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Un tipo se sube a un tren, junto a un maletín que contiene en su interior un buen legajo de papeles con todos los diseños y bocetos de un invento que puede llegar a ser revolucionario, por arte de birlibirloque desaparece y ya nadie vuelve a saber nada más de él. Este podría ser el arranque de una buena novela o película de serie negra. La realidad supera muchas a la ficción y eso es lo que le ocurrió a Louis Le Prince el 16 de septiembre de 1890 en Dijon, Francia.
Louis Le Prince es considerado por muchos como el inventor del cinematógrafo. Si tenemos en cuenta que el cortometraje titulado “La escena del jardín de Roundhay”, de menos de 2 segundos de duración, fue rodado el 14 de octubre de 1888, en el jardín de la casa de sus suegros, quedaría más que demostrado que Louis fue el primer ser humano capaz de proyectar imágenes en movimiento. Incluso, su hija, Marie Le Prince, aseguró en más de una ocasión que había visto proyectar a su padre, en 1886, imágenes en movimiento en el salón de su casa.
La cámara inventada por Louis era de caoba, pesaba 18 kilos y tenía una manija que se movía manualmente, era sensitiva a la luz y tenía un papel entre el objetivo y el obturador.
Las teorías sobre la desaparición de Louis Le Prince
Persona desaparecida, sin más.
Simulación de suicidio por los problemas financieros que atravesaba el inventor.
Teoría del asesinato por la guerra de patentes.
Fratricidio con el único objetivo de cobra una herencia familiar.
Batallas HISPÁNICAS contadas en formato breve.
«El cántaro roto»
Esa mañana del 19 de julio de 1808 el calor era de 45º. Las aguadoras, que venían con los asnos y mulas cargados con cántaras de agua, cruzaron las líneas españolas entre disparos. Volvían de la Noria de la Huerta de San Názaro con el objetivo de proporcionar agua a las tropas españolas que libraban una cruenta batalla contra el invasor. El agua también era utilizada para refrigerar los mosquetones y cañones que era disparados sin cesar. Tanto es así, que el fuego de los cañones abrasó parte de una cosecha de trigo y cebada que aún estaba sin cosechar. Una aguadora alzó un cántaro lleno de agua para que el general Reding saciara su sed. Antes de que el oficial pudiera cogerlo, un disparo rompió la vasija. La mujer, impasible al peligro, recogió la parte del cántaro donde había quedado un poco de agua y volvió a ofrecérselo al oficial que, no sin antes hacer un gesto de agradecimiento, mitigó su sed. Nacía la leyenda de María Bellido.
El asfixiante calor de esa mañana, agravado por la escasez de agua y por los uniformes fabricados con lana virgen, provocó que mucho soldados de las tropas napoleónicas desertarán. Muchos fueron abatidos antes de llegar a la Noria y otros fueron hechos prisioneros. Además, dos divisiones del ejército español, al mando del general Castaños, vadearon el río Gualdalquivir y, desde Bailén, atacaron por la retaguardia. El ejército francés estaba rodeado y desmoralizado, por lo que al general Dupont no le quedó más remedio que capitular. Las tropas napoleónicas tuvieron que rendir sus armas ante el ejército del general Castaños. Por primera vez, en la historia, el ejército napoleónico había perdido una batalla en campo abierto.
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