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Los personajes no estaban en un anfiteatro ni en una sala de ensayos, sino en el espacio público, donde muchos espectadores han salido conmovidos después de ver el intenso viaje de todos estos vividores REIVINDICÁNDOSE COMO NEXOS ENTRE EL PRESENTE Y EL REMOTO PASADO (suponemos que también Leticia, Mette- Marit, Charlène y Máxima), aprovechando que despedían a uno de los suyos.
Extraordinaria pompa la de estos señores que ha contrastado con la decisión del Gobierno griego de no dar a las exequias rango de funeral de Estado, sino de “ceremonia privada”, considerando, qué igual que se celebraba en Grecia, podría haberse celebrado en Benidorm (España).
Ahora bien, como todos estos actos tienen diversos mensajes, en la parte que más nos afecta pudimos ver la imagen captada de Felipe VI entre su mujer y su madre (que no se tragan), porque todo debe plegarse al negocio. Al tiempo que fuentes cercanas al hijo (Felipe VI) señalaban que respecto a su padre (un anciano prácticamente imposibilitado) “mantuvo las consabidas distancias” (que el Gobierno de Sánchez y Podemos le han impuesto).
Cosa distinta se nos antoja la ausencia de la Niña en el funeral de tito Constantino, muy comentada, la razón más convincente es que la madre (Leticia Ortiz Rocasolano) no quiere que se relacione con sus primos.
¿Hasta cuándo el espectáculo? En la parte que me corresponde, me levantaré confiado que un independiente de prestigio, elegido entre otros, dote a la institución de estabilidad. Y me acostaré expectante.
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