02/07/2024 13:48
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Por su actualidad y como homenaje personal en su aniversario este numantino “Ñtv España” me ha permitido reproducir algunas escenas irrepetibles de la gran novela del escritor madrileño.  Pero, antes vean una nota biográfica de su vida y de su obra:

Capítulo Cuarto

Zambombo conoce a Sylvia

[Al dejarse las maletas en el taxi de Fermín, Zambombo tiene que retrasar su viaje, viéndose sorprendido por la visita de Sylvia Brums. Descripción de Sylvia, cuyo cuerpo] apoyaba su prestigio en las letras ese, te y equis, pues era flexible, laxo, flexuoso, esbelto, estilizado, terso, satinado, sintético y extenuante. Y, sobre todo, artístico y extraordinario y praxitélico [123]. [Para terminar con las descripciones, el autor aventura dos fórmulas: “para obtener hombres” y “para obtener mujeres”. Sylvia se desnuda delante de Zambombo y le pregunta por sus amores [129]. A cambio, explica su presencia:] –Yo me desestimaría a mí misma si dos veces por semana, al menos, no le comunicase a mi marido el nombre y los apellidos de un nuevo amante. En la semana pasada ya sólo pude decirle un nombre; en esta semana, ninguno. Mi rabia era inmensa […] creí morir de impotencia.

¿Qué hacer? […] Hice lo que no he hecho jamás: salir a la calle a pie. Muchos imbéciles me piropearon al pasar [pero] los imbéciles que tienen valor para piropear en la calle a una mujer elegante y para seguirla hasta su casa, no tienen valor para encerrarse a solas con ella [132]. [Entonces, eligió un nombre al azar en la guía telefónica para hacer creer a su marido que tenía un nuevo amante. Y ya que estaba allí y desnuda… [135].

Capítulo Quinto

Un duelo a muerte, una conversación trascendental y una fuga

 

[Ante la insistencia de Zambombo, Sylvia accede a verse con él en el interior de un taxi, dándole esperanzas. Tras entrevistarse sin éxito con Arencibia, Zambombo recibe una carta apasionada de Sylvia y decide pasar a la acción:] “Los acontecimientos se precipitaban”, como escriben los retrasados mentales de la literatura [160].

[Zambombo se presenta en el “Club, Círculo, Casino o Centro Recreativo” [160] al que acude Arencibia y le desafía dándole un guantazo. Arencibia lo tumba de un puñetazo y acepta el reto [162].] Diéronse en pensar en un sitio solitario para la celebración del encuentro. Se propuso la sala del teatro Infanta Beatriz a la hora de la función, pero por fin se eligió el kilómetro 8 de la carretera de las Islas Baleares [166]. [Por el camino, Zambombo piensa en lo agradable que es la vida. El resultado del duelo es sorprendente: los diez disparos hacen volar los diez sombreros de los asistentes. Los duelistas se reconcilian y Arencibia entrega a Zambombo una cuartilla en la que ha escrito un cuadro sinóptico sobre las diferencias ideológicas de ambos. En él se lee que para Zambombo la mujer es] criatura maravillosa, extraordinaria, colocada en el lugar donde termina el cielo, representación en la tierra del amor y de la ternura… [En cambio, para Arencibia, es] criatura vulgar y egoísta, de singular belleza corporal, a quien la bobería de los poetas líricos ha colocado una corona real que le viene ancha [178]. [Plenamente reconciliados, emprenden el regreso. Arencibia insiste:] -No hay más que un amor: el del padre al hijo. El amor entre hombres y mujeres no es sino un conglomerado de pequeños resortes: el roce de la epidermis, la vanidad mutua… El amor, como sentimiento puro y noble, es una inmensa y desoladora mentira. Respecto a las mujeres, me encanta verlas pasar por la calle, con sus rostros pintados, sus senos en punta y sus piernas mórbidas. Pero en la intimidad, y no bien se han despojado del antifaz de los convencionalismos o de la pseudo pasión, se muestran egoístas, vanidosas, ineducadas. Cierto que los hombres también son vanidosos y egoístas e ineducados, pero al menos sirven para algo: estudian, aran y siembran; fabrican muebles; funden; dictan leyes o las aplican… Esto compensa de lo demás. [En cambio] la mujer no hace nada que compense de sus numerosos defectos. Su amor y su ternura dependen siempre de la cantidad de pesetas y de la cantidad de espasmos que usted las regale. No las dé usted dinero y verá lo que duran su ternura y su amor [179]. [Y para castigar a Zambombo por su “estupidez concentrada”, le autoriza a que se lleve a Sylvia “en propiedad” [184]. Esa misma noche, Zambombo cuenta a Sylvia que ha matado a Arencibia y los amantes cogen un tren camino de Francia.]

Libro Segundo. Dúo. La mujer y el amante

 

Capítulo Primero

Del “vagón-restaurant” al tope de un furgón de cola

La primera vez que Zambombo llegó a París tenía en el alma un superávit de lecturas embriagadoras [191]. Ocho días más tarde, Zambombo, en el límite de su rabioso desencanto, decía de París tales cosas que le detuvieron seis veces en lugares públicos. Sin embargo, no eran cosas muy ofensivas; eran cosas opuestas a la tradición y al tópico y ya se sabe lo peligroso que es ir contra el tópico y contra la tradición [192]. En su viaje segundo, acompañado de Sylvia, París le pareció a Zambombo una maravilla asfaltada [194].

[En el tren, Sylvia se encuentra con Honorio, un carterista que fue su amante. Lo acompaña la joven Mignonne ante la que Zambombo hace una serie de extravagancias. Mirando al cielo nocturno, Mignone hace una serie de preguntas a las que Zambombo da respuestas absurdas:]

–¿Dónde está el Carro? –En la cochera. –¿Es verdad que hay una estrella que se llama Calipso? –No hagas caso de calumnias. –¿Crees en la pluralidad de los mundos habitados? –Mientras las pulgas den saltos tan grandes, ¿por qué no? Las pulgas emigran de planeta en planeta. –¿Has oído hablar de la Aurora Boreal? –No leo a ninguna poetisa venezolana. –¿Qué es la astronomía? –Una de esas barbaridades que engordan [212]. [Como remate, Zambombo da un salto y sale por la ventanilla. Tras una carrera en pos del tren, logra encaramarse al tope del furgón de cola. Este ejercicio no merma sus energías.] Luego de haber recorrido cuarenta kilómetros en el tope del furgón, se mostró un amante arrollador al ocupar la litera del coche-cama [217].

Capítulo Segundo

En París se ama igual que en Madrid

 

[Al llegar a Hendaya, Honorio es detenido y Mignone se baja con otro viajero. En París, Sylvia pide a Zambombo que la viole. Él se documenta con una noticia de periódico, según la cual Fantomas ha violado a una joven virgen.] –¿Por qué no gritaste? –dijo el padre indignado. – Por no interrumpir vuestro sueño, papá –repuso con sencillez Alice. –¡Pobrecita! – murmuró la madre–. ¡Se ha sacrificado por nosotros! Yo hubiera hecho lo mismo [225].

[Zambombo compra un maillot de Fantomas y trata de sorprender a Sylvia. Al verlo, ella dispara sobre él. Las balas no le dan, pero derriban un jarrón que lo golpea en la cabeza. Los dos se desmayan. Al recobrarse, Sylvia está maravillada. Los dos se entregan a ocho días de “amor delirante”, a los que siguen otros tantos de tedio] Por fin, a los diecisiete días justos de la aventura de Fantomas, Sylvia emitió una noche la palabra fatal: -Me aburro [237]. [Al cabo de unos días más de aburrimiento, Sylvia propone reavivar su amor yendo a encanallarse en los bajos fondos [239].]

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[Sylvia y Zambombo entran en un bistro, establecimiento que es a la vez bar y restaurante. Ella va] ataviada con una deslumbrante toilette blanca, cortada en dentelle- cirée (creación única de Martial Armand, París). [Él] viste un frac admirable (confeccionado por Wilkins, Parr and Company, Londres) [242].

[Descripción del interior del local.] Un olor a tabaco frío, a perfumes pobres y a hemoglobina agitada saturó a los visitantes. El bistro era un salón provisto de cuatro paredes, techo y suelo. Un escenario del tamaño de una caja de vaselina se alzaba en el foro. En el escenario, una cupletista, que de lejos parecía una mujer[;] a dos metros de ella, un hombre con cara de ladrillo, pegaba puñetazos en cierta cosa de color café que resultó ser un piano[;] una veintena de mesas [eran] ocupadas por un público que -no se sabía por qué extrañas circunstancias- cuando se levantaba andaba en dos pies. Los hombres vestían de un modo harapiento y las mujeres tenían tan arrugadas sus batas de tonalidades agrias, que se comprendía la infinidad de veces que se las ponían y se las quitaban al cabo de la noche. Sesenta lámparas se distribuían de esta manera: una en el techo y cincuenta y nueve en el delantal del encargado del mostrador [243].

[Para superar su miedo, Zambombo se envalentona y provoca a los “tipos siniestros” del local, que “le miran aterrados”. Algunas bravatas de Zambombo:] Si yo no fuese de la Sociedad Protectora de Animales, le sacaría a usted los ojos con un imán; ¡Canta hasta el amanecer o mueres, piltrafa del cuplé!; No hago lo mismo con usted porque nunca me ha gustado amaestrar pulgas; Tú eres Abd-el-Krim y yo el ejército de España [246]. [Las bravuconadas de Zambombo amedrentan a los “apaches” y enardecen a Sylvia:] – Vámonos, amor mío. Vámonos al hotel. Eres divino. Quiero amarte hoy como nunca [250].

[A la mañana siguiente, Sylvia lee un telegrama de su marido dirigido a Zambombo:]

¿Todavía no se ha hartado usted de Sylvia? ¡Me extraña! [A Sylvia no le sorprende porque nunca creyó que hubiese muerto. Vuelve a quejarse de aburrimiento. Zambombo se marcha dando un portazo y ella busca consuelo en el botones. Al anochecer, se reconcilian y deciden viajar a Rotterdam.] [261-268]

Capítulo Tercero

En Rotterdam se ama igual que en Madrid y que en París

 

[En la agencia de viajes se les agrega el doctor Flagg, nacido durante una huelga general de picapedreros y criado con leche de elefante. Tras asesinar a su padre, huyó de París disfrazado de monja. En Egipto rescató al faraón Amenophis de su tumba, donde llevaba dos mil trescientos años.] A la llegada a Amsterdam, Zambombo odiaba a Flagg casi tanto como un centauro a un lapita. Porque, durante el viaje, abismada en las mentiras del doctor, Sylvia había hecho a Zambombo el mismo caso que un empleado en las cataratas del Niágara habría hecho de una gotera [278-279].

[De Amsterdam se trasladan a Rotterdam, pero Flagg sigue acaparando la atención de Sylvia con sus historias:] –Rodábamos por la Quinta Avenida, cuando noté que debajo del asiento había un cocodrilo. -¡¡Esas estupideces se las coloca usted a Sylvia, porque yo no se las tolero!! -interrumpió frenéticamente Zambombo […] y se marchó dejando al doctor Flagg con el cocodrilo en la boca [284]. [Intimidado por Zambombo, Flagg se marcha a La Haya, no sin antes aprovechar la fascinación que sus historias ejercen sobre Sylvia para hacerle el amor [290]. Zambombo y Sylvia parten hacia Londres.]

Capítulo Cuarto

En Londres se ama igual que en Madrid, que en París y que en Rotterdam

 

[A las tres semanas, Zambombo está harto de Londres y de escuchar las ocurrencias de los asistentes a las reuniones que Sylvia da en su palacio de Park-Lane. El autor repasa los barrios y calles más característicos de Londres. La habilidad de Zambombo para añadir sandeces a las que ya circulan sobre los hábitos de los españoles le vale la admiración de misters, lores, sires y pares. Al saber que todos ellos han sido amantes de Sylvia, Zambombo escribe 78 cartas de despedida, que se va tragando una a una. En la última amenaza con matarse. La respuesta de Sylvia es fulminante:]

-Pues bien: mátate. -¡Mátate tú!- gruñó Zambombo [312].

[Como último recurso para recuperar el amor de Sylvia, Zambombo simula un suicidio, pero la pistola resulta estar cargada y se hiere de verdad [318]. Tras una amorosa convalecencia, la pareja embarcaba], en plena luna de miel, con rumbo al Perú. El buque que les llevaba era el Gillette, de matrícula de Glasgow [322].

Capítulo Quinto

En las islas desiertas se ama igual que en Madrid, que en París, que en Rotterdam y que en Londres

 

[En medio de la niebla,] el Gillette y La pelota de goma se embistieron brutalmente de costado y fueron a pique [326]. Se oyeron voces que clamaban: -¡¡Las mujeres, primero!! Y ocurrió como se decía: las que primero se ahogaron fueron las mujeres [327]. [Zambombo y Sylvia nadan hasta alcanzar una isla desierta] donde no vieron fieras. Hallaron a su paso manadas de leones y de tigres y muchísimos cocodrilos; pero fieras, ni una sola [327]. [Durante cuatro meses y medio, la pareja vive un romance cósmico tan embriagador que cuando son descubiertos por un barco inglés deciden pagar el alquiler de la isla y permanecer en ella. Al buscar el dinero en la cartera de Zambombo, Sylvia descubre el recibo firmado por el criado que disparó la escopeta en el simulacro de suicidio. Despechada, Sylvia se va en el barco, dejando a Zambombo solo en la isla [341]. Por poco tiempo, ya que a la mañana siguiente se encuentra con una compañía de teatro que se traslada a nado de América a Barcelona. Zambombo decide acompañarlos. Durante la travesía, los actores ensayan La vida es sueño sin dejar por ello de nadar [343].

Libro Tercero. Romanza: El amante

 

Capítulo Primero

En donde se demuestra, una vez más, que las palabras son aire

 

[Al llegar a Guayaquil, Zambombo abandona la compañía. Durante seis meses recorre los lugares donde había estado con Sylvia, pero no hay ni rastro de ella. Entonces comprende que se ha ido con el oficial inglés que les cobró el alquiler de la isla y regresa a Madrid. En el tren despotrica contra todo el pasaje, excepto los niños y los perros.] Aquello era lo único que tenía sentido en la vida: los niños y los perros. –Lo malo es que los perros no saben hablar y los niños, andando el tiempo, se hacen hombres [356]. –Nada, no queda más remedio que morirse de asco [358].

[En Madrid, Zambombo echa cuentas y comprueba que] aquel año de viajes por Europa había abierto un enorme boquete en su fortuna personal. A partir de aquel día, el pesimismo, la amargura y la tristeza de Zambombo se hicieron más hondos [359]. [Su conducta hace que lo echen de conferencias, teatros, cines y cafés. Las calles llenas de muchachas jóvenes acompañadas de viejos repugnantes lo deprimen:] ¿Por qué permite Dios que la carne divina de las mujeres se manche de babas? Y ellas, ¿por qué son tan marranas que lo toleran? [360]. [A sus 31 años, Zambombo se siente] como si tuviera cincuenta [361]. [Sus pensamientos se vuelven más y más sombríos:] ¿Qué es el amor? En el hombre una presunción ridícula. En la mujer una vanidad sucia. Y en los dos un instinto animal de secreciones y de glándulas. ¡Qué asco, Dios mío, qué asco! [363].

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[Su estado de ánimo le hace pensar en Arencibia como la única persona que puede entenderle. Arencibia tiene una nueva amante que resulta ser Mignone. Arencibia cree que la chica proviene de un colegio de monjas y le] ha entregado su honra [368]. [Tras una extensa “divagación sobre el misoginismo” a lo largo de los tiempos, Arencibia llega a la conclusión profundísima de que] hay mujeres despreciables y hay mujeres admirables. [A lo que Zambombo rearguye “con gesto agrio”:] Las admirables son aquellas que se suicidan a los quince años [370]. ¿Qué más quisiera yo, qué más querrían todos los misóginos sino que la mujer fuera noble, recta, pura, inteligente, discreta, púdica y abnegada? […] Pero la mujer no es así, aunque se lo crean los estudiantes de bachillerato. La mujer no es así, no. Dios se daba perfecta cuenta de la clase de tipo que era Eva y, por ello, en su infinita sabiduría y misericordia obligó al hombre a nacer de mujer y a engendrar hijas: de esta suerte habría por lo menos dos hembras que escaparían al odio del hombre […] Pero yo pertenezco al grupo de los que ni aun así ceden en su odio [372]. [Zambombo no delata a Mignone, que le ofrece repetir aquellas noches, y se despide asqueado. Afuera llueve mucho,] pero aún no es bastante para limpiar el mundo [374].

Último Capítulo

En donde el lector se entera, al fin, de por qué esta novela se titula “Amor se escribe sin hache”

 

[Zambombo] aborrecía ya no sólo a las personas, sino a los animales, a los árboles, a los minerales y a las plantas […] -¡Y pensar -se decía- que todo esto obedece al influjo de una mujer! [376]. [Zambombo vende la casa y se instala en una casa de huéspedes inmunda.] Zambombo comenzó a descuidar el arreglo de su persona [378]. [Zambombo se encuentra con Fermín, el taxista, que ahora es millonario. Fermín regala a Zambombo la mitad de su fortuna, conseguida por el simple hecho de asistir al entierro de un desconocido, que resultó ser un millonario mexicano sin parientes. Zambombo empieza a darse la gran vida. Una noche, Fermín se presenta en su casa-palacio acompañado de dos mujeres y le obliga a acompañarlos. Fermín explica la hostilidad de su amigo:] Éste ha tomado demasiado en serio el amor, sin fijarse en que amor se escribe sin hache […] Las únicas cosas importantes que existen en el mundo se escriben con hache, y, por el contrario, se escriben sin hache las que no tienen importancia […] Basta con repasar el diccionario. Busca las cosas trascendentales y sólo las hallarás con H. Los hijos con hache; el honor, la honra, con hache; Dios (Hacedor Supremo), con hache; “hombre”, con hache; la materialización de Cristo (La Hostia), con hache; la hidalguía, con hache; el habilitado, que es el que paga, con hache […] Reír es de lo más importante del mundo: y humorismo se escribe con hache… -¿Y comer? ¿No es importante comer? –Ya lo creo. Por eso los alimentos principales se escriben con hache: harina, huevos… El día de hoy, que es importantísimo, se escribe con hache.

¿Y hay algo tan importante como el hambre? ¿Y como la higiene? Amigo se escribe sin hache, pero cuando es un amigo de verdad, entonces se escribe con hache porque se le llama hermano. [Fermín prosigue su interminable lista: hierro, honradez, hecatombe, hidra, hada, hélice, hueso, Hércules, hermosura, horrible, horroroso, horrendo…] el himeneo, que representa el matrimonio; los himnos, que sintetizan el ideal patriótico de los pueblos; el hogar, refugio de los que tienen la misma sangre [y sigue con hemoglobina, hemorragia, hoguera, hielo, hacer, hablar, Humanidad, hilo, Himalaya, Hipócrates, Homero, habanos…] Y ahí, en la moderna América del Norte, tenéis un río que por sí solo ha creado un pueblo nuevo, una raza nueva; me refiero al Hudson […] El pueblo elegido de Dios fue el hebreo; el pueblo constructor y precursor, los helenos; y el pueblo destructor y retrógrado, los hunos […] ¡Pero, hombre! Si hasta las mejores barajas son las de Fournier, don Heraclio […] Por eso el amor, que no tiene importancia ninguna, se escribe sin hache. No debe tomarse en serio el amor…

¡Amor se escribe sin hache! Hay que reírse de las cosas escritas sin hache. –Vienes a darme a mí la razón, porque mujer se escribe sin hache. -¡Naturalmente! Porque tampoco a la mujer se la debe tomar en serio. Porque para ser feliz, para no sufrir, para no volverse pesimista y amargado, no hay que buscar en la mujer más que lo que yo busco, lo que se escribe con hache: la hembra. [392-395]

[Tras este extenuante repaso al diccionario y a la enciclopedia (ninguno de los cuales se escribe con hache), Jardiel sella su novela con un lugar y una fecha] Madrid. -29 de Septiembre de 1928. [Y una aclaración] Este libro se escribió en 96 días […] en los siguientes lugares: [y vuelve a mostrar su afición a las largas listas, en este caso de Cafés: Universal, Europeo, Varela, Castilla, Español… finalizada con el domicilio del autor. Como remate, una estadística del gasto en consumiciones] un total de pesetas 99, lo que prueba que la literatura no es un deporte caro. Se utilizó una estilográfica marca Park y medio litro de tinta de diversas marcas. [397]

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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