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Por tanto, hay que volver al 20 de noviembre de 1975 y elegir un Consejo de Regencia, que de momento aplazaría la Coronación y cesaría al Gobierno actual, cerraría las Cortes (Congreso y Senado) y el Tribunal Constitucional y el que formase un Gobierno Provisional.
 

  Un Gobierno de Técnicos y Juristas independientes que tendría como objetivos principales: evitar el caos económico y político (dado que a los Partidos se les habrá dado un año sabático), convocar y organizar un Referéndum Nacional para decidir la forma de Gobierno (Monarquía o República) y las demás cosas que también tuvo el Gran Cerebro, DON TORCUATO, en su mente.

 
 
Torcuato Fernández Miranda

 
        Como pueden comprobar en el artículo que yo mismo escribí y publiqué en abril de 2009:
                          

UNA NUEVA TRANSICIÓN

Tiene razón nuestro director Pedro Aparicio: aquí hace falta y ya una NUEVA TRANSICIÓN, como la que se hizo a partir de la muerte de Franco. Es verdad que entonces lo que más necesitaba España era Democracia y Libertad y ese fue el objetivo principal de la nueva clase política. (Sí, la nueva, porque la franquista supo hacerse el harakiri y prácticamente desaparecer del mapa). Lo malo es que hoy no hay un cerebro como el que hubo entonces, aquel Torcuato Fernández Miranda que sibilinamente se cargó la Dictadura legalmente («desde la Ley a la Ley sin romper la Ley») con la Ley para la Reforma Política (sí, él fue el cerebro de aquello). Ni hay el temor que entonces sí hubo al Ejército y a lo que se llamaban Poderes Fácticos. Entonces, en 1976, todos, hasta los comunistas de Carrillo, sabían que no tenían más  «de eso» que ceder todos un poquito y consensuar el futuro. Así que unos, las izquierdas, tuvieron que tragarse la Monarquía y otros la Democracia liberal y parlamentaria. De ahí, de ese miedo silencioso, nacieron la Constitución de 1978, los Pactos de la Moncloa y los Partidos Políticos actuales. Pero, han pasado casi 30 años y la cosa ha cambiado totalmente. Ahora está todo otra vez desatado y las reglas del juego que entonces se pactaron se han quedado en el camino. Parece como si todo hubiese sido un sueño, una utopía. Por discutir se discute hasta la Monarquía. Por tanto, no hay más remedio que dar un frenazo e intentar comenzar de nuevo.  So pena de que esta histórica nación desaparezca, como en su momento desapareció Roma. La corrupción ha inundado de mierda el esqueleto y el cuerpo social y político, y frente a eso sólo cabe el bisturí ¡¡aunque sea un bisturí civil y limpio!! Fernández Miranda me dijo pocos días antes de morirse en Londres: «Cometimos muchos errores, el primero la elección de Suárez; el segundo, la configuración del «Nuevo Estado» y el tercero, la Monarquía. O, mejor dicho, el cómo habíamos traído la Monarquía. Aquello fue un error mayúsculo. Tras el 20 de noviembre tuvimos que dar otros pasos: el Príncipe tuvo que renunciar a sus derechos franquistas y empezar de cero. El Consejo de Regencia debió disolver las Cortes, cesar al Gobierno Arias y autoinmolarse en favor de un Gobierno Provisional que convocara elecciones generales para unas verdaderas Cortes Constituyentes y un Referéndum nacional sobre la forma de Estado: Monarquía o República… Así la nueva Democracia habría nacido sin las hipotecas con que vino al mundo.» Bien, pues ante la crítica situación que vive España en estos momentos, finales del 2009, no habrá más remedio que hablar de estos temas. Aunque duelan y aunque muchos se asusten. La Transición conocida ya es un cadáver. 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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