Getting your Trinity Audio player ready...
|
No tener propuestas ni ideas, no es lo mismo que tener unas, aunque sean pésimas. A nadie se le podrá criticar por falta de ideas acerca de cómo reformar el mundo. Sobre todo en nuestro país, España, en donde hasta el más gilipollas (como dirían en mi pueblo) se cree capaz de marcar un gol que vale el campeonato del mundo o darle un pase magistral a un toro de Mihura, que le valga la salida en hombros por la puerta grande de la plaza de las Ventas y sin embargo, sigue habiendo bastantes millones de descerebrados que a pesar de la miseria en que nos han sumido, siguen votando al Partido Socia-listo ¿Obrero? Antiespañol, amén de los también varios millones de las últimas elecciones que votaron a la derechona más repugnante que ha asolado España con su presencia corrompida hasta el tuétano.
Dadas las circunstancias e ironías al margen, muy probablemente nos iría mejor a todos si tales “reformistas” se prodigaran menos. Pero por tratarse de una obviedad, sí habrá que censurar a quienes transmitan ideas contraproducentes para nuestra libertad y bienestar.
Se ha extendido el mito de que la plataforma “Democracia Real YA” que surgió del Movimiento 15 M en el año 2011 y del que ahora se ha venido conmemorando su décimo aniversario con mucha píldora dorada, era un grupo heterogéneo de ciudadanos sin un perfil ideológico claro, que salía a la calle a protestar sin nada específico que ofrecer.
No es cierto. Bastaba con acudir a su página web para encontrarnos con una serie de propuestas mucho más concretas que la mayoría de las que integraban los programas electorales de los partidos políticos.
Entonces, ¿por qué se dice que no proponían nada? Pues básicamente, porque como ya denunciamos en junio del mismo 2011, en el medio “MILENIO AZUL”, ya desaparecido, se trataba de un movimiento de extrema izquierda al que se ha venido tratando con algodones: la izquierda pretendía disculparles tachándolos de ciudadanos bienintencionados pero ingenuos y la derecha rancia y caduca abochornada por sus complejos prefiere descalificarlos como populacho sin nada que ofrecer en lugar de entrar a discutir ideas y demostrar de forma palmaria, su inanidad.
Y es que resulta curioso cómo un movimiento que clama no ser “mercancía en manos de políticos y banqueros” ha venido haciendo todo lo posible para convertirse en tal, a lo largo de estos diez años de existencia.
Será que el lema de la plataforma, lejos de una repulsa, constituye un desiderátum; un suspiro por lo que podría ser pero no es. Al fin y al cabo, ¿qué otra conclusión cabe extraer de una masa que reclama que los gobernantes nos suban todavía más los impuestos para poder disponer discrecionalmente –léase despilfarrar– de una porción aún mayor de nuestros recursos; o que defiende algo que en el fondo, no se sabe si es “estatalización”, “externalización” o es nacionalización de la banca y que, por tanto, los agujeros que ésta genere a las órdenes de los políticos y de su red de enchufados, sean cubiertos siempre y sin excepción, por unos esclavizados españolitos de “a pie”? Justamente quieren convertirnos en títeres de unos políticos que se han encumbrado en clase social y a la que, lejos de recortarle su poder, se le incrementa de manera exponencial: más recaudación tributaria para dilapidar a placer y por si fuera poco, control también eminentemente político sobre unos bancos que como las cajas de ahorro, pasarían a estar dirigidos por sus subalternos.
Pero no con la finalidad social que contribuye a la creación de riqueza. No olvidemos que esta gente nunca se ha caracterizado por saber crear riqueza y bienestar, salvo para ellos mismos a costa de todos.
Es cierto que las ideas de ese movimiento 15-M y “Democracia Real YA” no resisten un análisis de más de cinco segundos, pero no por ello hay que negar su existencia: de hecho, lo mismo sucede con esta inepta “clase política” y con la mayoría de los autodenominados “intelectuales”, que nos insultan un día sí y otro también, en esas tertulias televisivas en las que como vulgares telepredicadores, nos intentan vender las excelencias de un sistema que ha llevado la miseria y la desesperación a los hogares españoles.
No ocultemos sus propuestas, saquémoslas a la luz y expliquemos cuáles son sus consecuencias: más desempleo, más impuestos, más déficit y más empresas públicas a los que la ambición desmedida de estos pijo-progres o izquierda del coche oficial y el caviar hace quebrar para que tengamos que rescatar a base de subidas descomunales de impuestos.
Quieren regenerar la política, pero no para incrementar la exigua esfera de libertad de los individuos a costa de la reglamentación estatal, sino para terminar de convertirnos en las mulas de carga de la casta gobernante.
¡Sorpresa para incautos!: la nueva izquierda no es otra cosa que la izquierda de toda la vida.
Y es que a lo largo de los dos últimos siglos, pero en especial durante el siglo XX, la democracia se ha ido constituyendo en una figura casi mítica; un símbolo celestial que es virtuoso siempre y en todo lugar. Una especie de falsa bandera que permite justificar algunas de las mayores tropelías y atrocidades que ha cometido el hombre. No en vano, el comunismo se cobija ahora como en su origen, bajo el paraguas de la “democracia popular”, las comunas operaron a través de la “democracia participativa” o “asamblearia”, la Antigua Grecia –con una sociedad de esclavos y “ciudadanos”– implantó la “democracia directa”, y el actual régimen “borbónico” de la correría, la juerga y la parranda a costa del Erario Público, de la partitocracia que nos gobierna se hace llamar “democracia representativa”.
En un sentido estricto, el término democracia, si bien significa “gobierno del pueblo”, tan sólo se trata de un mero sistema –uno más– para seleccionar y elegir gobernantes, sólo que a través del voto.
Así por ejemplo en la democracia griega, cuna de dicho modelo, el derecho a voto se circunscribía al 10% de la población (los “ciudadanos”).
En las democracias comunistas a las elites que dirigen el “partido único”.
En la democracia liberal del siglo XIX a los contribuyentes masculinos (sufragio censitario) y en las actuales democracias a los mayores de edad (sufragio universal).
Así pues, la democracia se centra en responder a una única pregunta: “¿quién debe gobernar?”.
Cuando la verdadera pregunta debería ser: “¿Cómo se debe gobernar?”.
Pero esto según parece, importa muy poco. Lo vimos por ejemplo, con un Rajoy que se desdijo de todas sus promesas electorales. Y no digamos, con Pedro Sanchez, el que nunca gobernaría con separatistas, con los herederos del terrorismo vasco o con PODEMOS.
En aquellos días de 2011 y aún posteriores, se venían sucediendo un intenso marasmo de noticias acerca de si el movimiento 15M y su consecuente denominado Democracia Real YA estaba o no monopolizado por una determinada ideología, pasando por alto los cambios que demandaban los susodichos “indignados”. La lectura de sus propuestas concretas no dejaba lugar a dudas: más socialismo, más Estado siempre y cuando esté dominado por ellos, más intervención pública siempre que ésta se someta a ellos…, y por tanto, menos libertad individual y colectiva. Es decir, esta “democracia real” tan sólo nos ha venido deparando algo mucho peor que las peores ensoñaciones totalitarias contra la persona, contra la Iglesia, contra la familia, etc., que habían venido vomitando Pablo Iglesias–Pedro Sánchez y su cohorte de majaderos (y majaderas) paniaguados.
Que sus miembros orbiten en la izquierda, derecha o el centro político es lo de menos. Sus ideas y propuestas son un sofisma que apesta al más decrépito radicalismo marxista y tan sólo generaran más pobreza y miseria.
Basta con echar una ojeada a las propuestas de Democracia Real YA para darse cuenta de que, lejos de ser un legítimo, espontáneo y transversal movimiento de protesta contra la falta de alternativas y de soluciones que ofrece esta inoperante e indignante casta política, se trata de un movimiento muy bien organizado por parte de la izquierda para apropiarse del justificado malestar social y proponer acciones políticas aún peores que los problemas que ya padecíamos.
Más que a un mayor grado de democracia, a lo que parecería que aspiran los miembros de 15-M versus Democracia Real YA, cuya representación es el partido político PODEMOS, es a una adulteración de la misma. No en vano, la democracia no entiende de adjetivos, sean éstos real, popular o social.
Siempre que se quiere matizar su clarísimo significado original asociándolo a diversos calificativos, sólo cabe descubrir un subyacente deseo por socavarla.
No es de extrañar por tanto, que partidos como el PSOE hubieran querido en su día, sacar rédito de esta protesta ciudadana como por ejemplo, vinculándose a través de su página web con el manifiesto cargado de incongruencias de la “plataforma”, como si este partido no formara parte de esa casta política que es legítimamente percibida por los españoles como el tercer principal problema de nuestro país, o como si esta plataforma ciudadana de ultraizquierda no promoviera las ideas que en gran parte son responsables de la crisis que hemos padecido y de la que no hemos salido ni saldremos en muchas generaciones, dada la elevadísima deuda que nos han provocado unos politicastros ladronazos a manos llenas, que han recortado en casi todo, menos en sus canonjías y privilegios.
Manifiesto por otra parte, que a tenor de lo que exponía y cómo lo exponía, pareciera más bien obra de los guionistas de ese engendro ramplón que es “Cuéntame…”
Hasta el “botones Sacarino” lo hubiera redactado con más clase y estilo.
La izquierda es experta en el “agiptrop” y en valerse electoralmente de la crispación, como bien quedó demostrado con los movimientos, también falsamente espontáneos, del “Nunca Mais” o el “No a la Guerra”. Ahora, con tantos millones de parados y ante la nula iniciativa del principal partido de la derechona acomplejada y claudicante de Rajoy y actualmente dirigida por ese aprendiz de niñato repipi, que es Casado, para liderar el malestar de los españoles, es evidente que esa izquierda vino a ocupar semejante vacío, aunque ello supusiera convertir una protesta a favor de la democracia en una destinada a pervertir sus bases y a mejorar las perspectivas electorales del marxismo más cavernario y troglodita de cuantos existen; un marxismo émulo del que practica ese gorila fantoche y fulero que ha convertido a Venezuela en un erial de pobreza, miseria, delincuencia y matonismo, al más puro estilo de las algaradas pendencieras del siglo XVIII.
Y si no consiguen esto último, al menos tendrán en sus manos el instrumento falsariamente aséptico, apolítico y por tanto investido de un aura de absoluta verdad (democrática, por supuesto), con el que menoscabar la acción de cualquier otro partido o movimiento que realmente pretenda sacar a España de la ignominia, de la deshonra en que los turiferarios del régimen crapuloso impuesto por el tal Borbón, en que estamos hundidos.
Y en esa labor soterrada de “agiptrop” consiguieron exportar a otras ciudades de otros países el hálito de justa clarividencia…
¡Qué extraña casualidad! ¡Cómo me recuerda a lo que hizo la Komintern en 1936, reclutando no para la democracia, sino para la tiranía estalinista a todos los ingenuos papanatas, hijos de aquella otra crisis de 1929, en donde y a través del Partido Comunista, los pobrecillos bobalicones en nombre de la libertad, la democracia y contra el fascismo que les había dejado en la miseria con el desplome de la Bolsa de Nueva York, acabaron siendo carne de cañón de la opresión más horrenda que ha conocido la Humanidad!
Y es curioso: el fascismo, por entonces de Benito Mussolini, no tuvo absolutamente nada que ver con aquello…
Igual que ahora. A pesar de que se empeñen en ver “fascistas” por todas partes, que ni los hay ni jamás los ha habido.
Ni siquiera ellos son “fascistas”, a pesar de que el lenguaje progre adulterado de lo “políticamente correcto” que esgrime la derecha les llame de ese modo. No. Pablo Iglesias y compañía, no son fascistas. Son COMUNISTAS. Y eso que han venido haciendo no es fascismo. Es COMUNISMO. A ver si nos enteramos, Casado, Abascal, Monasterio, Ayuso.
¿De verdad quieren una revolución que rescate a la democracia de quienes la vienen pervirtiendo?
Que empiecen por devolver España a los españoles y continúen por depurar responsabilidades, tanto de aquella crisis económica de 2009, como de esta reciente del coronavirus que encima ha segado la vida de alrededor de 100.000 compatriotas.
¿Alguien se imagina que aquí, en España, puedan llegar a ser arrestados y encarcelados los presidentes de los bancos más importantes o altos cargos de Sanidad, por ejemplo?
Como dicen en mi pueblo, “¡ni de coña!”
Sobre todo cuando aquellos banqueros y especuladores han sido “la mano que mece la cuna” del petulante gobierno del talentoso sonrisitas ZP, de Rajoy…, o de Pedro Sánchez.
Lo del movimiento 15-M y Democracia Real Ya, con mejor o peor intención, solo ha sido guarrería marxista.
Más gorrones que acuden a robar y a los que hay que alimentar. Ahí está la pensión vitalicia que se embolsará Pablo Iglesias, con coleta o sin ella.
Autor
Últimas entradas
- Actualidad26/12/2023Reinventando la historia. Magnicidio frustrado. Por Fernando Infante
- Destacados15/08/2023Lepanto. ¿Salvó España a Europa? Por Laus Hispaniae
- Actualidad15/08/2023Entrevista a Lourdes Cabezón López, Presidente del Círculo Cultural Hispanista de Madrid
- Actualidad15/08/2023Grande Marlaska condecora a exdirectora de la Guardia Civil