo tengo.
Como no quiero perjudicar el proyecto, ni ser acusado de intentar boicotearlo, ni de ir contra unas siglas, con las que ya no comparto las formas, me veo obligado a abandonar la afiliación del partido.
Seguiré defendiendo, exactamente, lo mismo que hasta ahora; poniéndome a disposición, desde fuera, de todo aquel que me necesite o precise de mi ayuda. Pero, en este momento, en el transitar que está llevando a cabo el partido y su organización, no me encuentro cómodo y me veo imposibilitado para aportar valor añadido.
Quiero creer que atrás quedan ya los tiempos, en este partido, en los que la autocomplacencia egocéntrica, sin el más mínimo sentido autocrítico, de unos pocos, llevaban a permitir situaciones como amenazas de una gestora provincial, convertida en comité ejecutivo de la noche a la mañana, hacia afiliados de base, que es lo único que yo soy y he sido siempre.
Quiero creer que atrás quedan ya los tiempos, en este partido, en los que, esos mismos, que siguen haciendo de su capa un sayo, tenían patente de corso en su inactividad permanente hasta portar con orgullo la medalla de ser la única región de España en la que Vox no tiene ningún tipo de representación.
Ningún tipo de representación. Ninguno.
Quiero creer que atrás quedan ya los tiempos, en este partido, en los que la cobardía llegaba a tal punto, que se enviaba a un diputado nacional a tratar de amedrentar, en reunión privada, a un afiliado de base sin ningún tipo de cargo, para tratar de que cesara en su actividad, tanto en redes sociales como en las calles, porque empezaba a ser “demasiado” reconocido. Sí. Triste.
Y he escrito “tratar”. Que no “conseguir”.
Quiero creer que atrás quedan ya los tiempos, en este partido, en los que los intentos por hablar “con alguien”, para intentar recibir una explicación sobre ciertas situaciones, no recibían más respuesta que un atronador silencio.
Quiero creer que atrás quedan ya los tiempos, en este partido, en los que la secretaría general y organización daban orden directa de hacer el vacío a un afiliado de base por el simple hecho de ponerse a trabajar por y para el proyecto, cada día, con sus propios medios y por su cuenta, tras contemplar cómo nadie hace absolutamente nada en una región que necesita, con urgencia, una opción política más allá del rancio bipartidismo o del nacionalismo separatista que, cada vez, radicaliza más sus posiciones.
Quiero creer que atrás quedan ya esos tiempos, en este partido. De hecho, lo creo.
Y me expreso desde la libertad de quien jamás se ha pronunciado en público sobre ninguno de los aspectos anteriormente mencionados, estando convencido de que es necesaria una catarsis y de que este es el momento adecuado para ello.
Para que nunca más se trate a alguien que ha sido un soldado más, en este proyecto, sin pedir, nunca, nada a cambio, como si fuera basura.
Pero no interpretando “basura” como ese trasto al que se le tiene cierto aprecio y se guarda en un cajón bajo excusa de recuerdo. No ese tipo de basura, sino basura de la que se tira al contenedor de orgánico.
Y pido disculpas por la forma en la que me expreso; ni he sido, ni soy, ni seré un hablante de ese politiqués que tanto daño hace y tanta confusión produce a la gente de la calle.
Pido disculpas, también, porque me da exactamente igual lo que nadie piense de mí. Y cuando digo nadie, es nadie.
Tendemos a idolatrar a personas, prácticamente desde que nacemos, que más temprano que tarde se convierten en ídolos caídos, por lo que, con el paso de los años, aprendemos que lo realmente importante es seguir, encajar los golpes y ponerse en pie. Lo demás, son quimeras.
Con esto, trato de decir que ni mis ideas, ni mis valores, ni mi patriotismo han cambiado.
Precisamente, porque eso no ha cambiado ni un ápice, me veo en la obligación de tomar esta decisión tan desagradable. Las siglas me importan una soberana higa, lo que me importan son las ideas y, en esa batalla, yo voy a seguir luchando con la misma fuerza del primer día, desde Decisión Radio y desde cualquier sitio en el que encuentre un altavoz en el que me permitan expresarme.
Por último, me voy feliz, con la satisfacción de haber hecho lo que debía, trabajar por un proyecto, sin ningún tipo de ayuda por parte de las siglas, ni de quienes las representan. Trabajar para conseguir lo que parece imposible en Galicia, difundir una serie de valores y un ideario que osan contradecir el discurso establecido por aquellos a los que no les importan las personas que se levantan cada mañana para tratar de mantener a su familia e intentar hacer de este país, un lugar mejor. Y agradecido, muy agradecido, con todos aquellos que, de una u otra forma, me han mostrado su cercanía.
Como decía Chesterton, las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente.
Yo sigo vivo.
Y como me dijo hace poco un buen amigo, Dios siempre tiene un propósito para cada uno de nosotros.
Seguimos.
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