En mi época de niño jugábamos al juego del “Pío Pío que yo no he sido”. El juego consistía en sentarnos en corro, y uno en el centro, con los ojos tapados, tenía que adivinar que compañero le había tocado. Aunque el juego tenía diferentes variantes, esta era la más popular.
Traigo este recuerdo, porque eso es lo que pasa con estos personajes que ayer fueron lo que fueron, pero que hoy, señalados, entonan el “Pío Pío que yo no he sido”.
A tenor del reportaje con título “La degeneración” (El Mundo -sección Crónica- 17/3/2024) en el que Rosa Díez y Fernando Savater, cara a cara, abordan el deterioro de España, al que ellos dos han contribuido. No está de más recordar, porque el recuerdo manda.
Nuestra inolvidable Rosa Díez, la hoy septuagenaria pensionista, en su delirante madurez, embriagada por la ola socialista que invadió España allá por los ochenta del siglo pasado, acuñó aquello que terminó convirtiéndose en el eslogan del PSOE de Felipe González: ¡Felipe, dales caña!
Y cuál fue el legado de ¡Felipe, dales caña!:
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“El legado de González no fue transparente. Dejó la economía maltrecha, con uno de cada cinco trabajadores españoles sin empleo. Realizó una dudosa reconversión industrial y agropecuaria que desarmó a España en el Mercado Común Europeo. La corrupción afloró endémico: Rumasa, Filesa, Ibercorp, Time Export, caso Gobernador del Banco de España (Mariano Rubio), Cruz Roja, Renfe y el caso del “hermanísimo” de su vicepresidente, Alfonso Guerra. Una lista interminable que crecía a diario.
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También privatizó cerca de 80 empresas públicas en los 14 años que controló España: SEAT, ENASA, Trasatlántica, Viajes Marsans, Indra, Endesa, Repsol, Argentaria y Telefónica, entre otras, para enjugar el descomunal déficit al que llevó al Estado.
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Se embadurnó en el terrorismo de ETA, al que el PSOE, en el mejor de los casos no había combatido, creando los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) sin lograr acabar con la banda terrorista, que de resultas de las investigaciones llevaron a la cárcel a uno de sus ministros y a su secretario de Estado: Vera y Barrionuevo, en 1998. Y en su caso, declarando ante el Tribunal Supremo que la guerra sucia contra ETA se hizo a sus espaldas. Es decir, que, pese a todas las evidencias, él no era el señalado “señor X”
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González desarrolló también la funesta manía de salvar la mayoría parlamentaria de su Gobierno cediendo trozos de soberanía española y sinecuras financieras a los secesionistas vascos y catalanes que siguen deteriorando la nación”. (Gustavo Morales. El Debate, 28/10/2022).
Así pues, lo de ¡Felipe, dales caña! no era otra cosa que justar la política a los intereses del PSOE y ocultar una política errática contra los intereses de España, así como los innumerables casos de corrupción que a diario se denunciaban en los medios de comunicación.
No obstante, la que fuera militante del PSOE, y promocionada por el partido: diputada foral de Vizcaya (1979-1983), apoderada y vicepresidenta de las Juntas Generales de Vizcaya (1983-1987), miembro de la ejecutiva del PSE-EE (1985-2000), parlamentaria del Parlamento Vasco (1987-1999), concejala de Güeñes (1987-1991), consejera del Gobierno Vasco (1991-1998), presidenta de la Delegación Socialista Española en el Parlamento Europeo (1999-2004) y eurodiputada (1999-2007). Es incapaz de reconocer que tenga alguna culpa en la pregunta con la que nos interpela… ¿Cómo hemos llegado a esto? De aquellos polvos, estos lodos. (La Esfera de los Libros).
Por lo que respecta a Fernando Savater, comencemos diciendo que este fulano, hoy es la decrepitud, es, con algunos otros, la quintaesencia de la osadía más repugnante: “Los que presumen de pensar lo mismo que a los 18, en realidad no piensa” -aunque en su caso tuvo que haber puesto la edad en los 60- (La Razón, sección Cultural, 9/5/2021).
Savater, que jugueteó con ETA, hoy parece querer emular a Ramón Tamames y me da que anda proponiéndose para presentar la próxima moción de censura de VOX. Que sería el colmo, aunque de momento méritos hace: “Nos queda el Rey y la Guardia Civil, no sé en qué otra cosa de este país puede uno confiar” (Vozpopuli, 6/10/2023).
Octogenario, viudo y, posiblemente, deprimido por la trayectoria de su vida, es incapaz de comprender que a su edad y con su pasado, lo mejor sería que se callara para siempre. Que no dijera nada. Que lo dijo e hizo se sabe, y está registrado en las hemerotecas, hasta que se quemen, que se quemarán para salvar la dignidad de muchos.
¿Cuándo se dio cuenta de lo errado que había estado su pensamiento y su acción política?: “Sabían ustedes que Savater era un asiduo colaborador del periódico de ETA, Egin” (Deia, 3/5/2018).
El pasado delata al indeseable Savater, por cierto, ¿tenía 18 años cuando escribía esto en el periódico de ETA?
«…nunca dudé del derecho de los vascos al pleno reconocimiento de su lengua, sus costumbres, sus peculiaridades y su autodeterminación política plural y democrática. Sigo, desde luego, pensando exactamente lo mismo».
«…lo que no llega a aceptarse es que el nacionalismo vasco no es el capricho absurdo de unos pocos ni una autonomía de esas postizas que ahora gustan tanto a los nuevos jacobinos, sino una decisión irreversible y mayoritaria, con auténticas raíces y abonada por años de marginación y que nada sacará la democracia intentando cocear contra él explícita o disimuladamente…».
«Lo primero que hay que constatar es esto: el nacionalismo vasco, sentimiento surgido por obra y gracia de la represión (no olvidemos que ETA no es un fruto de la democracia, sino un regalito envenenado que nos dejó el franquismo), recibe un uso político en manos de determinados sectores, luego no podría ser contrarrestado más que por un uso político y no sentimental o arrebatado de la idea de España. Empeñarse en combatirlo a base de exasperar el nefasto patriotismo unitarista español sólo puede contribuir a mantenerlo y alentarlo. Es ridículo que el Partido Socialista acepte convertirse en exclusivo beneficio de sus adversarios políticos en una versión doméstica de los tercios de Flandes con base operativa en Euskadi, sea en nombre del respeto a la legalidad constitucional, sea por cualquier otra trampa saducea».
En otro artículo en El País en 1984, comentando las actuaciones del GAL, dijo:
«…me espantó que se dijera recientemente en Vizcaya por labios supuestamente socialistas que la gente que está harta de que todos los muertos sean del mismo lado. La gente que no se harta de que haya muertos, sino de que sean de un solo lado, no es gente, sino gentuza».
En otros artículos relacionados con la Constitución:
«…la Constitución insiste fastidiosa y hasta provocadoramente habida cuenta de los resentimientos creados en la intangibilidad de la unidad patria…».
«Pese al tiempo que lleva funcionando (…) nadie se cree del todo lo de que España es Una (que sea Grande y Libre siempre fueron impertinentes y piadosas aspiraciones). Pese a los esfuerzos por beatificarla como nada menos que «sagrada», lo cierto es que la unidad de España es más bien un fracaso histórico y todo lo más un reto político. Por decirlo de una vez: al menos dos importantes componentes del cocktail hispánico, en el País Vasco y Cataluña, nunca se han sentido auténticamente España, sino prisioneros de España, colonias de España o víctimas de España…».
Me acomete el escrúpulo de si he sido demasiado duro en calificar a estos dos de «impresentables»… ¡Juzguen ustedes!
Fuentes: https://blogs.deia.eus/anasagasti/2018/05/03/cuando-savater-comprendia-a-eta/
Nota del editor: aunque no se convenga en el argumentario de los colaboradores, se respeta la libertad de expresión, ya sea en la crítica o la aprobación, desde la ponderación y el respeto a la legalidad.
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Les has llamado lo que son y aún te has quedado corto. Del impresentable de Savater no tengo ni puta idea, pero si era proetarra ya con eso está todo claro; pero la concha seca de Rosa Díez ya me tiene las bolas llenas. Yo sé que hay que respetar a los mayores, pero está pomelo no pierde el tiempo comparando a cerdo Sánchez con Franco, que tiene que ver una Mary de clóset como cerdo Sánchez con el generalísimo, esa es la pregunta para la impresentable rosa Díez.
El cerdo de Savater fue el que dijo una vez que un feto no es un ser humano «por la misma razón que una castaña no es un castaño bajito». Sólo eso ya basta para descalificarle.
Impecable, perfecto, imbatible. Conozco menos a Savater, aunque sí sé que es un señor al que se ve en todos los ajos – y desde hace mucho tiempo – y que no ha dado una en el clavo ni ha conseguido una maldita cosa. En cuanto a lo de Rosa Díaz, esa tipa que tuvo el cuajo de ponerle una querella al gran Antonio Mingote, que no dejó el PSOE hasta el mismísimo momento en que le quitaron el chollo del Parlamento Europeo, sería para partirse de risa; pero resulta que la diva anda por el programa de Jiménez Losantos, alabando al «verdadero socialismo» ( ¿el de Felipe, el de Pablo Iglesias I, el de Largo Caballero…? ) sin que el ex-comunista le ponga la más mínima pega, y piando por «la Constitución», y con la audiencia rendida ante esta Agustina de Aragón vasca y septuagenaria. Luego lo que siento son deseos de romper a llorar.
Son dos Cantamañanas, còmplices en la destrucción de Espsña. Ella, ha, quedado para hablar media hora, escasa a la semana en el programa del Odiador Mañanero. El, no quiero no saberlo.