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La admiración, que los Países, sentían por la inmensa figura de nuestro Caudillo, como militar, cómo estratega en batallas y como gobernante, impresionaba al mundo y también a los Estados Unidos, tan poderosos y creídos ellos.

El poder, la importancia, la experiencia, la excelencia y el prestigio que nuestro Caudillo, Su Excelencia D. Francisco Franco, generaba admiración en todos los Países.

Los Estados Unidos, sin saber qué hacer y sufriendo derrota tras derrota, con miles de soldados americanos muertos, en Vietnam y no saber los métodos y tácticas, que debían poner en práctica, para evitar la gran masacre a diario producida, no tuvo reparo alguno el Presidente de los Estados Unidos, Lindon B. Johnson, solicitando a Su Excelencia, consejo para evitar la deriva, de una guerra perdida, contra el comunismo.

Y de comunismo nuestro Caudillo sabía mucho, ya que fue la Nación europea, que le derrotó.

Por tal motivo el citado Presidente, pide consejo y se dirige a nuestro Jefe de Estado, en éstos términos.

CARTA DEL PRESIDENTE DE EE.UU. A FRANCO:

 

    “Excelencia:

   He rogado a mi embajador le transmita mi sincero enjuiciamiento de la situación en Vietnam del Sur.

   En los últimos meses se ha incrementado la agresión abierta contra el pueblo y el Gobierno del Vietnam y les han sido impuestas muy graves cargas a las fuerzas armadas y al pueblo vietnamita.

    Durante dicho período, como VE. conoce, y a causa de la firme y rígida oposición de Hanoi y Pekín, no han podido tener éxito los reiterados y constructivos esfuerzos realizados por muchos gobiernos para llevar este problema a la mesa de conferencias.

   A lo largo de estos últimos días he estado revisando la situación a la luz de recientísimos informes, procedentes de mis colaboradores de mayor confianza. Aunque aún no se han adaptado decisiones definitivas, puedo decirle que parece seguro será necesario incrementar las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en un número que podría igualar, o ser superior, al de los 80.000 hombres que se encuentran ya allí.

   Deseo sepa V.E. que al propio tiempo que realizamos este importante esfuerzo adicional, continuaremos haciendo todo posible esfuerzo político y diplomático para abrir paso a un arreglo pacífico.

   Continuaremos también usando toda clase de prudencia y moderación para evitar que la guerra pueda extenderse en el continente asiático. Nuestro objetivo sigue siendo el de que finalice en Vietnam toda injerencia exterior de forma que el pueblo de dicho país pueda decidir su propio futuro.

En esta situación debo expresarle mi profunda convicción personal de que las perspectivas de paz en Vietnam aumentarán grandemente en la medida en que los necesarios esfuerzos de los Estados Unidos sean apoyados y compartidos por otras naciones que comparten nuestros propósitos y nuestras preocupaciones. Sé que su Gobierno ha mostrado ya su interés y preocupación concediendo asistencia. Le pido ahora que considere seriamente la posibilidad de incrementar dicha asistencia mediante métodos que indiquen claramente al mundo y quizás especialmente a Hanoi— la solidaridad del apoyo internacional a la resistencia contra la agresión en Vietnam y al establecimiento de la paz en dicho país.

 

   He pedido al embajador Duke se ponga a su disposición para cualquier consulta que desee hacerle sobre este asunto.  

 

   Sinceramente,

 Lyndon B. Johnson  

 PRESIDENTE DE LOS EE.UU. DE AMERICA”  

 

CARTA DE RESPUESTA DE FRANCO:  

 

   “Mi querido Presidente Johnson:

   Mucho le agradezco el sincero enjuiciamiento que me envía de la situación en el Vietnam del Sur y los esfuerzos políticos y diplomáticos que, paralelamente a los militares, los Estados Unidos vienen desarrollando para abrir paso a un arreglo pacífico. Comprendo vuestras responsabilidades como nación rectora en esta hora del mundo y comparto vuestro interés y preocupación, de los que los españoles nos sentimos solidarios en todos los momentos. Comprendo igualmente que un abandono militar de Vietnam por parte de los Estados Unidos afectaría a todo el sistema de seguridad del mundo libre.

   Mi experiencia militar y política me permite apreciar las grandes dificultades de la empresa en que os veis empeñados: la guerra de guerrillas en la selva ofrece ventajas a los elementos indígenas subversivos que con muy pocos efectivos pueden mantener en jaque a contingentes de tropas muy superiores; las más potentes armas pierden su eficacia ante la atomización de los objetivos; no existen puntos vitales que destruir para que la guerra termine; las comunicaciones se poseen en precario y su custodia exige cuantiosas fuerzas. Con las armas convencionales se hace muy difícil acabar con la subversión. La guerra en la jungla constituye una aventura sin límites.

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   Por otra parte, aun reconociendo la insoslayable cuestión de prestigio que el empeño pueda presentar para vuestro país, no se puede prescindir de pesar las consecuencias inmediatas al conflicto. Cuanto más se prolongue la guerra, más empuja al Vietnam a ser fácil presa del imperialismo chino, y aun suponiendo que pueda llegar a quebrantarse la fortaleza del Vietcong, subsistirá por mucho tiempo la acción larvada de las guerrillas, que impondrá la ocupación prolongada del país en que siempre seréis extranjeros. Los resultados, como veis, no parecen estar en relación con los sacrificios.

   La subversión en el Vietnam, aunque a primera vista se presente como un problema militar, constituye, a mi juicio, un hondo problema político; está incluido en el destino de los pueblos nuevos. No es muy fácil al Occidente comprender la entraña y la raíz de sus cuestiones. Su lucha por la independencia ha estimulado sus sentimientos nacionalistas; la falta de intereses que conservar y su estado de pobreza les empuja hacia el social-comunismo, que les ofrece mayores posibilidades y esperanzas que el sistema liberal patrocinado por el Occidente, que les recuerda la gran humillación del colonialismo.  

   Los países se inclinan en general al comunismo, porque, aparte de su poder de captación, es el único camino eficaz que se les deja. El juego de las ayudas comunistas rusa y china viene siendo para ellos una cuestión de oportunidad y de provecho.

   Es preciso no perder de vista estos hechos. Las cosas son como son y no como nosotros quisiéramos que fueran. Se necesita trabajar con las realidades del mundo nuevo y no con quimeras. ¿No es Rusia una realidad con la que ha habido que contar? ¿No estaremos en esta hora sacrificando el futuro a aparentes imperativos del presente? A mi juicio, hay que ayudar a estos pueblos a encontrar su camino político, lo mismo que nosotros hemos encontrado el nuestro.

   Ante los hechos nuevos, no es posible sostener la rigidez de las viejas posiciones. Una cosa es lo que puedan acordar las grandes naciones en Ginebra y otra es el que tales decisiones agraden a los pueblos. Es difícil de defender en el futuro y ante los ojos del mundo esa división artificial de los países, que si fue conveniencia de momento dejará siempre abierta una aspiración a la unidad.

   Comprendo que el problema es muy complejo y que está presidido por el interés americano de defender a las naciones del sudeste asiático de la amenaza comunista; pero siendo ésta de carácter eminentemente político, no es sólo por la fuerza de las armas como esta amenaza puede desaparecer.  

   Al observar, como hacemos, los sucesos desde esta área europea, cabe que nos equivoquemos. Guardamos, sin embargo, la esperanza de que todo pueda solucionarse, ya que en el fondo, los principales actores aspiran a lo mismo: los Estados Unidos, a que el comunismo chino no invada los territorios del sudeste asiático; los Estados del sudeste asiático, a mantener a China lo más alejada de sus fronteras; Rusia, a su vez, a que su futura rival, China, no se extienda y crezca, y Ho Chi Minh, por su parte, a unir al Vietnam en un Estado fuerte y a que China no lo absorba.

   No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y sus empeños en expulsar a los japoneses, primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota, al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando a un lado su reconocido carácter de duro adversario, podría sin duda ser el hombre de esta hora, el que el Vietnam necesita.

   En este interés superior de salvar al pueblo vietnamita y a los pueblos del sudeste asiático, creo que vale la pena de que todos sacrifiquen algo.

   He deseado, mi querido Presidente, haceros estas reflexiones confidenciales en el lenguaje directo de la amistad. Aunque sé que muchas están en vuestro ánimo, le expongo lealmente mi juicio con el propósito de ayudar al mejor servicio de la paz. y del futuro de los pueblos asiáticos.  

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   Su buen amigo,

 

Francisco Franco  

JEFE DEL ESTADO ESPAÑOL”

 

Mientras todos los Jefes de Estado, Reyes, Presidentes, …, de todos los Países, admiraban a Franco y le consideraban como el mejor estratega militar en las batallas y en la guerra y un excelso gobernante, estando vivo. Después de muerto, la basura que hoy inunda a esta España irreconocible, por parte de indeseables, maricas, traidores, vengativos diabólicos, compuestos por unos reyezuelos felones, una derechona liberal, masona y traidora y un rojerío propio de los criminales de sus padres y abuelos, dirigentes de los Gulaps y las Checas, han escupido su inmensa figura, la han denostada, la han atacado con todo tipo de adjetivos y palabrería propia de verduleras cobardes y hasta llegar a la PROFANACIÓN de su cuerpo.

Tres Presidentes estadounidenses, vinieron a España, incluido el ganador de la 2ª Guerra Mundial, como parte fundamental de los aliados y bolcheviques, para rendirle pleitesía.

Y algunos canallas, maricones y cobardes, insinúan y dicen: “El Dictador, no salió nunca de España, por temor”, ….., pero pedazo de masas putrefactas con ojos, para que iba a salir, si todos los mayores dirigentes, venían a rendirse a sus pies.

Cuando Adolfo Hitler, con su bota pisaba al mundo y éste tiritaba de pánico y miedo, solo con verle, nuestro Caudillo tuvo una reunión con él, que con su valentía, llevó la conversación en todo momento, sin que Hitler, pudiera rebatirle nada y apenas pronunciar palabra.  

La bota que pisaba al mundo, tuvo que soportar durante más de 2 horas, las charlas y conversaciones de Franco y solo cuando se había ido, dijo:

“Prefiero que me arranquen todas las muelas, antes de volver a sentarme hablar con Franco”

Con esto demostró, la pérdida de la batalla y su idea, de meternos en una Guerra, en la que Franco no quería entrar, por diferentes motivos.

Ya están muy contentos muchos patrioteros, porque el huido vuelve, para ser acogido por las masas despreciables, que a pesar de todas sus fechorías y mil delitos, le aclamarán, a este diabólico y miserable PERJURO Y TRAIDOR, que viene, por los acuerdos entre unos y otros, sobre todo los cientos de millones robados y puestos a buen recaudo, en paraísos fiscales, a sabiendas, que no le van a detener, ni acusar de ESTAFADOR.

¡Cuánto sufrimiento, nos hubiéramos ahorrado, si cuando este Felón indeseable, nos vendió el Sahara Occidental Español, al enemigo, se le hubiera detenido, formado Consejo de Guerra Sumarísimo y haberle pegado cuatro tiros, de espaldas, como se hace con los cobardes, en un paredón de ajusticiamiento!

 

¡MALDITO SEAS BORBONAZO, TÚ, TU HIJO Y TODA TU PUÑETERA INFAME FAMILIA!

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.