21/11/2024 18:06
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Más allá de los problemas que como nación y civilización tenemos planteados que nos conducirán a la distopía, en nuestro caso a la misma desmembración de España, de su unidad e integridad, y acuciados por el muy posible desencadenamiento de la Tercera Guerra Mundial, la cuestión prioritaria sería saber sí llegados a este punto hemos sacado conclusiones porque hay que buscar una SOLUCIÓN ante esta situación que se aproxima al límite.

    Otra vez ante la misma tesitura, posible y no descartable, de la necesidad de un gobierno de prohombres bajo la dirección de un hombre culto, monárquico, constitucionalista y sin ambiciones personales para corregir y reconducir el desventurado rumbo de España. Una SOLUCIÓN que con el consentimiento del Rey, recondujera la deriva a la que se ha llevado a España, que en la hora actual puede que sea la última oportunidad antes del desastre.   

     La prueba de carga a favor de esta SOLUCIÓN la encuentro en Sócrates, que dijo lo siguiente: “No es en los hombres, sino en las cosas mismas, donde hay que estudiar y buscar las cosas”. Seguro, entonces, que dialogando una docena de hombres justos se puede alcanzar la verdad de las cosas comunes, no la mía ni la del otro, sino la Verdad de todos: la Patria, el Pan y la Justicia.  

    Con todo, de momento el Estado ha encontrado un poderoso mensaje para seguir haciendo de su capa un sayo y mantener a la masa cautiva, el anuncio de WALLAPOP que nos anima a aceptar los hechos y de paso vender nuestras inmundicias a terceros. Pero no parece que esa sea la solución.   

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    Visto lo visto, y lo que veremos, lo primero que hay que decir es que quien ha fallado es el Estado, no sólo los gobiernos que se han venido alternando, por más responsabilidad que tengan los diferentes gobiernos de la Corona que se han sucedido en el estado actual de España.

    Digo qué es el Estado, porque el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, la Conferencia Episcopal y la Sociedad Civil no han debido ser apéndices de ningún gobierno. Más aún, deberían haber sido beligerantes contra ciertas disposiciones que han vulnerado principios morales, políticos y sociales desde la consideración de que las reglas jurídicas no determinan siempre la totalidad de los elementos que configuran los tipos penales y conductas prohibidas. Siendo el caso que los textos legales contienen espacios de “textura abierta”, una misma controversia judicial puede tener posiciones en conflicto. De lo que se deduce, que frente a unos hechos dados, y con un conjunto de normas también dadas, las soluciones posibles son diversas.

    Estamos al borde del precipicio y hay una calma extraña. Pero es la calma que precede a la tormenta, que de desatarse puede llevar al pueblo a la ira, y de la ira sabemos que a este pueblo nuestro le da por ir a buscar “sogas en los desvanes y árboles en las praderas”. Que no digo que no esté bien de vez en cuando, pero haciendo una selección y manteniendo un orden de prioridades. Cuestión ésta más complicada.

    Todavía sigo hablando, y con más frecuencia de la que quisiera escribiendo, pero no me engaño… España es ya una ficción, una quimera. Diríamos que como ser vivo que es, completó su proceso de madurez, su destino, y ahora se rinde presentándole a Dios todo su esfuerzo histórico. Y siendo así, los que así pensamos, volvemos a la infancia. 

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    Y por cierto, aunque ni va ni viene, el Emérito, que tantas bemoles ha demostrado con sus diferentes amantes, debería seguir manteniendo esa demostración acudiendo al funeral de tía Lilibet.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha