Por supuesto, hay asuntos más serios que el fútbol y puede considerarse frívolo que, con la que está cayendo en España desde hace años –y décadas–, se ponga el foco en este deporte. Sin embargo, más allá de la mera práctica deportiva, existen otros aspectos ligados a ella que merecen ser abordados. Principalmente, factores externos que condicionan el juego, desvirtuándolo, y cuyas causas no pueden desvincularse del contexto político nacional. En estas líneas nos referiremos a la prevaricación de los árbitros. Es decir, a la toma de decisiones injustas a sabiendas, y no de forma puntual, sino sistemática, por parte de los responsables –o al menos de un número significativo de ellos– a la hora aplicar el reglamento sobre el césped.
No es ningún secreto que, desde hace treinta años, el arbitraje en España se encuentra adulterado por un club, el F.C. Barcelona, y que éste, a su vez, se halla estrechamente ligado a grupos políticos que condicionan la gobernabilidad de España1. De modo que unos colegiados cuya única función sería la de impartir justicia sobre el terreno de juego, en la práctica actúan como activistas y delincuentes al servicio de unos dirigentes deportivos que, en última instancia, sirven a políticos.
Por si acaso alguien todavía lo ignora, no está de más recordar que el Fútbol Club Barcelona, bajo las presidencias sucesivas de Joan Gaspart, Joan Laporta, Sandro Rosell y Josep María Bartomeu, pagó 8,4 millones de euros entre 2001 y 2018 –que se sepa– al que fuera vicepresidente del Comité Técnico de los Árbitros entre 1994 y 2018, José María Enríquez Negreira2. Y que este sujeto, reconocido forofo del Barcelona, era el encargado de la promoción y descenso de los árbitros y, por lo tanto, responsable de su sueldo. Así mismo, conviene saber que, gracias a sus estrechos vínculos con el Partido Socialista de Cataluña, el Barça pudo colocar a un hombre del club –y miembro del PSC–, Albert Soler Sicilia, al frente del Consejo Superior de Deportes en 2011… y que éste, durante su breve mandato, tuvo tiempo de modificar la Ley del Deporte para que, –mire usted por dónde– prescribiese el delito. El mayor delito, por cierto, en la historia del deporte español3.
En este caso, el fútbol va más allá del deporte, ilustrando un panorama más amplio y permitiendo entender otras cosas. Porque la prevaricación no sólo pervierte y ensucia la competición dañando el sentido mismo de la palabra “deporte”, sino que retrata la podredumbre de todo un sistema y explica el envilecimiento de una parte de la sociedad. Respecto a este último punto, tampoco está de más recordar que las imágenes de los partidos que se ven en televisión y las que se ofrecen para el videoarbitraje –popularmente conocido como VAR– pasan por la censura previa de un técnico; y que éste es el forofo barcelonista Óscar Lago, a sueldo de la empresa Mediapro, cuyos fundadores y dueños (Jaume Roures y Tatxo Benet) también son hinchas del Fútbol Club Barcelona y separatistas declarados. De hecho, Jaume Roures es también avalista del club. Es más, los derechos de las imágenes pertenecen a Mediapro, pero el canal que las difunde y que selecciona a los comentaristas que las analizan en directo es MoviStar+, perteneciente a su vez a Telefónica, presidida por Marc Murtra, “casualmente”, también en la órbita del PSC. No se olvide tampoco que el locutor principal de MoviStar+ es Carlos Martínez, barcelonista amamantado a los pechos de Prisa; que Prisa es el grupo mediático más grande de España, principal soporte del Partido Socialista y permanente constructor de un relato antimadridista; algo que no sólo se constata en los aquelarres de la SER: Pacojó Delgado, Dani Garrido, Sique Rodríguez, Antonio Romero, Iturralde González, Jordi Martín, Manu Carreño, Lluis Flaquer, Antón Meana, Santi Ortega, Miguel Martín Talavera, Javier Herráez… sino en la orientación y sesgo de otros medios: véase la COPE, tras el desembarco de todo su equipo de deportes proveniente de la SER: Paco González, Juanma Castaño, Manolo Lama, Julio Maldonado, “Maldini”4, etcétera; Radio Marca, Onda Cero, y demás plataformas del Sistema, donde habitan tertulianos “independientes” como Fernando Burgos, Julio Pulido, Gonzalo Miró, Felipe del Campo, Dani Senabre, David Sánchez, Antoñito Ruiz, David Bernabéu, Isaac Fouto, Rubén Uría, Pavel Fernández, Javier Lázaro, etcétera5.
Naturalmente, la prueba principal de la prevaricación arbitral se halla en las imágenes y en la propia trayectoria de los árbitros, algunos de los cuales siguen un patrón bien definido y que resulta imposible atribuir a la casualidad. Basta echar un vistazo, por ejemplo, a la carrera del actual responsable del videoarbitraje o VAR, Clos Gómez, con quien el Barcelona sólo perdió un partido en once años –de 2006 a 2017, en una eliminatoria de Copa del Rey el 19 de enero de 2011 contra el Betis, que ya había quedado decidida en el partido de ida con un 0-5 a favor del Barcelona–.
Ahora bien, otra prueba de esta mala praxis intencionada a la que no se suele prestar mucha atención, se encuentra en las mentiras con que los árbitros tratan de encubrir sus actos. Pongamos por caso algunos recientes en la estela del Negreirato. Por ejemplo, el 19 de enero de 2024. Rodrigo de Paul pisa a Dani Carvajal. El árbitro Guillermo Cuadra Fernández ve la jugada sin ningún obstáculo… pero no saca una tarjeta amarilla clara que, por ser la segunda del jugador atlético, habría significado su expulsión. Las imágenes no dejan lugar a dudas y Nacho Fernández reclama la sanción de la infracción… pero el árbitro, airado, le contesta lo siguiente: “¡Si toca el balón claramente!” Mentira innecesaria que retrata al personaje y que, en su pretensión de engañar para justificar la decisión tomada, certifica su prevaricación6.
Otro ejemplo, el 1 de septiembre de 2024: partido entre el Real Madrid y el Real Betis Balompié en el Santiago Bernabéu. El jugador Diego Llorente Ríos toca el balón con la mano notoriamente separada del cuerpo, dentro del área. El árbitro Alberola Rojas lo observa sin que nadie se interponga en su campo de visión, no pita penalti, y se desentiende de la jugada haciendo el gesto de que el defensa ¡tiene la mano detrás y pegada al cuerpo! Intento de justificarse, mintiendo, que subraya la intencionalidad de su inhibición previa.
Dos de febrero de 2025: el jugador Carlos Romero, del Real Club Deportivo Español de Barcelona, da una patada por detrás al delantero del Real Madrid Kylian Mbappé, que se marchaba solo hacia la portería contraria con el balón controlado. El árbitro Muñiz Ruiz no expulsó a Romero y, minutos después, éste marcó gol. Contradiciendo las imágenes, el colegiado mintió en el acta, explicando la “no tarjeta roja” con que despachó la acción “por derribar de manera temeraria a un contrario en la disputa del balón”. El esférico estaba varios metros por delante y el jugador blanquiazul no tenía ninguna posibilidad de disputarlo, como él mismo reconoció en una entrevista al final del partido.
Quince de febrero de 2025: el árbitro Munuera Montero expulsa al jugador del Real Madrid Jude Bellingham y encubre los insultos a Vinicius en El Sadar. Falsificando el acta final del partido, escribe que el centrocampista le insultó con la expresión “Fuck you!” Las imágenes son elocuentes y desvelan que Bellingham dice “Fuck off” sin mirar al árbitro y volviéndose, no dirigiéndose a él.
Casos que, inmediatamente, suscitan la pregunta: ¿por qué falsificar las actas reflejando algo que no sucedió? ¿Por qué justificarte mintiendo si no se es plenamente consciente de haber actuado mal? Pues eso: prevaricación, corrupción e impunidad.
Filípides 15-03-2025
1 El enorme peso del PSC en el PSOE y su alianza con los separatistas explican muchas cosas, como la amnistía a los condenados por el Golpe de Estado del 1 de octubre de 2017 y otras concesiones.
2 Resulta muy “curioso” que, como defienden algunos, “el Barça de Messi no necesitaba ayudas”… pero hasta cuatro presidentes del club consideraban necesario pagar al vicepresidente del CTA.
3 Tan escandaloso o más que el propio delito, es su ocultación y las maniobras para su prescripción judicial. El Barçagate, al contrario que el caso “Calciopoli” en Italia –similar aunque no tan prolongado–, merced a la “oportuna” modificación de la ley, tiene visos de quedar impune.
Véase el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=2TWWauwlhfI
4 Véase la elocuentísima charla del 4 de marzo del presente 2025 en el programa “Despejados” entre Maldini y el barcelonista Alexis María Martín-Tamayo, conocido como “Mister Chip”, acerca de la anomalía estadística que muestra que el Real Madrid es el único gran club de Europa que no ha ganado la Liga de su país dos temporadas seguidas ¡en los últimos treinta años! Según ambos, “no es normal” y resulta “algo raro”, pero la culpa es del Madrid, porque según ellos pareciera que no quiere ganar: “Tiene que reflexionar sobre esto el Madrid también”, dice Maldini en la apoteosis del encubrimiento. Sin hacer mención alguna al Barçagate ni al resto de anomalías estadísticas derivadas. Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=nr5V6vhUoAg&list=PLg5C8BNbVdR9r3QXgxQZqTT__d8xUrGwg
Véase también: https://www.youtube.com/watch?v=DqJMQXuMZlA
Otros datos. Saldo arbitral de expulsiones en Liga desde que el Barcelona cambió su voto para reelegir a Villar al frente de la RFEF (2004-2025): Real Madrid (-9) Barcelona (+58). Goles anulados: 1º) Real Madrid (33); 2º) Sevilla, Celta, Atllético de Madrid (17)… Barcelona (13). Véase el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=2TWWauwlhfI
En la estela del Barçagate, desde la implantación del VAR en 2018, el saldo de acciones re-arbitradas arroja los siguientes datos: Real Madrid (-28); Barcelona (+4); Atlético de Madrid (+10). Acceso a los datos desglosados en: https://www.futbolgate.com/investigaci%C3%B3n/las-estad%C3%ADsticas-del-saldo-arbitral
5 Más información sobre el panorama de medios y periodistas deportivos en los siguientes enlaces:
6 El sábado 18 de abril de 2022, Cuadra Fernández anuló un gol legal de Vinicius al Sevilla por presunta mano previa de éste. Después de ver las imágenes del VAR, donde se aprecia claramente que Vinicius controla el balón con el hombro, ellárbitro justificó su decisión ¡señalándose la cara interna del bíceps!
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