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Sí, Garrigou-Lagrange interpretó terriblemente mal a Suárez, tan mal que el Suárez al cual ataca no es ni la sombra del verdadero Suárez como mostraré a continuación. En este artículo no busco dejar mal al maestro y paladín del tomismo, Garrigou-Lagrange OP., sino responder por quien ya no tiene quien responda por él, a saber, F. Suárez S.J., el doctor eximio y piadoso, eximio tomista también.
Un libro tomista de un maestro tomista
No, no se crea que le quito mérito de tomista a tan gran comentarista o profundizador de los textos de Santo Tomás como el maestro Garrigou-Lagrange OP., sino lo contrario, he de alabar esta tremenda obra, la cual es, para mí y sé que también para muchos, una gran obra de comentarios a las veintiséis cuestiones de la Summa, las dedicadas por Santo Tomás al tratado De Deo et Uno. Es increíble la precisión, orden y claridad de los comentarios del maestro Garrigou-Lagrange OP., el cual en cada comentario muestra una clarividencia y lucidez de los términos tomistas en cuestión. Sin embargo, hemos de notar que le dedica unas infortunadas líneas al maestro Francisco Suárez S.J., el cual en este libro ha sido muy mal interpretado por el maestro Garrigou-Lagrange OP. Si ambos estuvieran vivos tendríamos una correspondencia riquísima que sería capaz de mover los cimientos de la filosofía actual, más como Suárez no está para defenderse, le presto estas líneas para hacer una corrección al maestro Garrigou-Lagrange OP., el cual estoy seguro hubiera bien recibido esta corrección de muy buena manera.
Mala interpretación: La analogía del Ser
G.-L. atribuye a Suárez (Garrigou-Lagrange 1938, pp. 312 y 320) esta definición de los análogos: “análogos son aquellos seres que tienen un mismo nombre, más la razón significada por el nombre es simpliciter eadem et secundum quid diversa”. Pero ¿Qué entiende por simpliciter diversa? Nos dice (Garrigou-Lagrange 1938, p. 312) que es aquella razón que prescinde perfectamente de las diferencias, de tal manera que ni éstas se definen por la razón común, ni la razón común contiene a las diferencias, como son las razones genéricas y específicas. De hecho, esto mismo nos lo había puesto en su tratado Dieu1. Hemos de entender que el atribuir a Suárez tal concepción de la analogía es atribuirle a Suárez la doctrina de que el ser prescinde perfectamente de las diferencias, a saber, ni el ser contiene a las diferencias, ni las diferencias contienen al ser.
¿Es que acaso es esta una doctrina de Suárez? No, y probaré en las siguientes líneas que la doctrina de Suárez respecto a este punto es totalmente la opuesta.
1. La doctrina que atribuye G.-L. a Suárez no se encontrará de él, Suárez, escrito en algún texto de su autoría.
2. La doctrina que atribuye G.-L. a Suárez no se encuentra en Suárez en el sentido expuesto.
Para Suárez el concepto de ser es uno, ya hablemos del concepto formal (DM 2, s. 1, n. 92), ya hablemos del objetivo (ib., s. 2, n. 33) ¿En el concepto formal también? Sí señor. Porque en el concepto formal solamente, únicamente, aparece representada la nota simplísima de “apto para existir” (ib., s. 1, n. 94). Esto se debe a que todos los seres son, en toda la realidad de su ser, semejantes en el ser, razón por la cual el entendimiento puede retener por la abstracción aquello en que todos convienen, a saber, la razón de ser, no atendiendo a la manera particular como el ser se halla en los particulares (ib., s. 2 n. 145). De lo expuesto, resulta pues un concepto, uno, prescindido de los inferiores en sus razones propias, aunque conteniéndolos según la razón confusa del ser (ib., s. 1, n. 66).
Hemos de observar que para Suárez esta unidad no es perfecta, es decir, imperfecta (DM 32, s. 2, n. 157) y también diversa de la unidad de los conceptos unívocos (DM 28, s. 3, n. 218) ¿Por qué es esto así? Esto se debe a la trascendencia del ser, a saber, las diferencias y los modos de ser contienen formalmente al ser (DM 2, s. 5, 169) y la razón misma de ser se incluye a todas las diferencias y modos confusamente, bajo la razón de ser, mas no bajo sus razones particulares y determinadas10 (DM 2, s. 6, n. 711). Tal cual podemos ver en las referencias que pongo a colación, esto se debe a que la precisión con que se abstrae al ser es distinta respecto de la abstracción de razones genéricas o específicas. La precisión en la abstracción del ser es particular y singular porque es una precisión confusiva de todas las diferencias en una razón común, pero hemos de tener en cuenta que no es separativa de ellas mentalmente. De esta sentencia debemos preguntarnos ¿Cuál es esta razón común en la cual se precisa confusivamente las diferencias? Las cosas reales son distintas y diversas, pero por más diferentes que sean, puedo con toda propiedad llamar a todas por igual y decir que son seres, según toda su realidad, y si puedo decir, con propiedad, de todas las cosas reales que son seres, entonces han de ser seres y semejantes en el ser. Hallada la semejanza en el ser a pesar de las diferencias, hemos hallado la razón común; de hecho, por ello, cuando retenemos por la precisión la razón del ser no podemos hacer de lado ningún grado, diferencia o modo positivo de algún ser, porque tal grado, diferencia o modo de ser es formalmente ser. He aquí cómo están el grado, diferencia y modo ser fundidos en la razón comunísima del ser y no pueden separarse de ella, sino según su expresión determinada12.
Verdadera postura de Suárez al respecto
Para Suárez, tal como se puede dilucidar, las diferencias se definen por la razón de ser gracias a la trascendencia13 y que el ser contiene todas las diferencias confusamente bajo la razón común del ser14. De aquí se sigue que la razón de ser no sea una razón genérica y que las diferencias no compongan metafísicamente con la razón del ser (como si fuera una composición de elementos químicos), y que toda contracción del ser sea un concepto simplísimo, que no es sino la mayor expresión de algún ser, que ya confusamente se contenía en la razón confusa y comunísima del ser.
Conclusión
Según el maestro Garrigou-Lagrange Suárez afirma que el ser prescinde perfectamente de las diferencias, postura que hemos comprobado que es justamente una doctrina diametralmente distinta a la enseñada formal y explícitamente por el doctor eximio, Francisco Suárez S.J.
Bibliografía
Garrigou-Lagrange, Reginaldus, OP. 1938. De Deo Uno. Paris: Desclée de Brouwer.
Garrigou-Lagrange, Reginaldus. 1928. Dieu. 5ta ed. Paris: G. Beauchesne.
Suarez, Francisco. 1960. «Disputatio II De Ratione Essentiali seu Conceptu Entis». En Disputationes Metaphysicae. Vol. 1. Madrid: GREDOS.
Suarez, Francisco. 1962. «Disputatio XXVIII divisiones del ente (finito e infinito, etc.)». En Disputationes Metaphysicae. Vol. 4. Madrid, España: Gredos.
Suarez, Francisco. 1963. «Disputatio XXXII De Divisione Entis Creati in Substantiam et Accidens». En Disputationes Metaphysicae. Vol. 5. Madrid, España: Gredos.
Por: Carlos Quequesana
1 Garrigou-Lagrange, Reginaldus. Dieu. 5ta ed. Paris: G. Beauchesne, 1928, p. 584, nota 1.
2 DM 2, s. 1, n. 9 “[…] afirmamos que el concepto formal propio y adecuado de ser, en cuanto ser, es uno, con precisión real y de razón respecto de los conceptos formales de las otras cosas y objetivos.”
3 DM 2, s. 2, n. 3 “[…] a un solo concepto formal debe responder necesariamente un solo concepto objetivo; más como se demostró que sólo existe un concepto formal de ser, se deduce necesariamente que sólo ha de existir uno objetivo.”
4 DM 2, s. 1, n. 9 “[…] por consiguiente, al ser en cuanto ser le corresponde con igual derecho un solo concepto formal; porque ser, o es igual que existente, o, si se toma como existente aptitudinal, su concepto tiene la misma razón de unidad.”
5 DM 2, s. 2, n. 14 “Prueba a priori de la conclusión. – Por fin, desde la realidad misma y siguiendo una especie de argumento a priori, se prueba nuestra opinión contra todas las anteriormente citadas, puesto que todos los entes reales tienen verdaderamente alguna semejanza y conveniencia en la razón de ser; pueden, por lo mismo, ser concebidos y representados bajo esa razón precisa, por la cual convienen entre sí; por consiguiente, pueden, bajo dicha razón, construir un solo concepto objetivo, y éste es, en consecuencia, el concepto objetivo de ente.”
6 DM 2, s. 1, n. 6 “¿Quién va a admitir que ente significa inmediatamente racional y no hombre, sólo porque racional expresa un concepto simple y hombre compuesto? Por consiguiente, concretando nuestra atención de una manera propia y precisa al concepto formal de ser en cuanto tal, no le pertenece que mediante él se conciban distintamente los seres particulares según sus propias y determinadas razones. Por lo tanto, si no nos salimos del concepto de ser en cuanto tal, siempre se tratará de un concepto confuso respecto de los seres particulares en cuanto tales.”
7 DM 32, s. 2, n. 15 “Y en esto consiste la diferencia entre esta unidad del concepto ente y la unidad del género; porque el género, aun cuando sea desigualmente perfecto en las especies, por razón de la desigualdad de diferencias, por lo cual suele decirse que físicamente o según la realidad es equívoco o análogo, no obstante, considerado en sí mismo, no sólo hace abstracción de esa desigualdad, , sino también de todo orden de uno con respecto a otro, ya que no desciende a una especie mediante otra o por relación a otra, por lo cual metafísicamente tiene perfecta univocidad; pero no ocurre lo mismo en el ente, por razón contraria.“
8 DM 28, s. 3, n. 21 “Así, pues, la tercera respuesta consistirá en negar que la razón de ente sea completamente idéntica en el ente finito y en el infinito […]”. “La misma razón común exige de por sí tal determinación con subordinación y relación a uno, y, en consecuencia, aunque según la razón en confuso sea idéntica, igual que es una, con todo no tiene identidad absoluta, porque no es absolutamente uniforme de por sí, uniformidad e identidad que exigen los términos unívocos en su concepto, siendo éste el modo de proponer las definiciones de los unívocos.”
9 DM II, s. 5, 16 «Hay que afirmar, pues, que el ser, en cuanto ser, se incluye intrínsecamente en todo ser, y en cualquier concepto de diferencia positiva o modo se ser real.” “[…] el ser se incluye en todos los géneros y las especies e individuos sin discusión, y hemos demostrado que también se incluye en las diferencias y en los modos positivos intrínsecos, y fuera de éstos nada más hay en las cosas.”
10 Cfr. DM 2, s. 6
11 DM 2, s. 6, n. 7 “Finalmente, se entiende la determinación del superior y la adición del inferior al superior no como por adición de una parte a otra parte, sino sólo como algo que se hace por una mayor determinación o expresión, o por confusión del mismo objeto en orden a diversos conceptos de la mente.
12 Cfr. DM 2, s. 6, n. 10; Cfr. DM 8, s. 3, n. 22.
13 Cfr. DM 2, s. 5, n. 16
14 Cfr. DM 2, s. 6, n. 10
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